Marcos 6,53-56 – cuantos la tocaron quedaban salvados

Texto del evangelio Mc 6,53-56 – cuantos la tocaron quedaban salvados

53. Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron.
54. Apenas desembarcaron, le reconocieron en seguida,
55. recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían que él estaba.
56. Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados.

Reflexión: Mc 6,53-56

Confesamos que la parte final de este pasaje nos deja un poco desconcertados, sobre todo porque no hemos encontrado unanimidad en la traducción de la última palabra. Puede parecer una nimiedad, pero no lo es para nosotros, porque entendemos que decir “curados” o “sanados” no es lo mismo que “salvados”. Claro que como sugiere alguna página, si aplicamos nuestra lógica, aunque diga salvados, debemos entender sanados, pues cuando uno tiene una enfermedad grave o terminal y es curado, lo que decimos usualmente es que fuimos salvados de esta enfermedad. Concluyen que es en ese sentido que se usa la palabra salvados en este pasaje. Por lo tanto vamos a hacer nuestra reflexión pensando en esta acepción. Sin embargo, valga la ocasión para invitarlos a buscar en Internet para que descubran cómo mientras varias traducciones se refieren a “sanados o curados” la Biblia de Jerusalén, que es la que usamos dice “salvados”. Al respecto debemos recordar la discusión que tiene Jesús con los escribas y fariseos porque a un paralítico le dijo “tus pecados te son perdonados” y estos le reprocharon que dijera eso, porque solo Dios puede perdonar los pecados, a lo que Jesús respondió: ¿qué es más fácil decir “tus pecados te son perdonados” o levántate y anda? Obviamente “tus pecado te son perdonados”, porque yo mismo podría decirles esto a cualquiera de ustedes mis queridos lectores, pero que constancia tendrían que en realidad les estoy perdonando los pecados. Ninguna. Por eso el Señor, para que creyéramos en que Él tiene poder para perdonar los pecados y por lo tanto para Salvarnos, inmediatamente cura a este paralítico, con lo que queda claro que es Dios y como tal, tiene todos los poderes, para perdonar, curar y salvar. Es por eso que nos resulta tan importante saber si en este pasaje sana o salva. Aceptemos que lo que hace es curar o sanar. Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados.

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Marcos 6,30-34 – dejándolo todo, le siguieron

Texto del evangelio Mc 6,30-34 – dejándolo todo, le siguieron

1. Estaba él a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios,
2. cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes.
3. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre.
4. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echen sus redes para pescar.»
5. Simón le respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes.»
6. Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse.
7. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían.
8. Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador.»
9. Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado.
10. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres.»
11. Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.

Reflexión: Mc 6,30-34

Lo que hacen Pedro y sus compañeros, es lo que el Señor espera de todos nosotros. Es bueno repetirlo y recordarlo, porque a punta de negarlo, no respondemos a la altura que el Señor exige, justificándonos, como si se tratara de un lenguaje figurado o solo dedicado a Simón Pedro y su gente. El problema radica en que no llegamos a entender lo perentorio del llamado de Jesús y lo excluyente que es con respecto a cualquier otra actividad. El Señor nos quiere a dedicación exclusiva. Esto es algo que comprendemos muy bien cuando se trata de un trabajo y sabemos que en tal caso debemos negociar muy bien, porque la remuneración y las gollerías deben ser altos si alguien nos quiere con exclusividad o en todo caso, la causa debe ser muy prestigiosa o de mucha trascendencia. Solo así estaremos dispuestos a entregarnos en exclusividad. Por lo general no nos gusta, ni queremos un trabajo o actividad con tal grado de compromiso y sin embargo eso es lo que nos pide el Señor. ¿Lo haremos? ¿O caeremos en el lugar común de asentir de palabra, pero no de obra? Decimos que somos cristianos y hemos decidido seguir a Jesús, pero si no lo decimos nadie lo nota, porque seguimos con nuestra vida y actividades de siempre, sin que alguien pueda notar el menor detalle que pudiera exteriorizar nuestro compromiso. ¿Qué clase de compromiso es este que no se manifiesta de modo externo? Pongámoslo de este modo: juramos amor eterno a una señorita y le decimos que nos uniremos a ella hasta que la muerte nos separe, pero seguimos llevando vida de solteros y cada quien duerme en sus respectivas casas. Le decimos a todo el mundo que estamos casados, pero nadie nos ve juntos en ningún momento del día ¿Sería posible? ¿Sería correcto? ¿No? Y entonces ¿por qué parece que aplicamos este tipo de relación con Jesús? ¿Es tan solo apariencia o es real? «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres.» Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.

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Marcos 6,30-34 – sintió compasión de ellos

Texto del evangelio Mc 6,30-34 – sintió compasión de ellos

30. Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado.
31. El, entonces, les dice: «Vengan también ustedes aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.» Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer.
32. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario.
33. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos.
34. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.

Reflexión: Mc 6,30-34

Cómo no sentirse seguro ante la delicadeza, la sensibilidad que muestra el Señor. No es solo con el pueblo, con los pobres, con la muchedumbre que lo sigue, sino con sus mismos discípulos. Qué diferencia podemos percibir en su trato empático, cortés, comprensivo, que no vemos frecuentemente en quienes tienen la misión de gobernar y dirigir empresas, equipos y naciones. Por lo general todos andamos tan preocupados y comprometidos con alcanzar nuestras metas, que no tenemos tiempo para simpatizar con quienes con nosotros trabajan para lograr el mismo objetivo. El detalle nos parece enternecedor y revela el gran corazón de Jesús. Los hombres aquellos vuelven de la misión a la que habían sido enviados y empiezan a rendir sus informes. Podemos imaginar el entusiasmo con el que cada quien contaba lo que habían vivido, pero también el cansancio que reflejaban en sus caras. El Señor sabe lo urgente que es la tarea, pero al mismo tiempo conoce que los tiempos de Dios no son los mismos que los nuestros. Las prioridades son distintas y si bien hay que trabajar, no hay que estresarse, como conviene al sistema en el que vivimos, en el que con tal de acumular, dejamos hasta de comer. El Señor y sus discípulos tenían dificultades para controlar al gentío, pero no porque alguno de uno u otro lado buscaran sacar provecho y enriquecerse, sino porque todos buscaban esperanzas y consuelo. Tal es la avidez que despiertan las Palabras de Jesús. Sí, es verdad, no podía comer a causa de la gente y sus súplicas, pero esto es muy distinto a dejarlo todo por no perder la oportunidad de incrementar nuestras riquezas. No se trata de aprovechar la ocasión, sino de atender a las necesidades de los desvalidos, de los menos favorecidos. Jesús comprende el agotamiento de sus discípulos y les propone merecidamente salir de allí, porque es necesario apartarse, reflexionar, orar y oxigenarse. Esto nos debe poner en alerta respecto a aquella premura que a veces solemos sentir, que pretende impulsarnos más allá de nuestras posibilidades; debemos tomarlas con precaución, porque lo propio del Señor es más bien la paz. La salvación no está librada a nuestras propias fuerzas, sino a Su Voluntad. Pongámonos en Sus manos y no dejemos de trabajar por el Reino, en tanto nuestras fuerzas nos lo permitan. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.

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Marcos 6,14-29 – El rey se llenó de tristeza

Texto del evangelio Mc 6,14-29 – El rey se llenó de tristeza

14. Se enteró el rey Herodes, pues su nombre se había hecho célebre. Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas.»
15. Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un profeta como los demás profetas.»
16. Al enterarse Herodes, dijo: «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado.»
17. Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado.
18. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.»
19. Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía,
20. pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.
21. Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea.
22. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.»
23. Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.»
24. Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.»
25. Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.»
26. El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales.
27. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel
28. y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre.
29. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.

Reflexión: Mc 6,14-29

La frase y la sentencia que hemos escogido para reflexionar no corresponden a Jesús, sino a Herodes. Creemos que debemos ponernos a pensar cómo es posible que puedan usarse algunas expresiones e incluso exteriorizar tan buenos sentimientos y ser un canalla. Y es que todos los hombres y mujeres estamos hechos del mismo “material”, sin embargo diferimos en nuestra percepción del mundo, tanto por el ambiente en el que hemos crecido, como por la forma en que hemos sido educados. Cuesta mucho desarraigar ciertos conceptos, que luego se traducen en sentimientos. Veía hoy en un noticiero en Televisión Española un informe en el que se hacía un llamado a diferentes colectividades de derechos humanos y a la ONU para que intervenga en algo que de solo oírlo me causo mucha indignación y rechazo. No sé por qué motivo, porque llegué tarde, pero se referían a la ablación, también conocida como la circuncisión femenina o mutilación genital femenina (MGF) y mostraban imágenes de mujeres mayores realizando esta operación en niñas usando las puntas de un espino o cuchillas para afeitar, en condiciones totalmente deplorables y antihigiénicas, dejando infecciones, enfermedades y traumas en las pobres niñas sometidas a tan bárbara costumbre. Sin embargo para muchos pueblos de África meridional esta es una costumbre “sana y natural”. Es muy probable que lleven a cabo este acto de buena fe, con la mejor de las intenciones. Y a pocos de ellos se les ocurre que están cometiendo una salvajada imperdonable. No tenemos que remontarnos más de 500 años para encontrar algunos pueblos que todavía realizaban sacrificios humanos para aplacar o agradar a sus dioses, con diferentes propósitos. Pues se nos ocurre que en este mismo desorden mental vivía Herodes, quien siendo capaz de sentimientos tan nobles como el aprecio y la tristeza que sintió por Juan, no tuvo sin embargo suficientes reparos para sacrificarlo con tal de satisfacer el capricho de aquella damita que lo había deslumbrado. El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales.

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Marcos 6,7-13 – Les ordenó que nada tomasen para el camino

Texto del evangelio Mc 6,7-13 – Les ordenó que nada tomasen para el camino

7. Y llama a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos.
8. Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja;
9. sino: «Cálcense con sandalias y no vistan dos túnicas.»
10. Y les dijo: «Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta marchar de allí.
11. Si algún lugar no los recibe y no los escuchan, márchense de allí sacudiendo el polvo de la planta de sus pies, en testimonio contra ellos.»
12. Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran;
13. expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Reflexión: Mc 6,7-13

Sentimos que debemos reflexionar hoy en torno a lo que manda el Señor a sus discípulos a quienes envía de dos en dos. El Señor manda, ordena, exige, a quienes han decidido seguirle. Hay, entonces, dos requisitos que van de la mano: el primero, tomar la decisión de estar con Él, de ir con Él, de seguirle, lo que ya implica un primer acto de fe, pues hemos de seguirlo donde vaya, confiando plena y ciegamente en Él. El segundo, inseparable del primero, es obedecer lo que nos mande. La misma fe que nos lleva a seguirlo ha de llevarnos a obedecerle ciegamente en aquello que disponga. En resumen: fe, seguimiento y obediencia, son los rasgos propios e indispensables del cristiano. Obviamente, cristiano es quien sigue a Cristo, y la forma de seguimiento es la obediencia ciega. Es que si no es de este modo, lo que evidenciamos es falta de fe y el requisito sine qua non, es decir la condición indispensable es la fe y la fe verdadera solo se evidencia en la obediencia absoluta, ciega, confiada. Esto es lo que el Señor espera de nosotros. Entonces, pensemos bien antes si estamos dispuestos y una vez decididos, no volvamos atrás, sino, sigamos ciegamente Sus mandatos. ¡Él manda! ¡Nosotros obedecemos! Por eso nuestra oración ha de ser constantemente: Habla, Señor, que Tu siervo escucha (1 Samuel 3,8-9). Estemos atentos para hacer lo que nos manda. Somos Sus siervos, Sus esclavos, Sus operarios, puestos total y completamente a Su servicio. Esto no es badana. Se trata de una decisión muy seria, que involucra toda nuestra vida. No se trata de un juego de palabras, ni de una expresión figurada, sino de un hecho real, que ha de ser determinante en nuestras vidas. ¿No vemos o no nos parece que haya muchos cristianos que toman de este modo al Señor? Tal vez sea cierto, tal vez tengamos razón en nuestra apreciación, tal vez por eso sea que el Reino de Dios está cerca, pero no llega, sin embargo a nosotros no nos toca juzgar, sino proceder conforme a nuestra recta conciencia. Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja…

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Marcos 6,1-6 – La multitud, al oírle, quedaba maravillada

Texto del evangelio Mc 6,1-6 – La multitud, al oírle, quedaba maravillada

1. Salió de allí y vino a su patria, y sus discípulos le siguen.
2. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: «¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos?
3. ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?» Y se escandalizaban a causa de él.
4. Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio.»
5. Y no podía hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos.
6. Y se maravilló de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando.

Reflexión: Mc 6,1-6

Es realmente lamentable que ocurra esta paradoja entre nosotros. No estamos dispuestos a darles crédito a nuestros amigos y parientes. Basta que les conozcamos un poco, para tenerlos, como se dice, tarifados. Son las famosas etiquetas que tanto daño nos hacen. Una vez que asumimos que fulano es un vividor, que mengano es un irresponsable y que perencejo es un cucufato, pueden hacer lo que quieran que siempre los estaremos observando con los mismos lentes. A pesar de la admiración que pueden despertar, tal como ocurre aquí con Jesús, vendrán a nuestra mente los parámetros bajo los cuales los hemos encasillado y trataremos de ver todo bajo esa perspectiva, lo que nos obliga a tener que abandonar nuestro hogar y nuestra tierra si queremos tener la oportunidad de despegar. Es realmente injusto, pero es así, por lo que mal hacemos en tener esperanzas de lograr el estímulo y apoyo necesario de los nuestros; difícilmente lo lograremos; es una experiencia que se repite una y otra vez. ¿Qué quiere decir esto? Tomémonos unos minutos para reflexionarlo, así estaremos preparados la próxima vez que se nos presente una situación similar. Entre los vendedores, es un lugar común encontrar resistencia a nuestros proyectos entre nuestros familiares. Cualquier “idea brillante” será automáticamente extinguida por nuestros familiares más cercanos, precisamente aquellos de quienes esperaríamos comprensión y apoyo. Con inusitada rapidez encontrarán los mil defectos que pasaste por alto y todas las debilidades por las que eso que te propones no es para ti. Del mismo modo les sonará hueco y falsa cualquiera de tus propuestas, más, cuanto más alejada se encuentre del perfil con el que ya te tienen catalogado. ¿Qué hacer? Salir; ampliar nuestros horizontes. Si buscamos aprobación entre los nuestros, corremos el gran riesgo de terminar frustrados y desanimados. Veamos que el mismo Jesús quedó maravillado por su falta de fe. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: «¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos?

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Lucas 2,22-40 – cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor

Texto del evangelio Lc 2,22-40 – cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor

22. Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor,
23. como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor
24. y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones , conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.
25. Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo.
26. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor.
27. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él,
28. le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
29. «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz;
30. porque han visto mis ojos tu salvación,
31. la que has preparado a la vista de todos los pueblos,
32. luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.»
33. Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él.
34. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción –
35. ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! – a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»
36. Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido,
37. y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones.
38. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
39. Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
40. El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.

Reflexión: Lc 2,22-40

Celebramos la presentación de Jesús en el templo, importante ritual, según la tradición judía. ¿Qué podemos sacar en claro de la reflexión de este pasaje? Varias cosas que debemos tener en cuenta para la consolidación de nuestra fe. Primero está el hecho que Jesús cumplirá con todas las leyes establecidas desde antiguo, porque no hay nada en el que vaya a llevarlo a faltar el respeto y despreciar lo que constituye la tradición judía, es decir que con hechos ratifica que Él no ha venido a abolir la ley, sino a darle cumplimiento. Y cuando Él se refiere a la ley, se refiere a aquella comunicación constante establecida por el pueblo escogido de Israel con Dios, nuestro Padre, que dio lugar -entre otras cosas y tal vez una de las más importantes-, a los Diez Mandamientos, que no vienen a ser sino la evidencia tangible de esta unión. Hay muchos episodios en el Antiguo Testamento que nos permiten apreciar la constante comunicación de Dios con Su Pueblo escogido. Están allí todos los libros en los que han quedado registrados a través de los siglos. Estos constituyen el sustento de rituales y costumbres como la “presentación en el templo” de la que no abdicará Jesús, sino que por el contrario dará cumplimiento en compañía de sus padres, tal como estaba establecido. De manera que esta es una primera constatación que debemos hacer en nuestra reflexión. No se trata de un borrón y cuenta nueva, sino de una confirmación, lo que nos debe llevar a interesarnos en el Antiguo Testamento, como el origen, lo que da lugar a los hechos que estamos por presenciar en el Nuevo Testamento. Para decirlo en sentido práctico: es posible que no encontremos mejor forma de aproximarnos a Dios y Su Voluntad que a través del conocimiento, reflexión y meditación de los Evangelios, que claramente pertenecen al Nuevo Testamento, lo cual es muy bueno. Sin embargo, la natural evolución en este conocimiento, su profundización, inevitablemente nos llevarán a familiarizarnos paulatinamente con el Antiguo Testamento, porque de algún modo, todo lo que está allí escrito no hace nada más que presentarnos a Jesús o como diría San Juan Bautista, prepararnos el camino, enderezarlo, allanarlo. Por lo tanto podríamos decir que si bien es cierto que no podríamos conocer a Jesús sin la lectura y meditación de los Evangelios, las raíces de estos que penetran en la historia de la humanidad, especialmente de este pueblo escogido, surgen en el período histórico que queda plasmado en los hechos y la vida narrados en estos libros. Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.

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Marcos 5, 1-20 – cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo

Texto del evangelio Mc 5, 1-20 – cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo

1. Y llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos.
2. Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo
3. que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas,
4. pues muchas veces le habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarle.
5. Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras.
6. Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante él
7. y gritó con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.»
8. Es que él le había dicho: «Espíritu inmundo, sal de este hombre.»
9. Y le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?» Le contesta: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos.»
10. Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región.
11. Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte;
12. y le suplicaron: «Envíanos a los puercos para que entremos en ellos.»
13. Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara – unos 2.0000 se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar.
14. Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas; y salió la gente a ver qué era lo que había ocurrido.
15. Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor.
16. Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos.
17. Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término.
18. Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con él.
19. Pero no se lo concedió, sino que le dijo: «Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti.»
20. Él se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.

Reflexión: Mc 5, 1-20

Nos inclinamos en pensar que el hombre es esencialmente bueno, y ha de ser así, puesto que hemos sido creados por Dios y Dios no hace adefesios, ni basura, ni cosas malas. Él nos ha hecho Bien. Podemos repetir esto como “dogma”, sin temor a equivocarnos. Sin embargo, lamentablemente de allí no se puede concluir que el hombre siempre elija lo bueno, lo mejor, el Bien. Precisamente aquí radica la gran dificultad existencial por la cual se hace necesario que Dios nos envíe a Su Hijo Jesucristo como nuestro Salvador. Es que Dios nos ha creado LIBRES y como tales, podemos escoger entre el Bien o el Mal, el que prefiramos. Obviamente lo que nos conviene, lo sensato, lo que tendríamos que escoger es el Bien, pero por muchos motivos, algunos de los cuales esperamos develar aquí –con la ayuda de esta historia-, no siempre lo hacemos así. Esto es precisamente lo que muchos definen como libertinaje, es decir, hacer mal uso de la libertad para escoger lo que nos daña o daña a los demás. Es un absurdo en el que lamentablemente caemos, a pesar de las advertencias. Resulta prudente recordar aquí la historia del Paraíso en el Libro de Génesis, en que se nos narra precisamente que Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso por comer del árbol prohibido. Si eres de los “cristianos modernos” que se pasan el Génesis por considerarlo un libro mítico, tal vez convendría proponernos la revisión de nuestros conceptos y una nueva lectura bajo esta óptica. Dios nos ha creado para ser felices y tiene un Plan para que alcancemos esta felicidad; solo hay que seguirlo. Sin embargo, no faltan entre nosotros los testarudos, que se obstinan en llevarle la contra, en hacer el mal, es decir aquello que nos daña o perjudica, que es contrario a lo que Dios nos manda. Por eso, repetimos, necesitamos de una Salvador, que nos señale con autoridad el Camino. Eso es lo que hace Jesús. Él nos revela la Voluntad del Padre y hace todo lo necesario para persuadirnos, a fin que le creamos, porque sabe que solo entonces haremos lo que Dios nos manda, que siendo lo mejor y por lo tanto, lo que nos conviene, no todos estamos dispuestos a hacer, porque mantenemos intereses personales y egoístas que aparentemente se oponen a los Planes de Dios. Es decir que tácitamente –aunque no lo digamos con estas palabras-, consideramos que Dios está equivocado y que nosotros tenemos mejores planes que Él. Aunque no lo verbalicemos, eso es lo que expresan nuestros actos: nuestros planes son mejores que los de Dios. «Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti.»

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