Texto del evangelio Lc 2,16-21 – volvieron glorificando y alabando a Dios
16. Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.
17. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño;
18. y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían.
19. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón.
20. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
21. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.
Reflexión: Lc 2,16-21
Las manifestaciones de Dios en torno a este evento único en la historia de la humanidad constituyen el común denominador en todos los pasajes relacionados con el Nacimiento de Jesús, de modo tal que no quede dudas, a quienes los sigan, que estamos frente a un suceso realmente extraordinario. No podía ser de otro modo, tratándose de la encarnación del Hijo de Dios. Pero tal vez lo más importante, que debemos asimilar a partir de todas estas señales es que todo corresponde a un cuidadoso Plan trazado por Dios, seguramente antes que existiéramos, con el único propósito de salvarnos. Es decir que nosotros somos el centro y el motivo de este Plan tan perfectamente diseñado. ¿Por qué? Jesús nos revelará que es por amor, porque nuestro Creador, el que hizo todo lo existente, es nuestro Padre y nos hizo para que seamos felices, viviendo eternamente. Para ello, es preciso que creamos en esta Revelación, porque habiendo sido creados Libres por nuestro Padre, es necesario que nosotros optemos libremente por el Camino que nos propone, que obviamente es el mejor y el único que nos conviene, pero hemos de ser nosotros los que lo elijamos. Para eso también nos ha dotado de Inteligencia, de modo tal que podamos oír, abstraer, pensar, reflexionar y decidir. Solo nos conviene lo que Dios nos propone. Las demás opciones nos conducen por un camino equivocado que finalmente nos llevarán a la perdición, la destrucción, la oscuridad, la mentira y la muerte. Dios lo sabe, como no podía ser de otro modo. Por eso se empeña en mostrarnos el único Camino a tal extremo, que nos envía a Su propio Hijo a mostrárnoslo y Él lo hará, aun a costa de Su vida. Todo esto es lo que estamos celebrando estos días: el nacimiento de Jesús, nuestro Salvador. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
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