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Mateo 5,20-26 – si su justicia no es mayor

Texto del evangelio Mt 5,20-26 – si su justicia no es mayor

20. «Porque les digo que, si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
21. «Han oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal.
22. Pues yo les digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano «imbécil», será reo ante el Sanedrín; y el que le llame «renegado», será reo de la gehenna de fuego.
23. Si, pues, al presentar tú ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti,
24. deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda.
25. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel.
26. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.

Reflexión: Mt 5,20-26

El Señor nos hace ver de diversas maneras la exigencia de Su Palabra, que va más allá de cuanto estamos habituados. No se trata entonces de hacer lo que todos hacen; nosotros estamos llamados a ir mucho más allá. Nos lo ha dicho de diversas maneras, así que debemos estar atentos y reflexionar al respecto. Fijémonos en la comparación que hace. Parece abismal la diferencia, sin embargo es claro que por ningún motivo podemos considerar como ejemplo o excusa para nuestro comportamiento la forma en que se comportan los escribas y fariseos, es decir los que detentan el poder, de los que sabemos que usualmente son hipócritas y practican la ley del embudo, es decir que siendo ellos los legisladores y los que tiene el deber de velar porque las leyes se cumplan, las aplican de un modo muy suigéneris, siendo muy permisivos con ellos mismos y exigiendo al extremo a los demás. Pues Jesús no nos dice tan solo que debemos ser justos en el sentido que todos esperan, incluso los hipócritas, sino que debemos ir más allá, al otro extremo. Entre dar la muerte a alguien y encolerizarse contra un hermano hay una distancia sideral, sin embargo el Señor quiere que rechacemos a tal extremo esta actitud, que la equipara. Es decir que para cualquiera de nosotros ha de ser tenido por un crimen el encolerizarnos con nuestros hermanos. A qué puede llevarnos esto, si no a vivir de tal modo que jamás, JAMÁS acudamos a la violencia en ningún sentido, ni física, ni verbal y podríamos agregar incluso ni de pensamiento, porque solo así podremos evitar cualquier manifestación externa de cólera. ¡Qué difícil! ¡Cuánto autocontrol se nos exige! Y es que el Camino que nos propone el Señor está muchísimo más allá de cuanto imaginamos o estamos acostumbrados a considerar. Jesús no quiere que hagamos lo que todos, así que la excusa aquella de “es normal”, porque “todos lo hacen”, no entra en ninguna de sus consideraciones. Nosotros hemos de actuar de otro modo, siguiendo el ejemplo de Jesús. Porque les digo que, si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.

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Mateo 5,17-19 – No he venido a abolir

Texto del evangelio Mt 5,17-19 – No he venido a abolir

17. «No piensen que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
18. Sí, les aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda.
19. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.

Reflexión: Mt 5,17-19

Hay varias ideas que podemos proponer para nuestra reflexión el día de hoy, inspirados en el Evangelio que acabamos de leer. Trataremos de enfocarnos en tres: precisión, coherencia y trascendencia. En cuanto a (1) precisión, hemos de tener la certeza que todo está milimétricamente calculado. A la Creación de la cual somos parte privilegiada, no le falta ni le sobra nada. Todo tiene su espacio, su tiempo y su razón de ser. No sobra el fuego, como tampoco el agua. El Cosmos con la infinidad de estrellas y cuerpos celestes que lo contienen, muchos de los cuales nos son y nos seguirán siendo ajenos por los siglos de los siglos tienen su cómo, su por qué y su para qué, aun cuando escape a nuestra comprensión. Cada una de las células, de las moléculas y las partículas que tiene nuestro organismo, que pueden seguir dividiéndose al infinito, tienen su razón de ser y existir, en la forma en que han sido creadas, porque tras todo esto hay una Inteligencia Infinita y por tanto superior a cuanto podemos imaginar y entender. Si nosotros hemos sido capaces de crear máquinas de precisión asombrosa, capaces de navegar por el torrente sanguíneo, podemos tratar de aproximarnos con la ayuda del pensamiento y la imaginación a la perfección de Dios, pero nunca lograremos abarcarla, porque siempre lo encontraremos sorprendentemente más allá de cuanto podemos pensar o imaginar, lo que, bien pensado, debe resultarnos lógico, puesto que se trata de Dios, nuestro Creador, Principio y Fin de todo cuanto existe. Increíblemente, de un modo sorprendente, que solo podía ser explicado por Él, Su Único Hijo se hizo hombre como nosotros y nació de la Virgen María –una mujer como nosotros, pero escogida por Dios para tal honor-, y vino a vivir entre nosotros con una Misión encomendada por Su Padre: Salvarnos de la muerte y del pecado, a fin que Vivamos Eternamente en el Reino de los Cielos, alabando y gozando de la presencia de Dios Padre, para lo cual fuimos creados. Todo ha sido calculado y organizado hasta el más mínimo detalle para hacerlo posible. Solo se necesita un ingrediente que depende de nuestra voluntad: que creamos. Si confiamos nuestras vidas a un piloto y una máquina creada por hombres para trasladarnos de un lugar a otro, ¿por qué nos cuesta tanto confiar en Dios que lo hizo TODO por amor? No piensen que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.

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Mateo 5,13-16 – brille su luz ante los hombres

Texto del evangelio Mt 5,13-16 – brille su luz ante los hombres

13. Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo podrá ser salada de nuevo? Ya no sirve para nada, por lo que se tira afuera y es pisoteada por la gente.
14. Ustedes son la luz del mundo: ¿cómo se puede esconder una ciudad asentada sobre un monte?
15. Nadie enciende una lámpara para taparla con un cajón; la ponen más bien sobre un candelero, y alumbra a todos los que están en la casa.
16. Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres; que vean estas buenas obras, y por ello den gloria al Padre de ustedes que está en los Cielos.

Reflexión: Mt 5,13-16

Estamos destinados a dar luz y sabor al mundo. Contrariamente a lo que muchos piensan, no se trata de pasar desapercibido, procurando mostrar un perfil bajo, porque nosotros no tenemos nada que esconder. Tampoco se trata de buscar la figuración por la vanidad o el orgullo que esto puede acarrearnos. Pero nuestra presencia no puede pasar desapercibida. No es que queramos caerle bien a todo el mundo, para que todos nos quieran y admiren. Se trata de ser un punto de referencia o un punto de inflexión. No buscamos notoriedad brindando nuestro criterio, pero nos tomamos en serio cada vez que es necesario opinar y buscamos portar la luz del Señor en cada situación que afrontamos, sea esta cotidiana o extraordinaria. Para nosotros no pasa desapercibido la forma en que las personas se tratan entre sí, las palabras que se dicen o los gestos que se dedican unos a otros. No es que seamos más exigentes que nadie, sino que tratamos de ser justos en toda ocasión, valorando a cada persona que se nos atraviesa como si se tratara del mismo Señor Jesucristo. Reconocemos que todos poseemos la misma dignidad que Dios Padre nos ha querido dar, la dignidad de Hijos de Dios y de este modo tratamos a cada persona como un emisario de Dios. Somos cautelosos, nos refrenamos y nos corregimos inmediatamente cuando nos damos cuenta que hemos cometido un error, procurando hacer sentir a cada persona valorada, atendida y oída con la importancia que esperan. Saludamos, nos despedimos, sonreímos, somos amables, no nos burlamos y nos esforzamos por hacer sentir cómodos a nuestros interlocutores ocasionales. Ello no nos exime de tomar la posición correcta cuando ellos es necesario, diciendo claramente y sin temor lo que es correcto. No buscamos notoriedad, sino que prevalezca siempre la verdad. Si hemos de ser conocidos, que sea por ser indoblegables e intransigentes al momento de hacer lo que es correcto. No entramos en componendas ilegales a espaldas de los interesados, para obtener provecho propio. ¡Hacemos siempre lo correcto! Con una sola condición: para mayor Gloria de Dios. Es decir que no buscamos que nos miren y admiren, sino que vean que Bueno es el Señor a quien servimos con mucha alegría. Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres; que vean estas buenas obras, y por ello den gloria al Padre de ustedes que está en los Cielos.

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Mateo 5,1-12 – Alégrense y muéstrense contentos

Texto del evangelio Mt 5,1-12 – Alégrense y muéstrense contentos

01. Jesús, al ver toda aquella muchedumbre, subió al monte. Se sentó y sus discípulos se reunieron a su alrededor.
02. Entonces comenzó a hablar y les enseñaba diciendo:
03. «Felices los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
04. Felices los que lloran, porque recibirán consuelo.
05. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
06. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
07. Felices los compasivos, porque obtendrán misericordia.
08. Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios.
09. Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.
10. Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
11. Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias.
12. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vinieron antes de ustedes.

Reflexión: Mt 5,1-12

Se nos pide vivir de un modo muy distinto al común de los mortales, un modo exigente, modesto y austero en todos los sentidos y sin embargo mantener una actitud positiva, alegre, satisfecha. A la usanza del mundo, cualquiera que viviera las bienaventuranzas tendría que sentirse disminuido, sobrecogido y triste, con poco ánimo para nada, con una actitud apesadumbrada propia de aquel que está siendo sometido a duros sacrificios o que tiene que cargar pesadas cargas. Y es que difícilmente movemos un dedo si no obtenemos algún tipo de reconocimiento y si nos sacrificamos, lo menos que queremos es gratitud y alguna mención especial que permita reconocer nuestros méritos, privaciones o esfuerzos. Por ningún motivo estamos dispuestos a aceptar esta situación de desventaja como algo pasajero, que llevado sin resentimientos pudiera acarrearnos la salvación. Así, algunos hacemos del superar estas situaciones adversas una razón poderosísima para nuestros actos, procurando salvarlas a cualquier precio, como si no hubiera nada más importante que el superar estas limitaciones y obstáculos, caiga quien caiga. Pero, si bien Dios no quiere que pasemos hambre o padezcamos por el abuso de otros, tampoco desea que cambiemos el orden por la fuerza y la violencia, sino pacíficamente, a través del diálogo y del entendimiento, teniendo la resignación y la paciencia necesarias para saber ver al horizonte, con una perspectiva más amplia que permita acepar estas situaciones temporales, emprendiendo cualquier movimiento para el cambio, sin perder de vista que ello ha de ser fruto del entendimiento, la armonía, la paz, el amor y la fe. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vinieron antes de ustedes.

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Mateo 11,25-30 – Vengan a mí los que van cansados

Texto del evangelio Mt 11,25-30 – Vengan a mí los que van cansados

25. En aquella ocasión Jesús exclamó: «Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado.
26. Mi Padre ha puesto todas las cosas en mis manos.
27. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo se lo quiera dar a conocer.
28. Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré.
29. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso.
30. Pues mi yugo es suave y mi carga liviana.»

Reflexión: Mt 11,25-30

Hermoso fragmento de los Evangelios, que solo pueden llenarnos de paz y esperanza. ¿A quiénes? A los atribulados, a los apesadumbrados, a los explotados, a los que llevan pesadas cargas y se sienten como aplastados por ellas, porque no ven ninguna salida a una rutina lúgubre, densa, oscura, a la que se sienten engrilletados, sin poder ver el horizonte. Desde luego, esa no es la situación de todos, pero hay algunos, muchos entre nosotros que efectivamente sentimos que parece que es imposible levantar cabeza, que cuando no es una cosa, es otra, que pareciera que solo hubiéramos venido a este mundo a sufrir, ante la indiferencia de nuestros hermanos. Si nosotros mismos no lo estamos padeciendo, es algo con lo que podemos tropezar todos los días. Gentes condenadas a arrastrar duras cadenas, de las que pareciera que no tienen como salir, sin que alguien les eche una mano y les dé una nueva oportunidad. Las encontramos en las esquinas, recostadas sobre la pared, con las manos extendidas; o en los parques durmiendo abrigadas entre cartones; a la salida de los templos o en los niños limpiando los parabrisas de los carros por unos centavos. Pero no son solo ellos, sino también los cientos de miles de refugiados que se encuentran tocado las puertas de Europa, familias enteras, mendigando una posibilidad de seguir viviendo libres de la de violencia y el acoso a que se exponen diariamente en sus países, donde además escasean recursos tan esenciales como el agua y los alimentos. Es a toda esta gente que sobrevive angustiada, asustada, frágil, debilitada, deprimida, violentada, agotada, exhausta por interminables noches de insomnio, cansada de arañar piedras para obtener agua o alimentos, que se contentaría con los mendrugos que caen de nuestras mesas, con la comida que dejamos malograr en nuestra nevera y que luego arrojamos a la basura, es a estas personas, que son nuestros hermanos, que se dirige el Señor, ofreciéndoles alivio, amor, paz y esperanza. El Señor es el único que tiene la capacidad para restañar nuestras heridas, aun aquellas que llevamos desde hace años grabadas como un tatuaje. Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso.

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Mateo 28,16-20 – yo estoy con ustedes todos los días

Texto del evangelio Mt 28,16-20 – yo estoy con ustedes todos los días

16. Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
17. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron.
18. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.
19. Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
20. y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.»

Reflexión: Mt 28,16-20

Estamos frente a las últimas líneas del Evangelio de San Mateo, con las que pone fin al testimonio que le fue encomendado escribir por inspiración divina y con la guía del Espíritu Santo. Llegó el día en que Jesús finalmente ascenderá al cielo. Todos van, sin embargo algunos de ellos todavía dudan. Que nos sirva de consuelo cuando se nos presentan dudas, pero al mismo tiempo de estímulo para esforzarnos en creer, porque, tal como nos lo ha venido repitiendo el Señor esto es lo más importante. Creer es dar el paso fundamental y aunque leer los Evangelios y conocer a través de ellos a Jesucristo es importante, no es imprescindible el mismo grado de conocimiento que se exige en otras circunstancias, porque creer es finalmente Gracia de Dios. Esto quiere decir que Él tiene la potestad de suscitar esta fe en quien lo busca, más allá del conocimiento o de cualquier circunstancia que pudiéramos vivir. Y aquí es básico recordar esta promesa extraordinaria de Jesús de quedarse con nosotros hasta el fin del mundo. Claro, si no tenemos fe, sonará risible y estrambótica. Sin embargo para los que tenemos fe significa que Él está con nosotros allí donde posamos la vista e incluso nuestros pensamientos. Él está en cada molécula, en cada partícula de este mundo y por supuesto, en cada uno de nosotros y especialmente en los más pobres, en los que más sufren. El Señor está en todo, pero necesita que reorientemos el Universo hacia Él, hacia la Salvación, lo que exige amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado. No es fácil y mucho menos cuando no hay fe y por el contrario, encontramos una fuerza que camina en sentido contrario, promoviendo el egoísmo, el hedonismo, el poder, la riqueza, el orgullo, la soberbia, la mentira y la muerte, como el único medio para asegurar el bienestar temporal de los más fuertes, de los más ricos. El Dinero es opuesto a Dios, porque propugna que todo se puede comprar y que tan solo depende de la cantidad de dinero que podamos ofrecer. Por eso es preciso acumularlo sin límites, ya que es tan solo lo que él nos puede dar aquí y ahora lo que importa. La filosofía del dinero, sobre la cual se ha edificado este mundo ha sido propiciada por el Príncipe de las Tinieblas y es obviamente contraria a la Voluntad de Dios, quien nos ha creado para vivir eternamente, lo que solo es posible, tal como nos lo enseña Jesús, si amamos a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos…hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.

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Mateo 21,33-43.45-46 – Se les quitará el Reino de Dios

Texto del evangelio Mt 21,33-43.45-46 – Se les quitará el Reino de Dios

33. «Escuchen otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó.
34. Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos.
35. Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon.
36. De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma manera.
37. Finalmente les envió a su hijo, diciendo: «A mi hijo le respetarán.»
38. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: «Este es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia.»
39. Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron.
40. Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?»
41. Dícenle: «A esos miserables les dará una muerte miserable arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo.»
42. Y Jesús les dice: «¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?
43. Por eso les digo: Se les quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos.»
45. Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que estaba refiriéndose a ellos.
46. Y trataban de detenerle, pero tuvieron miedo a la gente porque le tenían por profeta.

Reflexión: Mt 21,33-43.45-46

¿Cuántas veces nos habremos detenido a reflexionar esta lectura? Primera vez que puedo sentir claramente una advertencia. Todos volteamos a otro lado y nos hacemos los locos, como si la cosa no fuera con nosotros. Si son los sumos sacerdotes y los fariseos los que inmediatamente se dan por aludidos, será para ellos que está dirigida la parábola ¿no es cierto? Ya puedo oír a algunos de nuestros sacerdotes -los pocos que todavía hacen homilías en día de semana-, explicando quienes son los sumos sacerdotes y quienes los fariseos…personajes a dos mil años de distancia de nosotros, es decir, nadie que pueda quitarnos el sueño; allá ellos. ¿Es así? Me recuerda a un compañero de carpeta en el colegio, hace más de 50 años, que molestaba a todo el mundo tirando papelitos o migajas de pan, hasta que el profesor volteaba y lo cogía infraganti, llamándole la atención desde un extremo de la clase y el cínicamente volteaba a mirar a su compañero de la siguiente carpeta, sin asumir su responsabilidad y pretendiendo sembrar la duda de quién había cometido en realidad la travesura. Pero lo que se puede contar como una anécdota infantil no es válido con el Señor, ni con la vida misma; los sumos sacerdotes y los fariseos no pueden hacerse los locos, pues saben muy bien que se dirige a ellos. ¿Y nosotros? ¿Estamos exentos de falta? Han pasado 2mil años, el Propietario efectivamente cambio de arrendatarios, de conductores del predio, ¿han cambiado los resultados? ¿A quién se está dirigiendo por lo tanto el Señor? ¿Quiénes tenemos responsabilidad sobre la producción de este viñedo? Por eso les digo: Se les quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos.

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Mateo 20,17-28 – el primero entre ustedes

Texto del evangelio Mt 20,17-28 – el primero entre ustedes

17. Cuando iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomó aparte a los Doce, y les dijo por el camino:
18. «Miren que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas; le condenarán a muerte
19. y le entregarán a los gentiles, para burlarse de él, azotarle y crucificarle, y al tercer día resucitará.
20. Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo.
21. El le dijo: «¿Qué quieres?» Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino.»
22. Replicó Jesús: «No saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo voy a beber?» Dícenle: «Sí, podemos.»
23. Díceles: «Mi copa, sí la beberán; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre.
24. Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos.
25. Mas Jesús los llamó y dijo: «Saben que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder.
26. No ha de ser así entre ustedes, sino que el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será su servidor,
27. y el que quiera ser el primero entre ustedes, será su esclavo;
28. de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»

Reflexión: Mt 20,17-28

Definitivamente el orden en el Cielo es distinto al nuestro. ¿Por qué? ¿Es un capricho de Dios? ¡No! El capricho es nuestro. Nosotros hemos querido poner un orden distinto al que Dios estableció, que es el CORRECTO. Es decir que todo ha sido dispuesto por Dios para Bien y beneficio nuestro y de toda su Creación. Dios nos creó para Vivir Eternamente y ser felices. Así debía funcionar todo, si hubiéramos obedecido el Orden que Él dispuso, pero no fue así. Nosotros, haciendo mal uso de nuestra libertad –porque fuimos creados LIBRES- hicimos lo que nos vino en gana y estos son los resultados. Donde decía verdad, pusimos mentira; donde decía honestidad, pusimos engaño; donde decía humildad, pusimos orgullo, vanidad y soberbia; donde decía virtud, pusimos maldad…donde decía vida, pusimos muerte; donde decía paz, pusimos violencia; donde decía amor, pusimos odio; donde decía Dios, pusimos Dinero…Y, así sucesivamente. Esto es lo que hemos hecho por cientos y aun miles de años. Ponte los zapatos al revés: tal vez los soportes un día, pero ¿toda la vida? Terminarás malográndote los pies e incluso las caderas y hasta la columna; perderás tu capacidad para andar rígido y tal como debías, erguido y cómodo. Eso mismo hicimos nosotros. Mal utilizamos la libertad; en otras palabras, caímos en el libertinaje, porque es así como se llama con propiedad el mal uso de la libertad a sabiendas. ¿Cuáles fueron los resultados? La sociedad monstruosa en la que vivimos. Tal vez el ejemplo más crudo y real lo encontremos en la vacas con una ubres descomunales, o en los pollos a los que les reventamos los ojos para que no diferencien el día de la noche y coman todo el día para engordar más rápido, para estar disponibles en más corto tiempo para ser comercializados. Hay millones de ejemplos de este tipo, de cómo hemos distorsionado todo para ajustarlo a nuestro capricho, en lugar de hacer lo que Dios estableció y siempre supimos en nuestro interior. No ha de ser así entre ustedes, sino que el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será su servidor, y el que quiera ser el primero entre ustedes, será su esclavo…

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