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Mateo 6, 19-23 – la luz que hay en ti

Texto del evangelio Mt 6, 19-23 – la luz que hay en ti

19. «No se amontonen tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban.
20. Amontónense más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben.
21. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
22. «La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso;
23. pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!

Reflexión: Mt 6, 19-23

El Señor nos habla de un modo distinto de ver las cosas; de otra perspectiva, la Divina. Nuestra visión del mundo y de las cosas no es necesariamente la real; la perspectiva correcta es la de Dios; esta es la única, porque ella corresponde a la Verdad, que es única y permanece inmutable por los siglos de los siglos. Nosotros tenemos que ajustar nuestra visión hasta alcanzar esta perspectiva. Es como cuando nos señalan un objeto lejano, una estrella en la noche y nos resulta difícil verla y enfocarla adecuadamente si no seguimos las pautas de quien la está viendo, tenemos que ajustarnos a sus referencias, porque, el que no logremos verla, no quiere decir que no exista; lo mismo ocurre si la confundimos. Si se trata de un objetivo a alcanzar, podemos imaginar cual podrá ser el resultado si no nos aseguramos de tener muy claras las coordenadas. Dependiendo de la distancia a la que se encuentra esta estrella, podríamos terminar a millones de kilómetros de distancia, en un lugar muy distinto. Eso mismo ocurre con la visión que Cristo nos propone y que debemos adoptar, de otro modo simplemente no entenderemos nada y terminaremos pretendiendo validar cosas y situaciones inaceptables para Dios. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!

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Mateo 6, 7-15 – hágase tu Voluntad

Texto del evangelio Mt 6, 7-15 – hágase tu Voluntad

7. Y al orar, no charlen mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados.
8. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.
9. «Ustedes, pues, oren así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;
10. venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
11. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy;
12. y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
13. y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.
14. «Que si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, les perdonará también a ustedes su Padre celestial;
15. pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre perdonará sus ofensas.

Reflexión: Mt 6, 7-15

La doctrina de Jesús en realidad muy simple de exponer, tanto que el mismo la resume en: ama a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Este solo mandato que como tantas veces hemos dicho podría exponerse en un twitt utilizando mucho menos que 140 caracteres, es el núcleo, el meollo de la doctrina de Jesús. Bástenos aprendernos de memoria esta oración, lo que es muy sencillo, recordarlo en cada una de nuestras acciones de nuestra vida y practicarlo. Por eso el Señor dice que en esto se resume toda la sabiduría y los profetas. Todo lo que se agrega a esto es en realidad argumentación añadida para morigerar, diluir y hasta evadir este mandato. Todos nos ocupamos en realidad de hacerlo más digerible y menos exigente, porque queremos hacerlo compatible con las vidas que llevamos. Queremos ser cristianos y cumplir con el mandato Divino, pero sin sacrificar nada y ahí está la dificultad. Entonces empezamos a dar rodeos tratando de compatibilizar lo que hacemos con el amor a Dios y nuestros hermanos, argumentando matices, variantes, circunstancias, sujetos, objetos, en fin, infinidad de palabras y palabras para justificar lo que hacemos o dejamos de hacer. Como si presentándolo de un modo u otro, como si por el embalaje pudiera cambiar el fondo. Y sin embargo la Verdad es tan simple como la acabamos de exponer. Si tan solo meditáramos en estas palabras cada día y tratáramos de llevarlas a la práctica en toda circunstancia, el mundo sería otro. Y es esta la Voluntad de nuestro Padre que Cristo ha venido a revelarnos. Ustedes, pues, oren así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.

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Mateo 6, 1-6.16-18 – tu Padre, que ve en lo secreto

Texto del evangelio Mt 6, 1-6.16-18 – tu Padre, que ve en lo secreto

1. «Cuiden de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendrán recompensa de su Padre celestial.
2. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad les digo que ya reciben su paga.
3. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha;
4. así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
5. «Y cuando oren, no sean como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad les digo que ya reciben su paga.
6. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
16. «Cuando ayunes, no pongas cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad les digo que ya reciben su paga.
17. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
18. para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Reflexión: Mt 6, 1-6.16-18

El Señor nos dice cómo debe ser nuestra justicia, nuestra limosna, nuestra oración y nuestro ayuno. Es importante notar en primer lugar que tal como nos dice el Señor, debemos dar por descontado que debemos practicar la justicia, igual que la limosna, la oración y el ayuno. Esto es lo menos que se espera de cualquier persona, así que no andemos proclamando a los cuatro vientos que obramos de este modo, porque esa es la obligación de todos. Sin embargo, para llamarnos cristianos y ser considerados como Hijos de Dios Padre, al practicar estas obras debemos mantener una actitud, que es como el matiz, sin el cual ninguna de ellas vale la pena. Entonces, no se trata de hacer justicia de cualquier modo o de dar limosna por salir del paso; mucho menos ayunar u orar por mero formulismo, para cumplir o para jactarnos de lo que hacemos frente a nadie. Si obramos de este modo, vanagloriándonos de nuestros actos, cualquier reconocimiento mundano, será nuestra compensación; entonces no esperemos que el Señor nos recompense, porque ya habremos recibido nuestra recompensa. No basta entonces con estos actos, sino que es vital nuestra actitud. Pero también queda claro que una actitud, sin obras, de nada sirve. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

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Mateo 5, 43-48 – sean perfectos

Texto del evangelio Mt 5, 43-48 – sean perfectos

43. «Han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.
44. Pues yo les digo: Amen a sus enemigos y rueguen por los que los persigan,
45. para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.
46. Porque si aman a los que los aman, ¿qué recompensa van a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos?
47. Y si no saludan más que a sus hermanos, ¿qué hacen de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles?
48. Ustedes, pues, sean perfectos como es perfecto su Padre celestial.

Reflexión: Mt 5, 43-48

¿Cuál es el límite? ¿Hasta dónde habremos de exigirnos? El Señor es muy claro y lo marca de modo tal que no quepan dudas. No hay error en lo que dice. Y si no fuera posible, no lo diría. Hemos de ser perfectos como nuestro Padre. ¿Cómo puede ser esto? Nadie puede ser perfecto oímos decir inmediatamente a los detractores. ¡Estás loco! Jesús está hablando en sentido figurado; no puedes tomarlo literalmente. Tienes que ver dentro del contexto, para comprender lo que nos quiere decir, porque Jesús no puede estar diciendo el disparate que tú comprendes. Y es que en realidad, según vamos repasando los Evangelios, página tras página vamos descubriendo que tenemos que ir interpretando las Palabras del Señor, morigerándolas, minimizándolas, atenuándolas, de otro modo se nos hace imposible imitarlo y hacer lo que nos manda. Será por eso que tantos nos hemos alejado de la lectura del Evangelio. Es que es tan fácil toparse con un episodio como estos, y como queremos seguir “creyendo”, pero a nuestra manera, preferimos dejar la interpretación de estos libros sagrados, para los que estén realmente capacitados y nosotros limitarnos a ser buenos, a nuestra manera. Ellos sabrán suavizar el mensaje y finalmente presentarlo de modo que sea razonablemente aceptable, de tal forma que no mortifique a nadie y menos a nosotros que en general obramos bien y queremos seguir siendo cristianos, pero sin exagerar. Y si no saludan más que a sus hermanos, ¿qué hacen de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Ustedes, pues, sean perfectos como es perfecto su Padre celestial.

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Mateo 5,38-42 – no resistan al mal

Texto del evangelio Mt 5,38-42 – no resistan al mal

38. «Han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
39. Pues yo les digo: no resistan al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra:
40. al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto;
41. y al que te obligue a andar una milla vete con él dos.
42. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.

Reflexión: Mt 5,38-42

El Reino de los Cielos es cosa muy seria y el Señor no se anda con miramientos. Nos pone desde el comienzo una valla muy alta. No es cosa de juego. Hay que pensarlo bien y tomar una decisión de una vez por todas. Tenemos que ser honestos en reconocer que cambia todas las reglas a las que estamos acostumbrados y nos pone en aprietos. En forma automática y sin reflexionar no nos brota actuar como el Señor nos propone, porque desde muy niños hemos aprendido a no dejar que nadie se aproveche de nosotros, que nadie nos pise en poncho, como se dice en Perú. Nuestros padres nos lo enseñaron y seguramente hicieron muy bien, desde la perspectiva mundana, pero el seguimiento de Jesús demanda otros criterios, otras exigencias. La iniciativa que nos manda ha de ser desconcertante para nuestros enemigos, para quienes quieren abusar de nosotros, porque en vez de oponer resistencia y responder con violencia, que es lo que todo el mundo esperaría, nuestra respuesta debe ser activamente pacífica. No respondemos al mal con mal, no por tontos, ni por miedosos, sino porque queremos cumplir con lo que nos manda Jesús, porque esta es la única manera de sembrar la paz y de vencer finalmente a los malvados, abusivos, agresivos y violentos. Jesucristo así lo demuestra. ¿Podremos resistir? ¿Hasta qué momento, hasta qué grado? Porque tendrá que haber un límite ¿no es verdad? ¿Y si nuestro agresor no se cansa y por el contrario exige más, nos violenta más, qué haremos? La respuesta de Jesús ya ha sido dada, aun cuando en la práctica nos resistamos a creerla. ¿Estamos dispuestos a adoptar esta exigencia en nuestras vidas? Pues yo les digo: no resistan al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra

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Mateo 10,7-13 – el Reino de los Cielos está cerca

Texto del evangelio Mt 10,7-13 – Reino de los Cielos está cerca

7. Vayan proclamando que el Reino de los Cielos está cerca.
8. Curen enfermos, resuciten muertos, purifiquen leprosos, expulsen demonios. Gratis lo recibieron; denlo gratis.
9. No se procuren oro, ni plata, ni calderilla en sus fajas;
10. ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento.
11. «En la ciudad o pueblo en que entren, infórmense de quién hay en él digno, y quédense allí hasta que salgan.
12. Al entrar en la casa, salúdenla.
13. Si la casa es digna, llegue a ella su paz; mas si no es digna, su paz se vuelva a ustedes.

Reflexión: Mt 10,7-13

Tal vez la idea más importante de este mensaje sea que el Reino de los Cielos está cerca. Reflexionemos en lo que el Señor nos manda proclamar. La primera idea que se nos viene es de premura, porque si está cerca y no tenemos precisión de cuán cerca, ha de ser porque está próximo a llegar. Y si está tan próximo, tal vez no haya tiempo para más; entonces, a que perder el tiempo con distracciones o desviaciones del Camino: enfoquémonos adecuadamente y trabajemos haciendo aquello que nos manda el Señor, de modo tal que cuando llegue, nos encuentre a todos listos y con la “tarea cumplida”. Esta es una interpretación que no debe dejar lugar a divagaciones y elucubraciones. El Reino de los Cielos está cerca, abramos los ojos, pongámonos en vereda, alistémonos para recibirlo como se debe. Quien sabe, a lo mejor llega en nuestra generación. Pero, han pasado 2mil años…¿? Si entonces estaba cerca, ahora debe estar muchísimo más, a no ser que esta cercanía se mida en miles de años o millones de años, porque, en fin, para Dios, un segundo, un año o un millón de años no han de tener diferencia alguna. De cualquier modo, la cercanía nos comunica premura. Se trata de empezar hoy mismo, ahora, con las tareas que nos manda Jesús. Estas no pueden esperar, así que tendríamos que dejar nuestros proyectos, muchos de los cuales no tienen la menor trascendencia en relación al Plan de Dios y la Salvación y dedicarnos a los que Dios nos manda. Vayan proclamando que el Reino de los Cielos está cerca.

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Mateo 5,17-19 – el cielo y la tierra pasarán

Texto del evangelio Mt 5,17-19 – el cielo y la tierra pasarán

17. «No piensen que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
18. Sí, les aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda.
19. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.

Reflexión: Mt 5,17-19

El Señor nos hace ver la coherencia que existe en el mensaje de Dios que hemos recibido a través de los profetas, con el mensaje que el mismo trae. No se trata de algo nuevo y distinto, sino de la continuación de la misma historia. Jesucristo no pretende negar todo lo anterior, como a veces por ignorancia creemos. Es la misma sinfonía, pero otro movimiento. Son otros capítulos de la misma obra. De hecho la Biblia misma queda dividida en Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, pero ambos libros conforman las Escrituras que contienen la Palabra de Dios. Por esto, ser cristiano jamás podrá significar desentenderse de la Palabra de Dios contenida en el Antiguo Testamento, porque esta precede y anuncia la llegada de Cristo, nuestro Salvador. Mucho menos puede entenderse un cristiano anclado en el Antiguo Testamento, porque sin Cristo, nada de aquello tendría sentido. Esta es la gran diferencia que mantenemos con los judíos y otras sextas. Por lo mismo, nos resulta imposible tolerar que se pretenda ignorar la participación de la Virgen María –Madre de Cristo y Madre de la Iglesia- o San José –esposo fiel- en esta Historia. Todos cumplimos un papel en ella, incluso nosotros, con cada una de nuestras obras, por pequeñas e insignificantes que estas nos puedan parecer. Dios tiene un Plan de Salvación para Su Pueblo, en el que cada uno de nosotros tiene un lugar, en este Camino al encuentro del Creador, en el Reino de los Cielos, donde habremos de vivir eternamente. Sí, les aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda.

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Mateo 5,13-16 – Brille así su luz

Texto del evangelio Mt 5,13-16 – Brille así su luz

13. «Ustedes son la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.
14. «Ustedes son la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.
15. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.
16. Brille así su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos.

Reflexión: Mt 5,13-16

Son muy lindas las palabras que dedica el Señor a sus discípulos y a la multitud que le oye y del mismo modo, a través de ellos, a nosotros. ¡Está en nuestras manos dar sabor y luz al mundo! ¿Cuántas veces nos quejamos porque todo parece una desgracia, todo es oscuro y caminamos en penumbras, habiéndose convertido el hombre en lobo del hombre? Entre hermanos nos matamos, nos engañamos, nos hacemos trampa y nos aprovechamos unos de otros. El mundo parece un lugar insufrible, del que todos queremos escapar, cada quien a su modo. Unos, dándole la espalada a todo lo que aparentemente no nos toca de modo personal, es decir, desentendiéndonos de lo que ocurre a nuestro alrededor con nuestros hermanos. Las cosas están tan difíciles, nos decimos, que ya bastante tenemos con lo nuestro. Más bien, huyamos de aquellos que hacen muchas olas, no vaya a ser que nos lleven al fondo con ellos. Otros hemos aprendido a vivir de los errores y torpezas de los demás, engañándoles y haciéndoles creer cosas muchas veces imposibles, que por alcanzarlas, por ambición o por temor, están dispuestos a darnos lo que sea. Así somos -por ejemplo-, los políticos populistas que llegamos al poder con una serie de cuentos y promesas, la mitad mentiras que no podremos cumplir, ni tenemos la intención de hacerlo, pero que nos permiten hacernos de los votos necesarios para acceder al poder y con ello, a la oportunidad de enriquecernos como jamás lo habíamos soñado. Otros, finalmente, huyen dedicándose a una vida vertiginosa, acelerada, en la que no hay tiempo para pensar, en la que la adrenalina los gobierna, hasta que despiertan y ya es demasiado tarde, porque se han vuelto criminales, ladrones, chantajistas, drogadictos, perversos e inmorales. Brille así su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos.

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