En el Evangelio de Lucas 10,1-9 el Señor nos manda a Evangelizar, a llevar la Buena Nueva y la Paz que esta debe traer a los corazones que así lo quieren. Nos envía como ovejas entre lobos a anunciare que el Reino de Dios está cerca, llevando la paz a quienes nos reciban y dejando constancia del anuncio a quienes no quieran recibirnos.
Jesucristo en el Evangelio de Lucas 11,37-41 nos pide: veámonos por dentro y ocupémonos de este aspecto de nuestras vidas, más que de las apariencias y toda formalidad externa. Debemos ser coherentes dando importancia a lo que en realidad puede conducirnos a la Vida Eterna.
Hoy, en el evangelio de Lucas 11,29-32 el Señor nos invita a reflexionar en torno a quién es en realidad Él, pues aquí hay algo más que Jonás, Jesucristo, de quien hemos recibido todas las señales que serían necesarias para creer y sin embargo nos resistimos a hacerlo, a pesar que con lo que tenemos muchos estarían más que contentos. Ellos nos juzgarán.
En esta reflexión del Evangelio de Lucas 11,27-28 el Señor destaca de modo muy singular aquello que debe ser importante para nosotros, sus seguidores: Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen, es decir, la ponen en práctica en la vida cotidiana.
Reflexión del Evangelio de Lucas 11,15-26 en que el Señor desenmascara nuestras verdaderas razones para no aceptarlo, para ocultarlo y sostener engañosa y convenientemente una confusión inexistente. El que no recoge conmigo, desparrama, sentencia.
No hay nada más grande que podamos pedir a Dios que su propio Espíritu Santo. Y nada más grande que Él mismo esté dispuesto a dar a quién se lo pida. Este es el Bien Mayor. Eso nos revela hoy Jesucristo en Lucas 11,5-13
«Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado.» Él les dijo: «Denles ustedes de comer.»
Tremendo desafío que lanza Jesús a sus discípulos. No es racional. No cae dentro de nuestras categorías lógicas, de lo imaginable, de lo aceptable, de lo normal. Nadie que estuviera en sus cabales daría tal orden, pues, dadas las circunstancias, es a todas luces un imposible. Todos estaremos de acuerdo en ello.
Siguiendo con nuestra lógica humana solo quedan dos alternativas. O Jesucristo está loco o el texto miente, así de simple. ¿Qué podemos hacer para responder estas incógnitas? ¿Podría ser Jesucristo un desquiciado como tantos líderes que ha tenido el mundo? Tal vez. Sin embargo ninguno ha logrado las proezas que Él. ¿Cuáles? Por ejemplo, multiplicar día a día sus seguidores en el mundo entero, aun después de dos mil años.
Esta hazaña es mayor aún si tenemos en cuenta que nació pobre, que jamás se enfrentó con violencia a nadie, que no poseía armas, ni ejército alguno, ni ningún poder político o económico, que le bastaron 3 años para generar este movimiento y que fue ejecutado entre ladrones, como el peor delincuente por darse a conocer como Hijo de Dios.
Tenemos que coincidir en que es sumamente extraño que la fama de un bocón, un patán, un fanfarrón haya podido trascender siglos, edades, costumbres, lenguas y civilizaciones llegando su legado hasta nosotros, visiblemente fortalecido, con millones de seguidores, cientos de los cuales ocupan un lugar destacado en el mundo, por sus obras en diferentes lugares del mundo y diferentes épocas históricas.
A propósito de la lectura escogida por la Iglesia para el día de hoy, pedimos al Espíritu Santo nos ilumine para compartir algunas reflexiones en torno a la Santísima Virgen María, la madre de nuestro Señor, tal como su prima Isabel la saluda con toda razón y humildad.
Cuando uno quiere a una persona, a un amigo o amiga, este amor, cuando es verdadero lo hace igualmente extensivo a la familia del amigo o amiga. Eso es natural, porque amistad significa intimidad, respeto, aprecio por lo que cada uno es y por lo que le rodea. Qué duda cabe que la familia es lo más importante para cada quien.
Respetar a la familia, a los hermanos, a los padres y en especial a la madre de nuestros buenos amigos es totalmente comprensible y natural. Este es el sentimiento que brota espontáneamente en el corazón de cualquier persona bien nacida. ¿Qué menos puede ser nuestro sentimiento a la Virgen María Madre de nuestro Señor Jesucristo?
Siempre que lo pienso no puedo entender la indiferencia e incluso el menos precio que algunos que se dicen cristianos pueden tener contra la Virgen Sagrada María. ¿Qué no es suficiente para respetarla y amarla el que Dios haya querido que su Hijo Jesucristo nazca de sus entrañas?