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Reflexiones del Evangelio de San Juan

Juan 2, 1-12 – Hagan lo que él les diga

Texto del evangelio (Jn 2, 1-12) – Hagan lo que él les diga

1. Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús.
2. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos.
3. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.»
4. Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.»
5. Dice su madre a los sirvientes: « Hagan lo que él les diga.»
6. Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una.
7. Les dice Jesús: «Llenen las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba.
8. «Sáquenlo ahora, les dice, y llévenlo al maestresala.» Ellos lo llevaron.
9. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio
10. y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.»
11. Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos.
12. Después bajó a Cafarnaúm con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.

Reflexión: Jn 2, 1-12

Quienes conocemos más o menos a las mujeres –a quienes solo Dios conoce bien-, después de 40 años de matrimonio, vamos aprendiendo que ellas tienen un lenguaje muy sutil, que debemos esforzarnos por aprender y entender, si queremos llevarnos bien. No parece muy distinta la relación entre la Virgen María y Jesús. Hay en este episodio una serie de detalles humanos y al mismo tiempo divinos, que no pueden nada más que alegrarnos y llenarnos de esperanza, por tener a un Dios tan sensible, tan misericordioso y tan amoroso, incapaz de negarnos nada, aun cuando se trate tan solo de mantener el clima festivo propio de la boda de unos buenos amigos. La razón podría antojársenos frívola o accesoria, sin embargo, Jesús accede y obra lo que según los evangelios sería su primera manifestación gloriosa. No, aquí no hay ninguna curación; se trata más bien de una celebración, no de cualquiera, seguramente, porque estaban invitados María, Jesús y sus discípulos. Tenía que tratarse de alguien muy querido, pero lo que el Señor nos comunica a través de este gesto son una serie de ideas sobre las cuales trataremos de reflexionar con la ayuda de la luz del Espíritu Santo, a la cual hemos invocado…le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.» Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.» Dice su madre a los sirvientes: « Hagan lo que él les diga.»

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Juan 3,22-30 – mi alegría, que ha alcanzado su plenitud

Texto del evangelio Jn 3,22-30 – mi alegría, que ha alcanzado su plenitud

22. Después de esto, se fue Jesús con sus discípulos al país de Judea; y allí se estaba con ellos y bautizaba.
23. Juan también estaba bautizando en Ainón, cerca de Salim, porque había allí mucha agua, y la gente acudía y se bautizaba.
24. Pues todavía Juan no había sido metido en la cárcel.
25. Se suscitó una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificación.
26. Fueron, pues, donde Juan y le dijeron: «Rabbí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, aquel de quien diste testimonio, mira, está bautizando y todos se van a él.»
27. Juan respondió: «Nadie puede recibir nada si no se le ha dado del cielo.
28. Ustedes mismos me son testigos de que dije: «Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él.»
29. El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, el que asiste y le oye, se alegra mucho con la voz del novio. Esta es, pues, mi alegría, que ha alcanzado su plenitud.
30. Es preciso que él crezca y que yo disminuya.

Reflexión: Jn 3,22-30

En la forma en que nos relacionamos en este mundo, en que cada quien busca su beneficio y su bienestar, resulta difícil encontrar personas totalmente desinteresadas por promover a otras y hacer que alcancen sus metas. Tales modelos sociales y económicos son muy escasos, sin embargo es verdad que existen, pero no solemos encontrarlos con frecuencia y por eso más bien somos educados en la satisfacción egoísta de nuestros propios intereses. El Sistema parece exigir este tipo de comportamiento al extremo que todo el mundo lo ve con suma naturalidad y a nadie le extraña ni le interpela tal actitud. Entre empresarios, estudiantes, políticos e incluso entre religiosos podemos ver como unos tratan de opacar a otros con el propósito de irrogarse mayores méritos que los rivales, aun cuando estos no correspondan a quien se los atribuye. ¿Cuál es la razón? Necesitamos que nos estimen y aprecien, y no somos muy tolerantes a las comparaciones, mucho menos cuando como resultado perdemos crédito, respeto, admiración o prestigio. No debe ser así entre los cristianos y mucho menos cuando se refiere a cosas del Señor. Pero, como quiera que la evangelización es también un trabajo que de una u otra manera recibe una remuneración, ya sea económica, política o social, obispos, sacerdotes, laicos y aun movimientos y agrupaciones se celan y a veces compiten por recibir reconocimientos que finalmente, como hemos dicho antes, se traduzcan en algún tipo de recompensa. Siendo este un proceder humano, hemos de esforzarnos por no contaminar la obra del Señor con razones espurias. El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, el que asiste y le oye, se alegra mucho con la voz del novio. Esta es, pues, mi alegría, que ha alcanzado su plenitud.

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Juan 1,19-28 – Yo soy voz del que clama en el desierto

Texto del evangelio Jn 1,19-28 – Yo soy voz del que clama en el desierto

19. Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: «¿Quién eres tú?»
20. El confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo.»
21. Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?» Él dijo: «No lo soy.» – «¿Eres tú el profeta?» Respondió: «No.»
22. Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?»
23. Dijo él: « Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectifiquen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.»
24. Los enviados eran fariseos.
25. Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?»
26. Juan les respondió: « Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes está uno a quien no conocen,
27. que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia.»
28. Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

Reflexión: Jn 1,19-28

La respuesta que da Juan es difícil de entender para un neófito que no conoce la Biblia. No debía ser tan difícil para nosotros, sin embargo debemos confesar que lamentablemente no estamos tan familiarizados con las Sagradas Escrituras como debíamos. Esta primera constatación debe hacernos reparar en la necesidad de abordar seriamente la lectura de la Biblia, siguiendo el mismo orden que propone la Iglesia en el Calendario Litúrgico o de cualquier otro modo que nos resulte más realizable. No se trata de leerla de corrido, como si fuera una novela, pero si poco a poco, porque su conocimiento nos ayudará a disipar muchas dudas que nacen de la simple ignorancia. ¿Es indispensable? Diríamos que muy deseable en un buen cristiano, pero no estrictamente indispensable. Si debemos conocer bastante bien los Evangelios, que son parte importante del Nuevo Testamento y que proporcionalmente no representan ni el 10% del contenido total de la Biblia, sin embargo contienen los datos más relevantes del nacimiento, vida, muerte y resurrección del Señor que sí es indispensable conocer a todo buen cristiano. Así que si no has leído ni una sola vez hasta ahora el Nuevo Testamento, ya tienes una tarea y un buen propósito para el año que estamos comenzando. Nuestro consejo sería que vayas leyendo cada día los versículos de los evangelios que vamos publicando, que son los que dispone para cada día la Iglesia en el Calendario Litúrgico. Al finalizar el año, habrás leído y meditado una buena porción de los Evangelios y te habrás familiarizado con los hechos más importantes y el mensaje de Salvación de Jesús. Del mismo modo, habrás hecho un hábito, con lo que te será más fácil continuar con la reflexión diaria de los evangelios por el resto de la vida, lo que desde luego te acercará a Dios y a tus hermanos, haciéndote crecer como persona, en el Camino que Dios quiere para nosotros. Dijo él: « Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectifiquen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.»

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Juan 1,1-18 – los suyos no la recibieron

Texto del evangelio Jn 1,1-18 – los suyos no la recibieron

1. En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
2. Ella estaba en el principio con Dios.
3. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.
4. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres,
5. y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
6. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan.
7. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.
8. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
9. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
10. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.
11. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
12. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre;
13. la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.
14. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
15. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.»
16. Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia.
17. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
18. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

Reflexión: Jn 1,1-18

Estamos frente a uno de los más hermosos fragmentos del evangelio en que Juan, inspirado por el Espíritu Santo nos permite aproximarnos a lo más excelso, como es la Divinidad de Jesús. No hay forma de describirlo, si no es por aproximaciones y es que es imposible que nuestra mente, nuestro corazón, nuestro ser abarque a Dios; es una realidad que nos supera largamente, de la cual, sin embargo somos parte, porque somos sus creaturas. No siempre somos conscientes de esta realidad y mucho menos los detractores de Dios, que sea por incapacidad, soberbia o mezquindad son incapaces de aceptar que hay algo, que existe algo que va más allá de su comprensión y entendimiento, porque no somos, ni hemos sido jamás la norma de lo que es posible. Para describirlo en la matemática básica que conozco, somos un subconjunto; es más, agregaría que somos un pequeño subconjunto que se esfuerza por comprender el todo, pero no está a su alcance, porque siempre descubre que sus fronteras están más allá de sus posibilidades. Tal como lo explica el célebre científico Carl Sagan en el Cosmos, somos parte de un universo que por más vértigo que pudieran darnos sus cifras, por más desafíos que planteen a la razón, es tremendamente limitado en sus dimensiones, lo que nos permite imaginar y especular, que convivimos con otras dimensiones que posiblemente nos atraviesan, nos tocan o se superponen, sin que podamos percatarnos de ellas. Pero muy por encima y más allá de todas estas realidades verdaderas o imaginarias, está Dios, que todo lo abarca, a cuya luz no podríamos exponernos sin quedar ciegos y luego evaporados o “desmoleculizados”, si me permiten el término. Dios está más allá de cuanto podemos imaginar y sin embargo lo abarca todo. Dios es un Misterio incomprensible, que tratamos de explicar y conceptualizar con nuestros limitados recursos. Por eso no debemos confundir a Dios con el limitado concepto o explicación que podemos elucubrar. Aunque para algunos efectos nos sirva, Dios no es solamente eso; Dios es muchísimo más. Juan aquí traza unas pinceladas muy hermosas que nos permiten ubicarlo, por lo menos en abstracto y con algunas ideas asequibles a nuestra comprensión. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

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Juan 1,1-18 – la Palabra se hizo carne

Texto del evangelio Jn 1,1-18 – la Palabra se hizo carne

1. En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
2. Ella estaba en el principio con Dios.
3. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.
4. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres,
5. y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
6. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan.
7. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.
8. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
9. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
10. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.
11. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
12. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre;
13. la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.
14. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
15. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.»
16. Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia.
17. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
18. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

Reflexión: Jn 1,1-18

El Evangelio de Juan por Gracia de Dios, nos ilumina para entender los sucesos a los que estamos asistiendo. Nos cuesta entender lo que estamos celebrando, más aun con la cantidad de actividades económicas, comerciales y sociales que se desarrollan en torno a esta fecha. Que vivimos un paréntesis universal en lo que sea a lo que estemos dedicando nuestras vidas, es algo que nadie puede poner en duda, porque lo vivimos. Puede que para un indeterminado número de personas lo que ocurres estos días se limite a una curva ascendente en sus ventas y que se pregunten por qué no creció todo lo esperando o tal vez que supere todas sus expectativas. Sea que en algún momento atraviese por su cabeza la verdadera razón de lo que ocurre en el Planeta y con la Humanidad entera o no, sea consciente o no de la Navidad, sus negocios quedarán fuertemente marcados por esta temporada, tanto es así, que como él, sin comprender bien la Navidad e incluso sin importarles realmente lo que ocurra por las cabezas o corazones de las personas en estos días, ellos fomentarán a coro todas las ideas que promuevan el incremento de los negocios, con la seguridad que si sabe desentrañar a tiempo lo que le interesa y busca la gente, lograrán incrementar sus ingresos en el futuro. Así, un hito importantísimo en el comercio mundial son las fiestas de Navidad, temporada que los comerciantes se esfuerzan por empezar con semanas y aun meses de anticipación y que tratan de prolongar lo más posibles hasta pasado el 6 de enero, esforzándose por empalmar con otras fechas significativas como el día de la amistad, de las madres u otros, que nunca podrán rasguñar a esta festividad. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.

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Juan 18,33-37 – Sí, como dices, soy Rey

Texto del evangelio Jn 18,33-37 – Sí, como dices, soy Rey

33. Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú el Rey de los judíos?»
34. Respondió Jesús: «¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?»
35. Pilato respondió: «¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?»
36. Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí.»
37. Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.»

Reflexión: Jn 18,33-37

Este es un diálogo increíble. Un soberbio gobernante mundano habla nada menos que con el Rey del Universo y este último revela quien es y para qué ha venido, pero el reyezuelo de aquel territorio no está preparado para entender el lenguaje de Dios y por eso se produce un diálogo de sordos. Jesús le responde parcamente, sin rodeos y con la Verdad, tal como todos estamos leyendo, pero ni Pilato, como ahora nosotros, llegamos a entender lo que dice ¿Por qué? Porque tal como lo venimos manifestado estos días, el diálogo que se da está en distintas dimensiones, en distintas frecuencias. Pilato, como muchos de nosotros, es un escéptico racionalista que no está dispuesto a creer en las historias del populacho. Él es una persona prepara da para su tiempo, distinguida, no es judío y corresponde a la casta dirigente, no será de los que crea en un charlatán, menos aún si este proviene del mismo pueblo sobre el cual ejerce dominio. Ellos tendrían que ajusticiarlo; después de todo qué pito toca él en este asunto. Con ese mismo pretexto se los devolverá horas más tarde para que hagan con Jesús lo que quieran, lavándose las manos. Pilato se ha visto forzado a recibirlo, porque extrañamente su pueblo mismo lo ha entregado. Es decir que a todo el mundo molesta, pero ninguno se atreve a ajusticiarlo, porque todos han percibido en Él algo extraño, algo que les impide deshacerse de Él sin recapacitar. Hay algo que los tiene intrigados y es que arrastrando multitudes, no las ha incitado a la violencia, sino que tiene un discurso singular, pacifista. Parece estar llamando a la subversión colocándose como Rey, lo que representa un peligro, una amenaza, aun cuando nadie llegue a comprender cómo lo hará y nadie está dispuesto a esperar, por lo que pudiera suceder. « Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.»

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Juan 2,13-22 – No hagan de la Casa de mi Padre una casa de mercado

Texto del evangelio Jn 2,13-22 – No hagan de la Casa de mi Padre una casa de mercado

13. Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
14. Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos.
15. Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas;
16. y dijo a los que vendían palomas: «Quiten esto de aquí. No hagan de la Casa de mi Padre una casa de mercado.»
17. Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu Casa me devorará.
18. Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «Qué señal nos muestras para obrar así?»
19. Jesús les respondió: «Destruyan este Santuario y en tres días lo levantaré.»
20. Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
21. Pero él hablaba del Santuario de su cuerpo.
22. Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.

Reflexión: Jn 2,13-22

El Señor nos ama, siendo así, no puede querer nada más que nuestro bien. ¿Qué lo lleva a actuar con tal energía? ¿Qué puede llevarle al extremo de perder la calma y echar a los mercaderes del templo? Tratemos de profundizar en nuestra reflexión. No nos quedemos en la periferia. Es correcto, le molesta encontrar puestos de compra venta a la entrada del templo. Se trata evidentemente de un negocio que obtienen utilidades a partir del deseo que tienen algunos hermanos de acercarse a Dios, de reconciliarse con Él, que quieren conseguir una Gracia o quieren agradecer por la Gracia obtenida. Todas motivaciones comprensibles e incluso loables. ¿Qué le molesta al Señor? ¿Qué se hagan transacciones cuyo monto pudiera variar según la Gracia a pedir o la culpa a aplacar? Si, pudiera ser que poco a poco se hubiera ido elaborando una lista con productos distintos, con variedad de precios, según la magnitud de la Gracia o el Perdón a pedir. Es decir que una casta de comerciantes, ventajosamente posicionados a la entrada del Templo, lucraban con la devoción del pueblo. ¿Cómo no molestarse si de este modo se estaba desnaturalizando por completo la relación de los hombres con Dios, supeditándola al pago de un emolumento, que solo beneficiaba a los comerciantes? Dios no tenía nada que ver con estos pagos que en realidad constituían el lucrativo negocio de algunos comerciantes que seguramente pagaban a las autoridades del templo por la ubicación, cuando no un porcentaje de las ganancias, en la modalidad que fuere. Para quien ha sentenciado que no se puede servir a dos señores, a Dios y al Dinero, esto tendría que constituir una afrenta, dado que lo que se estaba comercializando a las afueras del templo era el acceso a la Gracia y/o el Perdón, haciendo de este modo un negocio de la devoción y la fe del pueblo, desnaturalizándola…desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quiten esto de aquí. No hagan de la Casa de mi Padre una casa de mercado.

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Juan 14,1-6 – Yo soy el Camino

Texto del evangelio Jn 14,1-6 – Yo soy el Camino

1. «No se turbe su corazón. Creen en Dios: crean también en mí.
2. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, se los habría dicho; porque voy a prepararles un lugar.
3. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los tomaré conmigo, para que donde esté yo estén también ustedes.
4. Y adonde yo voy saben el camino.»
5. Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
6. Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.

Reflexión: Jn 14,1-6

Cuando uno empieza a conocer a Cristo, esto de tres personas distintas y un solo Dios verdadero se hace un poco enredado. Al comienzo recuerdo que yo tampoco entendía muy bien y a veces me confundía. Es que Jesús, Cristo, Jesucristo, el Salvador, el Mesías, el Hijo de Dios, el Hijo del Hombre son diferentes nombre o apelativos para referirnos a la misma persona, a la segunda persona de la Trinidad, es decir al Hijo de Dios. Hasta antes de la llegada de Cristo diríamos que nuestro conocimiento de Dios era intuitivo. Había algo en nuestro interior que nos sugería su existencia, viéndolo en cada una de las maravillas de la Creación. Además, es cierto que Dios se reveló de diferentes maneras a los profetas y a través de ellos y algunos acontecimientos a Su Pueblo escogido, todo lo cual ha quedado registrado en la Biblia. Sin embargo, es recién Cristo quien nos revela que Dios es nuestro Padre, del mismo modo que es Padre de Él. Que es este Padre nuestro el que nos ha creado por amor, para que vivamos con Él eternamente. Que amándonos tanto, nos ha dotado de inteligencia, voluntad y libertad, por lo que hemos de decidir nosotros si queremos alcanzar el fin para el cual hemos sido creados. En otras palabras, nuestra felicidad o nuestra perdición están en nuestras manos; dependen de la decisión que tomemos. Por eso y con el propósito de evitar que nos equivoquemos y perdamos, Dios Padre, cuando llegó el tiempo, envió a Su Hijo Jesucristo a enseñarnos el Camino y Él lo hizo con su propia vida. Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.

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