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Reflexiones del Evangelio de San Juan

Juan 6,22-29 – La obra de Dios es que crean en quien él ha enviado

Texto del evangelio Jn 6,22-29 – La obra de Dios es que crean en quien él ha enviado

22. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar, vio que allí no había más que una barca y que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado solos.
23. Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían comido pan.
24. Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús.
25. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?»
26. Jesús les respondió: «En verdad, en verdad les digo: ustedes me buscan, no porque han visto señales, sino porque han comido de los panes y se han saciado.
27. Obren, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.»
28. Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?»
29. Jesús les respondió: « La obra de Dios es que crean en quien él ha enviado.»

Reflexión: Jn 6,22-29

Es momento de reflexionar ¿por qué buscamos a Dios? ¿Qué es lo que en realidad queremos? ¿Qué es lo que quiere Dios? Es que en verdad andamos muy preocupados por las cosas materiales, por nuestro bienestar mundano y tal vez eso sea lo más natural, porque queremos tener todas nuestras necesidades cubiertas, aunque estas son distintas de una a otra persona y según las circunstancias. Pero hemos de ser sinceros que es muchas veces cuando nos sentimos cercados, por la situación, por las circunstancias que vivimos, que levantamos los ojos al cielo, pidiendo a Dios que nos dé una mano para salir de estas dificultades. La idea no deja de tener cierta lógica dentro de nuestro razonamiento. Claro, si eres nuestro Salvador, ayúdanos a salir de este embrollo. Y ciertamente podemos ver en los evangelios como el Señor ayuda a superar situaciones irreversibles, sobre todo en lo que atañe a la salud, pues realiza muchas curaciones milagrosas e incluso llega a resucitar muertos. Pero, aunque multiplique los panes en una circunstancia muy especial, no va resolviendo exigencias económicas, ni equilibrando presupuestos, ni concediendo caprichos a la multitud que le sigue. Y es que no debemos confundirlo con el “genio de la lámpara maravillosa” dispuesto a concedernos algunos de nuestros deseos más selectos. Jesucristo ha venido por Voluntad del Padre a Salvarnos de algo muy concreto: la muerte. Positivamente, Jesucristo ha venido para que tengamos vida en abundancia. Y es que es Voluntad de nuestro Padre Creador, que Vivamos Eternamente. Esto es lo que Jesucristo alcanza para nosotros. Es en este objetivo que lo encontraremos y que nos tiende una mano. Ellos le dijeron: « ¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?» Jesús les respondió: « La obra de Dios es que crean en quien él ha enviado.»

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Juan 6,16-21 – Soy yo. No teman

Texto del evangelio Jn 6,16-21 – Soy yo. No teman

16. Al atardecer, bajaron sus discípulos a la orilla del mar,
17. y subiendo a una barca, se dirigían al otro lado del mar, a Cafarnaúm. Había ya oscurecido, y Jesús todavía no había venido donde ellos;
18. soplaba un fuerte viento y el mar comenzó a encresparse.
19. Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios, ven a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo.
20. Pero él les dijo: « Soy yo. No teman. »
21. Quisieron recogerle en la barca, pero en seguida la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían.

Reflexión: Jn 6,16-21

El Poder de Jesucristo, Hijo de Dios, es sorprendente. Todo aquello de lo que fueron testigos los discípulos en realidad es nada comparado a lo que está a Su alcance. Es que debe quedar muy claramente establecido para todos nosotros que estamos frente a Dios y que Dios todo lo puede. Y todas estas cosas pasan en realidad para que creamos que Jesucristo es Hijo de Dios, por lo tanto tiene todo el poder sobre el cielo y la tierra, por más que solo nos de unas pequeñas muestras de su poder prodigioso. Pero estas son más que suficiente, si juzgamos por las reacciones de Sus discípulos. Por otro lado, no es para menos. Nunca antes ni después hemos visto a alguien que camine sobre las aguas. Este solo hecho, sumado a los anteriores, como la multiplicación de los panes y los peces, debía ser suficiente para que creamos que es Dios. Esto es lo que busca el Señor. ¿Por qué? No por vanidad y ni si quiera por despertar admiración, sino por suscitar nuestra fe, porque solo así haremos lo que nos manda, sin cuestionarlo ni poner en dudad lo que nos dice. ¿Y por qué necesita que creamos de este modo? Porque solo si tenemos fe ciega en Él haremos lo que nos manda y eso es lo que nos conviene para salvarnos. O sea que todo esto lo hace por amor a nosotros. Si no fuera así, no le importaría que le prestemos atención, ni se ocuparía de darnos los argumentos necesarios para que creamos en Él…ven a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo. Pero él les dijo: « Soy yo. No teman. »

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Juan 6,1-15 – se saciaron

Texto del evangelio Jn 6,1-15 – se saciaron

1. Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades,
2. y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos.
3. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos.
4. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos.
5. Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: «¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos?»
6. Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer.
7. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.»
8. Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro:
9. «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?»
10. Dijo Jesús: «Hagan que se recueste la gente.» Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos 5.000.
11. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron.
12. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recojan los trozos sobrantes para que nada se pierda.»
13. Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.
14. Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo.»
15. Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo.

Reflexión: Jn 6,1-15

Para el que pone su confianza en Dios y hace lo que Él manda, no hay nada imposible. El multiplicará nuestros esfuerzos todo lo que sea necesario para alcanzar la tarea propuesta. Este es un milagro que constantemente hace Jesús con quienes confían en Él. En la Iglesia tenemos infinidad de ellos. Solo es preciso ver las obras de las Congregaciones u Organizaciones de la Iglesia para constatarlo. Nos encanta oír Radio María de España. Lo hacemos a través de un APP en nuestro móvil que nos permite elegir entre media centena o más de emisoras católicas. El hecho es que hace unos días oíamos una campaña especial de recaudación de fondos de esta radio y nos enterábamos que nació en Italia, como radio parroquial en 1983, en Arcellasco d’Erba, en la provincia de Como, en la Diócesis de Milán. Poco a poco fue creciendo hasta que enero de 1987, cuando se constituye la asociación Radio María, compuesta por laicos y sacerdotes, con la finalidad de volver la emisora independiente de la parroquia y de comprometerla en una obra de evangelización en una escala mucho más amplia. Desde entonces no ha dejado de crecer expandiéndose por el mundo entero, con varias estaciones, presentes en más de 60 países. Es una organización extraordinariamente grande con muchísimas estaciones afiliadas. Posiblemente la Radio Católica de mayor cobertura en el Planeta. ¿Pero –nos estaremos preguntando- qué hay de extraordinario en ello además de la excelente calidad de sus programas? Pues que una de las características fundacionales de esta radio, según comentaban en Radio María España, es que no hacen publicidad. ¿Y, entonces, de qué viven? De las donaciones. Dan gratis lo que recibieron gratis. ¿No podemos ver aquí claramente la mano del Señor? Es la multiplicación de los panes y los peces a quienes cumpliendo Sus mandatos, se lanzan a hacer Su Voluntad. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recojan los trozos sobrantes para que nada se pierda. »

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Juan 3,31-36 – El que cree en el Hijo tiene vida eterna

Texto del evangelio Jn 3,31-36 – El que cree en el Hijo tiene vida eterna

31. El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo,
32. da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta.
33. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.
34. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida.
35. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano.
36. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.»

Reflexión: Jn 3,31-36

Así de claro y directo, como para que no quede duda alguna. Es preciso creer en Jesucristo para alcanzar la Vida Eterna. Esto no podrá querer decir jamás que el Señor condene a quienes no han tenido oportunidad de conocerle y no solo como quien alguna vez escucho de Él, sino en el grado de profundidad requerido para contar con los elementos de juicio necesarios para optar por Él. De allí se deriva precisamente nuestra responsabilidad de evangelizar, tal como el mismo Jesucristo nos manda. Veamos que nos se trata de una sugerencia o de algo que sería deseable, sino de un mandato. A muchos nos causa incomodidad esta palabra. No queremos aceptar que Jesucristo nos mande, por lo que consideramos como una intromisión, una imposición a nuestro libre albedrío. Este no es nada más que un recurso engañoso de nuestra propia cosecha, inspirado por el mal espíritu para hacernos desistir de nuestra Misión, sembrando dudas y conflictos donde no los hay. Y es que, si creemos en Dios, no puede haber dudas. Lo que pasa es que no llegamos a creer y por lo tanto nuestro juicio es errado. ¿Cómo? Muy simple. Si creemos en Dios, ese Dios que intuimos y que jamás llegaremos a abarcar, por el intelecto sabremos que es Infinito, Omnipotente, Omnipresente, pura Sabiduría y Verdad, entre otras cosas, por lo tanto, hemos de reconocer que Él lo puede todo y lo sabe todo. Detengámonos aquí un momento; si lo sabe todo, quiere decir que ve el mundo desde una perspectiva muy distinta a la nuestra, que abarca todos los tiempos y todas las “dimensiones” que pueden converger en ellos en cualquier momento, lo que debe llevarnos a admitir que definitivamente sabe infinitamente más que cualquiera de nosotros. Premunido de ese conocimiento, ¿no es lógico que hagamos caso a lo que nos dice? ¿no es lógico que obedezcamos Su Voluntad? ¿Si Él dice que hagamos esto o aquello, no debía ser lo que hagamos? ¿No debíamos obedecerle? ¿No es lo más lógico y sensato? Si no lo hacemos tiene que ser únicamente porque no le creemos, porque no confiamos en Él. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.

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Juan 3,16-21 – tanto amó Dios al mundo

Texto del evangelio Jn 3,16-21 – tanto amó Dios al mundo

16. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
17. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
18. El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.
19. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
20. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras.
21. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.»

Reflexión: Jn 3,16-21

La falta de comprensión del mensaje de Cristo es lamentablemente una constante y nos parece que en gran parte es por la forma en que se nos han transmitido su conocimiento. Como toda tradición, ha sido transmitida de boca a boca, de generación en generación. Esto resulta algo incomprensible en los tiempos que vivimos y sin embargo ha sido así por muchos siglos. Cuando analizamos estos aspectos nos cuesta considerar que tan solo hace poco más de un siglo, siendo la quinta parte de la población, es decir más o menos mil seiscientos millones, muy pocos tenían la fortuna de poder leer y pocos tenían algunos libros en su hogar. El mundo era pues muy distinto; y si retrocedemos 4 o 5 siglos, el mundo era abismalmente diferente de lo que hoy conocemos. Tengamos en cuenta que el primer libro impreso fue la Biblia, en 1454, hace poco más de 500 años, y por ese entonces éramos alrededor de 500 millones de habitantes, la inmensa mayoría analfabetos. Casi todo se transmitía oralmente. Todo se ha venido desarrollando lentamente, aun cuando con una aceleración continua, que era casi imperceptible hace mil o dos mil años, sin embargo y desde hace 50 años parecemos haber llegado a un desarrollo explosivo en todos los aspectos, lo que definitivamente exige una capacidad de adaptación y respuesta a nuevos retos y situaciones siempre cambiantes, para las que muchas veces no estamos preparados y por lo tanto no sabemos responder. Es fácil entender a lo que nos referimos si seguimos teniendo en cuenta el aspecto del crecimiento poblacional al que nos hemos venido refiriendo. En poco menos de 50 años, desde 1970 se ha doblado la población mundial pasando de 3,692’492,000 a 7,376’471,981 lo que aparejado a una verdadera revolución en las comunicaciones y el procesamiento de información, entre otras cosas, ha dado lugar que en el 2014 el número de celulares en el planeta haya superado el número de pobladores y si tenemos en cuenta el índice más bajo de usuarios de 63 por cada 100 pobladores en África y lo proyectamos a la población mundial, podemos decir que aproximadamente 4,647 millones de habitantes están comunicados, muchísimos de ellos con acceso a Internet, que entre otras cosas es una gran biblioteca que pone todo el conocimiento de la humanidad a la distancia de clic a quien quiera accederla. ¿Cómo afecta todo esto a nuestra capacidad de razonar y de procesar, no solo información, sino también valores y principios? Es difícil diagnosticar, pero es un hecho que somos proporcionalmente muchísimos más alfabetos que nunca y que difícilmente se puede cumplir la transferencia de tradiciones entre las últimas generaciones desconcertadas y deslumbradas, con la comprensible tentación de poner todo lo recibido por esa vía en tela de juicio y optando por posiciones universales o en todo caso vanguardistas, con serios reparos para entender algo que no sea el cambio como lo único absoluto, de allí la dificultad de entender a un Dios Inmutable y heredado. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna

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Juan 3,7-15 – Así es todo el que nace del Espíritu

Texto del evangelio Jn 3,7-15 – Así es todo el que nace del Espíritu

7. No te asombres de que te haya dicho: Tienes que nacer de lo alto.
8. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.»
9. Respondió Nicodemo: «¿Cómo puede ser eso?»
10. Jesús le respondió: «Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas?
11. «En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio.
12. Si al decirles cosas de la tierra, no creen, ¿cómo van a creer si les digo cosas del cielo?
13. Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
14. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre,
15. para que todo el que crea tenga por él vida eterna.

Reflexión: Jn 3,7-15

Dos aspectos nos llaman especialmente a la reflexión en este pasaje. El primero tiene que ver con algo que nos cuesta asumir como un modo de vida, y es el que se refiere precisamente a nacer de lo alto y entonces estar en el mundo como a merced de viento. Qué difícil se nos antoja esta situación. En verdad no logramos entenderla o tal vez nos resistimos a hacerlo. Pareciera decirnos que no debemos tener planes, ni proyectos, ni nada en que anticipar que nos ocuparemos durante nuestro día, porque ello no depende de nosotros, sino de donde sople el viento del Espíritu Santo. Eso es muy difícil que alguien lo acepte así de plano. Siempre estaremos tentados a poner condiciones, agregando interpretaciones o explicaciones adicionales, a fin de no terminar leyendo y comprendiendo lo que nos dice. ¿Es este proceder correcto? ¿No será más bien que no estamos dispuestos a cumplir con semejante reto, porque exige una fe que no tenemos? ¿Cuáles son los límites de esta propuesta y por qué el Señor no los señala? ¿No estaremos entibiando su mensaje y por esa vía terminando en hacer lo que queremos, lo que nos parece y lo que según nuestro criterio y nuestros planes tendríamos que hacer? ¿Será, entonces, que lo que dispone el Espíritu Santo exige una enmienda o cuando menos una interpretación “razonable”? ¿Quiere decir que así, tal como nos lo transmite, no es razonable? ¿Jesús se equivoca o está suponiendo tal vez cierta capacidad de entendimiento que no tenemos? Todo esto nos parece incorrecto. Creemos que el énfasis está dado sobre la necesidad de hacer la Voluntad de Dios, que nos llega a través del Espíritu Santo, sin que sepamos por donde, ni a dónde nos conducirá, lo que exige que estemos permanentemente alertas y nos dejemos llevar, como un velero que tiene siempre desplegadas sus alas al viento, pero con la diferencia que hemos de dejarnos llevar, porque es el Espíritu Santo el que sopla y nos conduce a donde Él quiere, lo que siempre será bueno, consecuentemente nosotros debemos dejarnos llevar confiadamente. No somos nosotros los que dirigimos la nave, sino Él. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.

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Juan 20,19-31 – Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios

Texto del evangelio Jn 20,19-31 – Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios

19. Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con ustedes.»
20. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.
21. Jesús les dijo otra vez: «La paz con ustedes. Como el Padre me envió, también yo los envío.»
22. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo.
23. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos.»
24. Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
25. Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.»
26. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con ustedes.»
27. Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.»
28. Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío.»
29. Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído.»
30. Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro.
31. Estas han sido escritas para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en su nombre.

Reflexión: Jn 20,19-31

Es imprescindible que caigamos en cuenta de la importancia que tiene creer en Jesucristo, Hijo de Dios. Estos versículos están especialmente orientados a enfatizar este principio fundamental, sin el cual nada tiene sentido. Muchas desviaciones se dan precisamente por pretender pasar por alto esta Verdad. Es que no da lo mismo si partimos de esta premisa que si no lo hacemos. Jamás llegaremos a las mismas conclusiones, si prescindimos de algo tan fundamental como la fe en Dios, que es inseparable de la fe en Jesucristo, Hijo de Dios. Es precisamente la piedra angular, aquella que desecharon los arquitectos. Nada encaja ni tiene sentido si descartamos a Dios y creemos que podemos prescindir de Jesucristo o Su Divinidad, es exactamente lo mismo, porque Jesucristo, Dios Padre y el Espíritu Santo son básicamente lo mismo: tres personas distintas en un solo Dios Verdadero. ¿No llegamos a comprenderlo a cabalidad? Pues no nos aflijamos, ya que es un Misterio que pertenece al plano Divino. ¿Qué quiere decir que sea un Misterio Divino? Que por más que nos esforcemos no lograremos a comprender sino hasta donde Dios mismo lo haga posible. ¿Por qué? Es bien simple en realidad y depende de cual sea nuestro concepto de Dios, por eso debemos procurar que este sea el correcto. Obviamente, definirlo en palabras es casi imposible, pero de acuerdo con la experiencia de muchos santos y sabios en la historia, podemos recurrir a la Biblia o al Catecismo de la Iglesia Católica para aproximarnos. Sin embargo hay una figura literaria que nos gusta mucho y nos ayuda a aproximarnos intuitivamente a la inconmensurabilidad de Dios y es la que se desprende esta pequeña historia. Un día un hombre caminaba por la playa y encontró a un niño que iba y venía hasta la orilla con un balde llevando agua a un pequeño hueco que había cavado en la arena. El hombre le preguntó cuál era el propósito en el que se encontraba tan afanado, y el niño respondió: Quiero reunir aquí toda el agua del mar. El hombre sonrió. Y es que eso es imposible. Igualmente resulta para el hombre tratar de abarcar a Dios, porque Él nos rebasa en todos los sentidos, sin embargo hay realidades que Jesucristo, el Hijo de Dios, nos ha revelado y que hacen posible aproximarnos, si tenemos fe. Estas han sido escritas para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en su nombre.

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Juan 21, 1-14 – Echen la red a la derecha

Texto del evangelio Jn 21,1-14 – Echen la red a la derecha

1. Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera.
2. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos.
3. Simón Pedro les dice: «Voy a pescar.» Le contestan ellos: «También nosotros vamos contigo.» Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.
4. Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
5. Díceles Jesús: «Muchachos, ¿no tienen pescado?» Le contestaron: «No.»
6. Él les dijo: «Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán.» La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces.
7. El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: «Es el Señor», se puso el vestido – pues estaba desnudo – y se lanzó al mar.
8. Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos.
9. Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan.
10. Díceles Jesús: «Traigan algunos de los peces que acaban de pescar.»
11. Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red.
12. Jesús les dice: «Vengan y coman.» Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», sabiendo que era el Señor.
13. Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez.
14. Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.

Reflexión: Jn 21,1-14

¿Qué nos llama la atención en estos hechos? ¿En qué nos invita a reflexionar hoy la Palabra de Dios? Habrá muchas formas de abordar este evangelio seguramente, pero nosotros escogemos tres que brotan inmediatamente, no bien terminamos de leer el texto. Primero, lo primero: Jesucristo ha Resucitado. Este es un hecho sobre el que no debe caber duda alguna y del que hay testigos. Jesús se presentó hasta en tres oportunidades hasta ese momento, tal como nos lo relata Juan. Y a estas alturas tenemos que repetir con Pablo, y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también vuestra fe (1 Corintios 15,15). Por favor no minimicemos ni pasemos por agua tibia este suceso, que es CENTRAL. Si Cristo ha triunfado sobre la muerte, esta es la evidencia y si lo ponemos en duda, si no creemos en ello, seremos simpatizantes de un hombre muy interesante e incluso admirable, como algunos otros en la historia, pero no bastará para llamarnos cristianos, porque nosotros creemos en un Cristo que no solo es hombre, sino Hijo de Dios y como tal, la segunda persona de la Trinidad. Jesucristo es Dios. Es Él quien nos presenta a nuestro Padre Creador y el que resume para nosotros toda la Ley y los profetas en los siguientes dos mandamientos: amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Esto es lo que tenemos que obedecer, en toda ocasión. ¿Cómo podremos hacerlo si no creemos? Nuestra FE se consolida por esta manifestación fundamental y trascendente del Hijo de Dios. Nada puede superar ni remover esta convicción. Y todo lo tendremos en nada, sino actuamos en función a esta confesión. Ella es nuestro norte. Jesucristo ha Resucitado, luego todo lo que nos Reveló, es Verdad, tal como Él mismo lo definió cuando nos dijo: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Él les dijo: « Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán.» La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces.

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