Era ladrón
Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella.

Reflexión: Juan 12,1-11
Que el Señor nos libre de los dobles discurso y de la hipocresía. Señalando y culpando a otros con el único fin de conseguir nuestros propios y mezquinos propósitos. Nos ocupamos de presentar todo razonablemente para que todos nos aprueben, pero no es lo que a todos parece lo que buscamos, sino otros oscuros y egoístas intereses
Somos artistas de las apariencias, pero tras nuestros discursos solo hay frívola vanidad. No escatimamos en presentar falsos argumentos con tal de impresionar a nuestros interlocutores, para lograr su anuencia y consentimiento, pero nosotros sabemos que aun cuando nuestras razones suenan muy convincentes, pues por eso las urdimos, en realidad hay otros móviles inconfesables para nuestros actos.
Este proceder que así tan descarnadamente presentado nos produce tanta repulsa, es sin embargo más frecuente de lo que somos capaces de confesar. La expresión popular lo grafica como “no dar puntada sin nudo”, es decir que si algo aparentemente cedemos, no es por otra razón que por alcanzar nuestros propios objetivos que preferimos mantenerlos ocultos, para no dar a conocer la verdadera dimensión de nuestros actos, por estrategia, porque sabemos que en el fondo hay algo no muy santo en ellos.
Ejemplos muy burdos y terribles son el bombardeo de una ciudad ordenado aparentemente para proteger a inocentes, cuando sabemos que en el fondo todo lo que se persigue es activar o incrementar el inescrupuloso y mortífero mercado de armas, que deja significativas ganancias a quienes sostienen los gobiernos de los poderosos.
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