Juan 13,16-20 – tanto amó Dios al mundo

Tanto amó Dios al mundo

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

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Juan 3,16-18 tanto amó Dios al mundo

Juan – Capítulo 03

Reflexión: Juan 13,16-20

La lectura del Evangelio de Juan escogida por la Santa Iglesia Católica para el día de hoy, tiene tres versículos. Cualquiera de los tres nos deslumbra con su luz. Solo Dios puede decir tanto en tan pocas palabras. Es que solo Él tiene palabras de Vida Eterna.

Difícilmente podremos encontrar mayor consuelo que el que recibimos en estos tres versículos. El primero nos hace recapacitar en el infinito amor de Dios a nosotros, que no puede ser nada más que motivo de alegría, agradecimiento, paz y confianza.

¿Por qué? Pensemos un momento. El solo hecho de oír que Dios nos ama, tendría que ser motivo de regocijo. Si llegamos a conceptualizar con una pobre pero muy acertada aproximación, quién es Dios, saber que este ser Supremo, Todopoderoso, Infinito nos ama, debía ser el motivo de nuestra mayor alegría y de una felicidad inagotable.

Si uno de nosotros, se enterara que ha sido escogido por uno de los hombres más ricos e importantes de la Tierra, como por ejemplo Bill Gates o Carlos Slim, para pasar una temporada en una de sus paradisiacas propiedades ¿no estaríamos dando saltos mortales, más hinchados que un pavo real?

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Marcos 12,38-44 – han echado de lo que les sobraba

Han echado de lo que les sobraba

Pues todos han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir.

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Marcos 12,38-44 han echado de lo que les sobraba

Marcos – Capítulo 12

Reflexión: Marcos 12,38-44

El Señor conoce profundamente la naturaleza humana. No podemos sorprenderlo ni engañarlo. Lo que dice es tan frecuente y está tan extendido entre nosotros. Somos muy duros para compartir. No queremos deshacernos de nada. Nos aferramos a los que tenemos como si en ello se nos fuera la vida.

Nos cuesta dar y cuando lo hacemos queremos publicarlo con bombos y platillos. Queremos que todos lo sepan y lo reconozcan, por más que digamos que no. Y, como nos enseña el Señor, si buscas como recompensa el reconocimiento o el plauso, una vez que lo consigues, ya no tendrás más recompensas. No creas, entonces, que serás mejor visto por Dios.

Nosotros cuando demos limosna, que ni nuestra mano derecha se entere de lo que hizo la izquierda; esa debe ser nuestra actitud. Por eso incluso nos dice el Señor que cuando demos un banquete invitemos a los pobres, a aquellos que no nos pueden pagar, porque si tan solo invitamos a los que nos pagan, no tendremos ninguna recompensa en el cielo.

Pero a nosotros nos gusta ostentar lo que tenemos, lo que somos, lo que hemos alcanzado. ¿Cómo podremos dar sin que por lo menos nuestros enemigos nos vean para que se mueran de envidia? ¿O para que nuestros amigos y familiares abran la boca de admiración?

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Marcos 12,35-37 – ¿Quién es el Cristo?

¿Quién es el Cristo?

Jesús, tomando la palabra, decía mientras enseñaba en el Templo: «¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?

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Marcos 12,35-37 ¿el Cristo es hijo de David?

Marcos – Capítulo 12

Reflexión: Marcos 12,35-37

Jesucristo se toma un tiempo para aclararles a los fariseos quién es Cristo en realidad. Ellos no quieren aceptarlo porque tienen la mente embotada. Ya han dejado anidar una idea ilógica en sus mentes y no están dispuestos a cambiarla. Se repite aquello de que no hay peor ciego que el que no quiere ver.

Jesús, a quien no podemos engañar, porque es la Luz que ha venido al mundo, atestiguando la Verdad, pone en evidencia la falta de lógica que sustenta la posición de los fariseos, que se resisten por soberbia a reconocer que Él es el Cristo, el Ungido, el Mesías, el Salvador.

Este rechazo de los fariseos a reconocer lo que es evidente, lo comparten hasta hoy con los judíos, quienes, por lo tanto, siguen esperando al Mesías prometido. Jesucristo no solo demostró con lógica su error citando las mismas Escrituras, sino que Su propia vida fue la mejor prueba que respalda Su afirmación.

Jesucristo es el Cristo, el Mesías, el Salvador prometido del que hablan las Escrituras. No solo procede del mismo linaje de David y en ese sentido podríamos decir que es su descendencia, sino que además es Hijo de Dios, tal como lo revela en varias ocasiones en los Evangelios, desde su concepción en el seno de la Santísima Virgen María.

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Lucas 9,11b-17 – Denles ustedes de comer

Denles ustedes de comer

«Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado.» Él les dijo: «Denles ustedes de comer.»

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Lucas 9,11b-17 Denles ustedes de comer

Lucas – Capítulo 09

Reflexión: Lucas 9,11b-17

Tremendo desafío que lanza Jesús a sus discípulos. No es racional. No cae dentro de nuestras categorías lógicas, de lo imaginable, de lo aceptable, de lo normal. Nadie que estuviera en sus cabales daría tal orden, pues, dadas las circunstancias, es a todas luces un imposible. Todos estaremos de acuerdo en ello.

Siguiendo con nuestra lógica humana solo quedan dos alternativas. O Jesucristo está loco o el texto miente, así de simple. ¿Qué podemos hacer para responder estas incógnitas? ¿Podría ser Jesucristo un desquiciado como tantos líderes que ha tenido el mundo? Tal vez. Sin embargo ninguno ha logrado las proezas que Él. ¿Cuáles? Por ejemplo, multiplicar día a día sus seguidores en el mundo entero, aun después de dos mil años.

Esta hazaña es mayor aún si tenemos en cuenta que nació pobre, que jamás se enfrentó con violencia a nadie, que no poseía armas, ni ejército alguno, ni ningún poder político o económico, que le bastaron 3 años para generar este movimiento y que fue ejecutado entre ladrones, como el peor delincuente por darse a conocer como Hijo de Dios.

Tenemos que coincidir en que es sumamente extraño que la fama de un bocón, un patán, un fanfarrón haya podido trascender siglos, edades, costumbres, lenguas y civilizaciones llegando su legado hasta nosotros, visiblemente fortalecido, con millones de seguidores, cientos de los cuales ocupan un lugar destacado en el mundo, por sus obras en diferentes lugares del mundo y diferentes épocas históricas.

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Reflexiones cristianas de los Evangelios