“porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre”
Jueves de la 8va Semana de Tiempo Ordinario | 31 de Mayo del 2018 | Por Miguel Damiani
El cántico con que María devuelve el saludo a su prima Isabel, además de hermoso, es una profecía que anuncia la obra del Señor, que al mismo tiempo evidencia que María está completamente llena del Espíritu Santo, que la desborda e impulsa.
Es, pues, el Espíritu Santo el que acompaña desde el inicio a María en esta historia, que no es otra que la historia de nuestra salvación. Es todo un prodigio que canta la Gloria de Dios de generación en generación, recordándola como bienaventurada.
A propósito de la lectura escogida por la Iglesia para el día de hoy, pedimos al Espíritu Santo nos ilumine para compartir algunas reflexiones en torno a la Santísima Virgen María, la madre de nuestro Señor, tal como su prima Isabel la saluda con toda razón y humildad.
Cuando uno quiere a una persona, a un amigo o amiga, este amor, cuando es verdadero lo hace igualmente extensivo a la familia del amigo o amiga. Eso es natural, porque amistad significa intimidad, respeto, aprecio por lo que cada uno es y por lo que le rodea. Qué duda cabe que la familia es lo más importante para cada quien.
Respetar a la familia, a los hermanos, a los padres y en especial a la madre de nuestros buenos amigos es totalmente comprensible y natural. Este es el sentimiento que brota espontáneamente en el corazón de cualquier persona bien nacida. ¿Qué menos puede ser nuestro sentimiento a la Virgen María Madre de nuestro Señor Jesucristo?
Siempre que lo pienso no puedo entender la indiferencia e incluso el menos precio que algunos que se dicen cristianos pueden tener contra la Virgen Sagrada María. ¿Qué no es suficiente para respetarla y amarla el que Dios haya querido que su Hijo Jesucristo nazca de sus entrañas?
Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada.
Texto del evangelio Lc 1,46-56
46. Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor 47. y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador 48. porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, 49. porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre 50. y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. 51. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. 52. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. 53. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. 54. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia 55. – como había anunciado a nuestros padres – en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.» 56. María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.
Reflexión: Lc 1,46-56
Lucas 1,46-56 despidió a los ricos sin nada
Por absurdas discusiones en torno a la virginidad de María, que muchos -incluso cristianos-, ponen en tela de juicio, se pasan por alto estos versículos, en los que por boca de María somos informados de las características de la obra de Dios en la que ella forma parte.
Aquí, al inicio de los Evangelios, se nos pone en autos de la Voluntad de Dios, de lo que Él hará por nosotros, es decir, para nuestra salvación. El objetivo del Plan es muy claro y no tiene nada que ver con percepciones generalizadas que sacralizan el sistema en que vivimos.
Es evidente que estamos errados y que la salvación pasa por demoler todo aquello a lo que nos aferramos, cambiando totalmente de modo de vida. Por decirlo de otro modo, el mundo está de cabeza. ¡Hay que enderezarlo!
Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada.
Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo
Texto del evangelio Lc 1,39-47
39. En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; 40. entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; 42. y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; 43. y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? 44. Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. 45. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» 46. Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor 47. y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador
Reflexión: Lc 1,39-47
Lucas 1,39-47 quedó llena de Espíritu Santo
Estamos frente a hechos extraordinarios vividos por gente muy humilde y sencilla, por tanto, vividos con mucha modestia y al mismo tiempo con ilusión, como viven estas cosas las personas pobres y modestas del pueblo.
Es en realidad un encuentro de lo más grande y notable, con lo más pequeño y sencillo. Dios así lo quiso. Dos mujeres de dos pueblos y períodos históricos que jamás hubieran sido reconocidos por nadie, son protagonistas de sendas historias que serán conocidas y recordadas por los siglos de los siglos.
María e Isabel, madres de Jesús y de Juan el Bautista, respectivamente. Tiempo sagrado, como lo atestigua el mismo Espíritu Santo, que inspira las vivencias de estas dos mujeres y el intercambio de saludos que realizan. Bellas palabras que pasarán a ser parte del Ave María que millones de cristianos rezamos a diario.
Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo