Texto del evangelio Mt 2,13-18 – De Egipto llamé a mi hijo
13. Después que ellos se retiraron, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.»
14. El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto;
15. y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.
16. Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos.
17. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías:
18. Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen.
Reflexión: Mt 2,13-18
Seguimos reflexionando en torno a la serie de sucesos que rodean el nacimiento del Señor, pues se trata de un verdadero misterio que ha sido obra de Dios y tenemos que interiorizar, a fin de valorarlo en su real dimensión. Son hechos que ocurrieron hace tanto tiempo, que los leemos de corrido casi sin prestar atención y sin embargo son excepcionales. No perdamos esta idea de vista, para que no nos ocurra que pasamos por estos versículos como quien oyera llover. Fijémonos en lo que se le exige a José, ese hombre justo y leal. ¿Cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a dejar todo lo que tenemos en nuestra ciudad o nuestro pueblo, para salir de un momento a otro obedeciendo órdenes enviadas por Dios a través de sus ángeles en sueños? ¡Guau! En esta sola pregunta hemos dicho una serie de cosas increíbles una tras otra, pero como dijimos antes, sino las sopesamos debidamente corremos el riesgo de no asombrarnos y repetirlas de paporreta, como si todo lo que hemos leído fuera lo más normal o peor aún, como si se tratara de pura fantasía a la que no hay por qué prestarle atención. ¡Ese es precisamente el problema! Tanto pasar por alto episodios como este, llega un momento en que pasamos por alto todo lo que nos apetece y nos parece fantasioso o irrelevante, y nos quedamos con un Jesús, con un Salvador hecho a nuestra medida, por lo tanto una fe y una vida cristiana totalmente adaptada a nuestros criterios modernos, mundanos y asépticos. Un cristianismo sin las “estrambóticas” manifestaciones de Dios, que preferimos omitir para que no nos tilden de ingenuos o tontos. Queremos un cristianismo que pueda ser exhibido en un auditorio de personas selectas, inteligentes y razonables del siglo XXI, donde se deje de lado todos estos episodios “mágicos” o “míticos”, más apropiados a una historia primitiva, que no se ajustaría a un escéptico, objetivo, razonable y culto hombre contemporáneo. Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.
Seguir leyendo Mateo 2,13-18 – De Egipto llamé a mi hijo
(1668) vistas