Lucas 4,14-22 – …estaban admirados

Texto del evangelio Lc 4,14-22 – …estaban admirados

14. Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región.
15. Él iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos.
16. Vino a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura.
17. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito:
18. El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos
19. y proclamar un año de gracia del Señor.
20. Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él.
21. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acaban de oír, se ha cumplido hoy.»
22. Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca.

Reflexión: Lc 4,14-22

Todos estos días hemos venido acompañando al Señor a través de episodios asombrosos, por lo tanto es natural que todos estuvieran asombrados. La presencia del Señor constituye un suceso excepcional para la población de todas estas comarcas y su fama se iba extendiendo cada vez más. Pero no nos engañemos, no es eso lo que buscaba el Señor, ni por tanto algo de lo que se jactara. Todo este protagonismo tiene un solo objetivo: que todos los hombres y mujeres de entonces y de hoy, a través de los testimonios que nos han llegado, nos fijemos en Él y le creamos, sino por lo que dice, al menos por lo que hace. Y ya ha hecho suficiente estos días como para que consideremos seriamente que merece nuestra atención y nuestro crédito. ¿O es que dar de comer a 5 mil familias con solo cinco panes y dos peces es algo que vemos todos los días? ¿Y cuándo hemos visto antes o después que alguien camine sobre las aguas del mar y que las fuerzas de la naturaleza le obedezcan? Luego están sus palabras y sus enseñanzas las cuales no conocemos de modo específico estos días, pero sí sabemos que la gente lo oía con tal atención y admiración, que se olvidaban de sí mismos y de sus necesidades. ¡Era tal la atención que captaba, el consuelo, la esperanza y la sabiduría que revelaba que lo seguían multitudes, pendientes de cada palabra que salía de sus labios! Si nos causan admiración los prodigios que realizaba, otorguémosle el mismo crédito a sus palabras e imaginemos tan solo lo que estarían sintiendo aquellas personas. Eran tocados en lo más profundo de sus conciencias, sus mentes y sus corazones. ¿Por qué tanta Luz? Porque era preciso alumbrar la Verdad, para que viéndola, todos creamos en ella. Eso es todo. No hay ni el menor atisbo de soberbia, orgullo o vanidad. Jesús quiere que le veamos, le conozcamos y le creamos, porque de ello depende nuestra salvación, que es Voluntad del Padre. Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca.

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Marcos 6,45-52 – …completamente estupefactos

Texto del evangelio Mc 6,45-52 – …completamente estupefactos

45. Inmediatamente obligó a sus discípulos a subir a la barca y a ir por delante hacia Betsaida, mientras él despedía a la gente.
46. Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar.
47. Al atardecer, estaba la barca en medio del mar y él, solo, en tierra.
48. Viendo que ellos se fatigaban remando, pues el viento les era contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche viene hacia ellos caminando sobre el mar y quería pasarles de largo.
49. Pero ellos viéndole caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar,
50. pues todos le habían visto y estaban turbados. Pero él, al instante, les habló, diciéndoles: «¡Animo!, que soy yo, no teman.»
51. Subió entonces donde ellos a la barca, y amainó el viento, y quedaron en su interior completamente estupefactos,
52. pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada.

Reflexión: Mc 6,45-52

¿Quién puede culpar a los discípulos por tener la mente embotada? ¿Cómo habríamos de sentirnos después de presenciar el semejante milagro de la multiplicación de los panes y los peces? ¿Quién podía aceptar inmutable que Jesucristo se acercara caminando sobre el agua en plena noche? Claro que podría ser de esperar semejante prodigio y muchos más luego de haber dado de comer a cinco mil familias, con tan solo cinco panes y dos peces. Pero era necesario un tiempo para despertar del asombro y asimilar lo que estaba sucediendo. Eso mismo necesitamos nosotros, más aun estando a dos mil años de distancia de aquellos sucesos. Es preciso meditar en lo ocurrido, luego interiorizarlo y asimilarlo. ¿Qué fue lo que pasó? Definitivamente no es algo que pase todos los días. Es más, no ha pasado nunca antes, ni después. ¡Es un suceso extraordinario! Pero si somos consecuentes y revisamos todo lo que hemos venido reflexionando y meditando desde Adviento, todo lo que gira en torno al nacimiento del Señor ha sido igualmente extraordinario, único. Y es que estamos frente a una intervención de Dios en nuestra historia, que se produce una sola vez y para siempre. Es preciso que tomemos conciencia de ella, porque ha de ser determinante para nuestra propia historia, es decir la de cada comunidad humana. Debe quedar claro que estamos frente a Dios; que Él ha querido intervenir porque tiene algo que decirnos, algo que debemos escuchar, entender y luego obrar en consecuencia, porque de ello depende que encontremos el sentido de la vida y llevemos por tanto una vida con sentido. Jesucristo no solamente es Hijo de Dios, es decir manifestación del Todopoderoso, sino que todo este poder de Dios alcanza su manifestación más sublime en la Misericordia y el Amor. Dios nos ama y por lo tanto quiere lo mejor para nosotros. Quiere que seamos felices y vivamos eternamente. Si esta es Su Voluntad, ¿no sería lo más lógico oírle y hacer lo que nos manda? Eso es lo que corresponde, sin embargo no somos tan fáciles de convencer. Subió entonces donde ellos a la barca, y amainó el viento, y quedaron en su interior completamente estupefactos, pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada.

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Marcos 6,34-44 – Comieron todos y se saciaron

Texto del evangelio Mc 6,34-44 – Comieron todos y se saciaron

34. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
35. Era ya una hora muy avanzada cuando se le acercaron sus discípulos y le dijeron: «El lugar está deshabitado y ya es hora avanzada.
36. Despídelos para que vayan a las aldeas y pueblos del contorno a comprarse de comer.»
37. Él les contestó: «Denles ustedes de comer.» Ellos le dicen: «¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?»
38. Él les dice: «¿Cuántos panes tienen? Vayan a ver.» Después de haberse cerciorado, le dicen: «Cinco, y dos peces.»
39. Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos sobre la verde hierba.
40. Y se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta.
41. Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los fueran sirviendo. También repartió entre todos los dos peces.
42. Comieron todos y se saciaron.
43. Y recogieron las sobras, doce canastos llenos y también lo de los peces.
44. Los que comieron los panes fueron 5.000 hombres.

Reflexión: Mc 6,34-44

La misericordia de Dios no tiene límites. No es fácil apropiarse de tal afirmación si no es con ejemplos palpables. Jesucristo lo sabe, por eso nos ofrece varios testimonios de Su Divinidad, sin los cuales no tendríamos por qué creer en Su Palabra. Jesucristo es el Hijo de Dios y como tal es Dios. Esta es una realidad de la que no podemos prescindir. No podemos ignorar este aspecto determinante en Jesús. No podemos quedarnos tan solo con admirarlo por Su filosofía, Su ideología, Sus enseñanzas y las bases o principios para una vida distinta. Estas solas no son suficientes para optar por Él, aunque seguramente si hacemos un adecuado ejercicio de razonamiento y somos completamente honestos tendríamos que concluir que nada puede superar lo que nos propone y que no existe contradicción en ello. Por encima de eso está el hecho que es Dios, es decir que es omnipotente y omnipresente, sin olvidar Su propia definición: el Camino, la Verdad y la Vida, que es otra forma de decir la respuesta a toda interrogante posible, la llave de toda chapa, la clave de la sinfonía cósmica, la piedra angular del universo. Nada ha sido hecho sin su consentimiento, ni nada ocurre sin que Él lo permita. Él está más allá de cuanto podemos definir, pero al mismo tiempo ha querido ponerse a nuestro alcance haciéndose uno más como nosotros. Aceptar tal propuesta no ha significado sin embargo renunciar a ser Dios o dejar de ser Dios, por lo que en realidad su presencia entre nosotros es un misterio admirable, cuanto más cuanto en tal condición se ha sometido a los mayores vejámenes reservados como el peor castigo para uno de nuestros semejantes. Jesús se ha sometido libremente a tales castigos, con el único propósito de redimirnos y enseñarnos el Camino a la Vida Eterna. Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los fueran sirviendo. También repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron.

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Mateo 4,12-17.23-25 – Conviértanse

Texto del evangelio Mt 4,12-17.23-25 – Conviértanse

12. Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea.
13. Y dejando Nazará, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí;
14. para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías:
15. ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles!
16. El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido.
17. Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: « Conviértanse, porque el Reino de los Cielos ha llegado.»
23. Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
24. Su fama llegó a toda Siria; y le trajeron todos los que se encontraban mal con enfermedades y sufrimientos diversos, endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curó.
25. Y le siguió una gran muchedumbre de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.

Reflexión: Mt 4,12-17.23-25

Juan es una referencia importante para Jesús, del mismo modo en que todo lo que va ocurriendo corresponde a un Plan muy bien trazado por Dios, del cual tenemos conocimiento por las Escrituras. En este pasaje podemos constatar nuevamente como todo se va cumpliendo como parte de un libreto previamente escrito. La primera pregunta que nos tenemos que hacer es ¿por qué Dios se habría tomado semejante molestia si no fuera importante para alcanzar Su propósito? Y junto con ello obviamente hemos de preguntarnos ¿cuál podría ser Su propósito? Si no fuera por Jesucristo ambas respuestas podrían caer en el terreno de la libre especulación y cada quien estaríamos en la libertad de construir nuestras propias respuestas, pero no es así. Jesucristo nos da todas las respuestas. En esto consiste la Revelación. Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Es decir que para el que realmente presta atención y con la Gracia del Espíritu Santo, las respuestas a estas y todas nuestras interrogantes están en Él. Así, por Jesús sabemos que la Voluntad de Dios es que ni uno de nosotros se pierda; dicho de otro modo, salvarnos. Para eso nos envía a su Único Hijo, nuestro Señor Jesucristo. ¡Esa es Su Misión! Para ese propósito central, con el fin de suscitar nuestra fe y como consecuencia nuestra conversión, Dios se manifiesta a lo largo de nuestra historia, invitándonos a ver a donde los reflectores apuntan: a Jesús. Por eso todo sucede conforme a las Escrituras. Los hechos ratifican lo que estaba escrito. De este modo, Juan lo precede, incluso bautizándolo y su caída y posterior ejecución serán para Él una señal –ciertamente conmovedora- del inicio de su predicación. Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: « Conviértanse, porque el Reino de los Cielos ha llegado.»

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Mateo 2,1-12 – indaguen cuidadosamente sobre ese niño

Texto del evangelio Mt 2,1-12 – indaguen cuidadosamente sobre ese niño

1. Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén,
2. diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.»
3. En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén.
4. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo.
5. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta:
6. Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.»
7. Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella.
8. Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Vayan e indaguen cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encuentren, comuníquenmelo, para ir también yo a adorarle.»
9. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño.
10. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría.
11. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra.
12. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.

Reflexión: Mt 2,1-12

Nuestra reflexión hoy girará en torno al mandato que les da Herodes a los Reyes Magos, que sabemos lo hacía con el inconfesable objetivo de deshacerse de Él. Así de difícil fue para Jesús desde el comienzo Su vida entre nosotros, sin embargo la Voluntad de Dios habría de cumplirse por sobre todas las cosas y Herodes se quedaría desairado, pues los Reyes magos, avisados en sueños del peligro que corría Jesús, volverían por otro lado. Estas intervenciones de Dios que vemos aquí de modo tan evidente son sin embargo corrientes en nuestras vidas, sino que no llevamos inventario de ellas y por eso las olvidamos tan fácilmente. ¿Cuántas veces nos ha sucedido que nos salvamos de un encuentro que hubiera sido fatal o muy molesto, simplemente por no haber llegado a tiempo o porque se nos atravesó otra persona? Lo achacamos a la fortuna, pero en realidad se trata de la Voluntad de Dios que lo evito por ti, o que tal vez lo facilita por ti. Si sabemos leer estas señales que son constantes en nuestras vidas, podemos incluso interpretar la Voluntad de Dios para nuestras vidas. Nosotros tendemos a ver estos encuentros como coincidencias, pero si somos sinceros y recabamos todas las evidencias, tendremos que concluir que Dios mismo los propició con un propósito que o tenemos que indagar o que tal vez confirma lo que habíamos decidido. Si miramos nuestras vidas desde la cima que nos dan los años, veremos en ellas muchos acontecimientos conectados, varios movimientos notables y determinantes que ocurrieron a mucha distancia unos de otros y sin embargo íntimamente conectados. Es decir, más allá de que seamos conscientes todo se desenvuelve de acuerdo a un Plan en el que no siempre pareciera que tenemos las riendas, aun cuando no se realiza sin nuestro consentimiento y anuencia. La frase tan conocida: no hay mal que por bien no venga, nos ayuda a ver –conforme a la experiencia popular- que muchas veces las cosas no salen como queríamos, tal vez porque Dios está ayudándonos a enmendar el camino. Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Vayan e indaguen cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encuentren, comuníquenmelo, para ir también yo a adorarle.»

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Juan 1,19-28 – Yo soy voz del que clama en el desierto

Texto del evangelio Jn 1,19-28 – Yo soy voz del que clama en el desierto

19. Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: «¿Quién eres tú?»
20. El confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo.»
21. Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?» Él dijo: «No lo soy.» – «¿Eres tú el profeta?» Respondió: «No.»
22. Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?»
23. Dijo él: « Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectifiquen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.»
24. Los enviados eran fariseos.
25. Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?»
26. Juan les respondió: « Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes está uno a quien no conocen,
27. que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia.»
28. Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

Reflexión: Jn 1,19-28

La respuesta que da Juan es difícil de entender para un neófito que no conoce la Biblia. No debía ser tan difícil para nosotros, sin embargo debemos confesar que lamentablemente no estamos tan familiarizados con las Sagradas Escrituras como debíamos. Esta primera constatación debe hacernos reparar en la necesidad de abordar seriamente la lectura de la Biblia, siguiendo el mismo orden que propone la Iglesia en el Calendario Litúrgico o de cualquier otro modo que nos resulte más realizable. No se trata de leerla de corrido, como si fuera una novela, pero si poco a poco, porque su conocimiento nos ayudará a disipar muchas dudas que nacen de la simple ignorancia. ¿Es indispensable? Diríamos que muy deseable en un buen cristiano, pero no estrictamente indispensable. Si debemos conocer bastante bien los Evangelios, que son parte importante del Nuevo Testamento y que proporcionalmente no representan ni el 10% del contenido total de la Biblia, sin embargo contienen los datos más relevantes del nacimiento, vida, muerte y resurrección del Señor que sí es indispensable conocer a todo buen cristiano. Así que si no has leído ni una sola vez hasta ahora el Nuevo Testamento, ya tienes una tarea y un buen propósito para el año que estamos comenzando. Nuestro consejo sería que vayas leyendo cada día los versículos de los evangelios que vamos publicando, que son los que dispone para cada día la Iglesia en el Calendario Litúrgico. Al finalizar el año, habrás leído y meditado una buena porción de los Evangelios y te habrás familiarizado con los hechos más importantes y el mensaje de Salvación de Jesús. Del mismo modo, habrás hecho un hábito, con lo que te será más fácil continuar con la reflexión diaria de los evangelios por el resto de la vida, lo que desde luego te acercará a Dios y a tus hermanos, haciéndote crecer como persona, en el Camino que Dios quiere para nosotros. Dijo él: « Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectifiquen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.»

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Lucas 2,16-21 – volvieron glorificando y alabando a Dios

Texto del evangelio Lc 2,16-21 – volvieron glorificando y alabando a Dios

16. Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.
17. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño;
18. y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían.
19. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón.
20. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
21. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.

Reflexión: Lc 2,16-21

Las manifestaciones de Dios en torno a este evento único en la historia de la humanidad constituyen el común denominador en todos los pasajes relacionados con el Nacimiento de Jesús, de modo tal que no quede dudas, a quienes los sigan, que estamos frente a un suceso realmente extraordinario. No podía ser de otro modo, tratándose de la encarnación del Hijo de Dios. Pero tal vez lo más importante, que debemos asimilar a partir de todas estas señales es que todo corresponde a un cuidadoso Plan trazado por Dios, seguramente antes que existiéramos, con el único propósito de salvarnos. Es decir que nosotros somos el centro y el motivo de este Plan tan perfectamente diseñado. ¿Por qué? Jesús nos revelará que es por amor, porque nuestro Creador, el que hizo todo lo existente, es nuestro Padre y nos hizo para que seamos felices, viviendo eternamente. Para ello, es preciso que creamos en esta Revelación, porque habiendo sido creados Libres por nuestro Padre, es necesario que nosotros optemos libremente por el Camino que nos propone, que obviamente es el mejor y el único que nos conviene, pero hemos de ser nosotros los que lo elijamos. Para eso también nos ha dotado de Inteligencia, de modo tal que podamos oír, abstraer, pensar, reflexionar y decidir. Solo nos conviene lo que Dios nos propone. Las demás opciones nos conducen por un camino equivocado que finalmente nos llevarán a la perdición, la destrucción, la oscuridad, la mentira y la muerte. Dios lo sabe, como no podía ser de otro modo. Por eso se empeña en mostrarnos el único Camino a tal extremo, que nos envía a Su propio Hijo a mostrárnoslo y Él lo hará, aun a costa de Su vida. Todo esto es lo que estamos celebrando estos días: el nacimiento de Jesús, nuestro Salvador. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.

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Juan 1,1-18 – los suyos no la recibieron

Texto del evangelio Jn 1,1-18 – los suyos no la recibieron

1. En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
2. Ella estaba en el principio con Dios.
3. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.
4. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres,
5. y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
6. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan.
7. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.
8. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
9. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
10. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.
11. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
12. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre;
13. la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.
14. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
15. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.»
16. Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia.
17. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
18. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

Reflexión: Jn 1,1-18

Estamos frente a uno de los más hermosos fragmentos del evangelio en que Juan, inspirado por el Espíritu Santo nos permite aproximarnos a lo más excelso, como es la Divinidad de Jesús. No hay forma de describirlo, si no es por aproximaciones y es que es imposible que nuestra mente, nuestro corazón, nuestro ser abarque a Dios; es una realidad que nos supera largamente, de la cual, sin embargo somos parte, porque somos sus creaturas. No siempre somos conscientes de esta realidad y mucho menos los detractores de Dios, que sea por incapacidad, soberbia o mezquindad son incapaces de aceptar que hay algo, que existe algo que va más allá de su comprensión y entendimiento, porque no somos, ni hemos sido jamás la norma de lo que es posible. Para describirlo en la matemática básica que conozco, somos un subconjunto; es más, agregaría que somos un pequeño subconjunto que se esfuerza por comprender el todo, pero no está a su alcance, porque siempre descubre que sus fronteras están más allá de sus posibilidades. Tal como lo explica el célebre científico Carl Sagan en el Cosmos, somos parte de un universo que por más vértigo que pudieran darnos sus cifras, por más desafíos que planteen a la razón, es tremendamente limitado en sus dimensiones, lo que nos permite imaginar y especular, que convivimos con otras dimensiones que posiblemente nos atraviesan, nos tocan o se superponen, sin que podamos percatarnos de ellas. Pero muy por encima y más allá de todas estas realidades verdaderas o imaginarias, está Dios, que todo lo abarca, a cuya luz no podríamos exponernos sin quedar ciegos y luego evaporados o “desmoleculizados”, si me permiten el término. Dios está más allá de cuanto podemos imaginar y sin embargo lo abarca todo. Dios es un Misterio incomprensible, que tratamos de explicar y conceptualizar con nuestros limitados recursos. Por eso no debemos confundir a Dios con el limitado concepto o explicación que podemos elucubrar. Aunque para algunos efectos nos sirva, Dios no es solamente eso; Dios es muchísimo más. Juan aquí traza unas pinceladas muy hermosas que nos permiten ubicarlo, por lo menos en abstracto y con algunas ideas asequibles a nuestra comprensión. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

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