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Reflexiones de los Evangelios según San Lucas

Lucas 5,33-39 – vino nuevo

Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor».

Texto del evangelio Lc 5,33-39 – vino nuevo

33. Luego le dijeron: «Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben».
34. Jesús les contestó: «¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos?
35. Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar».
36. Les hizo además esta comparación: «Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo.
37. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más.
38. ¡A vino nuevo, odres nuevos!
39. Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor».

Reflexión: Lc 5,33-39

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Lucas 5,33-39 vino nuevo

El Señor ha venido a traernos un “vino nuevo”. En realidad Él es el vino nuevo. Para recibirlo adecuadamente tenemos que prepararnos interiormente. Ser las vasijas que pueden contenerlo. No podemos pretender recibirlo sin cambiar.

Se llega a ser verdaderamente cristianos, por el encuentro personal que tenemos con Cristo. Es preciso este encuentro, de otro modo no pasará de ser un dato histórico, una tradición, o una costumbre como hay tantas, que repetimos de memoria sin comprender.

El Señor quiere entrar y transformar la vida de cada uno de nosotros, pero no lo hará si no se lo permitimos. Algunos de nosotros hemos tenido la Gracia de participar en algún encuentro propiciado por alguna comunidad cristiana y podemos dar fe de este encuentro extraordinario.

Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor».

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Lucas 5,1-11 – Navega mar adentro, y echen las redes

Simón: Navega mar adentro, y echen las redes. Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes».

Texto del evangelio Lc 5,1-11 – Navega mar adentro, y echen las redes

01. En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret.
02. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes.
03. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.
04. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Navega mar adentro, y echen las redes».
05. Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes».
06. Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse.
07. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. 08. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: «Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador».
09. El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido;
10. y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres».
11. Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.

Reflexión: Lc 5,1-11

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Lucas 5,1-11 Navega mar adentro, y echen las redes

El Señor sabe lo que dice. Sabe lo que debemos hacer. Nosotros tenemos que prestarle oídos y hacer lo que nos dice. Eso es lo más sensato. Claro, para eso se necesita fe.

La fe que quiere inspirar en nosotros Jesús va mucho más allá de la confesión de palabra, proferida por nuestros labios, que muchas veces solemos hacer. Nuestra fe tiene que traducirse en acción, sino de nada sirve.

Es nuestra vida la que debe hablar de aquello en lo que creemos y de hecho lo hace. Si prestamos atención, la vida de cada uno de nosotros es un libro abierto en el que manifiestan nuestra fe. Son las actividades que completan nuestro calendario, las personas con las que tratamos y las palabras que pronunciamos, una radiografía de nuestra fe.

Simón: Navega mar adentro, y echen las redes. Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes».

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Lucas 4,38-44 – querían retenerlo para que no se alejara de ellos

La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. Pero él les dijo: «También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado».

Texto del evangelio Lc 4,38-44 – querían retenerlo para que no se alejara de ellos

38. Al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella.
39. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y esta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos.
40. Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba.
41. De muchos salían demonios, gritando: «Tú eres el Hijo de Dios!». Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías.
42. Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos.
43. Pero él les dijo: «También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado».
44. Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea.

Reflexión: Lc 4,38-44

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Lucas 4,38-44 querían retenerlo para que no se alejara de ellos

Jesucristo es un Don Divino, es un Don de Dios. Es la Misericordia encarnada. Enviado por Dios Padre para Salvarnos. Lo hará, ejerciendo sobre todo aquel que lo busca una atracción a la que difícilmente podrá resistirse.

Es que Jesús está con cada uno de nosotros, involucrándose y tomando como suyos cada uno de nuestros problemas y enfermedades. Todo aquello que nos perturba es sanado, sin condiciones.

Nada resiste a Su poder, porque es el Hijo de Dios, tal como gritan los demonios. Es curioso que hasta ellos crean y muchos de nosotros nos resistamos a hacerlo. Pero es preciso que nosotros por nuestros propios medios lo confesemos; por eso Jesucristo increpa a los demonios a que no lo revelen.

La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. Pero él les dijo: «También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado».

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Lucas 7,1.7-14 – invita a los pobres

Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.

Texto del evangelio Lc 7,1.7-14 – invita a los pobres

01. Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente.
07. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:
08. «Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú,
09. y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: “Déjale el sitio”, y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.
10. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: “Amigo, acércate más”, y así quedarás bien delante de todos los invitados.
11. Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado».
12. Después dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa.
13. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.
14. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!».

Reflexión: Lc 7,1.7-14

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Lucas 7,1.7-14 invita a los pobres

Aquel que no reflexiona con frecuencia los evangelios, le deben llamar la atención los consejos que da Jesús. No corresponden al comportamiento habitual de las personas. No concuerdan con el mundo en que vivimos.

En el mundo entero una invitación es señal de distinción y lo que todo invitado espera es sentarse en los primeros lugares. Además, dependiendo de la importancia de nuestro anfitrión, buscaremos mostrarnos con Él y le enrostraremos a los más humildes la clase de personas que nos invitan.

Por ello, el invitado difícilmente se dejará relegar, ni asumirá una posición modesta o reservada, menos aun si el anfitrión es importante. Por el contrario, buscaremos que todo el mundo note y sienta la distinción de la que somos objeto. Así somos.

Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.

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Lucas 13,22-30 – Traten de entrar por la puerta estrecha

Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan? El respondió: Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán.

Texto del evangelio Lc 13,22-30 – Traten de entrar por la puerta estrecha

22. Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén.
23. Una persona le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?». El respondió:
24. «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán.
25. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: «Señor, ábrenos». Y él les responderá: «No sé de dónde son ustedes».
26. Entonces comenzarán a decir: «Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas».
27. Pero él les dirá: «No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!».
28. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera.
29. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.
30. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos».

Reflexión: Lc 13,22-30

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Lucas 13,22-30 Traten de entrar por la puerta estrecha

El mensaje del Señor es siempre uno, siempre el mismo. Si en alguien podemos confiar precisamente es en Él, porque Él es siempre fiel, Él nunca falla. Y nos pide a nosotros que le sigamos. Que nos mantengamos fieles y constantes.

¿Cómo hacer para perseverar en el Camino del Señor? Hay que aprender a reconocer algunos principios básicos, que debemos usar para medir o evaluar cada situación. Estos han de ser como nuestros prismáticos o nuestras gafas para ver el mundo.

Debemos observar y evaluar cada situación, optando por el Camino adecuado, el único que nos lleva a alcanzar la promesas de Cristo. Ese debe ser siempre nuestro afán. Nada dará el verdadero sentido a nuestras vidas, como seguir al Señor.

Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan? El respondió: Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán.

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Lucas 1,39-56 – bendita entre todas las mujeres

Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: ¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!

Texto del evangelio Lc 1,39-56 – bendita entre todas las mujeres

39. En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
40. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
41. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo,
42. exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
43. ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
44. Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
45. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».
46. María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor,
47. y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador,
48. porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,
49. porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!
50. Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.
51. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
52. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
53. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
54. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia,
55. como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre».
56. María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

Reflexión: Lc 1,39-56

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Lucas 1,39-56 bendita entre todas las mujeres

El Ave María, la oración con la que todos los pueblos saludamos a la Virgen María, no es otra cosa que la selección de las mejores expresiones del Ángel, en la Anunciación, las palabras de María y de Isabel. Esta oración, por lo tanto, no ha sido inventada por nadie, sino que resulta de un arreglo de estas expresiones.

La oración es hermosa porque reúne estas expresiones de asombro y admiración, que no hacen nada más que intentar reflejar pálidamente el altísimo honor que le cabe a la Virgen María en la historia de nuestra Salvación.

Sin María, no hubiera llegado la Salvación a nosotros. Así de determinante es su aceptación incondicional al Plan de Dios. Por ello María se erige como modelo de virtudes. En María convergen todas las cualidades y atributos necesarios para hacer de ella el Icono de la fe de los cristianos.

Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: ¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!

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Lucas 12,49-53 – he venido a traer fuego

Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!

Texto del evangelio Lc 12,49-53 – he venido a traer fuego

49. Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!
50. Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!
51. ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división.
52. De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres:
53. el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».

Reflexión: Lc 12,49-53

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Lucas 12,49-53 he venido a traer fuego

¿Qué clase de Misión ha venido a cumplir Cristo entre nosotros? Sus palabras son como para erizar a cualquiera. ¿Quién es este? ¿De qué habla? ¿Debemos sentirnos alagados? ¡Es un peligro! ¡Está loco! ¡Es peligroso! Pongamos estas palabras en cualquier escenario y serán censurables o cuando menos alarmantes.

¿Qué es lo que tiene que estar ocurriendo para que se proclamen desde los púlpitos de todos los templos católicos del planeta y no salgan todos con la sensación de no ser un buen día? Porque, quién podría estar contento con semejantes amenazas.

Otra posibilidad es que en realidad sean pocos los que realmente las escuchan y muchos menos los que las entienden. Tal vez ocurra que nos hemos acostumbrado tanto a los discursos de Jesús, que ya ni les hacemos caso. ¿Se han vuelto inocuos? o quizás siempre lo fueron. ¿Es Jesús o serán sus mensajeros los que fallan? Obviamente nos inclinamos por esto último.

Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!

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Lucas 12,32-48 – Vendan sus bienes y denlos como limosna

Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla.

Texto del evangelio Lc 12,32-48 – Vendan sus bienes y denlos como limosna

32. No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino.
33. Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla.
34. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón.
35. Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas.
36. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
37. ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos.
38. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!
39. Entiéndalo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
40. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada».
41. Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?».
42. El Señor le dijo: «¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno?
43. ¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo!
44. Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
45. Pero si este servidor piensa: «Mi señor tardará en llegar», y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse,
46. su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
47. El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo.
48. Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más.

Reflexión: Lc 12,32-48

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Lucas 12,32-48 Vendan sus bienes y denlos como limosna

Este es un pasaje muy extenso y por lo tanto muy rico en enseñanzas de aquello que Jesús quiere que asumamos como nuestra forma de vida. Como es tan basto, corremos el peligro de quedarnos con aquello que -siendo exigente-, es sin embargo más fácil de relativizar.

En efecto, si destacamos, como todo el mundo suele hacer que “Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más”, encontraremos que hay un cierto margen al subjetivismo y por lo tanto, a la relativización de las exigencias. Porque ¿quién puede precisar si estamos respondiendo en la proporción delo recibido?

De este modo, y al postergar la rendición de cuentas a aquel momento definitivo, en el que además, ya no habrá nada que hacer, convertimos esta preocupación en algo ético y moral, es verdad, pero subjetivo al fin, por lo que no nos sentimos obligados a nada que no sea las exigencias de nuestra propia conciencia. Y, como el ambiente que nos rodea, en general, es muy laxo al respecto, terminamos por reducir al máximo estas exigencias, hasta hacerlas prácticamente inicuas.

Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla.

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