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Lucas 6,36-38 – den, y se les dará

den, y se les dará

“Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso; no juzguen, y no serán juzgados; no condenen, y no serán condenados; perdonen, y serán perdonados; den, y se les dará”

Lunes de la 2da semana de Cuaresma| 14 de marzo del 2022 | Por Miguel Damiani

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Reflexión sobre las lecturas

den, y se les dará

¿Qué puede importarnos más que ganar el cielo? El Señor te pone muchas oportunidades en tú vida para obrar conforme a Su Ley. Oportunidades para obrar cristianamente. Para actuar como Él. ¿Qué tienes que hacer? Ser misericordioso y dejarte llevar por Su corazón.

Nosotros tenemos miedo de comprometernos. Nos asusta asumir una carga que tal vez después no podamos llevar. Nos corremos de asistir a quien nos pide con insistencia. ¡No queremos asumir una carga de la que después tal vez no podamos sacudirnos!

El Señor llama a nuestra puerta y solo estamos dispuestos a abrirle si trae buenas noticias. Si lo que nos dice o pide no nos incomoda. ¿Si tengo que meter la mano al bolsillo y después no tengo cómo reponerlo? No me sobra. ¿Por qué yo? ¿Por qué no otro que tiene más?

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Mateo 5,1-12 – Alégrense y regocíjense

Alégrense y regocíjense

Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes.

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Mateo 5,1-12 Alégrense y regocíjense

Mateo – Capítulo 05

Reflexión: Mateo 5,1-12

Aquí el Señor nos dice cómo debemos vivir, cuál ha de ser nuestro proceder para alcanzar el Reino de los Cielos. Primero destaquemos que no puede haber mayor recompensa en la vida que ser recibido en el Reino de los Cielos por nuestro Padre Celestial, ocupando el sitio que nos tiene reservado desde toda la eternidad.

¿Qué debemos de hacer? En este pasaje de las Bienaventuranzas el Señor hace un listado muy claro de las conductas nuestras que merecerán tal privilegio. No todos podremos entrar. Es preciso que nuestras vidas correspondan a estas categorías que tienen que ver con la forma en que tomamos la vida.

Tal parece que hay que sufrir contrariedades para alcanzar el Reino de los Cielos. ¿Y si no las tienes, no lo mereces? Eso es lo que nos dice Jesucristo, el Hijo de Dios. Hemos de creerle. Desmenucemos una a una estas características para tratar de entender lo que el Señor quiere de nosotros.

Los pobres de espíritu

Primero están los pobres de espíritu. ¿Quiénes son esto? Pues aquellos de los que generalmente abusa la gente, porque no son rápidos ni física ni mentalmente, porque son ingenuos, porque todo lo creen, porque siempre actúan de buena fe, porque incluso son medios torpes, no solo en el hablar, sino incluso en el vestir.

Aquellos de los que los niños suelen burlarse en los colegios por considerarlos desadaptados, inútiles, porque resalta como un lunar en toda la clase. Los niños que despiadadamente son víctimas de bulling y luego serán explotados y pisoteados por los mejor acomodados, por los los que carecen de escrupulosos, por los que se sienten dueños del mundo. ¡De estos es el Reino de los Cielos! ¡Veamos a Cristo en cada uno de ellos!

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