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Mateo 6,1-6.16-18 – tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará

Texto del evangelio Mt 6,1-6.16-18 – tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará

1. «Cuiden de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendrán recompensa de su Padre celestial.
2. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad les digo que ya reciben su paga.
3. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha;
4. así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
5. «Y cuando oren, no sean como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad les digo que ya reciben su paga.
6. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
16. «Cuando ayunes, no pongas cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad les digo que ya reciben su paga.
17. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
18. para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Reflexión: Mt 6,1-6.16-18

Todo lo que hagamos, hemos de hacerlo por Dios. No se trata de hacer creer a nadie, porque a Dios no lo podemos engañar, ni si quiera con el pensamiento. Él sabe lo que estamos pensando aun antes que estos pensamientos hayan anidado en nuestras cabezas. Él lo sabe todo. Él es Dios, no lo olvidemos. Y, Dios no es nada de lo que imaginamos, sino mucho más. No está a nuestro alcance definirlo, ni describirlo, pero tal como nos lo revela Jesús, Él tiene contados cada uno de los cabellos de nuestra cabeza y ni uno solo se cae sin que Él lo sepa, así que, con estas pistas podemos dar rienda suelta a nuestra imaginación, teniendo especial cuidado en no “fabricar” un Dios a nuestra medida y conveniencia. Nosotros tenemos capacidad de distinguir el Bien del Mal, la Virtud del Vicio, por lo tanto, si precisamos imaginarlo, asignemos a esta imagen todo Bien y toda Virtud, cuidando de no ensombrecerla ni con un gramo de mal, ni el menor defecto o vicio. Él es el Bien, la Verdad, la Vida y solo quiere eso para nosotros, porque nos ama más de lo que podemos imaginar y de lo que seríamos capaces de amar nosotros, aun desde antes que existiéramos. Por lo tanto, no hay nada que podamos ocultarle; nada que no sepa; nada que ocurra sin su consentimiento. Así, no tratemos de engañarlo, de hacerle creer cosas. No podremos. Esforcémonos por corresponder a Su amor y no desnaturalicemos nada de lo que hacemos, haciéndolo para aparentar o conseguir aprecio de los demás, porque ello constituye un contaminante de nuestras acciones. Todo lo que hagamos, hagámoslo única y exclusivamente por Dios, SIN CONDICIONES, tal como el mismo nos lo enseña, al amarnos aun antes de nacer, es decir sin merecimiento alguno. Ese ha de ser nuestro modelo…que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

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Mateo 4,12-17.23-25 – Conviértanse

Texto del evangelio Mt 4,12-17.23-25 – Conviértanse

12. Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea.
13. Y dejando Nazará, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí;
14. para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías:
15. ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles!
16. El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido.
17. Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: « Conviértanse, porque el Reino de los Cielos ha llegado.»
23. Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
24. Su fama llegó a toda Siria; y le trajeron todos los que se encontraban mal con enfermedades y sufrimientos diversos, endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curó.
25. Y le siguió una gran muchedumbre de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.

Reflexión: Mt 4,12-17.23-25

Juan es una referencia importante para Jesús, del mismo modo en que todo lo que va ocurriendo corresponde a un Plan muy bien trazado por Dios, del cual tenemos conocimiento por las Escrituras. En este pasaje podemos constatar nuevamente como todo se va cumpliendo como parte de un libreto previamente escrito. La primera pregunta que nos tenemos que hacer es ¿por qué Dios se habría tomado semejante molestia si no fuera importante para alcanzar Su propósito? Y junto con ello obviamente hemos de preguntarnos ¿cuál podría ser Su propósito? Si no fuera por Jesucristo ambas respuestas podrían caer en el terreno de la libre especulación y cada quien estaríamos en la libertad de construir nuestras propias respuestas, pero no es así. Jesucristo nos da todas las respuestas. En esto consiste la Revelación. Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Es decir que para el que realmente presta atención y con la Gracia del Espíritu Santo, las respuestas a estas y todas nuestras interrogantes están en Él. Así, por Jesús sabemos que la Voluntad de Dios es que ni uno de nosotros se pierda; dicho de otro modo, salvarnos. Para eso nos envía a su Único Hijo, nuestro Señor Jesucristo. ¡Esa es Su Misión! Para ese propósito central, con el fin de suscitar nuestra fe y como consecuencia nuestra conversión, Dios se manifiesta a lo largo de nuestra historia, invitándonos a ver a donde los reflectores apuntan: a Jesús. Por eso todo sucede conforme a las Escrituras. Los hechos ratifican lo que estaba escrito. De este modo, Juan lo precede, incluso bautizándolo y su caída y posterior ejecución serán para Él una señal –ciertamente conmovedora- del inicio de su predicación. Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: « Conviértanse, porque el Reino de los Cielos ha llegado.»

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Mateo 2,1-12 – indaguen cuidadosamente sobre ese niño

Texto del evangelio Mt 2,1-12 – indaguen cuidadosamente sobre ese niño

1. Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén,
2. diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.»
3. En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén.
4. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo.
5. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta:
6. Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.»
7. Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella.
8. Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Vayan e indaguen cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encuentren, comuníquenmelo, para ir también yo a adorarle.»
9. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño.
10. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría.
11. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra.
12. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.

Reflexión: Mt 2,1-12

Nuestra reflexión hoy girará en torno al mandato que les da Herodes a los Reyes Magos, que sabemos lo hacía con el inconfesable objetivo de deshacerse de Él. Así de difícil fue para Jesús desde el comienzo Su vida entre nosotros, sin embargo la Voluntad de Dios habría de cumplirse por sobre todas las cosas y Herodes se quedaría desairado, pues los Reyes magos, avisados en sueños del peligro que corría Jesús, volverían por otro lado. Estas intervenciones de Dios que vemos aquí de modo tan evidente son sin embargo corrientes en nuestras vidas, sino que no llevamos inventario de ellas y por eso las olvidamos tan fácilmente. ¿Cuántas veces nos ha sucedido que nos salvamos de un encuentro que hubiera sido fatal o muy molesto, simplemente por no haber llegado a tiempo o porque se nos atravesó otra persona? Lo achacamos a la fortuna, pero en realidad se trata de la Voluntad de Dios que lo evito por ti, o que tal vez lo facilita por ti. Si sabemos leer estas señales que son constantes en nuestras vidas, podemos incluso interpretar la Voluntad de Dios para nuestras vidas. Nosotros tendemos a ver estos encuentros como coincidencias, pero si somos sinceros y recabamos todas las evidencias, tendremos que concluir que Dios mismo los propició con un propósito que o tenemos que indagar o que tal vez confirma lo que habíamos decidido. Si miramos nuestras vidas desde la cima que nos dan los años, veremos en ellas muchos acontecimientos conectados, varios movimientos notables y determinantes que ocurrieron a mucha distancia unos de otros y sin embargo íntimamente conectados. Es decir, más allá de que seamos conscientes todo se desenvuelve de acuerdo a un Plan en el que no siempre pareciera que tenemos las riendas, aun cuando no se realiza sin nuestro consentimiento y anuencia. La frase tan conocida: no hay mal que por bien no venga, nos ayuda a ver –conforme a la experiencia popular- que muchas veces las cosas no salen como queríamos, tal vez porque Dios está ayudándonos a enmendar el camino. Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Vayan e indaguen cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encuentren, comuníquenmelo, para ir también yo a adorarle.»

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Mateo 2,13-18 – De Egipto llamé a mi hijo

Texto del evangelio Mt 2,13-18 – De Egipto llamé a mi hijo

13. Después que ellos se retiraron, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.»
14. El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto;
15. y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.
16. Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos.
17. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías:
18. Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen.

Reflexión: Mt 2,13-18

Seguimos reflexionando en torno a la serie de sucesos que rodean el nacimiento del Señor, pues se trata de un verdadero misterio que ha sido obra de Dios y tenemos que interiorizar, a fin de valorarlo en su real dimensión. Son hechos que ocurrieron hace tanto tiempo, que los leemos de corrido casi sin prestar atención y sin embargo son excepcionales. No perdamos esta idea de vista, para que no nos ocurra que pasamos por estos versículos como quien oyera llover. Fijémonos en lo que se le exige a José, ese hombre justo y leal. ¿Cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a dejar todo lo que tenemos en nuestra ciudad o nuestro pueblo, para salir de un momento a otro obedeciendo órdenes enviadas por Dios a través de sus ángeles en sueños? ¡Guau! En esta sola pregunta hemos dicho una serie de cosas increíbles una tras otra, pero como dijimos antes, sino las sopesamos debidamente corremos el riesgo de no asombrarnos y repetirlas de paporreta, como si todo lo que hemos leído fuera lo más normal o peor aún, como si se tratara de pura fantasía a la que no hay por qué prestarle atención. ¡Ese es precisamente el problema! Tanto pasar por alto episodios como este, llega un momento en que pasamos por alto todo lo que nos apetece y nos parece fantasioso o irrelevante, y nos quedamos con un Jesús, con un Salvador hecho a nuestra medida, por lo tanto una fe y una vida cristiana totalmente adaptada a nuestros criterios modernos, mundanos y asépticos. Un cristianismo sin las “estrambóticas” manifestaciones de Dios, que preferimos omitir para que no nos tilden de ingenuos o tontos. Queremos un cristianismo que pueda ser exhibido en un auditorio de personas selectas, inteligentes y razonables del siglo XXI, donde se deje de lado todos estos episodios “mágicos” o “míticos”, más apropiados a una historia primitiva, que no se ajustaría a un escéptico, objetivo, razonable y culto hombre contemporáneo. Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.

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Mateo 10,17-22 – serán odiados de todos por causa de mi nombre

Texto del evangelio Mt 10,17-22 – serán odiados de todos por causa de mi nombre

17. Guárdense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en sus sinagogas;
18. y por mi causa serán llevados ante gobernadores y reyes, para que den testimonio ante ellos y ante los gentiles.
19. Más cuando los entreguen, no se preocupen de cómo o qué van a hablar. Lo que tengan que hablar se les comunicará en aquel momento.
20. Porque no serán ustedes los que hablarán, sino el Espíritu de su Padre el que hablará en ustedes.
21. «Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán.
22. Y serán odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.

Reflexión: Mt 10,17-22

El cambio es radical; drástico. Hasta ayer hablábamos del nacimiento de nuestro Salvador, de la paz y el amor que nos traía y hoy hablamos de persecución, de división, de traición, de intriga y violencia. ¿Por qué? Por causa del nombre del Señor. Así de fuerte y peligroso resulta conocer al Señor y tomar partido por Él. Lo peor es que nadie puede permanecer indiferente ante Él; o se está con Él o se está contra Él. Su Nombre no admite cómodas posiciones intermedias, al extremo que hermanos, padres e hijos se delatan entre ellos; unos a otros se denuncian e incluso llegan a matarse, todo por causa del Bendito Nombre de Dios. Y es que Él es como la línea divisoria de aguas o el divortium acuarium. En el discurrir de la corriente, hay que tomar partido necesariamente. Es imposible quedarse detenido, estancado. La pendiente obliga a ir a la derecha o a la izquierda. O estamos con Cristo o estamos contra Él, porque no hay posiciones indiferentes. Ahora que, quien se va con Él, recibe acusaciones de todas partes, incluyendo de la propia familia. Tenemos que ser fuertes y perseverar en esta posición, porque solo así nos salvaremos. El asunto es grave y exige adoptar posiciones definidas, en forma inmediata. No hay tiempo que esperar, ni nada que planear. La respuesta ha de ser inmediata, fundada en la fe, confiando que en el momento oportuno, cuando llegue el caso el Espíritu Santo pondrá en nuestra mente y nuestra boca la respuesta apropiada. Nosotros solo debemos confiar. Y serán odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.

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Mateo 1, 18-24 – la virgen concebirá y dará a luz un hijo

Texto del evangelio Mt 1, 18-24 – la virgen concebirá y dará a luz un hijo

18. La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.
19. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.
20. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo.
21. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»
22. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta:
23. Vean que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros.»
24. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.

Reflexión: Mt 1, 18-24

Aunque hemos escogido la frase que destaca el suceso único en la historia de la humanidad que está por protagonizar María, los versículos están dedicados a ponderar la actitud ejemplar de José. Y es que en verdad, no podía ser de otra manera. Estamos en pleno proceso de identificación de los protagonistas de este suceso extraordinario y todo lo que lo rodea, incluyendo a las personas escogidas para ser parte de este misterio, son de características únicas. Un poco que quiere pasar desapercibido para el común de la gente este suceso, porque nos hemos acostumbrado a identificar lo extraordinario con la pompa, la riqueza y el poder, desconociendo que lo extraordinario también puede tener otras características, distintas a las que nosotros podríamos anticipar, pero que no por eso dejan de ser igual o más extraordinarias. Es que estamos frente a Dios; Él es el verdadero protagonista, el que está tras todos estos sucesos, que no serán como lo hubiéramos esperado o imaginado, pero no por eso dejarán de ser extraordinarios. Así, que una virgen conciba y dé a luz un hijo, es algo que jamás vimos antes, ni volveremos a ver. ¿O es que esto ocurre todos los días, o cada cien años o cada milenio? ¡No! ¡Pues empecemos a maravillarnos por ello, en primer lugar! ¡Es mucho más que cuanto pudiéramos imaginar! Ni el más rico del planeta, empeñando toda su fortuna podría lograrlo. Por lo tanto, no estamos hablando de palacios, joyas, diamantes, rubíes, oro, cortes o ejércitos, sino tan solo de una mujercita casi niña, que siendo virgen dará a luz a un hijo…¿Es que puede no bastar esto para dejarnos embonados y boquiabiertos? Claro, lo que pasa es que no lo creemos. Eso es todo. Vean que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros.

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Mateo 1,1-17 – la generación de Jesucristo

Texto del evangelio Mt 1,1-17 – la generación de Jesucristo

1. Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:
2. Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos,
3. Judá engrendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram,
4. Aram engendró a Aminadab, Aminadab engrendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón,
5. Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé,
6. Jesé engendró al rey David. David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón,
7. Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf,
8. Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías,
9. Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías,
10. Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías,
11. Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.
12. Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel,
13. Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor,
14. Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud,
15. Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a Jacob,
16. y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo.
17. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

Reflexión: Mt 1,1-17

¿Qué tiene de especial esta lista que todos los años hemos de leer y que muchas veces se nos antoja monótona y aburrida? En realidad es una larga lista de nombres que a muchos de nosotros no nos dicen absolutamente nada y en la que con las justas podemos reconocer con cierta familiaridad unos cuantos, como Abraham, Salomón o David. Pero, ¿y los demás, qué importancia tienen? Tal vez para nosotros ninguna, pero para los estudiosos de la Biblia, los judíos, los fariseos y sacerdotes de aquella época eran nombres muy conocidos, porque los estudiaban, como a nosotros nos hicieron aprendernos de memoria en el Colegio los nombres de todos los Incas, de los Virreyes o de los Presidentes. Debíamos conocer no solamente sus nombres, sino los períodos en que gobernaron y algunos hechos destacables. Se supone que ello debía reforzar nuestra identidad nacional. Si exageraban o no, el hecho es que tras cada nombre hay una historia y profundizando en ella podemos llegar a explicarnos muchas cosas. La lección es que no hemos aparecido como una generación espontánea, de un momento a otro, sino que procedemos de nuestros padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, etc., todos los cuales tuvieron su historia y sea que lo sepamos o no, determinaron nuestra existencia. Sé que algunos de mis ancestros fueron italianos y otros vascos, pero no sé cuando llegaron ni cuales fueron las razones que los impulsaron a llegar a América, ni qué tuvieron que pasar y sobrevivir para que hoy esté aquí escribiendo y pensando en ellos aun cuando solo sea de modo general. Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham

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Mateo 21,28-32 – los publicanos y las rameras llegan antes que ustedes al Reino de Dios

Texto del evangelio Mt 21,28-32 – los publicanos y las rameras llegan antes que ustedes al Reino de Dios

28. «Pero ¿qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: «Hijo, vete hoy a trabajar en la viña.»
29. Y él respondió: «No quiero», pero después se arrepintió y fue.
30. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: «Voy, Señor», y no fue.
31. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» – «El primero» – le dicen. Díceles Jesús: «En verdad les digo que los publicanos y las rameras llegan antes que ustedes al Reino de Dios.
32. Porque vino Juan a ustedes por camino de justicia, y no creyeron en él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en él. Y ustedes, ni viéndolo, se arrepintieron después, para creer en él.

Reflexión: Mt 21,28-32

Con razón algunos nos resistimos a oír al Señor, es que muchas veces tiene una forma de expresarse demasiado cruda y dura. Por eso los discípulos incluso dirán: “quién puede aguantar este lenguaje”. Ayer veía por televisión la polémica entre Rajoy y Sánchez y si bien no pudimos sacar mucho en claro, de lo que no hay duda es que falto poco para que alguno perdiera los papeles y le diera una cachetada al otro y se armara la de San Quintín. Felizmente el agua no llegó al río, pero se dijeron de todo y sin embargo no creo que ninguno le haya dicho al otro lo que Jesús nos dice aquí. Nos sentimos tan orgullosos y dignos; nos creemos tanto, que estoy seguro que ninguno de nosotros toleraría que nos dijeran que una prostituta cualquiera merezca entrar antes que nosotros al Reino de Dios. Hagamos por un momento el ejercicio de imaginarnos que vamos al matrimonio de un hijo de algún poderoso de nuestra región, o de nuestro Jefe o del Presidente de alguna asociación a la que pertenecemos y que cuando estemos por entrar nos detenga en la puerta para dejar pasar antes que a nosotros a una de esas “bocapintadas”, siendo nosotros funcionarios de confianza. ¿No nos sentiríamos indignados, despechados? Pues algo así es lo que está diciendo el Señor. En verdad les digo que los publicanos y las rameras llegan antes que ustedes al Reino de Dios. Porque vino Juan a ustedes por camino de justicia, y no creyeron en él.

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