Lucas 5,27-32 – comen y beben con los publicanos y pecadores

Texto del evangelio Lc 5,27-32 – comen y beben con los publicanos y pecadores

27. Después de esto, salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: «Sígueme.»
28. El, dejándolo todo, se levantó y le siguió.
29. Leví le ofreció en su casa un gran banquete. Había un gran número de publicanos, y de otros que estaban a la mesa con ellos.
30. Los fariseos y sus escribas murmuraban diciendo a los discípulos: «¿Por qué comen y beben con los publicanos y pecadores ?»
31. Les respondió Jesús: «No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal.
32. No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores.»

Reflexión: Lc 5,27-32

 

Nos cuesta poner en práctica el ejemplo de Jesús y salir a evangelizar a aquellos que aparentemente, a ojos de los demás, andan perdidos. En cambio el Señor tiene mucho éxito con ellos, lo vemos aquí, en el caso de Leví, que no es nada menos que Mateo, el evangelista. Otro caso notable es el de Pablo, una de las principales columnas de la Iglesia. Por lo tanto es este gesto de Jesús, uno de aquellos que debemos esforzarnos en imitar y puede parecer contradictorio que se nos recuerde esta obligación justo al inicio de la Cuaresma, pero es precisamente para poner el énfasis donde se debe. Ayer hablábamos de la alegría de la boda, hoy tenemos que recordar que todo esto no tiene sentido si no se contagia, empezando por los más necesitados, por los que aparentemente se encuentran más alejados de Dios, por el tipo de vida que llevan. Y es que muchas veces actuamos más bien, como si tuviéramos temor a ser contagiados y queremos llevar una vida de “santos” desde la comodidad de nuestros hogares, aislados, protegidos por una muy profiláctica urna, como las imágenes de los santos que vemos en los templos, olvidando que casi todos ellos, para llegar allí, tuvieron que poner sus pies en el lodo, pasando por el compromiso y trabajo cotidiano, especialmente con los menos favorecidos o los más alejados de Dios, porque, tal como lo dice el Señor, no necesitan médico los sanos, sino los enfermos. Este tiempo de Cuaresma debe servir para recordarnos de modo muy especial este compromiso y llevarlo a la práctica con redoblada vocación y amor. Es allí, entre los que más sufren, entre los que no creen ni tienen esperanza que se tiempla el acero, poniendo a prueba y fortaleciendo nuestra fe, que la tenemos precisamente para difundirla con el ejemplo. Los fariseos y sus escribas murmuraban diciendo a los discípulos: «¿Por qué comen y beben con los publicanos y pecadores ?»

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Mateo 9,14-15 – invitados a la boda

Texto del evangelio Mt 9,14-15 – invitados a la boda

14. Entonces se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?»
15. Jesús les dijo: «Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán.

Reflexión: Mt 9,14-15

 

Nos conmueve la figura que el Señor escoge para dar a conocer lo que estamos viviendo desde que Él está presente entre nosotros. Claro es obvio que se refiere a sus discípulos, pero por extensión también se refiere a nosotros, a todos sus seguidores. ¡Somos los invitados! Muchas veces percibo que no llegamos a entender la magnitud de este acontecimiento. Y es que hay que detenerse a reflexionarlo, y a veces no tenemos el tiempo suficiente. Nos han invitado mucho a lo largo de nuestras vidas, seguramente, sin embargo estamos seguros que podríamos contar con los dedos de una mano aquellas invitaciones en la que los pergaminos de nuestro anfitrión –por lo que fuere-, nos dejaron embobados. ¿Cuántos de nosotros hemos tenido la oportunidad de recibir una invitación de un altísimo representante de la política o la cultura o economía de nuestra sociedad? ¿Cuántos hemos sido invitados por un Congresista, o por el Presidente o por un artista famoso o un literato? Ese día seguramente está marcado y lo contamos entre nuestros mejores recuerdos. Que nos invitara, fue una distinción y luego que se tomara unos segundos para dirigirse a nosotros, hablarnos y hacernos una confidencia, fue un detalle que jamás olvidaremos. Recuerdo que entre toda la gente que conozco, solo mi suegra –que en paz descanse- tuvo la oportunidad de recibir el Cuerpo de Cristo de manos del ahora santo, Juan Pablo II. Lo esperó con mucha ilusión y nunca pudo dejar de recordarlo como posiblemente lo más extraordinario que sucedió en su vida. Ahora que ya estamos más o menos sintonizados con la grandeza del acontecimiento, ¿podemos pensar un momento en lo que significa ser los INVITADOS DE JESÚS? ¿Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán.

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Lucas 9,22-25 – quien pierda su vida por mí, ése la salvará

Texto del evangelio Lc 9,22-25 – quien pierda su vida por mí, ése la salvará

22. Dijo: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día.»
23. Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
24. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará.
25. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?

Reflexión: Lc 9,22-25

Seguir al Señor desde lo que somos. Ese es el gran reto, que nos cuesta comprender. No se trata de renunciar a nuestras circunstancias y huir de ellas para encontrar otras que hagan posible el seguimiento de Cristo, justificando entre tanto el no poder seguirlo, en tanto no se dan las condiciones adecuadas. No. Tenemos que seguirlo aun y especialmente en medio de la dificultad diaria. Esto quiere decir cristianizar cada segundo de nuestras vidas o para decirlo de otro modo, santificar nuestras vidas, que es otra forma de verlo y es en ese sentido que se ha de entender que todos estamos llamados a la santidad. Es en el cómo afrontas tu día a día que has de dar testimonio del amor de Dios. Así, podrías estar preso en una cárcel o en una enfermedad incurable, ciego, sordo, paralítico o con tantas enfermedades de nuestro tiempo y aun allí, en esa circunstancia constituir un modelo de amor a Dios y al prójimo. Ese es el reto. Y desde el otro extremo, ser rico, tenerlo todo, incluso salud, inteligencia y reconocimiento político y social, y sin embargo dar testimonio del amor a Dios y al prójimo. ¿Será más fácil? ¿Será más difícil? Según nos revela el Señor, para estos será mucho más difícil entrar en el Reino de los Cielos, ¿por qué? Porque les será más difícil renunciar a lo que tienen, a sus comodidades, por Dios y por el prójimo. Alguien se preguntará, pero ¿por qué tiene que renunciar? Pues es lógico, para ser cristiano hay que amar: ese es el distintivo. Y, quien ama, no puede ser indiferente a lo que viven sus hermanos y en tal sentido, ha de estar dispuesto a solidarizarse con los que sufren, con los más pobres y desprotegidos, y una forma realista de hacerlo es ayudando a atender sus necesidades básicas. A este fin han de estar al servicio todas nuestras capacidades y recursos, lo que incluye nuestros bienes materiales. Claro, nadie puede estar de acuerdo en que se malgasten inútilmente; ha de aplicarse la astucia y la inteligencia, pero queda claro que ha de primar esta voluntad de amar y servir, independientemente de cuanto tengamos, en cualquier sentido. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará.

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Mateo 6,1-6.16-18 – tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará

Texto del evangelio Mt 6,1-6.16-18 – tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará

1. «Cuiden de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendrán recompensa de su Padre celestial.
2. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad les digo que ya reciben su paga.
3. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha;
4. así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
5. «Y cuando oren, no sean como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad les digo que ya reciben su paga.
6. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
16. «Cuando ayunes, no pongas cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad les digo que ya reciben su paga.
17. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
18. para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Reflexión: Mt 6,1-6.16-18

Todo lo que hagamos, hemos de hacerlo por Dios. No se trata de hacer creer a nadie, porque a Dios no lo podemos engañar, ni si quiera con el pensamiento. Él sabe lo que estamos pensando aun antes que estos pensamientos hayan anidado en nuestras cabezas. Él lo sabe todo. Él es Dios, no lo olvidemos. Y, Dios no es nada de lo que imaginamos, sino mucho más. No está a nuestro alcance definirlo, ni describirlo, pero tal como nos lo revela Jesús, Él tiene contados cada uno de los cabellos de nuestra cabeza y ni uno solo se cae sin que Él lo sepa, así que, con estas pistas podemos dar rienda suelta a nuestra imaginación, teniendo especial cuidado en no “fabricar” un Dios a nuestra medida y conveniencia. Nosotros tenemos capacidad de distinguir el Bien del Mal, la Virtud del Vicio, por lo tanto, si precisamos imaginarlo, asignemos a esta imagen todo Bien y toda Virtud, cuidando de no ensombrecerla ni con un gramo de mal, ni el menor defecto o vicio. Él es el Bien, la Verdad, la Vida y solo quiere eso para nosotros, porque nos ama más de lo que podemos imaginar y de lo que seríamos capaces de amar nosotros, aun desde antes que existiéramos. Por lo tanto, no hay nada que podamos ocultarle; nada que no sepa; nada que ocurra sin su consentimiento. Así, no tratemos de engañarlo, de hacerle creer cosas. No podremos. Esforcémonos por corresponder a Su amor y no desnaturalicemos nada de lo que hacemos, haciéndolo para aparentar o conseguir aprecio de los demás, porque ello constituye un contaminante de nuestras acciones. Todo lo que hagamos, hagámoslo única y exclusivamente por Dios, SIN CONDICIONES, tal como el mismo nos lo enseña, al amarnos aun antes de nacer, es decir sin merecimiento alguno. Ese ha de ser nuestro modelo…que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

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Marcos 7,1-13 – su corazón está lejos de mí

Texto del evangelio Mc 7,1-13 – su corazón está lejos de mí

1. Se reúnen junto a él los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén.
2. Y al ver que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas,
3. – es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos,
4. y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas -.
5. Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?»
6. El les dijo: «Bien profetizó Isaías de ustedes, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
7. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres.
8. Dejando el precepto de Dios, se aferran a la tradición de los hombres.»
9. Les decía también: «¡Qué bien violan el mandamiento de Dios, para conservar su tradición!
10. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre y: el que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte. Pero ustedes dicen:
11. Si uno dice a su padre o a su madre: «Lo que de mí podrías recibir como ayuda lo declaro Korbán – es decir: ofrenda -«,
12. ya no le dejan hacer nada por su padre y por su madre,
13. anulando así la Palabra de Dios por su tradición que se han transmitido; y hacen muchas cosas semejantes a éstas.»

Reflexión: Mc 7,1-13

Pocas cosas le molestan más a Jesús que la hipocresía. Y es que en verdad pocas cosas hay perores que la mentira y el engaño, y la hipocresía es una forma elaborada de engaño y mentira. El hipócrita finge desconocer algo o finge ser inocente, valiéndose de resquicios legales con la intención de justificarse. Así, si no hay nada legislado al respecto o si hay vacíos en la ley, los usa para justificar lo que hace porque le conviene o le gusta, aun sabiendo que está mal y lo peor es que no tiene ningún reparo en dar mal ejemplo y llevarse de encuentro a quién sea, incluso al mismo Dios, con tal de salir con su capricho. Esto es una blasfemia, porque a Dios no se le puede engañar y él lo sabe muy bien, pero finge desconocerlo o simplemente le importa un comino. En buena cuenta es un desafío a Dios, lo que constituye una torpeza y una afrenta que tarde o temprano se paga. Sin embargo, mientras dura y es posible sostener la mentira, lo hará con cinismo, a cualquier precio, a cualquier costo. Hipocresía y mentira son dos caras de la misma moneda fraguada, falsa. Son tan detestables que el mismo Jesucristo advierte que los vomitará. Veamos a qué extremo llega el repudio de Jesús por estos personajes, de los que está llena la política universal y la peruana, desde donde escribimos estas reflexiones: Él les dijo: «Bien profetizó Isaías de ustedes, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.

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Marcos 6,53-56 – cuantos la tocaron quedaban salvados

Texto del evangelio Mc 6,53-56 – cuantos la tocaron quedaban salvados

53. Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron.
54. Apenas desembarcaron, le reconocieron en seguida,
55. recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían que él estaba.
56. Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados.

Reflexión: Mc 6,53-56

Confesamos que la parte final de este pasaje nos deja un poco desconcertados, sobre todo porque no hemos encontrado unanimidad en la traducción de la última palabra. Puede parecer una nimiedad, pero no lo es para nosotros, porque entendemos que decir “curados” o “sanados” no es lo mismo que “salvados”. Claro que como sugiere alguna página, si aplicamos nuestra lógica, aunque diga salvados, debemos entender sanados, pues cuando uno tiene una enfermedad grave o terminal y es curado, lo que decimos usualmente es que fuimos salvados de esta enfermedad. Concluyen que es en ese sentido que se usa la palabra salvados en este pasaje. Por lo tanto vamos a hacer nuestra reflexión pensando en esta acepción. Sin embargo, valga la ocasión para invitarlos a buscar en Internet para que descubran cómo mientras varias traducciones se refieren a “sanados o curados” la Biblia de Jerusalén, que es la que usamos dice “salvados”. Al respecto debemos recordar la discusión que tiene Jesús con los escribas y fariseos porque a un paralítico le dijo “tus pecados te son perdonados” y estos le reprocharon que dijera eso, porque solo Dios puede perdonar los pecados, a lo que Jesús respondió: ¿qué es más fácil decir “tus pecados te son perdonados” o levántate y anda? Obviamente “tus pecado te son perdonados”, porque yo mismo podría decirles esto a cualquiera de ustedes mis queridos lectores, pero que constancia tendrían que en realidad les estoy perdonando los pecados. Ninguna. Por eso el Señor, para que creyéramos en que Él tiene poder para perdonar los pecados y por lo tanto para Salvarnos, inmediatamente cura a este paralítico, con lo que queda claro que es Dios y como tal, tiene todos los poderes, para perdonar, curar y salvar. Es por eso que nos resulta tan importante saber si en este pasaje sana o salva. Aceptemos que lo que hace es curar o sanar. Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados.

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Marcos 6,30-34 – dejándolo todo, le siguieron

Texto del evangelio Mc 6,30-34 – dejándolo todo, le siguieron

1. Estaba él a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios,
2. cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes.
3. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre.
4. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echen sus redes para pescar.»
5. Simón le respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes.»
6. Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse.
7. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían.
8. Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador.»
9. Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado.
10. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres.»
11. Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.

Reflexión: Mc 6,30-34

Lo que hacen Pedro y sus compañeros, es lo que el Señor espera de todos nosotros. Es bueno repetirlo y recordarlo, porque a punta de negarlo, no respondemos a la altura que el Señor exige, justificándonos, como si se tratara de un lenguaje figurado o solo dedicado a Simón Pedro y su gente. El problema radica en que no llegamos a entender lo perentorio del llamado de Jesús y lo excluyente que es con respecto a cualquier otra actividad. El Señor nos quiere a dedicación exclusiva. Esto es algo que comprendemos muy bien cuando se trata de un trabajo y sabemos que en tal caso debemos negociar muy bien, porque la remuneración y las gollerías deben ser altos si alguien nos quiere con exclusividad o en todo caso, la causa debe ser muy prestigiosa o de mucha trascendencia. Solo así estaremos dispuestos a entregarnos en exclusividad. Por lo general no nos gusta, ni queremos un trabajo o actividad con tal grado de compromiso y sin embargo eso es lo que nos pide el Señor. ¿Lo haremos? ¿O caeremos en el lugar común de asentir de palabra, pero no de obra? Decimos que somos cristianos y hemos decidido seguir a Jesús, pero si no lo decimos nadie lo nota, porque seguimos con nuestra vida y actividades de siempre, sin que alguien pueda notar el menor detalle que pudiera exteriorizar nuestro compromiso. ¿Qué clase de compromiso es este que no se manifiesta de modo externo? Pongámoslo de este modo: juramos amor eterno a una señorita y le decimos que nos uniremos a ella hasta que la muerte nos separe, pero seguimos llevando vida de solteros y cada quien duerme en sus respectivas casas. Le decimos a todo el mundo que estamos casados, pero nadie nos ve juntos en ningún momento del día ¿Sería posible? ¿Sería correcto? ¿No? Y entonces ¿por qué parece que aplicamos este tipo de relación con Jesús? ¿Es tan solo apariencia o es real? «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres.» Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.

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Marcos 6,30-34 – sintió compasión de ellos

Texto del evangelio Mc 6,30-34 – sintió compasión de ellos

30. Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado.
31. El, entonces, les dice: «Vengan también ustedes aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.» Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer.
32. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario.
33. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos.
34. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.

Reflexión: Mc 6,30-34

Cómo no sentirse seguro ante la delicadeza, la sensibilidad que muestra el Señor. No es solo con el pueblo, con los pobres, con la muchedumbre que lo sigue, sino con sus mismos discípulos. Qué diferencia podemos percibir en su trato empático, cortés, comprensivo, que no vemos frecuentemente en quienes tienen la misión de gobernar y dirigir empresas, equipos y naciones. Por lo general todos andamos tan preocupados y comprometidos con alcanzar nuestras metas, que no tenemos tiempo para simpatizar con quienes con nosotros trabajan para lograr el mismo objetivo. El detalle nos parece enternecedor y revela el gran corazón de Jesús. Los hombres aquellos vuelven de la misión a la que habían sido enviados y empiezan a rendir sus informes. Podemos imaginar el entusiasmo con el que cada quien contaba lo que habían vivido, pero también el cansancio que reflejaban en sus caras. El Señor sabe lo urgente que es la tarea, pero al mismo tiempo conoce que los tiempos de Dios no son los mismos que los nuestros. Las prioridades son distintas y si bien hay que trabajar, no hay que estresarse, como conviene al sistema en el que vivimos, en el que con tal de acumular, dejamos hasta de comer. El Señor y sus discípulos tenían dificultades para controlar al gentío, pero no porque alguno de uno u otro lado buscaran sacar provecho y enriquecerse, sino porque todos buscaban esperanzas y consuelo. Tal es la avidez que despiertan las Palabras de Jesús. Sí, es verdad, no podía comer a causa de la gente y sus súplicas, pero esto es muy distinto a dejarlo todo por no perder la oportunidad de incrementar nuestras riquezas. No se trata de aprovechar la ocasión, sino de atender a las necesidades de los desvalidos, de los menos favorecidos. Jesús comprende el agotamiento de sus discípulos y les propone merecidamente salir de allí, porque es necesario apartarse, reflexionar, orar y oxigenarse. Esto nos debe poner en alerta respecto a aquella premura que a veces solemos sentir, que pretende impulsarnos más allá de nuestras posibilidades; debemos tomarlas con precaución, porque lo propio del Señor es más bien la paz. La salvación no está librada a nuestras propias fuerzas, sino a Su Voluntad. Pongámonos en Sus manos y no dejemos de trabajar por el Reino, en tanto nuestras fuerzas nos lo permitan. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.

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