Almas

Hallarán descanso para sus almas

Oremos:

Padre Santo, no permitas que prisioneros de nuestra inquietud caigamos en las garras del enemigo, antes bien danos la lucidez, serenidad y confianza para buscar respuesta a nuestras interrogantes en Tu Palabra …Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.

(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

mateo-11-28-30-2016-12-07
hallarán descanso para sus almas

Mateo 11,28-30 – hallarán descanso para sus almas

 


 

¿Qué dice el Catecismo católico de las almas?

EL HOMBRE

355 «Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó» (Gn 1,27). El hombre ocupa un lugar único en la creación: «está hecho a imagen de Dios» (I); en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material (II); es creado «hombre y mujer» (III); Dios lo estableció en la amistad con él (IV).

I «A imagen de Dios»

356 De todas las criaturas visibles sólo el hombre es «capaz de conocer y amar a su Creador» (GS 12,3); es la «única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma» (GS 24,3); sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad:

«¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella; por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno» (Santa Catalina de Siena, Il dialogo della Divina providenza, 13).

357 Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar.

358 Dios creó todo para el hombre (cf. GS 12,1; 24,3; 39,1), pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación:

«¿Cuál es, pues, el ser que va a venir a la existencia rodeado de semejante consideración? Es el hombre, grande y admirable figura viviente, más precioso a los ojos de Dios que la creación entera; es el hombre, para él existen el cielo y la tierra y el mar y la totalidad de la creación, y Dios ha dado tanta importancia a su salvación que no ha perdonado a su Hijo único por él. Porque Dios no ha cesado de hacer todo lo posible para que el hombre subiera hasta él y se sentara a su derecha» (San Juan Crisóstomo, Sermones in Genesim, 2,1: PG 54, 587D – 588A).

359 «Realmente, el el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado» (GS 22,1):

«San Pablo nos dice que dos hombres dieron origen al género humano, a saber, Adán y Cristo […] El primer hombre, Adán, fue un ser animado; el último Adán, un espíritu que da vida. Aquel primer Adán fue creado por el segundo, de quien recibió el alma con la cual empezó a vivir […] El segundo Adán es aquel que, cuando creó al primero, colocó en él su divina imagen. De aquí que recibiera su naturaleza y adoptara su mismo nombre, para que aquel a quien había formado a su misma imagen no pereciera. El primer Adán es, en realidad, el nuevo Adán; aquel primer Adán tuvo principio, pero este último Adán no tiene fin. Por lo cual, este último es, realmente, el primero, como él mismo afirma: «Yo soy el primero y yo soy el último»». (San Pedro Crisólogo, Sermones, 117: PL 52, 520B).

360 Debido a la comunidad de origen, el género humano forma una unidad. Porque Dios «creó […] de un solo principio, todo el linaje humano» (Hch 17,26; cf. Tb 8,6):

«Maravillosa visión que nos hace contemplar el género humano en la unidad de su origen en Dios […]; en la unidad de su naturaleza, compuesta de igual modo en todos de un cuerpo material y de un alma espiritual; en la unidad de su fin inmediato y de su misión en el mundo; en la unidad de su morada: la tierra, cuyos bienes todos los hombres, por derecho natural, pueden usar para sostener y desarrollar la vida; en la unidad de su fin sobrenatural: Dios mismo a quien todos deben tender; en la unidad de los medios para alcanzar este fin; […] en la unidad de su Redención realizada para todos por Cristo (Pío XII, Enc. Summi Pontificatus, 3; cf. Concilio Vaticano II, Nostra aetate, 1).

361 «Esta ley de solidaridad humana y de caridad (ibíd.), sin excluir la rica variedad de las personas, las culturas y los pueblos, nos asegura que todos los hombres son verdaderamente hermanos.

II “Corpore et anima unus”

362 La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que «Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente» (Gn 2,7). Por tanto, el hombre en su totalidad es querido por Dios.

363 A menudo, el término alma designa en la Sagrada Escritura la vida humana (cf. Mt 16,25-26; Jn 15,13) o toda la persona humana (cf. Hch 2,41). Pero designa también lo que hay de más íntimo en el hombre (cf. Mt 26,38; Jn 12,27) y de más valor en él (cf. Mt 10,28; 2M 6,30), aquello por lo que es particularmente imagen de Dios: «alma» significa el principio espiritual en el hombre.

364 El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la «imagen de Dios»: es cuerpo humano precisamente porque está animado por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el templo del Espíritu (cf. 1 Co 6,19-20; 15,44-45):

«Uno en cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, reúne en sí los elementos del mundo material, de tal modo que, por medio de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del Creador. Por consiguiente, no es lícito al hombre despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en el último día» (GS 14,1).

365 La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la «forma» del cuerpo (cf. Concilio de Vienne, año 1312, DS 902); es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza.

366 La Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada por Dios (cf. Pío XII, Enc. Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8) —no es «producida» por los padres—, y que es inmortal (cf. Concilio de Letrán V, año 1513: DS 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final.

367 A veces se acostumbra a distinguir entre alma y espíritu. Así san Pablo ruega para que nuestro «ser entero, el espíritu […], el alma y el cuerpo» sea conservado sin mancha hasta la venida del Señor (1 Ts 5,23). La Iglesia enseña que esta distinción no introduce una dualidad en el alma (Concilio de Constantinopla IV, año 870: DS 657). «Espíritu» significa que el hombre está ordenado desde su creación a su fin sobrenatural (Concilio Vaticano I: DS 3005; cf. GS 22,5), y que su alma es capaz de ser sobreelevada gratuitamente a la comunión con Dios (cf. Pío XII, Humani generis, año 1950: DS 3891).

368 La tradición espiritual de la Iglesia también presenta el corazón en su sentido bíblico de «lo más profundo del ser» «en sus corazones» (Jr 31,33), donde la persona se decide o no por Dios (cf. Dt 6,5; 29,3;Is 29,13; Ez 36,26; Mt 6,21; Lc 8,15; Rm 5,5).

 


Tomado del Catecismo de la Iglesia Católica

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La New Age una fe a la medida del mercado

Los peligros de caer en la New Age

Sin duda estamos viviendo tiempos de relativismo y con ellos, de confusión. ¿Qué puede haber más confusos que denominar de dos o más modos a un mismo objeto o concepto? Si cuando quiero referirme al sol para algunos debo decir luna o viceversa, no hago más que sembrar confusión.

Así, con la relativización ha nacido la New Age, que no es otra cosa que la revalorización de antiguos conceptos, empaquetados de un nuevo modo y en gran variedad de matices, según la demanda. Como vivimos en una sociedad de consumo, en la que todos los días cambia la moda y se renuevan los productos, queremos que lo mismo ocurra con los principios y los conceptos.

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Mateo 11,28-30 – hallarán descanso para sus almas

Hallarán descanso para sus almas

Tomen sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas.

Texto del evangelio Mt 11,28-30

28. «Vengan a mí todos los que están fatigados y sobrecargados, y yo les daré descanso.
29. Tomen sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas.
30. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»

Reflexión: Mt 11,28-30

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Mateo 11,28-30 hallarán descanso para sus almas

Aunque algunos no estemos muy familiarizados con el alma, más en estos tiempos de secularización de la sociedad, donde ninguna realidad espiritual parece tener valor, el Señor pone énfasis en este aspecto tantas veces olvidado de nuestro ser.

Tal vez ha llegado para nosotros el momento de reflexionar detenidamente en ella. ¿Qué es el alma para nosotros? ¿Creemos en el alma? Porque, sin darnos casi ni cuenta, hemos dejado avanzar en la sociedad y en nosotros una des-secularización que nos ha lleva a dudar de muchas realidades espirituales que antes eran inamovibles.

Muchas de estas cosas las tomamos como “modos de expresar” sentimientos o ideas, poniendo en tela de juicio su existencia, como si con ello no estuviéramos poniendo en duda “el fondo”, que es lo importante, sino tan solo la forma. Al menos eso es lo que sostenemos y creemos algunos.

Tomen sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas.

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Mateo – Capítulo 07 – por sus frutos los reconocerán

Mateo – Capítulo 07

1. «No juzguen, para que no sean juzgados.
2. Porque con el juicio con que juzguen serán juzgados, y con la medida con que midan serán medidos.
3. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?
4. ¿O cómo vas a decir a tu hermano: “Deja que te saque la brizna del ojo”, teniendo la viga en el tuyo?
5. Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.
6. «No den a los perros lo que es santo, ni echen sus perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, los despedacen.
7. «Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá.
8. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
9. ¿O hay acaso alguno entre ustedes que al hijo que le pide pan le dá una piedra;
10. o si le pide un pez, le dá una culebra?
11. Si, pues, ustedes, siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!
12. «Por tanto, todo cuanto quieran que les hagan los hombres, háganselo también ustedes a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas.
13. «Entren por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella;
14. mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran.
15. «Guárdense de los falsos profetas, que vienen a ustedes con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
16. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?
17. Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos.
18. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos.
19. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego.
20. Así que por sus frutos los reconocerán.
21. «No todo el que me diga: “Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.
22. Muchos me dirán aquel Día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?”
23. Y entonces les declararé: “¡Jamás les conocí; apártense de mí, agentes de iniquidad!”
24. «Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca:
25. cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca.
26. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena:
27. cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.»
28. Y sucedió que cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina;
29. porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.

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