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Reflexiones de los Evangelios según San Lucas

Lucas 1,5-25 – tu mujer, te dará a luz un hijo

Texto del evangelio Lc 1,5-25 – tu mujer, te dará a luz un hijo

5. Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel;
6. los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor.
7. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad.
8. Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo,
9. le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso.
10. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso.
11. Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.
12. Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él.
13. El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan;
14. será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento,
15. porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre,
16. y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios,
17. e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.»
18. Zacarías dijo al ángel: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad.»
19. El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva.
20. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.»
21. El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su demora en el Santuario.
22. Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo.
23. Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa.
24. Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses
25. diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres.»

Reflexión: Lc 1,5-25

Seguimos observando los sucesos extraordinarios que rodean el nacimiento, vida, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, que lejos de ser anecdóticos debían servirnos para reflexionar y poner en la perspectiva adecuada lo que estamos presenciando. Dios Todopoderoso está interviniendo en nuestra historia de un modo único, comparado probablemente tan solo con el momento aquel de la Creación y posiblemente con el de Su vuelta definitiva, para reinar por toda la eternidad. Es pues un momento central planeado por Dios con el único propósito de Salvarnos, porque su amor y su misericordia son infinitos. Él quiere que vivamos eternamente y que ni uno solo se pierda. ¿Cómo conseguirá ello? Enviando a Su Hijo Jesucristo. Él lo hará posible. Es precisamente de esta llegada, de esta intervención que tratan los Evangelios. Los versículos que hoy reflexionamos tienen que ver con el nacimiento de Juan el Bautista, primo de Jesús, que habría de precederlo, anunciando su llegada, para la cual debíamos prepararnos. Para que se cumpla este propósito, Isabel, su madre, que era estéril y ya mayor, habiendo sobre pasado la edad de concebir, queda en cinta de Zacarías, su esposo, que también era mayor. ¿Cuál es el mensaje de este suceso? Que no hay nada que se pueda oponer a los designios de Dios; que para Dios no hay nada imposible; que Dios tiene un Plan y que este se cumplirá, por encima de cualquier oposición u obstáculo infranqueable para nosotros. La Voluntad de Dios habrá de cumplirse por sobre todo. tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento

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Lucas 7,19-23 – los muertos resucitan

Texto del evangelio Lc 7,19-23 – los muertos resucitan

19. los envió a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?»
20. Llegando donde él aquellos hombres, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?»
21. En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos.
22. Y les respondió: «Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva;
23. ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!»

Reflexión: Lc 7,19-23

Para alguien conocedor de las Escrituras, como Juan, estas palabras del Señor tenían que bastar para reconocerlo. Nos atrevemos a afirmar que aún sin conocer las Sagradas Escrituras cualquiera de nosotros viendo y oyendo lo que se cuenta en estos versículos, si no somos obstinados, tendría que bastarnos para reconocer que estamos frente a una situación única y extraordinaria, jamás vista en nuestras vidas, ni oída ni contada por nadie, a no ser referida a Dios. Por lo tanto, si somos sinceros y coherentes debíamos concluir que nos encontramos frente a una fuerza sobrenatural que solo puede provenir de Dios. Es así, como que dos más dos con cuatro. Ponernos a especular, a dudar y argumentar necedades, solo puede ser obra de alguien que quiere mantenernos en la oscuridad por algún motivo. Obviamente esto será obra del Demonio, pues para todo hombre o mujer de buena fe, honesto y sincero, que no ande buscando razones retorcidas para justificar su comportamiento, la contundencia de estos acontecimientos solo debe llevarnos a doblar las rodillas. ¡Estamos frente a Dios, el Todopoderoso, que ha venido a salvarnos de la esclavitud, tal como lo prometió a nuestros ancestros y está anunciado por los profetas! Solo hace falta Buena Voluntad, es decir pureza de espíritu, honestidad y rectitud para reconocerlo. El que no lo hace, es porque no le da la gana, porque tiene otros motivos subalternos e inconfesables para negarlo; por pura conveniencia, cobardía y egoísmo. Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva

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Lucas 3,10-18 – reparta con el que no tiene

Texto del evangelio Lc 3,10-18 – reparta con el que no tiene

10. La gente le preguntaba: «Pues ¿qué debemos hacer?»
11. Y él les respondía: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo.»
12. Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?»
13. Él les dijo: «No exijan más de lo que les está fijado.»
14. Preguntáronle también unos soldados: «Y nosotros ¿qué debemos hacer?» Él les dijo: «No hagan extorsión a nadie, no hagan denuncias falsas, y conténtense con su soldada.»
15. Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo;
16. respondió Juan a todos, diciendo: «Yo los bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. Él les bautizará en Espíritu Santo y fuego.
17. En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga.»
18. Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva.

Reflexión: Lc 3,10-18

Tal como viene siendo anunciado en los últimos textos de los Evangelios que venimos reflexionando, San Juan el Bautista vino precediendo a Cristo para preparar el camino. Aunque para muchos pasó desapercibido -porque ni Juan ni Jesús llegaron precedidos de la fanfarria que estamos acostumbrados a ver cuando llega un músico, un artista, un político y hasta el mismo Papa-, cuando llegaron primero Juan y luego Jesús, procediendo conforme al Plan de Dios trazado desde siempre y anticipado en la Escrituras, hubieron muchas señales inconfundibles, estas no fueron del tipo estridente y llamativo que acostumbramos nosotros, sino más bien de una naturaleza distinta, aunque igualmente contundentes, para quienes siguieron los acontecimientos y estaban al tanto, entre ellos, los judíos, los protagonistas más cercanos de la historia, como María y José, los evangelistas y posteriormente la Iglesia. Ambas figuras, despreciadas y duramente reprimidas en su tiempo, han ido agigantándose según fueron pasando los años y los siglos, lo que de por si es extraño y nos permite constatar nuevamente que estamos ante sucesos y protagonistas extraordinarios. Normalmente las personalidades humanas llegan a su apogeo en vida y luego van declinando en importancia y recordación según pasan los años, hasta perderse por completo. No así Jesús, el Hijo de Dios que cumpliendo las profecías llegará a Reinar sobre toda la tierra y su Reino no tendrá fin. Y él les respondía: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo.»

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Lucas 1,26-38 – ninguna cosa es imposible para Dios

Texto del evangelio Lc 1,26-38– ninguna cosa es imposible para Dios

26. Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
27. a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
28. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
29. Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.
30. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios;
31. vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
32. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;
33. reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»
34. María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»
35. El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.
36. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril,
37. porque ninguna cosa es imposible para Dios.»
38. Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue.

Reflexión: Lc 1,26-38

Estamos tal vez frente a una de las historias de amor más hermosas de las Escrituras, que involucran a Dios Padre, Creador del Universo, de todo lo visible y lo invisible, con una joven mujer, elegida por Él, entre todas las mujeres que existieron y existirán, para que sea madre de Jesucristo, el Hijo de Dios. Detengámonos un momento a reflexionar: ¿puede haber historia de amor más sublime, más increíble, más misteriosa que esta? Que Dios decida tener un Hijo con una de sus creaturas. ¿Por qué? Las razones se irán aclarando y revelando en los evangelios, no como un capricho o un deseo improvisado de Dios, y mucho menos como una imposición o una muestra de su poder. La mujer que Dios escoge sin duda no corresponde a los patrones o las características clásicas, que estamos tan habituados a encontrar en los concursos de belleza. Siendo una joven de un pueblito difícil de encontrar en un mapa de aquella época, no es sin embargo cualquier mujer. Se trata de una mujer virtuosa, pura, sin pecado concebida y virgen. Por si fuera poco, es del mismo linaje de David y su embarazo en estado virginal fue anticipado por los profetas, muchos siglos antes. Ella será la madre de Jesús, el Mesías, el Salvador. Más allá de quién pudiera ser la Virgen María, ¿no basta la inconmensurable distinción de haber sido elegida entre toda la humanidad para ser la Madre del Hijo de Dios para admirarla y venerarla? ¿Es que alguien en la historia de la humanidad ha tenido mayor privilegio? ¿Entonces, por qué razón algunas sectas –e incluso algunos seudo “cristianos” modernos-, se empeñan en negar la consideración especialísima que merece tal designación? Entre miles de millones, quiso Dios poner sus ojos en ella; por eso es la primera entre todos los seres humanos. Evidentemente allí no contamos a Jesucristo, que es Hijo de Dios, y aun habiéndose hecho hombre, en muchos aspectos similar a nosotros, no deja de ser Dios, por lo tanto corresponde a una categoría obviamente distinta, a la que solo puede pertenecer Dios…porque ninguna cosa es imposible para Dios. Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue.

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Lucas 5,17-26 – tus pecados te quedan perdonados

Texto del evangelio Lc 5,17-26– tus pecados te quedan perdonados

17. Un día que estaba enseñando, había sentados algunos fariseos y doctores de la ley que habían venido de todos los pueblos de Galilea y Judea, y de Jerusalén. El poder del Señor le hacía obrar curaciones.
18. En esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico y trataban de introducirle, para ponerle delante de él.
19. Pero no encontrando por dónde meterle, a causa de la multitud, subieron al terrado, le bajaron con la camilla a través de las tejas, y le pusieron en medio, delante de Jesús.
20. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados.»
21. Los escribas y fariseos empezaron a pensar: «¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?»
22. Conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: «¿Qué están pensando en sus corazones?
23. ¿Qué es más fácil, decir: «Tus pecados te quedan perdonados», o decir: «Levántate y anda»?
24. Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados, – dijo al paralítico -: «A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa».»
25. Y al instante, levantándose delante de ellos, tomó la camilla en que yacía y se fue a su casa, glorificando a Dios.
26. El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Y llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto cosas increíbles.»

Reflexión: Lc 5,17-26

Tendemos a quedarnos en la superficie de los acontecimientos, en las manifestaciones externas y no pasamos de las apariencias a lo que es realmente importante. En este pasaje, ante una gran multitud, entre la que por cierto había un grupo selecto de letrados, sabios (o sabiondos) y científicos de aquella época, representantes del “sistema” de aquel entonces, Jesús hace una Revelación trascendente destinada a promover nuestra fe. Para aquellos que gustan quedarse en la vasija, en las apariencias externas, que siendo a veces extraordinarias, como en este caso, no son nada más que la EVIDENCIA de algo más profundo y fuerte, a lo que en realidad tendríamos que estar prestando atención. Jesús es capaz de aquello que nos parece imposible, porque es el Hijo de Dios: esto es algo que debemos tener la inteligencia y la humildad para reconocer. Nos lo impide nuestra soberbia; nuestra incapacidad para confesar llenos de asombro genuino: ¡Dios mío! Y caer de rodillas frente a la Divinidad, frente a un Dios que es AMOR, que ha querido presentarse entre nosotros como el más humilde. No somos capaces de aceptarlo en esta incomprensible grandeza, porque hubiéramos querido que corresponda a nuestros criterios, a nuestros estereotipos de Divinidad y grandeza. Si, efectivamente, presos de nuestra soberbia, de nuestra sapiencia y de nuestras teorías, no somos capaces de ver a Dios donde realmente está, porque nos hemos erigido en jueces de Dios, en la norma de aquello a lo que según nosotros tendría que ser Dios. Así, nuestra miopía nos impide ver a Dios entre nosotros. «Hombre, tus pecados te quedan perdonados. Los escribas y fariseos empezaron a pensar: «¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?»

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Lucas 3,1-6 – Preparen el camino del Señor

Texto del evangelio Lc 3,1-6 – Preparen el camino del Señor

1. En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene;
2. en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
3. Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados,
4. como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas;
5. todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos.
6. Y todos verán la salvación de Dios.

Reflexión: Lc 3,1-6

Vamos a meditar en torno a lo que aquí nos propone Lucas el evangelista. Para él es importante hacernos notar que hay una relación entre el profeta Isaías, Juan y Jesús. ¿Cuál puede ser la importancia? Pues en primer lugar tengamos en cuenta que Elías escribió casi 800 años antes que Juan y Jesús, y los versículos que menciona correspondientes al capítulo 40 del libro de Isaías, están tradicionalmente considerados como referidos al Mesías esperado, al Salvador que habrá de liberar a sus pueblo, es decir a Jesús. Así que un primer hecho extraordinario a considerar es que pueda haber una relación entre los que escribió Isaías y Jesús habiendo casi 8 siglos de diferencia entre uno y otro. Hagamos un primer ejercicio tratando de interiorizar lo que significa esta diferencia en años. Fueron casi 8 siglos los que los musulmanes ocuparon España, desde el año 711 hasta 1492. Es muchísimo tiempo y tuvieron que ejercer una enorme influencia, a pesar que finalmente fueron expulsados. Es casi como que los Incas en el siglo XXII finalmente expulsen a los españoles, algo que a estas alturas parece inconcebible. Es mucho tiempo y han sucedido tal cantidad de procesos en el período que resulta imposible imaginar cómo sería esto. Tal vez haya una lección que aprender entre los dos episodios seleccionados para nuestra comparación, pero no viene al caso, pues lo único que queremos es provocar la interiorización de la enormidad de años que hay en un período de 800 años, lo que separa a Isaías de Juan y Jesús. Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos.

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Lucas 10,21-24 – profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven

Texto del evangelio Lc 10,21-24 – profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven

21. En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.
22. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»
23. Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven!
24. Porque les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven, pero no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron.»

Reflexión: Lc 10,21-24

El Señor es infinitamente misericordioso. Se solidariza con todos los que sufren, con los humildes, con los desplazados, con los segregados por cualquier motivo. No tolera las diferencias que artificialmente vamos creando, sin ningún otro motivo que la soberbia, la vanidad y la codicia. Por eso se alegra muy profundamente y se llena de gozo en el Espíritu Santo al constatar que Dios ha querido revelarse a los simples, a los pequeños, a los humildes, a los despreciados de la sociedad; a los que generalmente no tenemos en cuenta. ¿Cuántas veces pasa que entramos a una habitación y como no encontramos a quien esperábamos o no se encuentra el jefe o la persona distinguida que queríamos, decimos que no hay nadie, cuando en realidad hay posiblemente unas cuantas personas humildes o algunos niños…los ninguneamos con el mayor descaro. Si no encontramos a las personas que prefiguramos en un auditorio, sentenciamos con total subjetividad: no hay nadie, cuando es posible que esté casi lleno, pero no son las caras que deseábamos encontrar. ¡Qué distintos son los criterios y sentimientos del Señor, tal como podemos apreciar! Él se alegra que Dios se haya fijado precisamente en los humildes, en los tenidos por ignorantes o por poca cosa. Él se acerca y saluda efusivamente a aquellos que muchos de nosotros miraríamos por encima del hombro o simplemente haríamos como que no existieran. Porque les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven, pero no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron.

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Lucas 21,25-28.34-36 – orando en todo tiempo

Texto del evangelio Lucas 21,25-28.34-36 – orando en todo tiempo

25. «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas,
26. muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas.
27. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria.
28. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobren ánimo y levanten la cabeza porque se acerca su liberación.»
34. «Guárdense de que no se hagan pesados sus corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre ustedes,
35. como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra.
36. Estén en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengan fuerza y escape a todo lo que está para venir, y puedan estar en pie delante del Hijo del hombre.»

Reflexión: Lucas 21,25-28.34-36

Estos días la Iglesia ha querido que meditemos en torno al fin de nuestras existencias, más allá de cualquier sentido trágico que podamos encontrar en los textos, con los que se buscan persuadirnos a la reflexión, está el descubrir el sentido de la vida y enfocarnos en él de forma coherente, de tal modo que llegado el momento de presentarnos ante el Rey del Universo, podamos sostenernos en pie, es decir, que no tengamos nada de qué avergonzarnos, nada que nos haga flaquear o trastabillar. De allí supongo que nace el dicho que “el que nada debe, nada teme”. Y es que en tal momento, no sabemos cómo exactamente, pero seremos totalmente traslúcidos y transparentes a los ojos de Dios y seguramente de todo el mundo. En un instante serán vistas y reveladas públicamente todas nuestras intenciones y nuestros actos, no quedando nada oculto. ¿Estamos preparados para presentarnos de este modo frente a nuestros hijos, frente a nuestros padres, frente a nuestros hermanos y amigos? ¿Estamos preparados para presentarnos así, totalmente desnudos, frente a nuestro Padre? ¿O nos pasará como aquel pasaje de Génesis (3,8-11) cuando sale Dios Padre a buscar a Adán y Eva y ellos se escondían avergonzados? ¿De qué se escondían? ¿Por qué se escondían?

8. Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahveh Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Yahveh Dios por entre los árboles del jardín.
9. Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?»
10. Este contestó: «Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí.»
11. El replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?»

Podemos ver cómo conjugan perfectamente ambos pasajes. Solo se avergüenza y esconde quien tiene algo que ocultar, lo que es imposible de lograr frente a Dios, que todo lo ve y todo lo sabe. Aquél día lo veremos y será como revelarnos completamente al mundo, tal como somos. ¿Podremos hacerlo manteniéndonos de pie? Estén en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengan fuerza y escape a todo lo que está para venir, y puedan estar en pie delante del Hijo del hombre.

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