Lucas – Capítulo 15

Lucas – Capítulo 15

1.Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle,
2.y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos.»
3.Entonces les dijo esta parábola.
4.«¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra?
5.Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros;
6.y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: «Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido.»
7.Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión.
8.«O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra?
9.Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: «Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido.»
10.Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»
11.Dijo: «Un hombre tenía dos hijos;
12.y el menor de ellos dijo al padre: «Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.» Y él les repartió la hacienda.
13.Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino.
14.«Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad.
15.Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos.
16.Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba.
17.Y entrando en sí mismo, dijo: «¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre!
18.Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti.
19.Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.»
20.Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vió su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente.
21.El hijo le dijo: «Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.»
22.Pero el padre dijo a sus siervos: «Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies.
23.Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta,
24.porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.» Y comenzaron la fiesta.
25.«Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas;
26.y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
27.El le dijo: «Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano.»
28.El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba.
29.Pero él replicó a su padre: «Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis
amigos;
30.y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!»
31.«Pero él le dijo: «Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo;
32.pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado.»»

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Lucas – Capítulo 14

Lucas – Capítulo 14

1.Y sucedió que, habiendo ido en sábado a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando.
2.Había allí, delante de él, un hombre hidrópico.
3.Entonces preguntó Jesús a los legistas y a los fariseos: «¿Es lícito curar en sábado, o no?»
4.Pero ellos se callaron. Entonces le tomó, le curó, y le despidió.
5.Y a ellos les dijo: «¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no lo saca al momento?»
6.Y no pudieron replicar a esto.
7.Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola:
8.«Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú,
9.y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: «Deja el sitio a éste», y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto.
10.Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: «Amigo, sube más arriba.» Y esto
será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa.
11.Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»
12.Dijo también al que le había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no
sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa.
13.Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos;
14.y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos.»
15.Habiendo oído esto, uno de los comensales le dijo: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!»
16.El le respondió: «Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos;
17.a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: «Venid, que ya está todo preparado.»
18.Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: «He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses.»
19.Y otro dijo: «He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses.»
20.Otro dijo: «Me he casado, y por eso no puedo ir.»
21.«Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: «Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz
entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos.»
22.Dijo el siervo: «Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio.»
23.Dijo el señor al siervo: «Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa.»
24.Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena.»
25.Caminaba con él mucha gente, y volviéndose les dijo:
26.«Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo
mío.
27.El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
28.«Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla?
29.No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo:
30.»Este comenzó a edificar y no pudo terminar.»
31.O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con 10.000 puede salir al paso del que viene contra él con 20.000?
32.Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz.
33.Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.
34.«Buena es la sal; mas si también la sal se desvirtúa, ¿con qué se la sazonará?
35.No es útil ni para la tierra ni para el estercolero; la tiran afuera. El que tenga oídos para oír, que oiga.»

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Lucas – Capítulo 13

Lucas – Capítulo 13

1.En aquel mismo momento llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios.
2.Les respondió Jesús: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas?
3.No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.
4.O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén?
5.No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.»
6.Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró.
7.Dijo entonces al viñador: «Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?»
8.Pero él le respondió: «Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono,
9.por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas.»»
10.Estaba un sábado enseñando en una sinagoga,
11.y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse.
12.Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.»
13.Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.
14.Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: «Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues,
esos días a curaros, y no en día de sábado.»
15.Replicóle el Señor: «¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar?
16.Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?»
17.Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.
18.Decía, pues: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé?
19.Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas.»
20.Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios?
21.Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.»
22.Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén.
23.Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» El les dijo:
24.«Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán.
25.«Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: «¡Señor, ábrenos!» Y os responderá: «No
sé de dónde sois.»
26.Entonces empezaréis a decir: «Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas»;
27.y os volverá a decir: «No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!»
28.«Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera.
29.Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios.
30.«Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.»
31.En aquel mismo momento se acercaron algunos fariseos, y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte.»
32.Y él les dijo: «Id a decir a ese zorro: Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado.
33.Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén.
34.«¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada
bajo las alas, y no habéis querido!
35.Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!»

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Lucas – Capítulo 12

Lucas – Capítulo 12

1.En esto, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros, se puso a decir primeramente a sus discípulos: «Guardaos de la levadura de los
fariseos, que es la hipocresía.
2.Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse.
3.Porque cuanto dijisteis en la oscuridad, será oído a la luz, y lo que hablasteis al oído en las habitaciones privadas, será proclamado desde los terrados.
4.«Os digo a vosotros, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más.
5.Os mostraré a quién debéis temer: temed a Aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése.
6.«¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos está olvidado ante Dios.
7.Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos pajarillos.
8.«Yo os digo: Por todo el que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios.
9.Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.
10.«A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
11.Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis,
12.porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir.»
13.Uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo.»
14.El le respondió: «¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?»
15.Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes.»
16.Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto;
17.y pensaba entre sí, diciendo: «¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?»
18.Y dijo: «Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes,
19.y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea.»
20.Pero Dios le dijo: «¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?»
21.Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios.»
22.Dijo a sus discípulos: «Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis:
23.porque la vida vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido;
24.fijaos en los cuervos: ni siembran, ni cosechan; no tienen bodega ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves!
25.Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un codo a la medida de su vida?
26.Si, pues, no sois capaces ni de lo más pequeño, ¿por qué preocuparos de lo demás?
27.Fijaos en los lirios, cómo ni hilan ni tejen. Pero yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos.
28.Pues si a la hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al horno, Dios así la viste ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe!
29.Así pues, vosotros no andéis buscando qué comer ni qué beber, y no estéis inquietos.
30.Que por todas esas cosas se afanan los gentiles del mundo; y ya sabe vuestro Padre que tenéis la necesidad de eso.
31.Buscad más bien su Reino, y esas cosas se os darán por añadidura.
32.«No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino.
33.«Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla;
34.porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
35.«Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas,
36.y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran.
37.Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá.
38.Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!
39.Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa.
40.También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.»
41.Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?»
42.Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración
conveniente?
43.Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así.
44.De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda.
45.Pero si aquel siervo se dice en su corazón: «Mi señor tarda en venir», y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse,
46.vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.
47.«Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes;
48.el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.
49.«He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!
50.Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!
51.«¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino división.
52.Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos; tres contra dos, y dos contra tres;
53.estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra
la suegra.»
54.Decía también a la gente: «Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: «Va a llover», y así sucede.
55.Y cuando sopla el sur, decís: «Viene bochorno», y así sucede.
56.¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo?
57.«¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?
58.Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el
alguacil te meta en la cárcel.
59.Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.

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Lucas – Capítulo 11

Lucas – Capítulo 11

1.Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, ensénanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.»
2.El les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino,
3.danos cada día nuestro pan cotidiano,
4.y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación.»
5.Les dijo también: «Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: «Amigo, préstame tres panes,
6.porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle»,
7.y aquél, desde dentro, le responde: «No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos»,
8.os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite.»
9.Yo os digo: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
10.Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
11.¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra;
12.o, si pide un huevo, le da un escorpión?
13.Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!»
14.Estaba expulsando un demonio que era mudo; sucedió que, cuando salió el demonio, rompió a hablar el mudo, y las gentes se admiraron.
15.Pero algunos de ellos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios.»
16.Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo.
17.Pero él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae.
18.Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?.. porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul.
19.Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces.
20.Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.
21.Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro;
22.pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos.»
23.«El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama.
24.«Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo, dice: «Me volveré a mi casa, de donde salí.»
25.Y al llegar la encuentra barrida y en orden.
26.Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio.»
27.Sucedió que, estando él diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer de entre la gente, y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!»
28.Pero él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan.»
29.Habiéndose reunido la gente, comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás.
30.Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación.
31.La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría
de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón.
32.Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que
Jonás.
33.«Nadie enciende una lámpara y la pone en sitio oculto, ni bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que los que entren vean el resplandor.
34.La lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo está sano, también todo tu cuerpo está luminoso; pero cuando está malo, también tu cuerpo está a oscuras.
35.Mira, pues, que la luz que hay en ti no sea oscuridad.
36.Si, pues, tu cuerpo está enteramente luminoso, no teniendo parte alguna oscura, estará tan enteramente luminoso, como cuando la lámpara te ilumina con su fulgor.»
37.Mientras hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa.
38.Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer.
39.Pero el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad.
40.¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior?
41.Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros.
42.Pero, ¡ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo
que había que practicar aunque sin omitir aquello.
43.¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas!
44.¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!»
45.Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros!»
46.Pero él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!
47.«¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron!
48.Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis.
49.«Por eso dijo la Sabiduría de Dios: Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán,
50.para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo,
51.desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación.
52.«¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido.»
53.Y cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas,
54.buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca.

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Lucas – Capítulo 10

Lucas – Capítulo 10

1.Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir.
2.Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
3.Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos.
4.No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.
5.En la casa en que entréis, decid primero: «Paz a esta casa.»
6.Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros.
7.Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa.
8.En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan;
9.curad los enfermos que haya en ella, y decidles: «El Reino de Dios está cerca de vosotros.»
10.En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid:
11.»Hasta el polvo de vuestra ciuadad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca.»
12.Os digo que en aquel Día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad.
13.«¡Ay de ti, Corazin! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido.
14.Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras.
15.Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás!
16.«Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.»
17.Regresaron los 72 alegres, diciendo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.»
18.El les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
19.Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño;
20.pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos.»
21.En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.
22.Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»
23.Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que veis!
24.Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.»
25.Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?»
26.El le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?»
27.Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.»
28.Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás.»
29.Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?»
30.Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto.
31.Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo.
32.De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo.
33.Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión;
34.y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él.
35.Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: «Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.»
36.¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?»
37.El dijo: «El que practicó la misericordia con él.» Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo.»
38.Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa.
39.Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra,
40.mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.»
41.Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas;
42.y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.»

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Lucas – Capítulo 09

Lucas – Capítulo 09

1.Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades;
2.y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar.
3.Y les dijo: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno.
4.Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí.
5.En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.»
6.Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.
7.Se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo; porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos;
8.otros, que Elías se había aparecido; y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado.
9.Herodes dijo: «A Juan, le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?» Y buscaba verle.
10.Cuando los apóstoles regresaron, le contaron cuanto habían hecho. Y él, tomándolos consigo, se retiró aparte, hacia una ciudad llamada Bestsaida.
11.Pero las gentes lo supieron, y le siguieron; y él, acogiéndolas, les hablabla acerca del Reino de Dios, y curaba a los que tenían necesidad de ser curados.
12.Pero el día había comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado.»
13.El les dijo: «Dadles vosotros de comer.» Pero ellos respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente.»
14.Pues había como 5.000 hombres. El dijo a sus discípulos: «Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta.»
15.Lo hicieron así, e hicieron acomodarse a todos.
16.Tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente.
17.Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos.
18.Y sucedió que mientras él estaba orando a solas, se hallaban con él los discípulos y él les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
19.Ellos respondieron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado.»
20.Les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro le contestó: «El Cristo de Dios.»
21.Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie.
22.Dijo: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día.»
23.Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
24.Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará.
25.Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?
26.Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles.
27.«Pues de verdad os digo que hay algunos, entre los aquí presentes, que no gustarán la muerte hasta que vean el Reino de Dios.»
28.Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar.
29.Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante,
30.y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías;
31.los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén.
32.Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
33.Y sucedió que, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías», sin saber lo que decía.
34.Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor.
35.Y vino una voz desde la nube, que decía: «Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle.»
36.Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.
37.Sucedió que al día siguiente, cuando bajaron del monte, le salió al encuentro mucha gente.
38.En esto, un hombre de entre la gente empezó a gritar: «Maestro, te suplico que mires a mi hijo, porque es el único que tengo,
39.y he aquí que un espíritu se apodera de él y de pronto empieza a dar gritos, le hace retorcerse echando espuma, y difícilmente se aparta de él, dejándole quebrantado.
40.He pedido a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.»
41.Respondió Jesús: «¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros y habré de soportaros? ¡Trae acá a tu hijo!»
42.Cuando se acercaba, el demonio le arrojó por tierra y le agitó violentamente; pero Jesús increpó al espíritu inmundo, curó al niño y lo devolvió a su padre;
43.y todos quedaron atónitos ante la grandeza de Dios. Estando todos maravillados por todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos:
44.«Poned en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.»
45.Pero ellos no entendían lo que les decía; les estaba velado de modo que no lo comprendían y temían preguntarle acerca de este asunto.
46.Se suscitó una discusión entre ellos sobre quién de ellos sería el mayor.
47.Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado,
48.y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor.»
49.Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros.»
50.Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros.»
51.Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén,
52.y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada;
53.pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén.
54.Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?»
55.Pero volviéndose, les reprendió;
56.y se fueron a otro pueblo.
57.Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas.»
58.Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
59.A otro dijo: «Sígueme.» El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre.»
60.Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.»
61.También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa.»
62.Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.»

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Lucas – Capítulo 08

Lucas – Capítulo 08

1.Y sucedió a continuación que iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce,
2.y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios,
3.Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.
4.Habiéndose congregado mucha gente, y viniendo a él de todas las ciudades, dijo en parábola:
5.«Salió un sembrador a sembrar su simiente; y al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino, fue pisada, y las aves del cielo se la comieron;
6.otra cayó sobre piedra, y después de brotar, se secó, por no tener humedad;
7.otra cayó en medio de abrojos, y creciendo con ella los abrojos, la ahogaron.
8.Y otra cayó en tierra buena, y creciendo dio fruto centuplicado.» Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga.»
9.Le preguntaban sus discípulos qué significaba esta parábola,
10.y él dijo: «A vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás sólo en parábolas, para que viendo, no vean y, oyendo, no entiendan.
11.«La parábola quiere decir esto: La simiente es la Palabra de Dios.
12.Los de a lo largo del camino, son los que han oído; después viene el diablo y se lleva de su corazón la Palabra, no sea que crean y se salven.
13.Los de sobre piedra son los que, al oír la Palabra, la reciben con alegría; pero éstos no tienen raíz; creen por algún tiempo, pero a la hora de la prueba desisten.
14.Lo que cayó entre los abrojos, son los que han oído, pero a lo largo de su caminar son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no llegan a madurez.
15.Lo que en buena tierra, son los que, después de haber oído, conservan la Palabra con corazón bueno y recto, y dan fruto con perseverancia.
16.«Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.
17.Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto.
18.Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará.»
19.Se presentaron donde él su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta él a causa de la gente.
20.Le anunciaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte.»
21.Pero él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen.»
22.Sucedió que cierto día subió a una barca con sus discípulos, y les dijo: «Pasemos a la otra orilla del lago.» Y se hicieron a la mar.
23.Mientras ellos navegaban, se durmió. Se abatió sobre el lago una borrasca; se inundaba la barca y estaban en peligro.
24.Entonces, acercándose, le despertaron, diciendo: «¡Maestro, Maestro, que perecemos!» El, habiéndose despertado, increpó al viento y al oleaje, que amainaron, y sobrevino la bonanza.
25.Entonces les dijo: «¿Dónde está vuestra fe?» Ellos, llenos de temor, se decían entre sí maravillados: «Pues ¿quién es éste, que impera a los vientos y al agua, y le obedecen?»
26.Arribaron a la región de los gerasenos, que está frente a Galilea.
27.Al saltar a tierra, vino de la ciudad a su encuentro un hombre, poseído por los demonios, y que hacía mucho tiempo que no llevaba vestido, ni moraba en una casa, sino en los sepulcros.
28.Al ver a Jesús, cayó ante él, gritando con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te suplico que no me atormentes.»
29.Es que él había mandado al espíritu inmundo que saliera de aquel hombre; pues en muchas ocasiones se apoderaba de él; le sujetaban con cadenas y grillos para custodiarle, pero rompiendo las ligaduras era empujado por el demonio al desierto.
30.Jesús le preguntó: «¿Cuál es tu nombre? «El contestó: «Legión»; porque habían entrado en él muchos demonios.
31.Y le suplicaban que no les mandara irse al abismo.
32.Había allí una gran piara de puercos que pacían en el monte; y le suplicaron que les permitiera entrar en ellos; y se lo permitió.
33.Salieron los demonios de aquel hombre y entraron en los puercos; y la piara se arrojó al lago de lo alto del precipicio, y se ahogó.
34.Viendo los porqueros lo que había pasado, huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas.
35.Salieron, pues, a ver lo que había occurido y, llegando donde Jesús, encontraron al hombre del que habían salido los demonios, sentado, vestido y en su sano juicio, a los pies de Jesús; y se llenaron de temor.
36.Los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado.
37.Entonces toda la gente del país de los gerasenos le rogaron que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de gran temor. El, subiendo a la barca, regresó.
38.El hombre de quien habían salido los demonios, le pedía estar con él; pero le despidió, diciendo:
39.«Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho contigo.» Y fue por toda la ciudad proclamando todo lo que Jesús había hecho con él.
40.Cuando regresó Jesús, le recibió la muchedumbre, pues todos le estaban esperando.
41.Y he aquí que llegó un hombre, llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y cayendo a los pies de Jesús, le suplicaba entrara en su casa,
42.porque tenía una sola hija, de unos doce años, que estaba muriéndose. Mientras iba, las gentes le ahogaban.
43.Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que no había podido ser curada por nadie,
44.se acercó por detrás y tocó la orla de su manto, y al punto se le paró el flujo de sangre.
45.Jesús dijo: «¿Quién me ha tocado?» Como todos negasen, dijo Pedro: «Maestro, las gentes te aprietan y te oprimen.»
46.Pero Jesús dijo: «Alguien me ha tocado, porque he sentido que una fuerza ha salido de mí.»
47.Viéndose descubierta la mujer, se acercó temblorosa, y postrándose ante él, contó delante de todo el pueblo por qué razón le había tocado, y cómo al punto había sido curada.
48.El le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz.»
49.Estaba todavía hablando, cuando uno de casa del jefe de la sinagoga llega diciendo: «Tu hija está muerta. No molestes ya al Maestro.»
50.Jesús, que lo oyó, le dijo: «No temas; solamente ten fe y se salvará.»
51.Al llegar a la casa, no permitió entrar con él más que a Pedro, Juan y Santiago, al padre y a la madre de la niña.
52.Todos la lloraban y se lamentaban, pero él dijo: «No lloréis, no ha muerto; está dormida.»
53.Y se burlaban de él, pues sabían que estaba muerta.
54.El, tomándola de la mano, dijo en voz alta: «Niña, levántate.»
55.Retornó el espíritu a ella, y al punto se levantó; y él mandó que le dieran a ella de comer.
56.Sus padres quedaron estupefactos, y él les ordenó que a nadie dijeran lo que había pasado.

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