Texto del evangelio Lc 7,19-23 – los muertos resucitan
19. los envió a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?»
20. Llegando donde él aquellos hombres, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?»
21. En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos.
22. Y les respondió: «Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva;
23. ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!»
Reflexión: Lc 7,19-23
Para alguien conocedor de las Escrituras, como Juan, estas palabras del Señor tenían que bastar para reconocerlo. Nos atrevemos a afirmar que aún sin conocer las Sagradas Escrituras cualquiera de nosotros viendo y oyendo lo que se cuenta en estos versículos, si no somos obstinados, tendría que bastarnos para reconocer que estamos frente a una situación única y extraordinaria, jamás vista en nuestras vidas, ni oída ni contada por nadie, a no ser referida a Dios. Por lo tanto, si somos sinceros y coherentes debíamos concluir que nos encontramos frente a una fuerza sobrenatural que solo puede provenir de Dios. Es así, como que dos más dos con cuatro. Ponernos a especular, a dudar y argumentar necedades, solo puede ser obra de alguien que quiere mantenernos en la oscuridad por algún motivo. Obviamente esto será obra del Demonio, pues para todo hombre o mujer de buena fe, honesto y sincero, que no ande buscando razones retorcidas para justificar su comportamiento, la contundencia de estos acontecimientos solo debe llevarnos a doblar las rodillas. ¡Estamos frente a Dios, el Todopoderoso, que ha venido a salvarnos de la esclavitud, tal como lo prometió a nuestros ancestros y está anunciado por los profetas! Solo hace falta Buena Voluntad, es decir pureza de espíritu, honestidad y rectitud para reconocerlo. El que no lo hace, es porque no le da la gana, porque tiene otros motivos subalternos e inconfesables para negarlo; por pura conveniencia, cobardía y egoísmo. Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva
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