Lucas 21,1-4 – dio todo lo que tenía para vivir

Dio todo lo que tenía para vivir

Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir

Texto del evangelio Lc 21,1-4

01. Después, levantado los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo.
02. Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre,
03. y dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que a nadie.
04. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir».

Reflexión: Lc 21,1-4

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Lucas 21,1-4 dio todo lo que tenía para vivir

¡Qué envidiable epitafio! Que se pudiera decir de nosotros al final de nuestros días: aquí yace un hombre o una mujer que dio todo lo que tenía para vivir. No podíamos haber pedido más. Cuanto tuvo lo compartió generosamente con quienes le rodeaban.

Y, sin embargo, no es así. Nos dedicamos a acumular cada vez más. Nunca estamos contentos con lo que tenemos, nunca nos parece suficiente. Alguien dirá que es bueno tener ambiciones en la vida y tal vez esté en lo cierto. Pero no debemos ser esclavos de ellas.

Nada debe atarnos tan fuertemente, retenernos tanto, atraernos tanto, como a gradar a Dios. Y a Él solo lo complacemos desprendiéndonos de todo y siendo generoso con nuestros hermanos. La senda del Bien es opuesta a la de la comodidad y la riqueza.

Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir

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Lucas 23,35-43 – éste no ha hecho nada malo

Éste no ha hecho nada malo

«¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Nosotros lo hemos merecido y pagamos por lo que hemos hecho, pero éste no ha hecho nada malo.»

Texto del evangelio Lc 23,35-43

35. La gente estaba allí mirando; los jefes, por su parte, se burlaban diciendo: «Si salvó a otros, que se salve a sí mismo, ya que es el Mesías de Dios, el Elegido.»
36. También los soldados se burlaban de él. Le ofrecieron vino agridulce
37. diciendo: «Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.»
38. Porque había sobre la cruz un letrero que decía: «Este es el rey de los judíos.»
39. Uno de los malhechores que estaban crucificados con Jesús lo insultaba: «¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti mismo y también a nosotros.»
40. Pero el otro lo reprendió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena?
41. Nosotros lo hemos merecido y pagamos por lo que hemos hecho,
42. pero éste no ha hecho nada malo.» Y añadió: «Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino.»
43. Jesús le respondió: «En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso.»

Reflexión: Lc 23,35-43

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Lucas 23,35-43 éste no ha hecho nada malo

Esperamos que no se nos tome como irreverentes. Estamos frente a una gran paradoja. Hemos condenado a muerte a quien, como dice el ladrón compasivo, no ha hecho nada malo. Es más, pasó curando, expulsando demonios, resucitando muertos, haciendo el Bien.

¿Por qué lo ejecutamos si no hizo nada más que Bien? Tal es la pregunta del otro ladrón y de los mismos soldados ¿Por qué si salvo a tantos, no se salva a sí mismo? ¿No es el Mesías tan largamente esperado? ¿No es el Rey de los Judíos? ¿Qué es lo que ocurre?

Esta es precisamente la paradoja que tenemos que comprender. Tras ella se encuentra un Misterio Sagrado que será revelado a quien se aproxime con humildad. Esta es la clave, porque Jesucristo es el Rey de los pobres y humildes, de los desposeídos, de los indefensos.

«¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Nosotros lo hemos merecido y pagamos por lo que hemos hecho, pero éste no ha hecho nada malo.»

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Lucas 20,27-40 – los hombres y las mujeres se casan

Los hombres y las mujeres se casan

En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán.

Texto del evangelio Lc 20,27-40

27. Se le acercaron algunos saduceos, que niegan la resurrección,
28. y le dijeron: «Maestro, Moisés nos ha ordenado: «Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda».
29. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos.
30. El segundo
31. se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia.
32. Finalmente, también murió la mujer.
33. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?».
34. Jesús les respondió: «En este mundo los hombres y las mujeres se casan,
35. pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán.
36. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.
37. Que los muertos van resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.
38. Porque él no es Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él».
39. Tomando la palabra, algunos escribas le dijeron: «Maestro, has hablado bien».
40. Y ya no se atrevían a preguntarle nada.

Reflexión: Lc 20,27-40

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Lucas 20,27-40 los hombres y las mujeres se casan

La Palabra de Dios siempre podrá ser vista, comprendida y meditada desde diversos puntos de vista. Hemos seleccionado esta vez la respuesta que da Jesús a los saduceos y a través de ellos a todos los que nos gusta especular en cómo será la vida eterna.

El Señor nos hace varias revelaciones y nos va dando pistas de cómo será este “mundo futuro”. Tal y como el Señor lo dice con toda naturalidad hombres y mujeres se casan en este mundo. Por lo tanto, el matrimonio es una realidad mundana, protagonizada por un hombre y una mujer.

El que sea propia de este mundo no la hace menos digna de valor y respeto. Sin embargo, se trata de una institución humana. Es una creación nuestra, lo que no le resta valor, sino que por el contrario nos permite apreciar un de las conquistas humanas.

En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán.

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Lucas 19,45-48 – buscaban la forma de matarlo

Buscaban la forma de matarlo

Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo.

Texto del evangelio Lc 19,45-48

45. Y al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores,
46. diciéndoles: «Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones».
47. Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo.
48. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.

Reflexión: Lc 19,45-48

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Lucas 19,45-48 buscaban la forma de matarlo

Por razones que tal vez convendría reflexionar un poco, estamos acostumbrados a asociar a Dios con bondad y bondad con algo inocuo e incluso tonto o inútil. Como que una pequeña dosis de bondad en alguna ocasión basta. Pero no podemos concebir que alguien se manifieste bondadoso todo el tiempo.

La bondad pareciera un rasgo de la personalidad reñido con las exigencias del mundo. Por lo tanto, para marcar nuestra zona, nuestro espacio vital, es preciso ser enérgico e imponerse, lo que nos demandará muchas veces dejar de lado la bondad.

Así, percibimos gran tensión entre la bondad y la exigente necesidad de imponernos día a día para salir adelante, en un mundo hostil, que pocas veces está dispuesto a cedernos el paso y dejarnos tomar lo que nos corresponde.

Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo.

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Lucas 19,41-44 – se puso a llorar por ella

Se puso a llorar por ella

Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: «¡Si tú también hubieras comprendido en ese día el mensaje de paz!

Texto del evangelio Lc 19,41-44

41. Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella,
42. diciendo: «¡Si tú también hubieras comprendido en ese día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos.
43. Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes.
44. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios».

Reflexión: Lc 19,41-44

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Lucas 19,41-44 se puso a llorar por ella

¡Qué importante darnos cuenta del día en que somos visitados por Dios! Jesús llora por nosotros. Si, tengámoslo en cuenta. El Señor nos ama tanto, que no quisiera vernos sufrir. No quisiera que tuviéramos que pasar por tanto dolor y sufrimiento.

¿Cuál es el motivo del dolor y del sufrimiento? Empezaremos a especular con diferentes causas. Elaboraremos una serie de posibles diagnósticos. Sin embargo si oímos al Señor no tendremos que buscar más. Él nos lo revela claramente a aquél que lo quiere escuchar.

Dios está con nosotros. Dios ha venido a nosotros para que viéndole y oyéndole enderecemos nuestras vidas y les demos el sentido que corresponde. Lamentablemente estamos ciegos y muchos queremos permanecer en esta ceguera, por más increíble que parezca.

Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: «¡Si tú también hubieras comprendido en ese día el mensaje de paz!

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Lucas 19,11-28 – mátenlos en mi presencia

Mátenlos en mi presencia

«Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia»».

Texto del evangelio Lc 19,11-28

11. Como la gente seguía escuchando, añadió una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro.
12. Él les dijo: «Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar en seguida.
13. Llamó a diez de sus servidores y les entró cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: «Háganlas producir hasta que yo vuelva».
14. Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir: «No queremos que este sea nuestro rey».
15. Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno.
16. El primero se presentó y le dijo: «Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más».
17. «Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades».
18. Llegó el segundo y él dijo: «Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más».
19. A él también le dijo: «Tú estarás al frente de cinco ciudades».
20. Llegó el otro y le dijo: «Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo.
21. Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigentes, que quieres percibir lo que no has depositado y cosechar lo que no has sembrado».
22. Él le respondió: «Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor. Si sabías que soy un hombre exigente, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo que no sembré,
23. ¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo hubiera recuperado con intereses»
24. Y dijo a los que estaban allí: «Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces más».
25. «¡Pero, señor, le respondieron, ya tiene mil!».
26. «Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
27. En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia»».
28. Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.

Reflexión: Lc 19,11-28

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Lucas 19,11-28 mátenlos en mi presencia

No hay tiempo que perder. Todo lo que tenemos en este mundo lo hemos recibido temporalmente en administración. Es verdad que el texto nos presenta una parábola ideada por Jesús para darnos a comprender esta idea, cuyo fin parece trágico e incluso cruel.

Es que debemos entender que se trata de un asunto prioritario, que por lo tanto no debemos descuidar. Debemos tomar medidas, ahora que tenemos posibilidades, porque luego será demasiado tarde. Todo tiene su tiempo. Todo plazo se vence.

La vorágine de este mundo, con sus múltiples exigencias, nos hace perder perspectiva y a veces olvidamos que tal como todo tuvo un comienzo, tendrá un fin. No se trata de una amenaza, sino de la constatación de algo que es conocido por todos y que nos engañamos al pretender olvidarlo.

«Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia»».

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Marcos – Capítulo 16 – ha resucitado

Marcos – Capítulo 16 – ha resucitado

1. Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarle.
2. Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro.
3. Se decían unas otras: «¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?»
4. Y levantando los ojos ven que la piedra estaba ya retirada; y eso que era muy grande.
5. Y entrando en el sepulcro vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron.
6. Pero él les dice: «No se asusten. Buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Vean el lugar donde le pusieron.
7. Pero vayan a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de ustedes a Galilea; allí le verán, como les dijo.»
8. Ellas salieron huyendo del sepulcro, pues un gran temblor y espanto se había apoderado de ellas, y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo…
9. Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios.
10. Ella fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con él, que estaban tristes y llorosos.
11. Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron.
12. Después de esto, se apareció, bajo otra figura, a dos de ellos cuando iban de camino a una aldea.
13. Ellos volvieron a comunicárselo a los demás; pero tampoco creyeron a éstos.
14. Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado.
15. Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación.
16. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.
17. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas,
18. agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.»
19. Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios.
20. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.

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Marcos – Capítulo 15

Marcos – Capítulo 15

1.Pronto, al amanecer, prepararon una reunión los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín y, después de haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato.
2.Pilato le preguntaba: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices.»
3.Los sumos sacerdotes le acusaban de muchas cosas.
4.Pilato volvió a preguntarle: «¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan.»
5.Pero Jesús no respondió ya nada, de suerte que Pilato estaba sorprendido.
6.Cada Fiesta les concedía la libertad de un preso, el que pidieran.
7.Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con aquellos sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato.
8.Subió la gente y se puso a pedir lo que les solía conceder.
9.Pilato les contestó: «¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?»
10.(Pues se daba cuenta de que los sumos sacerdotes le habían entregado por envidia.)
11.Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que dijeran que les soltase más bien a Barrabás.
12.Pero Pilato les decía otra vez: «Y ¿qué voy a hacer con el que llamáis el Rey de los judíos?»
13.La gente volvió a gritar: «¡Crucifícale!»
14.Pilato les decía: «Pero ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaron con más fuerza: «Crucifícale!»
15.Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado.
16.Los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio y llaman a toda la cohorte.
17.Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen.
18.Y se pusieron a saludarle: «¡Salve, Rey de los judíos!»
19.Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él.
20.Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacan fuera para crucificarle.
21.Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz.
22.Le conducen al lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario.
23.Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó.
24.Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno.
25.Era la hora tercia cuando le crucificaron.
26.Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: «El Rey de los judíos.»
27.Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda.
29.Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días,
30.¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!»
31.Igualmente los sumos sacerdotes se burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse.
32.¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.» También le injuriaban los que con él estaban crucificados.
33.Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona.
34.A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?», – que quiere decir – «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?»
35.Al oír esto algunos de los presentes decían: «Mira, llama a Elías.»
36.Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: «Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle.»
37.Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró.
38.Y el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo.
39.Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había expirado de esa manera, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.»
40.Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de Joset, y Salomé,
41.que le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
42.Y ya al atardecer, como era la Preparación, es decir, la víspera del sábado,
43.vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús.
44.Se extraño Pilato de que ya estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si había muerto hacía tiempo.
45.Informado por el centurión, concedió el cuerpo a José,
46.quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro.
47.María Magdalena y María la de Joset se fijaban dónde era puesto.

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