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Juan 12,1-11 – era ladrón

Era ladrón

Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella.

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Juan 12,1-11 era ladrón

Juan – Capítulo 12 – de nuevo le glorificaré

Reflexión: Juan 12,1-11

Que el Señor nos libre de los dobles discurso y de la hipocresía. Señalando y culpando a otros con el único fin de conseguir nuestros propios y mezquinos propósitos. Nos ocupamos de presentar todo razonablemente para que todos nos aprueben, pero no es lo que a todos parece lo que buscamos, sino otros oscuros y egoístas intereses

Somos artistas de las apariencias, pero tras nuestros discursos solo hay frívola vanidad. No escatimamos en presentar falsos argumentos con tal de impresionar a nuestros interlocutores, para lograr su anuencia y consentimiento, pero nosotros sabemos que aun cuando nuestras razones suenan muy convincentes, pues por eso las urdimos, en realidad hay otros móviles inconfesables para nuestros actos.

Este proceder que así tan descarnadamente presentado nos produce tanta repulsa, es sin embargo más frecuente de lo que somos capaces de confesar. La expresión popular lo grafica como “no dar puntada sin nudo”, es decir que si algo aparentemente cedemos, no es por otra razón que por alcanzar nuestros propios objetivos que preferimos mantenerlos ocultos, para no dar a conocer la verdadera dimensión de nuestros actos, por estrategia, porque sabemos que en el fondo hay algo no muy santo en ellos.

Ejemplos muy burdos y terribles son el bombardeo de una ciudad ordenado aparentemente para proteger a inocentes, cuando sabemos que en el fondo todo lo que se persigue es activar o incrementar el inescrupuloso y mortífero mercado de armas, que deja significativas ganancias a quienes sostienen los gobiernos de los poderosos.

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Juan 8,51-59 – guarda mi Palabra

Guarda mi Palabra

En verdad, en verdad les digo: si alguno guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás.

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Juan 8,51-59 guarda mi Palabra

Juan – Capítulo 08

Reflexión: Juan 8,51-59

Jesús nos revela varias cosas importantes en este dialogo que sostiene con los judíos. Estos lo han sometido a un interrogatorio, esforzándose no por entenderlo en realidad, sino por descalificarlo. Ellos ya tienen una idea formada, unos prejuicios arraigados, unos conceptos que no están dispuestos a cambiar, y simplemente quieren asegurarse que Jesucristo no encaja en ellos.

Qué peligrosa resulta esta actitud en la que muchas veces caemos. Tenemos una idea formada de todo y nos aferramos a ella. No estamos dispuestos a cambiarla porque se desmoronaría todo aquello en lo que creemos y confiamos, aquello que justifica y da razón y sentido a lo que hacemos. No estamos dispuestos a cambiar. No nos damos tan fácilmente.

Y, sin embargo, bien valdría la pena detenernos un momento a reflexionar si en realidad aquello que sostenemos es tan sólido y rígido, si tiene verdaderos cimientos o si hemos edificado sobre arena. ¿De dónde provienen nuestras creencias? ¿Cuándo y dónde las forjamos? Es cierto, ellas deben constituir el fundamento y la razón de nuestras acciones y aspiraciones. Nos explicamos en función de ellas.

Cabría preguntarnos ¿hasta qué punto son nuestras o hasta qué punto nos han sido impuestas por nuestro entorno histórico, social, cultural o económico? Seamos sinceros, muchas veces la explicación que encontramos por toda justificación a nuestros actos es: todos lo hacen. Es decir que seguimos un patrón de comportamiento, procurando ajustarnos a ciertos modelos exitosos, entendiendo que si así lo hacemos no tendremos pierde, como aquellos a los que seguimos parecieran no tenerlo.

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Lucas 2,22-35 – señal de contradicción

Señal de contradicción

Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!

Texto del evangelio Lc 2,22-35

22. Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor,
23. como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor
24. y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.
25. Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo.
26. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor.
27. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él,
28. le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
29. «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz;
30. porque han visto mis ojos tu salvación,
31. la que has preparado a la vista de todos los pueblos,
32. luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.»
33. Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él.
34. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción –
35. ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! – a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»

Reflexión: Lc 2,22-35

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Lucas 2,22-35 señal de contradicción

El Señor Jesucristo es la luz que ha venido del cielo, para iluminar a toda la humanidad, especialmente a aquellos que no le conocen. Dios quiere llegar a todos. Tocar y despertar a todos los corazones. Porque solo de Él viene la Salvación.

Es preciso que todos le conozcamos. Sin embargo ¿qué estrategia tan distinta a la que hubiéramos aplicado, emplea Dios? Siempre nos resultará difícil de comprender, si no nos sacudimos de los parámetros mundanos que rigen nuestra conducta.

El Señor pone en tela de juicio toda la estructura social, cultural y económica que hemos armado. Ellas no corresponden al Plan de Dios, de allí que su manifestación no guarde correspondencia con lo que nosotros hubiéramos esperado.

Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!

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Lucas 21,1-4 – dio todo lo que tenía para vivir

Dio todo lo que tenía para vivir

Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir

Texto del evangelio Lc 21,1-4

01. Después, levantado los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo.
02. Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre,
03. y dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que a nadie.
04. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir».

Reflexión: Lc 21,1-4

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Lucas 21,1-4 dio todo lo que tenía para vivir

¡Qué envidiable epitafio! Que se pudiera decir de nosotros al final de nuestros días: aquí yace un hombre o una mujer que dio todo lo que tenía para vivir. No podíamos haber pedido más. Cuanto tuvo lo compartió generosamente con quienes le rodeaban.

Y, sin embargo, no es así. Nos dedicamos a acumular cada vez más. Nunca estamos contentos con lo que tenemos, nunca nos parece suficiente. Alguien dirá que es bueno tener ambiciones en la vida y tal vez esté en lo cierto. Pero no debemos ser esclavos de ellas.

Nada debe atarnos tan fuertemente, retenernos tanto, atraernos tanto, como a gradar a Dios. Y a Él solo lo complacemos desprendiéndonos de todo y siendo generoso con nuestros hermanos. La senda del Bien es opuesta a la de la comodidad y la riqueza.

Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir

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Lucas 21,5-19 – no se alarmen

Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin.

Texto del evangelio Lc 21,5-19 – no se alarmen

05. Y como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo:
06. «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido».
07. Ellos le preguntaron» «Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va suceder?».
08. Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: «Soy yo», y también: «El tiempo está cerca». No los sigan
09. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin».
10. Después les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino.
11. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en cielo.
12. Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre,
13. y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.
14. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa,
15. porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.
16. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán.
17. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre.
18. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza.
19. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.

Reflexión: Lc 21,5-19

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Lucas 21,5-19 no se alarmen

Que el fin sobrevendrá, no hay duda. Pero no llegará de un momento a otro, sino que tardará. ¿Cuánto? No lo sabemos a ciencia cierta, porque el Señor no nos ha revelado fechas. Sin embargo si nos ha dado ciertas señales que lo anunciarán.

Los que creemos en el Señor no debíamos tener ningún temor. Tal como Él mismo nos anuncia, no se caerá ni un solo cabello de nuestra cabeza. ¿Cómo poder entender esta promesa, si todo el mundo, incluso nuestras familias estarán contra nosotros.

Esto solo es posible por el amor de Dios. Si estamos con Él no necesitamos nada más. Solo es precisa la constancia. No retroceder, ni prepararnos para hacer frente a quienes nos atacan. El Señor se hará cargo de nuestra defensa y pondrá en nuestra boca las palabras necesarias.

Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin.

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Lucas 17,20-25 – el Reino de Dios está entre ustedes

«El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: «Está aquí» o «Está allí». Porque el Reino de Dios está entre ustedes ».

Texto del evangelio Lc 17,20-25 – el Reino de Dios está entre ustedes

20. Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios. El les respondió: «El Reino de Dios no viene ostensiblemente,
21. y no se podrá decir: «Está aquí» o «Está allí». Porque el Reino de Dios está entre ustedes ».
22. Jesús dijo después a sus discípulos: «Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán.
23. Les dirán: «Está aquí» o «Está allí», pero no corran a buscarlo.
24. Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día.
25. Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación.

Reflexión: Lc 17,20-25

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Lucas 17,20-25 el Reino de Dios está entre ustedes

¿Qué podemos concluir de estas palabras del Señor? Nos permitimos compartir, que el Reino es una potencia. Es un germen. Es una semilla. Estando entre nosotros, es una realidad en construcción, que por lo tanto va haciéndose paulatinamente evidente.

Es nuestro proceder el que va convirtiendo en realidad el Reino. Es tan obvio como el nuevo ser humano que surge de la unión del óvulo con el espermatozoide. Es una nueva vida en formación, que paulatinamente irá revelando y definiendo los rasgos únicos de este nuevo ser.

Estas palabras son al mismo tiempo una profecía y una promesa. Una profecía porque nos permiten anticipar cuál será el resultado si se le deja madurar el tiempo necesario. Y una promesa, porque viniendo de labios del Señor, no podemos tener mejor garantía que ocurrirá.

«El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: «Está aquí» o «Está allí». Porque el Reino de Dios está entre ustedes ».

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Lucas 13,18-21 – ¿Con qué podré comparar el Reino de Dios ?

«¿Con qué podré comparar el Reino de Dios ? Se parece a la levadura que una mujer toma y mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa».

Texto del evangelio Lc 13,18-21 – ¿Con qué podré comparar el Reino de Dios ?

18. Jesús dijo entonces: «¿A qué se parece el Reino de Dios ? ¿Con qué podré compararlo?
19. Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas».
20. Dijo también: «¿Con qué podré comparar el Reino de Dios?
21. Se parece a la levadura que una mujer toma y mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa».

Reflexión: Lc 13,18-21

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Lucas 13,18-21 ¿Con qué podré comparar el Reino de Dios ?

El Señor nos explica con dos figuras muy sencillas y claras a qué se parece el Reino de Dios. Pese a lo simple de la explicación, a veces insistimos en tener dificultad para entender la Palabra del Señor. Lo que ocurre es que no hay peor sordo que el que no quiere oír.

Ambas figuras hacen alusión a la forma en que paulatinamente va creciendo el Reino de Dios. Va creciendo y abarcándolo todo en diferentes direcciones y dimensiones. No solamente en tamaño, sino también en profundidad e influencia.

Estos son atributos del Reino de Dios que con Jesucristo ha llegado y se encuentra entre nosotros. Hay algo más que podemos desprender de esta descripción y es que el expandirse en forma constante y casi imperceptible es una característica del Reino de Dios.

«¿Con qué podré comparar el Reino de Dios ? Se parece a la levadura que una mujer toma y mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa».

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Lucas 13,1-9 – todos acabarán de la misma manera

¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera.

Texto del evangelio Lc 13,1-9– todos acabarán de la misma manera

01. En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios.
02. El respondió: «¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás?
03. Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera.
04. ¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?
05. Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera».
06. Les dijo también esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró.
07. Dijo entonces al viñador: «Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y nos encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?».
08. Pero él respondió: «Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré.
09. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás»».

Reflexión: Lc 13,1-9

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Lucas 13,1-9 todos acabarán de la misma manera

El Señor aquí nos está dando respuesta a aquella interrogante que algunos nos hacemos respecto a las cosas que les suceden a algunos e incluso a nosotros mismos. Probablemente más en aquel entonces que ahora, solíamos buscar una razón para tal desgracia y la encontrábamos en algo que habíamos hecho.

En pocas palabras, lo que le pasaba a tal o cual persona, e incluso a nosotros mismos, se debía a algo que habíamos hecho. Es decir, un castigo o en el mejor de los casos una recompensa. Incluso algunos buscaban encontrar la culpa en algo que hicieron o dejaron de hacer los antepasados.

Esta es una visión nada evangélica a la que el Señor pone fin. Es cuestión de reflexionar y meditar lo que nos está diciendo, que es un mensaje lleno de luz y esperanza. La visión y el pensamiento de Jesús, el cual tenemos que adoptar, es muy distinto al nuestro.

¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera.

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