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Reflexiones de los Evangelios según San Lucas

Lucas 9,7-9 – quién es este

«A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿ quién es este del que oigo decir semejantes cosas?». Y trataba de verlo.

Texto del evangelio Lc 9,7-9– quién es este

07. El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: «Es Juan, que ha resucitado».
08. Otros decían: «Es Elías, que se ha aparecido», y otros: «Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado».
09. Pero Herodes decía: «A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿ quién es este del que oigo decir semejantes cosas?». Y trataba de verlo.

Reflexión: Lc 9,7-9

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Lucas 9,7-9 quién es este

Tratamos por unos momentos de ponernos en los zapatos de Herodes. Hay algo que no cuadra. Algo que le llama la atención, que no tiene lógica o que por lo menos le intriga, porque no corresponde a su lógica. Algunos le dicen que es Juan, pero él sabe muy bien que lo mandó decapitar. Ha de ser otro.

¿Cuántas veces andamos confundidos con lo que vemos y oímos? Y es que todo queremos explicarlo con nuestra propia lógica. ¿No hay allí una actitud soberbia, de quien se cree dueño de la verdad? ¿Es que todo debe corresponder a nuestra lógica?

Pues, no. No todo podemos comprenderlo, ni todo es como nosotros nos figuramos. El Señor es capaz de sorprendernos, de un modo que nadie más puede hacerlo. Esto es lo que ocurre con Herodes, aunque él no sea capaz de reconocerlo y ocurre a cada nada en nuestras vidas, pero no siempre lo aceptamos y menos aún, lo recordamos.

«A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿ quién es este del que oigo decir semejantes cosas?». Y trataba de verlo.

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Lucas 8,19-21 – Mi madre y mis hermanos

Pero él les respondió: Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican.

Texto del evangelio Lc 8,19-21 – Mi madre y mis hermanos

19. Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud.
20. Entonces le anunciaron a Jesús: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte».
21. Pero él les respondió: Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican.

Reflexión: Lc 8,19-21

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Lucas 8,19-21 Mi madre y mis hermanos

¡Bien claro! Para quien pretenda fundar en ambigüedades su cristianismo. El Señor no se anda con rodeos. Su familia es la que oye a Dios y hace lo que le manda. No hay más. No busquemos, por lo tanto, otras vías, que salvo esta, están todas descartadas.

Si ni le escuchamos y mucho menos nos esforzamos entonces en hacer lo que nos manda, no digamos que somos cristianos, pues estaremos mintiendo a los demás, engañándolos y engañándonos, porque a Dios no le podemos embabucar con nuestras historias y excusas.

El cristianismo se reduce al seguimiento de Jesús. Si no le seguimos, si no hacemos lo que nos dice, estamos en otra cosa. Es momento de reflexionar qué clase de cristianos somos. ¿Qué lugar ocupa Cristo en nuestras vidas? ¿Es Él determinante en algún modo? Más que nuestros pensamientos e ideas, revisemos los hechos reales y contundentes.

Pero él les respondió: Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican.

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Lucas 8,16-18 – al que tiene, se le dará

Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener».

Texto del evangelio Lc 8,16-18 – al que tiene, se le dará

16. No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.
17. Porque no hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado.
18. Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener».

Reflexión: Lc 8,16-18

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Lucas 8,16-18 al que tiene, se le dará

Otra vez escogemos un texto difícil, porque nos parece extraño lo que dice y no lo podemos entender o no lo queremos aceptar. Reflexionemos. A simple vista nos parece incoherente o poco apropiada la amenaza que parece salir de la boca del Señor. Nos resistimos a creerla, porque nos parece hasta cierto punto injusta.

¿Por qué quitarle al que no tiene? ¿No es bastante ya que no tenga? ¿Qué debíamos tener que encima, si no tenemos se nos castiga quitándonos lo poco que tenemos? ¿Amor, fe, luz? Ha de ser luz, sabiduría, verdad. Porque de esta dice que no se enciende para ocultarla.

Por lo tanto, si tenemos luz es para alumbrar, no para guardarla. Ahora sí. Porque si la escondemos, aun lo poco que tenemos se nos quitará. Por lo tanto, la luz solo sirve para alumbrar. Solo tiene sentido si se utiliza para alumbrar. No sirve de nada guardada. ¡Tenemos que alumbrar con lo que tenemos!

Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener».

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Lucas 16,1-13 – fieles en el uso del dinero injusto

Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?

Texto del evangelio Lc 16,1-13 – fieles en el uso del dinero injusto

01. Decía también a los discípulos: «Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes.
02. Lo llamó y le dijo: «¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto».
03. El administrador pensó entonces: «¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza.
04. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!».
05. Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: «¿Cuánto debes a mi señor?».
06. «Veinte barriles de aceite», le respondió. El administrador le dijo: «Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez».
07. Después preguntó a otro: «Y tú, ¿cuánto debes?». «Cuatrocientos quintales de trigo», le respondió. El administrador le dijo: «Toma tu recibo y anota trescientos».
08. Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en sus trato con lo demás que los hijos de la luz.
09. Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas.
10. El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho.
11. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien?
12. Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?
13. Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No puede servir a Dios y al Dinero».

Reflexión: Lc 16,1-13

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Lucas 16,1-13 fieles en el uso del dinero injusto

Hemos escogido una figura tal vez algo difícil para meditar. Es que nos llama la atención el calificativo que le da el Señor al dinero. No nos parece casual. Queremos intentar descifrar los motivos, con la Gracia de Dios y la iluminación del Espíritu Santo.

Nos preguntaremos, en primer lugar: ¿todo dinero, cualquier dinero es injusto? O será tal vez que el Señor se está refiriendo exclusivamente al dinero que no siendo del administrador, lo supo usar para obtener el mejor provecho posible, ante la difícil coyuntura que se le presentaba.

Aunque solemos decir que el dinero no es intrínsecamente malo, tal vez sí lo sea en cuanto es el reflejo y la objetivación de una forma de organización injusta. El dinero es injusto en el sentido que se convierte en el centro de la vida de las personas ROBÁNDOLE la centralidad al único que le corresponde: a Dios.

Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?

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Lucas 8,4-15 – dan fruto gracias a su constancia

Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.

Texto del evangelio Lc 8,4-15 – dan fruto gracias a su constancia

04. Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola:
05. «El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo.
06. Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad.
07. Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron.
08. Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno». Y una vez que dijo esto, exclamó: «¡El que tenga oídos para oír, que oiga!».
09. Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola,
10. y Jesús les dijo: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender.
11. La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios.
12. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
13. Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás.
14. Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar.
15. Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.

Reflexión: Lc 8,4-15

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Lucas 8,4-15 dan fruto gracias a su constancia

No solo se trata de ser buena tierra, para lo cual seguramente debemos prepararnos, sino de ser constante. Y tal vez en ello mismo esté el ser tierra fértil. Es cuestión de mantener con firmeza el timón, a través del tiempo y las vicisitudes.

El Señor se refiere a las dificultades, que en la práctica las encontramos y de todo tipo, porque el Demonio hace su propio trabajo. No es extraño que el mismo Señor aluda al Maligno como el primer enemigo que arrebata de los corazones de los que escucharon la Palabra al borde del camino

El Señor, más bien, nos alienta a tener la actitud adecuada. Hay que perseverar. Hay se ser constantes. Hay que mantenerse con firmeza ante los embates. ¿Cómo hacerlo? Solo será posible si edificamos sobre roca, es decir, si tenemos sólidos cimientos.

Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.

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Lucas 8,1-3 – Jesús recorría las ciudades y los pueblos

Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres.

Texto del evangelio Lc 8,1-3 – Jesús recorría las ciudades y los pueblos

01. Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce
02. y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
03. Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.

Reflexión: Lc 8,1-3

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Lucas 8,1-3 Jesús recorría las ciudades y los pueblos

Si Jesús es nuestro modelo, nuestro ejemplo, cabe detenernos un momento hoy a reflexionar ¿cómo es que le seguimos, sino recorremos ciudades y pueblos? ¿con qué hemos remplazado este recorrido? ¿Por qué es tan importante esta actividad itinerante de Jesús? Por lo que se dice, es precisamente el recorrer algo que destaca en su quehacer. ¿En qué destaca el nuestro?

Son varias preguntas que han de llevarnos a reflexionar sobre la forma concreta en que seguimos a Jesús y cómo ésta se ajusta a Su Voluntad. Parece obvio que el anuncio del Reino de Dios es la principal ocupación de Jesús y la que determina su proceder.

No hay un afán turístico, ni de curiosidad por la forma en que viven los diferentes pueblos y ciudades de la comarca. Jesús sigue un imperativo: anunciar el Reino de Dios. Todos deben conocerlo. Difundir este conocimiento es Su Misión y por lo tanto tendría que ser la de todos sus seguidores.

Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres.

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Lucas 7,11-17 – yo te lo ordeno, levántate

Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: Joven, yo te lo ordeno, levántate. El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.

Texto del evangelio Lc 7,11-17 – yo te lo ordeno, levántate

11. En seguida, Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud.
12. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba.
13. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: «No llores».
14. Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: «Joven, yo te lo ordeno, levántate».
15. El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.
16. Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo».
17. El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.

Reflexión: Lc 7,11-17

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Lucas 7,11-17 yo te lo ordeno, levántate

Ayer veíamos con qué confianza, con qué fe el Centurión esperaba que Jesús sanara a su siervo. Él sabía que Jesús no tenía que desplazarse hasta el lugar, porque así como él, Jesús podía ordenar a alguien o hacer directamente uso de Su poder para atender lo que se le estaban pidiendo.

La fe de este Centurión es ejemplar, porque confiaba ciegamente en que el Señor podía hacer lo que fuera necesario para curar a su servidor, si Él así lo disponía. Ciertamente, resulta evidente que su fe estaba puesta en Dios, Creador del Universo, capaz de cualquier cosa.

¿Qué vemos hoy? Jesucristo no defrauda. Tiene poder incluso sobre la vida y la muerte. Y no solo eso –como si fuera poco-, es capaz de conmoverse ante la desgracia de cualquiera de nosotros, al extremo de obrar milagros únicos, maravillosos, imposibles, tan solo por misericordia. Y es que para Dios no hay nada imposible. Nos ama y es infinitamente misericordioso ¿Lo creemos?

Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: Joven, yo te lo ordeno, levántate. El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.

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Lucas 7,1-10 – no soy digno de que entres en mi casa

Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.

Texto del evangelio Lc 7,1-10 – no soy digno de que entres en mi casa

01. Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaúm.
02. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho.
03. Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor.
04. Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: «El merece que le hagas este favor,
05. porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga».
06. Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa;
07. por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
08. Porque yo -que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: «Ve», él va; y a otro: «Ven», él viene; y cuando digo a mi sirviente: «¡Tienes que hacer esto!», él lo hace».
09. Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: «Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe».
10. Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.

Reflexión: Lc 7,1-10

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Lucas 7,1-10 no soy digno de que entres en mi casa

Hoy nos toca reflexionar en torno a estas célebres palabras de este Centurión romano, que son tan importantes e impactantes que han pasado a formar parte de la Liturgia de la Eucaristía. No hay Misa en la que los fieles no las repitamos.

¿Qué puede haber encontrado la Iglesia en ellas que nos haga repetirlas cada vez que participamos en la Eucaristía?¿Cuál es el mensaje? No son palabras de Cristo, sino de un oficial del ejército romano, que a la sazón ocupaba Israel.

Pero es el mismo Señor Jesucristo el que las destaca como una ejemplar muestra de fe, de aquella que no hay ni si quiera entre quienes con más propiedad debían tenerla. Se trata de la confesión de una convicción profunda: Jesucristo es Dios y como tal tiene poder para mandar sobre todo lo que tiene autoridad.

Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.

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