Hacer lo que tenemos que hacer

Hagamos siempre lo que tenemos que hacer

Que cómodo resulta a los humanos soplar la pluma a los demás. Somos expertos justificándonos y evadiendo nuestras responsabilidades. Siempre será más fácil echar la culpa a otros que asumir uno mismo la responsabilidad de hacer lo que tenemos que hacer. Cual estrellas de futbol frente a sus rivales, nosotros usamos la cintura para evadir nuestras responsabilidades.

Sin embargo llega en vida, tarde o temprano, el momento de pagar aquella factura de la que nos quisimos desentender. No se puede prolongar indefinidamente el silencio cómplice. Es verdad que muchas veces nos resulta incómodo tener que recordar sus responsabilidades a otro y peor aun, exigir que las cumpla.

Pero la vida nos enseña que tarde o temprano, aquello que no exigimos en su debido momento nos regresa como un bumerang. No es bueno, por lo tanto dejar pasar, dejar hacer. Todos tenemos el deber de defender lo que es correcto; aquello que se apega a la verdad. La mentira y el engaño no se pueden sostener para siempre.

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Novena en honor a la Santísima Virgen María

NOVENA EN HONOR A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Novena dedicada a la Virgen María en la advocación de la Santísima Virgen de Chapi

ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

Por la señal  de la Santa, de nuestros enemigos libramos Señor , Dios nuestro.

Santísima Virgen María
Santísima Virgen de Chapi

Oración de San Bernardo para empezar todos los días.

Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro socorro, haya sido desamparado. Yo, pecador, animado con tal confianza, acudo a vos oh Madre, Virgen de las vírgenes: a vos vengo, delante de vos me presento gimiendo. No queráis, oh Madre del Verbo, despreciar mis palabras; antes bien, oídlas benignamente y cumplidlas. Amén.

 Día Primero       –         Día Segundo    –       Día Tercero
Día Cuarto         –          Día Quinto       –         Día Sexto
Día Séptimo      –           Día Octavo      –        Día Noveno

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Lucas 24,13-35 – al partir el pan

al partir el pan

“«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón». Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.”

Miércoles de la Octava de Pascua| 07 de Abril del 2021 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

  • Hechos de los apóstoles 3,1-10
  • Salmo 104,1-2.3-4.6-7.8-9
  • Lucas 24,13-35

Reflexión sobre las lecturas

al partir el pan

Nuevamente podemos ver desconcertados, apesadumbrados y tristes a los discípulos. Aquellos que conocían a Jesús, que lo habían seguido de cerca, no habían comprendido lo que había pasado, a pesar que el Señor se los advirtió en varias oportunidades.

Esto prueba que en el fondo oían, pero no escuchaban, no razonaban, no procesaban lo que el Señor les venía diciendo. Nos puede pasar así, que el Señor nos anuncia lo que nos viene ocurriendo y nosotros, a pesar de oír los Evangelios, no los hacemos carne en nuestras vidas.

Olvidamos que la Palabra del Señor no se proclama como algo histórico, que ocurrió en el pasado y que nada o poco tiene que hacer con nuestras vidas. Lo oímos, sin poder identificar lo que dice en nuestras propias vidas. Entendemos lo que queremos; lo que nos parece.

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Juan 20,11-18 – ve a mis hermanos

ve a mis hermanos

“Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre de ustedes, al Dios mío y Dios de ustedes”

Martes de la Octava de Pascua| 06 de Abril del 2021 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

  • Hechos de los apóstoles 2,36-41
  • Salmo 32,4-5.18-19.20.22
  • Juan 20,11-18

Reflexión sobre las lecturas

ve a mis hermanos

¿Con alguna frecuencia nos pasa que no vemos lo más evidente? ¿Cuántas veces estamos deseando encontrar al Señor, que Él se manifieste de algún modo en nuestras vidas? Son nuestros deseos o tal vez nuestras ideas tan fuertes, tan segadas a lo que queremos ver, que no lo vemos.

No lo vemos, porque lo buscamos donde no debemos o simplemente porque nuestras ideas preconcebidas son como un manto, como un velo que nos impide ver. Nuestro razonamiento lógico, a partir de lo que queremos ver o encontrar nos impide ver lo que tenemos delante de nuestros ojos y es allí que está lo que buscamos.

Así le pasa a María Magdalena. Busca un cuerpo vejado, maltratado, frío, muerto. Ha ido a encontrar un cadáver porque su razón se resiste a si quiera considerar la posibilidad que tal vez ha resucitado, como Él mismo se los había anticipado.

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Mateo 28,8-15 – Alégrense

Alégrense

“De pronto, Jesús salió al encuentro y les dijo:
«Alégrense».
Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.
Jesús les dijo:
«No teman: vayan a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán»”

Lunes de la Octava de Pascua| 05 de Abril del 2021 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

  • Hechos de los apóstoles 2,14.22-33
  • Salmo 15,1b-2a y 5.7-8 9-10.11
  • Mateo 28,8-15

Reflexión sobre las lecturas

Alégrense

Lo primero que nos llama la atención es aquel: Alégrense. Y es que no debía ser de otro modo. Jesucristo ha resucitado, tal como lo prometió desde siempre en las Escrituras. Nos sorprende, sí, pero no hay que temerle, sino más bien sentirse alegres y agradecidos.

¡Hemos sido salvados! ¡Sí! Conmueve el alto precio que ha debido pagar. Sin embargo ello ya ha pasado. Él así lo quiso. Y es que en su infinita sabiduría, no había otro modo. Si lo hubiera habido, seguro que hubiera tomado ese camino. Pero no lo había.

No había forma de salvarse de este trago. Ya se lo había comentado a nuestro Padre, confirmando la Misión para la que había venido. Esta es la única forma en la que podía salvarnos y Él seguiría hasta el final. ¿Por qué? ¡Por amor! No hay otra respuesta.

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resucitar de entre los muertos – Juan 20,1-9

resucitar de entre los muertos

“Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.”

Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor | 04 de Abril del 2021 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

  • Hechos de los Apóstoles 10,34a.37-43
  • Salmo 117,1-2.16ab-17.22-23
  • Colosenses 3,1-4
  • Juan 20,1-9

Reflexión sobre las lecturas

resucitar de entre los muertos

Habiendo estado tan cerca al Señor, día a día y habiendo el proclamado en tantas ocasiones lo que habría de ocurrir, como consta a lo largo de las Escrituras, aun sus discípulos más cercanos, como son Pedro y Juan, no habían entendido la Escritura que anunciaba que esto habría de ocurrir.

En principio nos sorprende, que no esperaran que esto sucediera, a pesar de cuantas veces se los había anunciado. Pero inmediatamente lo reflexionamos y comprendemos que estamos ante un prodigio único y sorprendente jamás ocurrido en la historia, ni antes, ni después.

Este es el Milagro, con M mayúscula y en singular, que confirma nuestra fe, porque tal como dice San Pablo, vana sería nuestra fe si no hubiera resucitado. Estamos, por lo tanto, frente al acontecimiento central y fundante de nuestra fe.

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Alégrense y regocíjense – Mateo 5,1-12

Alégrense y regocíjense

“Bienaventurados serán cuando los injurien, y los persigan y digan con mentira toda clase de mal contra ustedes por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes.”

Domingo, Todos los Santos | 01 de Noviembre del 2020 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

  • Apocalipsis 7,2-4.9-14
  • Salmo 23,1-2.3-4ab.5-6
  • I Juan 3,1-3
  • Mateo 5,1-12

Reflexión sobre las lecturas

Alégrense y regocíjense

La santidad, es decir, cumplir con la Voluntad de Dios, siempre tendrá oposición. El Señor de algún modo así nos lo advierte. Si nos persiguen, insultan e injurian. Aún si nos apresan y nos matan, ha de ser motivo de alegría. ¿Es esto masoquismo o sadismo?

No faltará quien así lo crea, por eso es preciso aclararlo. A lo largo de todo los Evangelios resalta una dicotomía: el Bien y el Mal. Que a su vez podemos distinguirla según la ocasión en Cielo o Infierno; amor u odio; paz y violencia; Verdad y mentira; vida y muerte; Dios o el Dinero.

Los hijos de la luz, que se contraponen a los de las tinieblas, hemos de escoger siempre la primera parte de estas dicotomías. Estas reflejan la obra y la presencia de Dios. Ese es el Camino que el Señor nos enseña a transitar con su vida, muerte y resurrección.

Alégrense y regocíjense

No somos de este mundo

Somos lo opuesto al mundo, que es la segunda parte de la dicotomía. Porque, como nos dirá el mismo Señor Jesucristo, no somos de este mundo. Es así como debemos vivir. Vivimos en el mundo, pero sin encasillarnos ni acomodarnos a Él. ¿Por qué?

Porque sabemos que la vida en este mundo es un paso. El mundo mismo, con todo lo bueno que tiene, ha sido creado por Dios para facilitar este paso. No estamos hechos para quedarnos aquí. Por eso somos nosotros los que regresamos de la gran tribulación de la que habla Apocalipsis.

Estamos aquí como peregrinos. Estamos de paso. Como cuando vamos de paseo a un bosque o a un gran parque ecológico. A nadie se le permite edificar allí su morada, mucho menos prender fuego o cazar. Hay unas reglas, unas leyes que respetar para preservar este lugar para los que pudieran venir después.

No aferrarnos a nada

Hemos de vivir en este mundo de este modo. Como visitantes temporales. Siendo del mundo, pero sin ser del mundo. Esto es, no aferrándonos a nada. Teniendo siempre la mirada y el corazón puestos en nuestra meta final.

Es esto lo que nos cuesta creer y sostener a lo largo de nuestras vidas. Y es que nuestras vidas, aun siendo cortas, muchas veces se nos antojan interminables. Sea que disfrutemos o suframos al extremo, como suele ocurrir.

El buen cristiano, el santo, no acumula, ni atesora bienes o riqueza alguna, que no sea en el Cielo. No se aferra a nada. Por el contrario es desprendido en todo, sabiendo que todo proviene de Dios y le ha sido dado con el propósito de ayudarle a alcanzar la Vida Eterna.

El maligno es el enemigo

Solo procura lo indispensable para vivir hoy, él y los suyos. Se cuida de no caer en aquella previsión que pronto se torna en avaricia e indolencia. El santo, comparte con generosidad y se esfuerza por el Bien Común.

Todos estos propósitos irritan a quienes quieren guardar todo para sí mismo. Sus temores, su falta de fe en Dios, los llevan a aferrarse a todo aquello que les permita asegurarse toda una vida de bienestar. Tienen temor a exponerse y revelar su vulnerabilidad. No quieren sufrir.

El Maligno, el malo, para ganarlo entre los descarriados, le ataca precisamente allí, donde es más débil. Le siembra dudas y temores induciéndolo a la soberbia, a la avaricia, a la pereza, a la mentira, al robo, a la acumulación desenfrenada e inescrupulosa.

El origen de la explotación del hombre

Crece tanto su temor a la muerte que se vuelve indolente. Por ello empieza a aferrarse a todo cuanto se le presenta. Desconfía de todos como competidores. Y termina actuando con los demás como si fueran enemigos por cuanto le pueden quitar lo que tiene.

El prójimo se constituye en amenaza a su riqueza. Constata que lo que acumula lo vuelve poderoso a los ojos de los miserables. Consigue que lo adulen y sirvan a cambio de migajas. Lo protegen y terminan haciendo lo que él debía, a cambio de una dádiva.

El dominio y poder económico muy pronto se convierte en poder político y social. Amenaza, agrede e incluso se siente con el derecho a matar al que compite, contradice o reclama. Todo le tiene que ser sometido. Muy pronto reclama poder absoluto sobre un territorio y sus gentes.

Contra Dios y contra la ley natural

Así llegará el momento, en estamos en él, que reclame el poder de Dios. Amparado en su riqueza y poder pretenderá dictaminar sobre lo que es “verdad” y “mentira”. Dictaminará sobre toda actividad según su criterio y conveniencia, eliminando a sus adversarios. Dirá quiénes pueden vivir y quiénes no.

Impondrá sus leyes pretendiendo que estas rijan por sobre la ley natural o al margen de ella. Como esto es imposible, acarreará graves desórdenes biológicos, genéticos, económicos y sociales. Cuando el hombre prescinde de Dios, solo encuentra destrucción y muerte.

Tendrá que obligar por violencia a sus congéneres a que le obedezcan. La humanidad entera se resistirá. Su ira desatará exterminios masivos. A esto asistimos hoy, con el virus, manipulado en un laboratorio, para manejarnos por el terror.

Alégrense y regocíjense

Esta es la hora de los santos. Porque los buenos cristianos tendremos la obligación de enfrentar al engaño y la mentira. Es el momento de la oración intensa, porque sin la ayuda de Dios nos será imposible doblegar al odiador.

Es entonces que habremos de alegrarnos y regocijarnos. Mala señal si no nos maltratan y persiguen. Evidentemente habremos pactado con el Diablo. El agua y el aceite no se pueden mezclar. No podemos servir a dos señores nos recuerda Jesucristo.

El martirio, la persecución y la muerte llegarán a los cristianos que se mantienen firmes en la fe.

Oración:

Padre Santo, danos el valor de resistir la persecución, las ofensas, la burla y el descrédito. No permitas que caigamos en la lisonja y zalamería claudicando a nuestra fe, tan solo por mantener nuestros privilegios o nuestra situación económica. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos…Amén.

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