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Juan 10,11-18 – doy mi vida por las ovejas

Doy mi vida por las ovejas

Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas.

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Juan 10,11-18 doy mi vida por las ovejas

Juan – Capítulo 10

Reflexión: Juan 10,11-18

Jesucristo no nos revela nada descabellado, nada que tengamos que aceptar contra la lógica y el buen proceder o la buena conducta humana. Y es que Dios no es contrario a nuestra naturaleza y en ella subyace Su Voluntad que resuena en nuestras conciencias como un mandato. Esto quiere decir que no está velado para nuestra inteligencia conocer lo que debemos hacer en cada ocasión, ajustándonos a la verdad, es decir, al propósito de todo lo creado.

Es lógico que esto sea así, porque nosotros procedemos de Dios. Él es nuestro creador. Es cierto que –al menos teóricamente y según nuestra imaginación y pobre capacidad intelectual-, podría tratarse de un Dios caprichoso, que buscara esclavizarnos o hacernos sufrir. Pero cualquier visión tremendista y abusiva no se condice con la Creación, ni los sentimientos, pensamientos y aspiraciones que de modo natural brotan de nuestras almas y corazones.

Si somos capaces de maldades indescriptibles, también es cierto que resaltamos la bondad, la belleza, lo sublime, lo noble, el bien común, la verdad, la paz, la justicia y el amor. Sabemos distinguir entre el Bien y el Mal. Y aunque hay individuos e incluso colectividades que han sido cegadas por el egoísmo y la maldad, estas han sido rápidamente señaladas y condenadas por todos los pueblos como indignas representantes del ser humano.

Así, el Dios que nos presenta la Biblia y más concretamente el que nos presenta el Nuevo Testamento, no solamente coincide con nuestras más nobles aspiraciones sino que las lleva a otro nivel, enseñándonos el Camino para alcanzar la plenitud que todos anhelamos y que por momentos nos parece esquiva. Si algo nos revela Jesucristo es precisamente que todo obedece a un Plan minuciosamente trazado por Dios, nuestro Padre y Creador, para que seamos felices y vivamos eternamente.

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Texto del evangelio Jn 10,11-18 – doy mi vida por las ovejas

11. Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.
12. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa,
13. porque es asalariado y no le importan nada las ovejas.
14. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí,
15. como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas.
16. También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor.
17. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo.
18. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre.»

Reflexión: Juan 10,11-18

¿Hasta dónde hemos de comprometernos? ¿Qué hemos de estar dispuestos a hacer por el Reino? Pues el Señor nos da ejemplo. Él es el Buen Pastor, que ama y se siente plenamente identificado con sus ovejas, a las que ama a tal extremo, que está dispuesto a dar Su Vida por ellas. Y algo extremadamente importante es que llega a darla, pero a veces no llegamos a entender esto precisamente, y es que el la da, es decir que nadie se la quita. Hay aquí una diferencia muy grande, porque a veces, condolidos comprensiblemente con los sufrimientos de Cristo en Su pasión y muerte en cruz, tendemos a culpar y maldecir a sus verdugos y nos quedamos en el juicio aquel a cuantos tuvieron que ver de uno u otro modo con su muerte, empezando con el mismo Pedro, que lo negó tres veces y Judas, que lo traicionó. Y esta emoción, estos sentimientos, nos impiden ver el verdadero valor de la muerte de Jesús, es decir, que si bien sufrió lo indecible, como pocos hombres serían capaces de aguantar, sometidos a tales vejámenes y torturas, lo realmente importante es que Él mismo se sometió voluntariamente a tal sufrimiento hasta llegar a la horrenda muerte para enseñarnos algo. Hay aquí toda una pedagogía Divina que tenemos que atender y de la que tenemos que aprender. Él ha sido elevado precisamente para que todos le podamos ver, viéndole creamos y creyéndole nos salvemos. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas.

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