Juan 5,33-36 – dan testimonio de mí

Dan testimonio de mí

…porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado.

Texto del evangelio Jn 5,33-36

33. Ustedes mandaron enviados donde Juan, y él dio testimonio de la verdad.
34. No es que yo busque testimonio de un hombre, sino que digo esto para que se salven.
35. Él era la lámpara que arde y alumbra y ustedes quisieron recrearse una hora con su luz.
36. Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado.

Reflexión: Jn 5,33-36

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Juan 5,33-36 dan testimonio de mí

No perdamos nuestro tiempo en discursos inútiles. Podemos hablar con una elocuencia asombrosa, sin embargo, si no tenemos obras, de nada sirven. No se trata de proclamar tan solo de palabra, son nuestros actos los que deben gritar nuestra fe.

Vivimos tiempos difíciles, en los que parece que todo es llano y parejo. Todos andamos por el mundo evidenciando nuestras tibias convicciones. Acusamos al más ladrón, al peor político, al más cínico, al más mentiroso, al peor asesino.

Es decir, nos hemos acostumbrado tanto al mal, que hemos generados gradualidades para condenarlo. Así, se puede ser perjuro, pero no tanto. Se puede ser corrupto, pero no al extremo. Se admite el adulterio, pero a condición que no sea tan escandaloso.

…porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado.

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Mateo – Capítulo 16 – el Hijo de Dios vivo

Mateo – Capítulo 16 – el Hijo de Dios vivo

1. Se acercaron los fariseos y saduceos y, para ponerle a prueba, le pidieron que les mostrase una señal del cielo.
2. Mas él les respondió: «Al atardecer dicen: “Va a hacer buen tiempo, porque el cielo tiene un rojo de fuego”,
3. y a la mañana:’ Hoy habrá tormenta, porque el cielo tiene un rojo sombrío.” ¡Conque saben discernir el aspecto del cielo y no pueden discernir las señales de los tiempos!
4. ¡Generación malvada y adúltera! Una señal pide y no se le dará otra señal que la señal de Jonás.» Y dejándolos, se fue.
5. Los discípulos, al pasar a la otra orilla, se habían olvidado de tomar panes.
6. Jesús les dijo: «Abran los ojos y guárdense de la levadura de los fariseos y saduceos.»
7. Ellos hablaban entre sí diciendo: «Es que no hemos traído panes.»
8. Mas Jesús, dándose cuenta, dijo: «Hombres de poca fe, ¿por qué están hablando entre ustedes de que no tienen panes?
9. ¿Aún no comprenden, ni se acuerdan de los cinco panes de los 5.000 hombres, y cuántos canastos recogieron?
10. ¿Ni de los siete panes de los 4.000, y cuántas espuertas recogieron?
11. ¿Cómo no entienden que no me refería a los panes? Guardense, sí, de la levadura de los fariseos y saduceos.»
12. Entonces comprendieron que no había querido decir que se guardasen de la levadura de los panes, sino de la doctrina de los fariseos y saduceos.
13. Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?»
14. Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas.»
15. Díceles él: «Y ustede ¿quién dicen que soy yo?»
16. Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.»
17. Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
18. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
19. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»
20. Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo.
21. Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día.
22. Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!»
23. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!
24. Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
25. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará.
26. Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?
27. «Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.
28. Yo les aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino.»

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Una nueva Iglesia es posible

Una nueva Iglesia debe impulsar a un nuevo mundo

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Nueva Iglesia para un nuevo mundo

Muchos somos los fieles que tenemos la impresión que es preciso profundizar los cambios que den como resultado una nueva Iglesia. Pero no somos solo los fieles, sino amplios sectores entre los religiosos e incluso el Papa Francisco.

No otro es el espíritu de la Exhortación Apostólica “La alegría del Evangelio” con la que el Señor nos obsequió al principio del Pontificado del Papa Francisco. Todo lo que allí se dijo conviene recordarlo de vez en cuando, ya que los cambios que allí se proponen son necesarios y urgentes.

Vivimos en un sistema caduco, que no solamente no funciona, sino que funciona mal y por lo tanto es causa de muchas injusticias y muertes, que las padecen especialmente los más pobres y marginados.

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Pequeño

El más pequeño en el Reino de Dios

Oremos:

Padre Santo, danos la capacidad para entender que el Reino de Dios no es un espacio físico, ni una comarca, sino un modo de vida en el que Dios ocupa el centro y con Él, en consecuencia, nuestros hermanos…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.

(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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El más pequeño

Lucas 7,24-30 el más pequeño en el Reino de Dios

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Mateo – Capítulo 15 – la gente quedó maravillada

Mateo – Capítulo 15 – la gente quedó maravillada

1. Entonces se acercan a Jesús algunos fariseos y escribas venidos de Jerusalén, y le dicen:
2. «¿Por qué tus discípulos traspasan la tradición de los antepasados?; pues no se lavan las manos a la hora de comer.»
3. El les respondió: «Y ustedes, ¿por qué traspasan el mandamiento de Dios por su tradición?
4. Porque Dios dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y: El que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte.
5. Pero ustedes dicen: El que diga a su padre o a su madre: “Lo que de mí podrías recibir como ayuda es ofrenda”,
6. ése no tendrá que honrar a su padre y a su madre. Así han anulado la Palabra de Dios por su tradición.
7. Hipócritas, bien profetizó de ustedes Isaías cuando dijo:
8. Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
9. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres.»
10. Luego llamó a la gente y les dijo: «Oigan y entiendan.
11. No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre.»
12. Entonces se acercan los discípulos y le dicen: «¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oír tu palabra?»
13. El les respondió: «Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial será arrancada de raíz.
14. Dejenlos: son ciegos que guían a ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.»
15. Tomando Pedro la palabra, le dijo: «Explícanos la parábola.»
16. El dijo: «¿También ustedes están todavía sin inteligencia?
17. ¿No comprenden que todo lo que entra en la boca pasa al vientre y luego se echa al excusado?
18. En cambio lo que sale de la boca viene de dentro del corazón, y eso es lo que contamina al hombre.
19. Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias.
20. Eso es lo que contamina al hombre; que el comer sin lavarse las manos no contamina al hombre.»
21. Saliendo de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón.
22. En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamente endemoniada.»
23. Pero él no le respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le rogaban: «Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros.»
24. Respondió él: «No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel.»
25. Ella, no obstante, vino a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!»
26. El respondió: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.»
27. «Sí, Señor – repuso ella -, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.»
28. Entonces Jesús le respondió: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas.» Y desde aquel momento quedó curada su hija.
29. Pasando de allí Jesús vino junto al mar de Galilea; subió al monte y se sentó allí.
30. Y se le acercó mucha gente trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y otros muchos; los pusieron a sus pies, y él los curó.
31. De suerte que la gente quedó maravillada al ver que los mudos hablaban, los lisiados quedaban curados, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron al Dios de Israel.
32. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino.»
33. Le dicen los discípulos: «¿Cómo hacernos en un desierto con pan suficiente para saciar a una multitud tan grande?»
34. Díceles Jesús: «¿Cuántos panes tienen?» Ellos dijeron: «Siete, y unos pocos pececillos.»
35. El mandó a la gente acomodarse en el suelo.
36. Tomó luego los siete panes y los peces y, dando gracias, los partió e iba dándolos a los discípulos, y los discípulos a la gente.
37. Comieron todos y se saciaron, y de los trozos sobrantes recogieron siete espuertas llenas.
38. Y los que habían comido eran 4.000 hombres, sin contar mujeres y niños.
39. Despidiendo luego a la muchedumbre, subió a la barca, y se fue al término de Magadán.

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Lucas 7,24-30 – el más pequeño en el Reino de Dios

El más pequeño en el Reino de Dios

Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él.

Texto del evangelio Lc 7,24-30

24. Cuando los mensajeros de Juan se alejaron, se puso a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?
25. ¿Qué salieron a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten magníficamente y viven con molicie están en los palacios.
26. Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, les digo, y más que un profeta.
27. Este es de quien está escrito: He aquí que envío mi mensajero delante de ti, que preparará por delante tu camino.
28. «Les digo: Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él.
29. Todo el pueblo que le escuchó, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, haciéndose bautizar con el bautismo de Juan.
30. Pero los fariseos y los legistas, al no aceptar el bautismo de él, frustraron el plan de Dios sobre ellos.

Reflexión: Lc 7,24-30

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Lucas 7,24-30 el más pequeño en el Reino de Dios

En este período de Adviento, ya tan próximo a Navidad es importante que reflexionemos en esta realidad crucial y fundamental de Jesús: su nacimiento entre los pobres. Así lo dispuso Dios. Hay en ello toda una pedagogía que tenemos que entender.

No basta con repetir que Jesús nació en un pesebre. Debemos esforzarnos en vivenciar esta realidad y hacerla reconocer y vivir a los niños y jóvenes. No hay vergüenza en ello, sino todo lo contrario. Dios eligió para Su Hijo esta situación.

Seamos francos, según nuestros criterios, ¿no parece disparatada esta decisión de Dios? Claro, la aceptamos, porque si Dios en su Infinita Sabiduría escogió eso, Él tendrá sus razones. ¿Basta con eso? ¿No tendríamos que preguntarnos qué consecuencias podría tener esto para nuestras vidas?

Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él.

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Valiente testimonio de conversión de ex funcionaria de la ONU

El encuentro que la llevó a dar testimonio del amor de Cristo

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El testimonio cristiano de Amparo Medina

Al oír la historia que hoy presentamos, se nos vienen varias ideas a la cabeza. La primera y tal vez la más importante es que Jesucristo tiene el poder para cambiarnos. Para Él no hay imposibles. Él está buscando las circunstancias. Solo hay que darle un pequeño espacio para que comience el cambio que habrá de dar sentido a nuestras vidas.

Otra idea que nos asalta es que es muy cierto que el trabajo dignifica, pero no cualquiera. Hay que pensarlo varias veces antes de aceptar cualquier trabajo. Tendríamos que tener el coraje para rechazar cualquier trabajo que atente contra nosotros mismos o contra la integridad de nuestros hermanos.

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Mateo – Capítulo 14 – Verdaderamente eres Hijo de Dios

Mateo – Capítulo 14 – Verdaderamente eres Hijo de Dios

1. En aquel tiempo se enteró el tetrarca Herodes de la fama de Jesús,
2. y dijo a sus criados: «Ese es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él fuerzas milagrosas.»
3. Es que Herodes había prendido a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo.
4. Porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla.»
5. Y aunque quería matarle, temió a la gente, porque le tenían por profeta.
6. Mas llegado el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio de todos gustando tanto a Herodes,
7. que éste le prometió bajo juramento darle lo que pidiese.
8. Ella, instigada por su madre, «dame aquí, dijo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
9. Entristecióse el rey, pero, a causa del juramento y de los comensales, ordenó que se le diese,
10. y envió a decapitar a Juan en la cárcel.
11. Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha, la cual se la llevó a su madre.
12. Llegando después sus discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron; y fueron a informar a Jesús.
13. Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, salieron tras él viniendo a pie de las ciudades.
14. Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos.
15. Al atardecer se le acercaron los discíplulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida.»
16. Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; denles ustedes de comer.»
17. Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.»
18. El dijo: «Traiganmelos acá.»
19. Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente.
20. Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos.
21. Y los que habían comido eran unos 5.000 hombres, sin contar mujeres y niños.
22. Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.
23. Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí.
24. La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario.
25. Y a la cuarta vigilia de la noche vino él hacia ellos, caminando sobre el mar.
26. Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar.
27. Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Animo!, que soy yo; no teman.»
28. Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir donde ti sobre las aguas.»
29. «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús.
30. Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!»
31. Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»
32. Subieron a la barca y amainó el viento.
33. Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios.»
34. Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret.
35. Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos.
36. Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados.

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