Deben ser estas palabras las que ocasionaron tanta condena y rechazo a Jesús. Si nosotros, los que nos reconocemos como cristianos, tenemos muchas dificultades para llevarlas a la práctica ¿qué podemos esperar de quienes se resisten a oír?
El llamado que el Señor nos hace a la fe es constantes y reiterativo, en diferentes formas y circunstancias, pero siempre nos las ingeniamos para dar vuelta a su mensaje y hacer que nos diga otra cosa distinta a la que todos pueden oír, es que no queremos escucharle.
«Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos». Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios».
Texto del evangelio Lc 9,57-62 – no sirve para el Reino de Dios
57. Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: «¡Te seguiré adonde vayas!». 58. Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza». 59. Y dijo a otro: «Sígueme». El respondió: «Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». 60. Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios». 61. Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos». 62. Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios».
Reflexión: Lc 9,57-62
Lucas 9,57-62 no sirve para el Reino de Dios
El llamado del Señor es exigente. No podemos ir a Él con paños tibios. O estamos o no estamos con Él. Así de sencillo y claro. Hemos de analizar cada uno de nuestros actos, porque lo que no nos acerca, nos aleja. Y de nada nos sirve venir al Señor con pretextos. Él los conoce todos. No intentemos engañarlo.
Es cierto, es verdad, no hay muchos que estemos realmente dispuestos a seguirlo. No en esas condiciones. Nosotros queremos ser “buenos”, pero no estamos dispuestos al sacrificio extremo que el Señor nos presenta en estos versículos. ¿Es que no tendré ni el derecho a enterrar a mis padres?
¿Cómo puede ser que un Dios que se dice que es amor, pretenda tan descabellada exigencia? Es un asunto de fe. Alguien podrá decir: pero ¿qué le hace que me tome algunas horas para cumplir con esta responsabilidad? Después lo voy a seguir. Un poco de paciencia ¿no?
«Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos». Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios».