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Marcos 9,38-40 – está con nosotros

Texto del evangelio Mc 9,38-40 – está con nosotros

38. Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros».
39. Pero Jesús les dijo: «No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí.
40. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.

Reflexión: Mc 9,38-40

Son necesarias muy pocas palabras para comunicar lo que es importante. Así de rica es la Palabra de Dios, que puede decirnos todo con una sola palabra, si es preciso. Hoy con solo tres versículos nos manda a reflexionar en aquello que hemos venido meditando en días anteriores: que solo hay un Camino, que es preciso escoger y que el que está con Dios no puede estar contra Él. Y lo contrario también es cierto: quien está contra Dios no puede estar con Él. Cuando nos adentramos en la meditación de este mensaje, imbuidos en las ideas de nuestro mundo, que nos son transmitidas cotidianamente por todos los medios posibles, resulta difícil comprender esta afirmación, pues nos parece muy drástica. Y es que nuestra práctica cotidiana, en lo que sea que hagamos nos machaca todo el tiempo que hay grados, niveles, matices en todo y que todos estos son aceptables, según el marchante, es decir, según las circunstancias, vivencias, formación y otros aspectos que cada quién lleva como una mochila a cuestas. Así, lo que está bien para unos, no tiene que estar bien, necesariamente, para otros. Y esto muchos lo creemos así, a raja tabla, porque es el mensaje del sistema. Todo es elegible y descartable: depende de cada quién. Lo que está bien para ti, no está bien para mí. Lo que a ti te parece correcto, a mí no. Hemos relativizado todo y por eso nos cuesta distinguir el bien del mal. Ya no sabemos qué está bien, ni qué está mal, porque pensamos que todo depende…Depende de quien haya hecho tal o cual cosa, de quién lo diga, de en qué momento y a quién. Esta creencia ha llevado paulatinamente a derribar la murallas de los conceptos y tradiciones que parecían más sólidas e inamovibles en nuestra sociedad, como el matrimonio: con el divorcio y el matrimonio homosexual; o la familia como la fuente de amor y vida, reduciéndola a un pacto de conveniencia económica que no crea, ni fomenta, ni profundiza los lazos de amor tan necesarios para la convivencia humana; o el amor conyugal, desvirtuado y banalizado al convertirlo en práctica y ejercicio cotidiano en el que el amor ha quedado desterrado; y, luego, el desprecio por la vida, en todos los ámbitos, pero especialmente en el de la unión sexual de las parejas, para las que resulta un estorbo y un mal no deseado el fruto de estas, como son los hijos, a los que se descarta sin ningún escrúpulo por todos los medios posibles, sin reparar en lo más mínimo en lo que se hace, por la razón más recurrida en nuestros días: porque todos lo hacen. «No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.

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Marcos 9,30-37 – el servidor de todos

Texto del evangelio Mc 9,30-37 – el servidor de todos

30. Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera,
31. porque enseñaba y les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará».
32. Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas.
33. Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: «¿De qué hablaban en el camino?».
34. Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.
35. Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: «El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos ».
36. Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo:
37. «El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado».

Reflexión: Mc 9,30-37

Las cosas que nos interesan y por las que discutimos, no son en las que Jesucristo está enfocado. Él tiene otra visión de lo que debe ser importante para nosotros, según aquello que le ha manifestado el Padre. Él nos ha creado por amor y nos ha destinado a ser felices y vivir eternamente. Si bien es cierto nos ama sin condición alguna, tan solo porque así lo ha querido, no será posible que todos alcancemos la Vida Eterna como Él quisiera, porque ello depende de nosotros. ¿Por qué haría esto si es verdad que nos ama tanto? Manteniendo nuestro modo de pensar y percibir el mundo, resulta incomprensible lo que estamos diciendo, pero como dijimos antes, hay un punto de vista distinto, el de Dios, al que podemos aproximarnos gracias a Jesucristo. Dios nos ha creado para que seamos felices, pero al mismo tiempo nos ha dotado de las cualidades necesarias para alcanzar este fin por nuestra propia voluntad, dejando que decidamos libremente si queremos o no lo que Él quiere y nos propone. Dios nos ama tanto, que quiere que todos seamos felices, por eso ha enviado a Su Hijo Jesucristo a Salvarnos, es decir, a evitar que nos perdamos, enseñándonos el Camino. Pero nuevamente, le ha dado instrucciones muy precisas para que respete nuestra dignidad. Es decir que Jesús debe Salvarnos, sin imponernos nada, sino persuadiéndonos de escoger lo que más nos conviene. Y para ello no ha escatimado esfuerzo alguno, hasta llegar a dar Su propia vida por nosotros. El reto: convencernos, sin forzarnos y apelando a nuestro libre albedrío para que escojamos lo que nos conviene. Jesús ha hecho todo y como corresponde a Dios, lo ha hecho perfecto. Él ya hizo Su jugada. La pelota está en nuestra cancha. Depende de nosotros. Solo debemos tomar una decisión y elegir entre Dios o el Dinero. Eso es todo. Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: «El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos ».

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Marcos 9,14-29 – ayúdame porque tengo poca fe

Texto del evangelio Mc 9,14-29 – ayúdame porque tengo poca fe

14. Cuando volvieron a donde estaban los otros discípulos, los encontraron en medio de una gran multitud, discutiendo con algunos escribas.
15. En cuanto la multitud distinguió a Jesús, quedó asombrada y corrieron a saludarlo.
16. Él les preguntó: «¿Sobre qué estaban discutiendo?».
17. Uno de ellos le dijo: «Maestro, te he traído a mi hijo, que está poseído de un espíritu mudo.
18. Cuando se apodera de él, lo tira al suelo y le hace echar espuma por la boca; entonces le crujen sus dientes y se queda rígido. Le pedí a tus discípulos que lo expulsaran pero no pudieron».
19. «Generación incrédula, respondió Jesús, ¿hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo».
20. Y ellos se lo trajeron. En cuanto vio a Jesús, el espíritu sacudió violentamente al niño, que cayó al suelo y se revolcaba, echando espuma por la boca.
21. Jesús le preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que está así?». «Desde la infancia, le respondió,
22. y a menudo lo hace caer en el fuego o en el agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten piedad de nosotros y ayúdanos».
23. «¡Si puedes…!», respondió Jesús. «Todo es posible para el que cree».
24. Inmediatamente el padre del niño exclamó: «Creo, ayúdame porque tengo poca fe ».
25. Al ver que llegaba más gente, Jesús increpó al espíritu impuro, diciéndole: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo ordeno, sal de él y no vuelvas más».
26. El demonio gritó, sacudió violentamente al niño y salió de él, dejándolo como muerto, tanto que muchos decían: «Está muerto».
27. Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y el niño se puso de pie.
28. Cuando entró a la casa y quedaron solos, los discípulos le preguntaron: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?».
29. El les respondió: «Esta clase de demonios se expulsa sólo con la oración».

Reflexión: Mc 9,14-29

Leyendo y releyendo este texto extraemos muy rápidamente cuatro ideas muy nítidas para nuestra reflexión: la falta de fe, nada hay imposible para el que cree, la pérdida de paciencia de Jesús y la oración como la fórmula para expulsar al demonio. Veamos en primer lugar al reto al que se enfrentan los discípulos, y al que muchas veces nos estamos enfrentando nosotros. ¿Acaso no es cierto que muchas veces queremos resolver algunos asuntos graves al mismo estilo de Jesús, mediante un milagro? ¿Cuántas veces tenemos que abandonar el intento derrotados y desanimados por el fracaso? En esta misma ridícula y vergonzosa situación encontramos hoy a los discípulos de Jesús. Podemos imaginarlos, rodeados de gente y tratando de curar como Jesús, sin ningún resultado. Si habían curado y resuelto otros caso, no lo sabemos a ciencia cierta, pero es posible, porque de otro modo no lo hubieran intentado con este y no se estarían preguntando el porqué de su fracaso. Esto nos lleva a pensar que hay una gradualidad en la fe, que nunca la alcanzaremos en su plenitud, pero que no por eso debemos dejar de ejercerla, como lo hacen los discípulos. No podemos sentarnos a esperar a que esta crezca lo suficiente para entonces dejarnos guiar por ella. Es preciso ponernos a actuar inmediatamente, teniendo en cuenta que “todo es posible para el que cree”, tal como nos lo dice el Señor. «¡Si puedes…!», respondió Jesús. «Todo es posible para el que cree». Inmediatamente el padre del niño exclamó: «Creo, ayúdame porque tengo poca fe ».

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Marcos 16,15-20 – El que crea y sea bautizado, se salvará

Texto del evangelio Mc 16,15-20 – El que crea y sea bautizado, se salvará

15. Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación.
16. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.
17. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas,
18. agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.»
19. Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios.
20. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.

Reflexión: Mc 16,15-20

La salvación está en creer y ser bautizado. ¿Por qué el Señor une ambas condiciones finalmente? ¿Por qué no basta con creer? Porque la fe nos llega por medio de alguien. La fe es una herencia comunitaria. La fe se transmite de padres a hijos, no nace por generación espontánea. Así, casi podemos afirmar que el mismo que transmite la fe tiene la obligación de bautizar o cando menos velar porque quien la recibe sea bautizado. Resulta lógico que así sea, porque el bautizado recibe el auxilio del Espíritu Santo, el mayor auxilio que podemos tener los cristianos, por Gracia de Dios. Él quiso que así fuera, por lo tanto, si creemos, debemos ser bautizado. Sería un absurdo que no fuera así, pues denotaría falta de fe e ignorancia. Pero esto no puede ser pasado por alto por quien transmite adecuadamente la fe. En otras palabras, tenemos la obligación de dar a conocer a Jesús para que nuestros hermanos se conviertan y crean, pero al mismo tiempo no podemos obviar el bautizo, que es el primer paso lógico que debe dar el creyente en señal de fe, porque este le permite nacer nuevamente, sin importar la edad que tenga, en agua y en espíritu, a una vida nueva, inspirada por el Espíritu Santo de Dios, que habrá de acompañarlo el resto de su existencia. El mismo bautismo constituye un acto de fe, pues significa la entrega y el abandono al Espíritu Santo de Dios, confiando plenamente en que este lo habrá de guiar por el camino de la salvación. Por eso ambos son necesarios y prácticamente inseparables. ¿Pero qué ocurre cuando el bautizado es un bebé que no puede dar razón de su fe? Son los padres y padrinos que asumen la responsabilidad de prepararlo, de modo que llegada la edad de la razón, pueda comprender aceptar y agradecer que sus padres y padrinos hayan tomado aquella decisión por él, porque esta le habrá permitido vivir con la incomparable ayuda del Espíritu Santo aun antes que tuviera edad para comprenderlo. En cualquier caso el bautizo pone de relieve el compromiso de la comunidad en la transmisión de la fe, ya que nadie puede bautizarse a sí mismo. Que seamos bautizados, es señal que no solo Dios vela por nosotros, sino nuestros hermanos, nuestra comunidad, nuestros semejantes, nuestro prójimo. Es gracias a la participación de ambos que alcanzamos la salvación, porque así lo ha querido Dios. Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.

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Marcos 16,9-15 – se les apareció y les echó en cara su incredulidad

Texto del evangelio Mc 16,9-15 – se les apareció y les echó en cara su incredulidad

9. Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios.
10. Ella fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con él, que estaban tristes y llorosos.
11. Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron.
12. Después de esto, se apareció, bajo otra figura, a dos de ellos cuando iban de camino a una aldea.
13. Ellos volvieron a comunicárselo a los demás; pero tampoco creyeron a éstos.
14. Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado.
15. Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación.

Reflexión: Mc 16,9-15

A veces, influenciados por tantas ideas y concepciones escépticas, que paulatinamente van condicionándonos a creer tan solo en lo tangible, como es el dinero contante y sonante, nos invaden las dudas, sobre todo cuando lo que hacemos no pareciera retribuirnos ni un céntimo y por el contrario, si hiciéramos algunas cosas distintas y prestáramos más atención a ciertos eventos o personajes, podríamos estar recibiendo algo de dinero contante y sonante. ¿Por qué aferrarnos a estas cosas que como decía un cierto curita, pasaron hace tanto tiempo “ y sabe Dios si serán ciertas”. Y es que así, entre broma y broma se va sembrando en nosotros la incertidumbre y poco a poco llega un momento que sin darnos ni cuenta, hemos perdido la fe, hemos dejado de creer. Y, ya no nos asusta ni nos llama la atención, porque miramos a nuestro alrededor y parece que este fuera el común denominador de cuantos nos rodean. Vivimos en un mundo en el que Dios está lejísimos; pocos se acuerdan de la fe y para qué sirve, a no ser cuando atravesamos por alguna dificultad o queremos lograr salud, dinero, fama, títulos o sabiduría. Dios es como nuestra Partida de Nacimiento, que sabemos que está por algún lado y jamás la tenemos presente, a no ser cuando la necesitamos. Así, por la fuerza de la costumbre nos va resultado cada vez más sencillo arrinconarlo y prescindir de Él. Eso sí, para todos los efectos somos cristianos, solo que “no practicantes”. Muy pronto seremos los primeros en oponernos a lo que dicen los curas y a sus ideas “anacrónicas”, abrigando la esperanza que algún día muy cercano la Iglesia se adaptará al mundo moderno, tal como nos parece lo viene pretendiendo el Papa Francisco, del cual sabemos tanto como unos cuantos titulares leídos muy rápidamente y algunas frases sueltas tomadas de Facebook con miles de likes. La verdad es que no conocemos al Señor, ni creemos en Él. En realidad creemos en un Dios forjado en nuestro interior a nuestra imagen y semejanza, es decir justo al revés de lo que nos enseña la Biblia. Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado.

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Marcos 7,1-13 – su corazón está lejos de mí

Texto del evangelio Mc 7,1-13 – su corazón está lejos de mí

1. Se reúnen junto a él los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén.
2. Y al ver que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas,
3. – es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos,
4. y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas -.
5. Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?»
6. El les dijo: «Bien profetizó Isaías de ustedes, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
7. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres.
8. Dejando el precepto de Dios, se aferran a la tradición de los hombres.»
9. Les decía también: «¡Qué bien violan el mandamiento de Dios, para conservar su tradición!
10. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre y: el que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte. Pero ustedes dicen:
11. Si uno dice a su padre o a su madre: «Lo que de mí podrías recibir como ayuda lo declaro Korbán – es decir: ofrenda -«,
12. ya no le dejan hacer nada por su padre y por su madre,
13. anulando así la Palabra de Dios por su tradición que se han transmitido; y hacen muchas cosas semejantes a éstas.»

Reflexión: Mc 7,1-13

Pocas cosas le molestan más a Jesús que la hipocresía. Y es que en verdad pocas cosas hay perores que la mentira y el engaño, y la hipocresía es una forma elaborada de engaño y mentira. El hipócrita finge desconocer algo o finge ser inocente, valiéndose de resquicios legales con la intención de justificarse. Así, si no hay nada legislado al respecto o si hay vacíos en la ley, los usa para justificar lo que hace porque le conviene o le gusta, aun sabiendo que está mal y lo peor es que no tiene ningún reparo en dar mal ejemplo y llevarse de encuentro a quién sea, incluso al mismo Dios, con tal de salir con su capricho. Esto es una blasfemia, porque a Dios no se le puede engañar y él lo sabe muy bien, pero finge desconocerlo o simplemente le importa un comino. En buena cuenta es un desafío a Dios, lo que constituye una torpeza y una afrenta que tarde o temprano se paga. Sin embargo, mientras dura y es posible sostener la mentira, lo hará con cinismo, a cualquier precio, a cualquier costo. Hipocresía y mentira son dos caras de la misma moneda fraguada, falsa. Son tan detestables que el mismo Jesucristo advierte que los vomitará. Veamos a qué extremo llega el repudio de Jesús por estos personajes, de los que está llena la política universal y la peruana, desde donde escribimos estas reflexiones: Él les dijo: «Bien profetizó Isaías de ustedes, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.

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Marcos 6,53-56 – cuantos la tocaron quedaban salvados

Texto del evangelio Mc 6,53-56 – cuantos la tocaron quedaban salvados

53. Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron.
54. Apenas desembarcaron, le reconocieron en seguida,
55. recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían que él estaba.
56. Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados.

Reflexión: Mc 6,53-56

Confesamos que la parte final de este pasaje nos deja un poco desconcertados, sobre todo porque no hemos encontrado unanimidad en la traducción de la última palabra. Puede parecer una nimiedad, pero no lo es para nosotros, porque entendemos que decir “curados” o “sanados” no es lo mismo que “salvados”. Claro que como sugiere alguna página, si aplicamos nuestra lógica, aunque diga salvados, debemos entender sanados, pues cuando uno tiene una enfermedad grave o terminal y es curado, lo que decimos usualmente es que fuimos salvados de esta enfermedad. Concluyen que es en ese sentido que se usa la palabra salvados en este pasaje. Por lo tanto vamos a hacer nuestra reflexión pensando en esta acepción. Sin embargo, valga la ocasión para invitarlos a buscar en Internet para que descubran cómo mientras varias traducciones se refieren a “sanados o curados” la Biblia de Jerusalén, que es la que usamos dice “salvados”. Al respecto debemos recordar la discusión que tiene Jesús con los escribas y fariseos porque a un paralítico le dijo “tus pecados te son perdonados” y estos le reprocharon que dijera eso, porque solo Dios puede perdonar los pecados, a lo que Jesús respondió: ¿qué es más fácil decir “tus pecados te son perdonados” o levántate y anda? Obviamente “tus pecado te son perdonados”, porque yo mismo podría decirles esto a cualquiera de ustedes mis queridos lectores, pero que constancia tendrían que en realidad les estoy perdonando los pecados. Ninguna. Por eso el Señor, para que creyéramos en que Él tiene poder para perdonar los pecados y por lo tanto para Salvarnos, inmediatamente cura a este paralítico, con lo que queda claro que es Dios y como tal, tiene todos los poderes, para perdonar, curar y salvar. Es por eso que nos resulta tan importante saber si en este pasaje sana o salva. Aceptemos que lo que hace es curar o sanar. Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados.

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Marcos 6,30-34 – dejándolo todo, le siguieron

Texto del evangelio Mc 6,30-34 – dejándolo todo, le siguieron

1. Estaba él a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios,
2. cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes.
3. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre.
4. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echen sus redes para pescar.»
5. Simón le respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes.»
6. Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse.
7. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían.
8. Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador.»
9. Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado.
10. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres.»
11. Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.

Reflexión: Mc 6,30-34

Lo que hacen Pedro y sus compañeros, es lo que el Señor espera de todos nosotros. Es bueno repetirlo y recordarlo, porque a punta de negarlo, no respondemos a la altura que el Señor exige, justificándonos, como si se tratara de un lenguaje figurado o solo dedicado a Simón Pedro y su gente. El problema radica en que no llegamos a entender lo perentorio del llamado de Jesús y lo excluyente que es con respecto a cualquier otra actividad. El Señor nos quiere a dedicación exclusiva. Esto es algo que comprendemos muy bien cuando se trata de un trabajo y sabemos que en tal caso debemos negociar muy bien, porque la remuneración y las gollerías deben ser altos si alguien nos quiere con exclusividad o en todo caso, la causa debe ser muy prestigiosa o de mucha trascendencia. Solo así estaremos dispuestos a entregarnos en exclusividad. Por lo general no nos gusta, ni queremos un trabajo o actividad con tal grado de compromiso y sin embargo eso es lo que nos pide el Señor. ¿Lo haremos? ¿O caeremos en el lugar común de asentir de palabra, pero no de obra? Decimos que somos cristianos y hemos decidido seguir a Jesús, pero si no lo decimos nadie lo nota, porque seguimos con nuestra vida y actividades de siempre, sin que alguien pueda notar el menor detalle que pudiera exteriorizar nuestro compromiso. ¿Qué clase de compromiso es este que no se manifiesta de modo externo? Pongámoslo de este modo: juramos amor eterno a una señorita y le decimos que nos uniremos a ella hasta que la muerte nos separe, pero seguimos llevando vida de solteros y cada quien duerme en sus respectivas casas. Le decimos a todo el mundo que estamos casados, pero nadie nos ve juntos en ningún momento del día ¿Sería posible? ¿Sería correcto? ¿No? Y entonces ¿por qué parece que aplicamos este tipo de relación con Jesús? ¿Es tan solo apariencia o es real? «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres.» Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.

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