Mateo 28,16-20 – yo estoy con ustedes

Yo estoy con ustedes

y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.

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Mateo 28,16-20 – yo estoy con ustedes

Mateo – Capítulo 28

Reflexión: Mateo 28,16-20

Hemos estado reflexionando en la importancia de creer; creer que Jesucristo en nuestro Salvador; creer que es el Hijo de Dios vivo; creer en cada una de las cosas que nos ha revelado; creer en sus promesas, siendo posiblemente la que condensa todo, que si creemos en Él, tendremos vida eterna. Vida para la cual fuimos creados por Dios. Vida en abundancia que Dios Padre quiere que tengamos por amor.

El mensaje es positivo. El demonio ha influido mucho para que algunos lo tergiversemos y andemos presentando cuadros sombríos y aterrorizadores para aquellos que no creen. Crueles castigos que Dios depara para los malos y pecadores. Pero esto no se condice con Dios que es amor e Infinitamente Misericordioso. Una cosa no va con la otra. Ello debe alertarnos para desconfiar de tal mensaje. Quien entra por la amenaza y el terror solo revela su ignorancia, su poca fe y su poco amor a Dios.

El Señor, en ninguno de los evangelios se presenta como el verdugo cuya misión es acabar con los impíos y dar muerte cruel a los pecadores. Ni se presenta así, ni hace eso en toda su vida pública. El Señor Jesucristo es el Hijo de Dios, que ha sido enviado por Él, que es nuestro Padre, a SALVARNOS. No a castigarnos, ni a ponernos duras pruebas, ni a mortificarnos, ni a acabar con nuestras vidas y enviarnos al fuego del infierno. ¡Jesucristo ha venido a salvarnos! ¡Él es nuestro salvador! Hemos de creer en Él para seguirlo y siguiéndolo, salvarnos. Si no le creemos y por lo tanto, no le seguimos, nos perderemos y entonces si sobrevendrá la calamidad, la destrucción y la muerte.

Pero no tergiversemos Su Misión. El mismo nos lo dice, no ha venido ni a juzgarnos y mucho menos a condenarnos. Así que dejemos de presentarlo como implacable juez, porque ese no es el rasgo que destaca de su misión. Él ha venido por amor. Ha sido enviado por el Padre que nos ama como nadie nos podrá amar jamás. Esto resulta difícil de entender a quien no conoce el amor, quien siempre ha sido despreciado, utilizado y maltratado. Es comprensible que no entienda. Pero el ser humano ha sido creado por amor y para el amor, así que debemos insistir en presentar este como el rasgo más notable y distintivo de Dios Padre y su amado hijo Jesucristo.

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Juan 3,16-21 – tanto amó Dios al mundo

Tanto amó Dios al mundo

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

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Juan 3,16-21 tanto amó Dios al mundo

Juan – Capítulo 03

Reflexión: Juan 3,16-21

¿Qué es lo que tenemos que hacer? Creer. Así de simple; eso es todo. Por lo menos es muy fácil de recordar, no es verdad? No es tan complicado. No tenemos que consultar libros, ni hacer grandes estudios. No importa la profesión, la raza, el sexo, la nacionalidad…Solo debemos creer. Eso es todo lo que nos pide el Señor. ¿Por qué? Porque así ha sido dispuesto por Dios. ¿Por qué? Por amor.

La idea es en verdad muy simple. No podía ser de otro modo, viniendo de Dios, nuestro Creador, Infinitamente Misericordioso. Pensemos por un momento en los navegantes de hace 2 o 3 siglos, cuando no habían tantos equipos electrónicos de orientación. Aunque ya hubiera brújula y sextante, una vez que los barcos divisaban un faro, no tenían nada más que enfilarse al mismo para alcanzar tierra. De eso estaban seguros y nadie hubiera podido imaginar que aquello fuera una trampa, pues conforme a nuestro código de comportamiento universal, basado en la “buena fe”, estábamos llamados a creer que aquella luz nos guiaba a un puerto seguro.

Es exactamente lo mismo que hace Dios por y para nosotros. Nos envía a Su Único Hijo, a Su Primogénito, para que siendo elevado en un punto en el que todos podamos ver Su luz, creamos y enfilemos a este único puerto seguro y final, el único que dará sentido a nuestras vidas, a nuestros esfuerzos y sacrificios, porque allí todo tendrá su compensación. Pero es preciso llegar allí. Para eso debemos verlo, luego creer en Él, como los navegantes confiaban en los faros colocados para guiarlos y finalmente enfilar hacia Él, que sería de necios, en un mar embravecido, ignorar la posibilidad de alcanzar la salvación en aquella luz.

Cada línea, cada versículo de la lectura de hoy, nos ratifica de uno u otro modo esta idea. Primero, es Dios quien hace posible nuestra salvación. ¿Por qué? Por amor. Él nos ha amado tanto, que lo ha hecho posible, pero de un modo inequívoco. A fin de no exponer al fracaso la posibilidad de salvarnos, envió a su emisario más confiable, a aquél que más ama. Eso es lo que hacemos cuando queremos estar bien representados, cuando realmente nos interesa el receptor de nuestro mensaje. Cuando nos interesa el público o la comunidad a la que nos dirigimos. Eso mismo hizo Dios. Entre todas Sus posibilidades escogió a Su propio Hijo para esta Misión. ¿Por qué? Porque así de grande es Su amor por nosotros.

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Juan 3,1-8 – entrar en el Reino de Dios

Entrar en el Reino de Dios

Respondió Jesús: En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.

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Juan 3,1-8 entrar en el Reino de Dios

Juan – Capítulo 03

Reflexión: Juan 3,1-8

Estamos viviendo el tiempo más precioso del año: tiempo de Pascua. ¿Qué tiene de especial? Pues este tiempo nos recuerda el verdadero sentido de nuestras vidas; la razón por la que vivimos y somos. En entender el significado de este tiempo está la felicidad de la humanidad; felicidad para la cual hemos sido creados. Detengámonos a pensar entonces en la importancia de entender este tiempo y el acontecimiento que celebramos.

Se dice tanto y algunos lo hemos escuchado desde muy niños, que Jesucristo a Resucitado y con ello ha vencido a la muerte, redimiéndonos del pecado, de la oscuridad y del abismo al cual hubiéramos sido irremediablemente condenados, sin su intervención. Sin embargo no llegamos a comprender esta realidad en su verdadera dimensión. Y, es que como en mucho de lo que tiene que ver con nuestra salvación, no llegamos a captarlo y pensamos que se trata de algo metafórico, incomprensible…entonces lo dejamos ahí y confesamos nuestra fe en Cristo tan solo como precaución, es decir por temor a que fuera cierto.

En el fondo, la verdad es que muchos tenemos nuestras reservas con varios aspectos de esta “trama de la salvación”. Algunos no creen en la virginidad de María, otros no creen en la veracidad de los milagros, otros no llegan a entender el sacrificio de la cruz, otros se resisten a creer en la resurrección y finalmente, otros no llegan a creer en la ascensión al cielo, ni en el cielo, ni en la vida eterna…Pero todas estas cosas causan cierto asombro y temor, entonces, por las dudas, dicen creer y lo hacen a su modo, que es básicamente escogiendo lo que les parece y sin tragarse el paquete entero.

Se trata de una fe que podríamos bautizar como de salón, innocua e inofensiva. A lo sumo exige algunas veces participar en algunos rituales religioso o ceremonias, como el bautizo de algún hijo, sobrino, nieto o ahijado, en algún matrimonio, que puede ser el de uno mismo, y en algunas Misas entre las que durante un largo período solo son de difuntos o de una que otra Fiesta importante de la Iglesia, como Navidad o Pascua. Además, cada vez que nos exigen en algún formulario ponemos que somos católicos.

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Juan 20,19-31 – Reciban el Espíritu Santo

Reciban el Espíritu Santo

Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos.

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Juan 20,19-31 Reciban el Espíritu Santo

Juan – Capítulo 20 – ¿A quién buscas?

Reflexión: Juan 20,19-31

Estamos en un tiempo que conmemora un episodio central en nuestra fe. Todo lo que hizo Jesucristo tiene su culmen en estos episodios. Todo adquiere sentido con su Resurrección. Como dice San Pablo, “vana sería nuestra fe, si Jesucristo no hubiera resucitado”. Es decir, este tema no es accesorio, sino central y fundamental. No puedo decirme cristiano si no creo en él. Toda la prédica de Jesús, todo lo que se dice de Él en el Antiguo Testamento, así como los milagros que realizó señalan o marcan este episodio. Tienen el propósito que miremos a la Cruz, que representa Su vida, muerte y resurrección. Todos estos tienen un solo objeto: que creamos y creyendo, seamos salvos.

Así, descartar este hecho equivale a descartar la piedra fundamental, sin la cual no se sostiene toda esta estructura. Precisamente eso es lo que se canta en el Salmo 117 que hoy se recita:

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día que hizo el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Esto es algo que tenemos que esforzarnos por entender, pero que en realidad no depende de nosotros conseguir, sino que es Gracia de Dios alcanzar. Lo que nos remite a la ORACIÓN. Sin oración, no podemos hacer nada. La Gracia de Dios y la Fe vienen por la oración. Tenemos que orar fervientemente, insistentemente, incansablemente. La oración finalmente es un acto de humildad que consiste en reconocernos que sin Él nada somos. O, para decirlo de otro modo, que todo depende de Él. ¡Eso es precisamente fe!

Y, es la fe la que nos abre el Camino de la Salvación, el cual el Señor ha venido a iluminar con su vida, muerte y resurrección. Por eso el Señor nos pide creer en Él. Pero creer no es un asunto subjetivo, privado, secreto. Es decir que la fe tiene que manifestarse en obras. Pero no confundamos; no quiere decir que porque tengo fe haré milagros, no. Puede que los haga, pero a lo que se refiere es que la fe debe llevarnos a vivir según el Espíritu de Dios.

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Marcos 16,9-15 – proclamen la Buena Nueva

Proclamen la Buena Nueva

Y les dijo: Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación.

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Marcos 16,9-15 proclamen la Buena Nueva

Marcos – Capítulo 16 – ha resucitado

Reflexión: Marcos 16,9-15

¡Qué duros de corazón somos! ¿Cómo cambiar? El 21 (ayer) por la tarde la hijita de la empleada que trabaja más de 20 años con nosotros se cayó desde el tercer piso. Al escuchar los gritos de Sofía, su madre, quedé paralizado. No sabía qué hacer y ella tampoco sabía a quién acudir.

Cuando finalmente pude reaccionar, bajé corriendo para ver a su madre que corría con la niñita de 4 años en brazos, sin saber a dónde ir y pidiéndole a Luz de los Ángeles –así de lindo es su nombre-, que resista. ¡Se había caído desde el tercer piso sobre el cemento!

Volví a subir corriendo a sacar las llaves de la casa y la billetera. Cuando volví a bajar Sofía hablaba con la vecina quien inmediatamente se dispuso a llevarla en su carro. Salimos juntos y equivocó de ruta. Finalmente la corrigió, pero los minutos, los semáforos, la distancia parecían interminables y Sofía pidiéndole a Luz que resista…

Llegamos y en emergencia le dieron atención inmediata. Mientras Sofía hacía el papeleo de rigor yo la acompañaba y pude presenciar cuando el médico le preguntaba su edad y ella con sus 4 deditos los señalaba en forma precisa. Si cayó de cabeza ¿cómo es que no tiene ningún rasguño, me preguntaba?

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Juan 21,1-14 – Vengan y coman.

Vengan y coman.

Jesús les dice: Vengan y coman. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», sabiendo que era el Señor.

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Juan 21,1-14 «Vengan y coman.»

Juan – Capítulo 21

Reflexión: Juan 21,1-14

Después de resucitado, Jesús nos sale al encuentro a través de los discípulos de una forma nueva. Él se ocupa de nosotros, sabe lo que queremos, lo que necesitamos y nos lo da. No hay reproches, ni exigencias, tan solo cariño, comprensión. Él nos conoce. No tenemos que convencerle de nada. No necesitamos ni hablar. Nos recibe. Prepara para nosotros lo que estamos buscando, lo que necesitamos y nos ayuda a conseguir lo que nos hace falta y aún más.

No nos dejemos tentar por la decepción, ni por la tristeza. El Señor jamás nos ha fallado. De cuanto tenía que ocurrir fuimos testigos. Él mismo nos lo anticipó, aun cuando ya estaba en las Escrituras. Fue muerto, tal como había sido profetizado y resucitó al tercer día según estaba escrito. El Señor nos llama, nos espera, nos convoca e invita a compartir lo que tenemos, juntos, en comunidad.

Él está presente entre nosotros, tal como nos lo prometió. No nos deja solos. Nos acoge como comunidad de fieles, creyentes, perseverantes, todos unidos con un mismo propósito. Debemos permanecer unidos, con Él a la cabeza o con Él al centro, en comunidad, haciendo lo que nos manda, porque solo así daremos fruto. Solo entonces Él se ocupará de darnos lo que necesitamos en abundancia. ¡Compartámoslo! Seguir leyendo Juan 21,1-14 – Vengan y coman.

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Lucas 24,35-48 – que se cumpla todo

Que se cumpla todo

“Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí.”

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Lucas 24,35-48 que se cumpla todo

Lucas – Capítulo 24

Reflexión: Lucas 24,35-48

La presencia de Cristo entre nosotros obedece al Plan de Salvación trazado por Dios desde muy antiguo. Como todo Plan, tiene todo previsto; todo está anticipado con el objeto de lograr el propósito que se propone. Pero mucho más aun tratándose de los Planes de Dios. ¡Qué duda puede caber que estos son perfectos y por lo tanto no contienen error! Nada se deja al azar. Todo tiene una razón de ser.

Hasta que la llegada de Jesucristo, Su nacimiento, vida, muerte y resurrección todo había sido profetizado, proclamado y escrito a lo largo de los siglos, por diferentes personajes, quedando registrado en los libros del Antiguo Testamento, en la Biblia. Todos de algún modo se habían referido a este hecho, lo habían anticipado y esperado. Para quienes conocían las Escrituras, había una expectativa que sería colmada con la venida de Cristo, el Mesías, nuestro Salvador.

Es como cuando uno abre un signo de interrogación o un paréntesis, este supone un cierre. Mientras no se cierre habrá expectativa y no se podrá leer y entender el sentido de la frase u oración contenida. Eso mismo ocurre en el Plan de Salvación trazado por Dios y eso es lo que hoy nos revela Jesús. Él es de quien se hablaba. Con Él todo adquiere sentido. Todo lo que se anticipó alcanza significado y cumplimiento con Cristo.

No niega ni pone en tela de juicio todo cuanto le precedió por siglos. Todo cuanto fue anticipado -siglo por siglo, profeta por profeta- y registrado en las Escrituras adquiere sentido con Jesucristo. Él lo integra y lo eleva a su verdadero y profundo significado, para que no quepa duda que es Dios el que se ha venido comunicando, conforme a un Plan que ha terminado de revelarse y cumplirse con Cristo Jesús, Su Hijo y Salvador nuestro.

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Lucas 24,13-35 insensatos y tardos de corazón

Insensatos y tardos de corazón

Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?»

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Lucas 24,13-35 insensatos y tardos de corazón

Lucas – Capítulo 24

Reflexión: Lucas 24,13-35

Hoy queremos unirnos al reclamo que a través de los discípulos de Emaús el Señor nos hace a todos sus testigos y seguidores. ¿Cómo es posible que no le reconozcamos? ¿Cómo es posible que después de todo lo que hemos vivido juntos, después de la forma tan especial en que se nos ha revelado y dado a conocer a cada uno de nosotros, hasta ahora sigamos incrédulos, incapaces de atar cabos? ¿Qué es lo que necesitamos para ponernos en marcha?

Este reproche lo siento todos los días, cada vez que constato que pierdo mi tiempo en tonterías, en cosas sin trascendencia o que solo denotan desorden y poca conciencia del tiempo tan especial en el que estamos viviendo. Jesús ya ha venido. Ya ha vivido, muerto y resucitado por nosotros. Por cada uno de nosotros: por ti, por mí, por nuestra familia, por nuestros amigos y enemigos, por el mundo entero. ¿Cómo es posible que sigamos viviendo y deambulando por este mundo como ovejas sin pastor?

¿Dónde está nuestra alegría? ¿Dónde nuestro entusiasmo por este nuevo día, por el sol que vuelve a brillar sobre todos? ¿Cómo podemos seguir huyendo, escapando, escondiéndonos, refugiándonos en tonterías, en juegos, en recuerdos, en escritos cándidos, en los variados y engañosos recursos de la “Nueva Era”, cuando hemos sido testigos presenciales de la Resurrección de Cristo? ¡Él ha vencido al mundo! ¡Jesús ha vencido a la muerte, a la oscuridad, a la mentira, al mal, a la enfermedad, al demonio, al tormento de un final trágico y a la vida sin sentido!

Nosotros somos cristianos, somos creyentes, no podemos seguir haciéndole el juego a la necedad, a la estupidez. ¡No se enciende una luz para meterla bajo la cama! ¡Somos luz del mundo! ¡Tenemos que dar testimonio alegre y entusiasta de esta Noticia, la mejor que podrá recibir nadie en la historia! ¡Ese debe ser nuestro afán! ¡Tenemos que salir al encuentro de este mundo, de nuestros hermanos, de nuestros amigos, de la humanidad entera, con la cara de aquél que sabe que HOY se ha enterado que ha ganado el Premio Mayor! ¡Tenemos el número premiado en nuestras manos! ¡Nos lo ha traído Cristo! ¡No tenemos que seguir buscando, i probando suerte en ningún otro lado! ¡Ya lo tenemos!

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Reflexiones cristianas de los Evangelios