Lucas 1,39-45 – Feliz la que ha creído

Texto del evangelio Lc 1,39-45 – Feliz la que ha creído

39. En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá;
40. entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
41. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo;
42. y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno;
43. y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?
44. Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.
45. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»

Reflexión: Lc 1,39-45

La Iglesia nos pone dos días seguidos frente a los mismos versículos, para que profundicemos en su meditación. Con mucho agrado nos esforzaremos por abordar estos versículos desde otro punto de vista, no por ello menos importante. Y es que la Palabra de Dios tiene esta particularidad única: siempre es posible obtener más y más de ella, como una fuente inagotable siempre fresca y refrescante para quien se aproxima a ella con fe. Precisamente es la fe la que llama ahora nuestra atención. Tal como exclama Isabel, es la fe la que nos trae la felicidad. Sin embargo, qué difícil nos resulta entender a la fe como portadora de felicidad. Por el contrario, nos sentimos tentados a renunciar a ella, porque la percibimos demasiado exigente, demasiado ófrica y avasalladora. La fe nos parece contraria a la felicidad, pues nos lleva a pensar en exigencias sin medida, que solo nos traerán frustración, en una vida gris, llena de temores, vergüenza y oscuridad. De este modo, la fe parece enemiga de la alegría y de la juventud, tanto es así que la pensamos propia de viejos y anticuados, que no tienen por qué vivir, que creen que todo es malo. Como un gran amigo decía en son de broma, todo lo que nos gusta o engorda, o es malo para la salud o es pecado. Más allá de la broma, hay que reconocerle méritos al demonio, al haber tergiversado de tal modo las cosas, engañándonos de tal manera que estamos casi dispuestos a creer que lo que nos propone Dios no es vida y que esta solo la encontramos lejos de Él. ¿Habrase visto tal pretensión? ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!

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Lucas 1,39-45 – Bendita tú entre las mujeres

Texto del evangelio Lc 1,39-45 – Bendita tú entre las mujeres

39. En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá;
40. entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
41. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo;
42. y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno;
43. y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?
44. Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.
45. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»

Reflexión: Lc 1,39-45

Realmente creemos que hay que ser muy, pero muy mezquinos para no reconocer la grandeza de María, no por ella misma, que siendo indudablemente muy virtuosa y seguramente más virtuosas que nadie en este mundo, no deja de ser una más de nuestra especie, sino porque Dios puso sus ojos en ella, para hacerla nada menos que madre de Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo. ¿Puede haber mayor honor, mayor distinción en este mundo? Quien lo niega es un necio, un envidioso, un soberbio o un extraviado, que no sabe lo que dice, ni es capaz de reconocer y diferenciar el día de la noche. No puedo encontrar razones para no ir a felicitar a un verdadero amigo, para felicitarlo si recibe una alta distinción y reconocimiento de su comunidad. ¿Habría de regatear adjetivos y dejar de ponderar su bien ganada distinción por ser como yo? ¿No sería esta una señal de mezquindad, de envidia o quien sabe que retorcido sentimiento? ¿Con qué intención recortaría sus méritos? ¿Con qué justificación? ¿Lo haría por considerarlo inmerecido? ¿Es que tal vez yo lo merecía más o alguien a quién yo tendría que designar, alguien de mi gusto, de mi preferencia? ¿Es que quien o quienes confirieron tal distinción no son nadie o no son dignos de crédito alguno? No podemos encontrar otro motivo para no reconocer la distinción que hace Dios en la Virgen María, que bajeza y mezquindad propias del demonio, que busca cualquier resquicio, cualquier motivo para desnaturalizar, desacralizar la Voluntad de Dios, sembrando confusión. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?

Nosotros los católicos, no adoramos a la Virgen María. Ella no es Dios, pero por obra y Gracia de Dios, es la Madre de Dios. Esto es un Misterio, es verdad, algo que desafía y escapa a nuestra razón, pero no es Dios eso mismo. Entonces la primera y gran pregunta tendría que ser: ¿Creemos en Dios? No en un dios que se ajusta a tus criterios, a tus limitaciones, a tus capacidades; un dios creado por ti, a tu gusto, a tu imagen y semejanza, según tu limitada sabiduría y percepción, sino el Único Dios Verdadero, Creador del Universo, el Dios Padre que Jesucristo viene a Revelarnos. ¿Cómo es este, el verdadero Dios, el Único Dios? Nos lo revelan las Escrituras. Si queremos conocerlo sinceramente, hemos de acudir a ellas, del mismo modo en que debemos ver el arcoíris, vivir en una familia y ser amados para entender el amor. Hay que recurrir a alguna fuente externa y no basta con solamente explorar nuestro corazón, si bien es cierto en el encontraremos la impronta dejada por Dios. Pero es en relación con los demás, con el mundo y con Dios que lo encontramos. Porque todo está unido a un solo fin, hacer Su Voluntad. Y esta es que seamos felices, alcanzando la Vida Eterna, que para eso fuimos creados. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?

Hay un solo camino para alcanzar este fin, pero nuestra soberbia y necedad nos llevan a desconocer lo evidente, lo que Dios ha dispuesto, Su Voluntad, para tentar otras vías, otros caminos propuestos por nosotros u otros como nosotros, todos los cuales conducen a la perdición y al fracaso. No, no estamos destinados a eso, pero si no aplicamos las capacidades de las que hemos sido dotados para descubrirlo y si no hacemos caso a todas las señales y ayudas que Dios no envía para no equivocarnos, terminaremos perdiéndonos irremediablemente. Precisamente con el propósito de evitar que nos extraviemos, con el propósito de Salvarnos, Dios mando a este mundo a Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo y entre los miles de millones de mujeres, escogió a la Virgen María para que fuera Su Madre. María era una joven mujer pura y sin mancha que vivió hace poco más de 2mil años. Así como fue escogida ella, fue escogido aquel tiempo, por Voluntad de Dios. Quién era ella y por qué en ese tiempo son hechos que escapan a nuestra perspectiva, porque corresponden a los Planes de Dios, que van más allá de cuanto podemos imaginar, especular o adivinar. Frente a Dios, como lo podemos comprobar a lo largo de nuestras vidas y la de la humanidad entera, solo nos queda inclinar la cabeza para agradecer su amor misericordiosos y su bondad. Discernir Su Voluntad y llevarla a cabo es lo más sensato y por lo tanto, Gracia que debemos pedir, porque de ello depende alcanzar la felicidad para la cual fuimos creados. A todo esto aporta María, por Gracia de Dios, siendo la Madre de Jesucristo. ¿Digamos sinceramente si esto nos parece poco? Esto es lo que reconoce Isabel en este pasaje y lo que reconocemos los fieles en la Iglesia Católica. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?

Oremos:

Padre Santo, te damos gracias por enviarnos a Tú Hijo Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor, quien naciendo de la Santísima Virgen María, vivió, murió y resucitó para enseñarnos el Camino, la Verdad y la Vida…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.

(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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Lucas 1,5-25 – tu mujer, te dará a luz un hijo

Texto del evangelio Lc 1,5-25 – tu mujer, te dará a luz un hijo

5. Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel;
6. los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor.
7. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad.
8. Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo,
9. le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso.
10. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso.
11. Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.
12. Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él.
13. El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan;
14. será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento,
15. porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre,
16. y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios,
17. e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.»
18. Zacarías dijo al ángel: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad.»
19. El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva.
20. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.»
21. El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su demora en el Santuario.
22. Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo.
23. Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa.
24. Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses
25. diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres.»

Reflexión: Lc 1,5-25

Seguimos observando los sucesos extraordinarios que rodean el nacimiento, vida, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, que lejos de ser anecdóticos debían servirnos para reflexionar y poner en la perspectiva adecuada lo que estamos presenciando. Dios Todopoderoso está interviniendo en nuestra historia de un modo único, comparado probablemente tan solo con el momento aquel de la Creación y posiblemente con el de Su vuelta definitiva, para reinar por toda la eternidad. Es pues un momento central planeado por Dios con el único propósito de Salvarnos, porque su amor y su misericordia son infinitos. Él quiere que vivamos eternamente y que ni uno solo se pierda. ¿Cómo conseguirá ello? Enviando a Su Hijo Jesucristo. Él lo hará posible. Es precisamente de esta llegada, de esta intervención que tratan los Evangelios. Los versículos que hoy reflexionamos tienen que ver con el nacimiento de Juan el Bautista, primo de Jesús, que habría de precederlo, anunciando su llegada, para la cual debíamos prepararnos. Para que se cumpla este propósito, Isabel, su madre, que era estéril y ya mayor, habiendo sobre pasado la edad de concebir, queda en cinta de Zacarías, su esposo, que también era mayor. ¿Cuál es el mensaje de este suceso? Que no hay nada que se pueda oponer a los designios de Dios; que para Dios no hay nada imposible; que Dios tiene un Plan y que este se cumplirá, por encima de cualquier oposición u obstáculo infranqueable para nosotros. La Voluntad de Dios habrá de cumplirse por sobre todo. tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento

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Mateo 1, 18-24 – la virgen concebirá y dará a luz un hijo

Texto del evangelio Mt 1, 18-24 – la virgen concebirá y dará a luz un hijo

18. La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.
19. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.
20. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo.
21. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»
22. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta:
23. Vean que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros.»
24. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.

Reflexión: Mt 1, 18-24

Aunque hemos escogido la frase que destaca el suceso único en la historia de la humanidad que está por protagonizar María, los versículos están dedicados a ponderar la actitud ejemplar de José. Y es que en verdad, no podía ser de otra manera. Estamos en pleno proceso de identificación de los protagonistas de este suceso extraordinario y todo lo que lo rodea, incluyendo a las personas escogidas para ser parte de este misterio, son de características únicas. Un poco que quiere pasar desapercibido para el común de la gente este suceso, porque nos hemos acostumbrado a identificar lo extraordinario con la pompa, la riqueza y el poder, desconociendo que lo extraordinario también puede tener otras características, distintas a las que nosotros podríamos anticipar, pero que no por eso dejan de ser igual o más extraordinarias. Es que estamos frente a Dios; Él es el verdadero protagonista, el que está tras todos estos sucesos, que no serán como lo hubiéramos esperado o imaginado, pero no por eso dejarán de ser extraordinarios. Así, que una virgen conciba y dé a luz un hijo, es algo que jamás vimos antes, ni volveremos a ver. ¿O es que esto ocurre todos los días, o cada cien años o cada milenio? ¡No! ¡Pues empecemos a maravillarnos por ello, en primer lugar! ¡Es mucho más que cuanto pudiéramos imaginar! Ni el más rico del planeta, empeñando toda su fortuna podría lograrlo. Por lo tanto, no estamos hablando de palacios, joyas, diamantes, rubíes, oro, cortes o ejércitos, sino tan solo de una mujercita casi niña, que siendo virgen dará a luz a un hijo…¿Es que puede no bastar esto para dejarnos embonados y boquiabiertos? Claro, lo que pasa es que no lo creemos. Eso es todo. Vean que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros.

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Mateo 1,1-17 – la generación de Jesucristo

Texto del evangelio Mt 1,1-17 – la generación de Jesucristo

1. Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:
2. Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos,
3. Judá engrendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram,
4. Aram engendró a Aminadab, Aminadab engrendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón,
5. Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé,
6. Jesé engendró al rey David. David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón,
7. Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf,
8. Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías,
9. Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías,
10. Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías,
11. Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.
12. Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel,
13. Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor,
14. Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud,
15. Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a Jacob,
16. y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo.
17. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

Reflexión: Mt 1,1-17

¿Qué tiene de especial esta lista que todos los años hemos de leer y que muchas veces se nos antoja monótona y aburrida? En realidad es una larga lista de nombres que a muchos de nosotros no nos dicen absolutamente nada y en la que con las justas podemos reconocer con cierta familiaridad unos cuantos, como Abraham, Salomón o David. Pero, ¿y los demás, qué importancia tienen? Tal vez para nosotros ninguna, pero para los estudiosos de la Biblia, los judíos, los fariseos y sacerdotes de aquella época eran nombres muy conocidos, porque los estudiaban, como a nosotros nos hicieron aprendernos de memoria en el Colegio los nombres de todos los Incas, de los Virreyes o de los Presidentes. Debíamos conocer no solamente sus nombres, sino los períodos en que gobernaron y algunos hechos destacables. Se supone que ello debía reforzar nuestra identidad nacional. Si exageraban o no, el hecho es que tras cada nombre hay una historia y profundizando en ella podemos llegar a explicarnos muchas cosas. La lección es que no hemos aparecido como una generación espontánea, de un momento a otro, sino que procedemos de nuestros padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, etc., todos los cuales tuvieron su historia y sea que lo sepamos o no, determinaron nuestra existencia. Sé que algunos de mis ancestros fueron italianos y otros vascos, pero no sé cuando llegaron ni cuales fueron las razones que los impulsaron a llegar a América, ni qué tuvieron que pasar y sobrevivir para que hoy esté aquí escribiendo y pensando en ellos aun cuando solo sea de modo general. Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham

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Lucas 7,19-23 – los muertos resucitan

Texto del evangelio Lc 7,19-23 – los muertos resucitan

19. los envió a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?»
20. Llegando donde él aquellos hombres, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?»
21. En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos.
22. Y les respondió: «Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva;
23. ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!»

Reflexión: Lc 7,19-23

Para alguien conocedor de las Escrituras, como Juan, estas palabras del Señor tenían que bastar para reconocerlo. Nos atrevemos a afirmar que aún sin conocer las Sagradas Escrituras cualquiera de nosotros viendo y oyendo lo que se cuenta en estos versículos, si no somos obstinados, tendría que bastarnos para reconocer que estamos frente a una situación única y extraordinaria, jamás vista en nuestras vidas, ni oída ni contada por nadie, a no ser referida a Dios. Por lo tanto, si somos sinceros y coherentes debíamos concluir que nos encontramos frente a una fuerza sobrenatural que solo puede provenir de Dios. Es así, como que dos más dos con cuatro. Ponernos a especular, a dudar y argumentar necedades, solo puede ser obra de alguien que quiere mantenernos en la oscuridad por algún motivo. Obviamente esto será obra del Demonio, pues para todo hombre o mujer de buena fe, honesto y sincero, que no ande buscando razones retorcidas para justificar su comportamiento, la contundencia de estos acontecimientos solo debe llevarnos a doblar las rodillas. ¡Estamos frente a Dios, el Todopoderoso, que ha venido a salvarnos de la esclavitud, tal como lo prometió a nuestros ancestros y está anunciado por los profetas! Solo hace falta Buena Voluntad, es decir pureza de espíritu, honestidad y rectitud para reconocerlo. El que no lo hace, es porque no le da la gana, porque tiene otros motivos subalternos e inconfesables para negarlo; por pura conveniencia, cobardía y egoísmo. Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva

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Mateo 21,28-32 – los publicanos y las rameras llegan antes que ustedes al Reino de Dios

Texto del evangelio Mt 21,28-32 – los publicanos y las rameras llegan antes que ustedes al Reino de Dios

28. «Pero ¿qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: «Hijo, vete hoy a trabajar en la viña.»
29. Y él respondió: «No quiero», pero después se arrepintió y fue.
30. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: «Voy, Señor», y no fue.
31. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» – «El primero» – le dicen. Díceles Jesús: «En verdad les digo que los publicanos y las rameras llegan antes que ustedes al Reino de Dios.
32. Porque vino Juan a ustedes por camino de justicia, y no creyeron en él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en él. Y ustedes, ni viéndolo, se arrepintieron después, para creer en él.

Reflexión: Mt 21,28-32

Con razón algunos nos resistimos a oír al Señor, es que muchas veces tiene una forma de expresarse demasiado cruda y dura. Por eso los discípulos incluso dirán: “quién puede aguantar este lenguaje”. Ayer veía por televisión la polémica entre Rajoy y Sánchez y si bien no pudimos sacar mucho en claro, de lo que no hay duda es que falto poco para que alguno perdiera los papeles y le diera una cachetada al otro y se armara la de San Quintín. Felizmente el agua no llegó al río, pero se dijeron de todo y sin embargo no creo que ninguno le haya dicho al otro lo que Jesús nos dice aquí. Nos sentimos tan orgullosos y dignos; nos creemos tanto, que estoy seguro que ninguno de nosotros toleraría que nos dijeran que una prostituta cualquiera merezca entrar antes que nosotros al Reino de Dios. Hagamos por un momento el ejercicio de imaginarnos que vamos al matrimonio de un hijo de algún poderoso de nuestra región, o de nuestro Jefe o del Presidente de alguna asociación a la que pertenecemos y que cuando estemos por entrar nos detenga en la puerta para dejar pasar antes que a nosotros a una de esas “bocapintadas”, siendo nosotros funcionarios de confianza. ¿No nos sentiríamos indignados, despechados? Pues algo así es lo que está diciendo el Señor. En verdad les digo que los publicanos y las rameras llegan antes que ustedes al Reino de Dios. Porque vino Juan a ustedes por camino de justicia, y no creyeron en él.

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Mateo 21,23-27 – quién te ha dado tal autoridad

Texto del evangelio Mt 21,23-27 – quién te ha dado tal autoridad

23. Llegado al Templo, mientras enseñaba se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo diciendo: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha dado tal autoridad?»
24. Jesús les respondió: «También yo les voy a preguntar una cosa; si me contestan a ella, yo les diré a mi vez con qué autoridad hago esto.
25. El bautismo de Juan, ¿de dónde era?, ¿del cielo o de los hombres?» Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: «Del cielo», nos dirá: «Entonces ¿por qué no le creyeron?»
26. Y si decimos: «De los hombres», tenemos miedo a la gente, pues todos tienen a Juan por profeta.»
27. Respondieron, pues, a Jesús: «No sabemos.» Y él les replicó asimismo: «Tampoco yo les digo con qué autoridad hago esto.»

Reflexión: Mt 21,23-27

Con el Señor no podemos andar con ambigüedades. Somos personas inteligentes y por lo tanto debemos comportarnos como tales. Y es que con mucha facilidad razonamos y actuamos con cinismo, pretendiendo tender trampas a nuestro interlocutor o haciéndonos los que desconocemos una norma o un concepto simplemente para justificar nuestro proceder y conveniencia. Eso que acostumbraos a hacer con el mundo entero, porque es una forma corriente de actuar entre nosotros, en nuestras sociedades, poniendo antes que nada nuestro propio interés, no tiene buenos resultados con Jesús, porque a Él no podemos engañarle, ni hacerle caer en emboscadas. El desenmascara cualquier intento y nos pone en evidencia. Así que si queremos seguir a Cristo, juguemos limpio. No valen las cartas marcadas, ni las argucias que empleamos con algunos ingenuos, abusando de su buena fe, para obtener provecho. Con Cristo las cosas deben ser claras y nuestras argumentaciones coherentes. Ha de haber consecuencia entre lo que decimos y hacemos. No se trata de aparentar, ni quedar bien con todos. Con el Señor, las cosas claras y tal como son…mientras enseñaba se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo diciendo: ¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha dado tal autoridad?

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