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Juan 17,11b-19 – no son del mundo

no son del mundo

“Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno.”

Miércoles, 7ma semana de Pascua | 01 de Junio del 2022 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

Reflexión sobre las lecturas

no son del mundo

Dos textos realmente emotivos y hermosos. El primero de Hechos de los Apóstoles, en que Pablo se despide luego de haber pasado mil vicisitudes, sin haber faltado nunca a la Palabra del Señor. Llevando una vida ejemplar, consiente de su deber para con Cristo y las primeras comunidades cristianas. Enseñando que más dicha hay en dar que en recibir.

El segundo, una oración que Jesucristo eleva al Padre por nosotros, en la que da testimonio de su gran amor por todos aquellos que le fueron confiados. Pide a nuestro Padre que los guarde como Él mismo los guardo. Viven en el mundo, pero no son del mundo.

El Señor nos dice cómo debe vivir todo cristiano en este mundo. Qué extrañas han de sonar estas palabras para los hombres de este siglo. La cultura y el pensamiento dominante por el contrario parece rendir culto a todo lo mundano.

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Mateo 5,33-37 – no juren en modo alguno

No juren en modo alguno

“Pues yo digo que no juren en modo alguno: ni por el Cielo , porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén , porque es la ciudad del gran rey.”

Sábado de la 10ma Semana del T. Ordinario | 16 de Junio del 2018 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

Reflexión sobre las lecturas

no juren en modo alguno

Cuando uno es veraz, no necesita decir las cosas más que una vez y no tiene por qué asegurarlas en nombre de nadie, mucho menos de Dios, de algún santo, de algún pariente o en su propio nombre. El hombre honesto dice la verdad siempre, sin titubear.

Decir siempre la verdad es una virtud que debemos cultivar desde la niñez. Todos parecemos estar de acuerdo en ello, sin embargo, siempre surgen situaciones apropiadas para una “pequeña mentirilla”, que cínicamente acostumbramos llamar “piadosa”.

no juren en modo alguno

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Juan 17,11b-19 – No son del mundo

No son del mundo

“Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada. Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo.”

Miércoles de la 7ma Semana de Pascua | 16 Mayo del 2018 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

Reflexión sobre las lecturas

No son del mundo

El Señor reconoce en nosotros, sus seguidores, un común denominador con Él: no somos de este mundo. Eso muy rápidamente nuestros enemigos lo traducen como lunáticos y soñadores; es decir, seguidores de una quimera, de un sueño imposible.

Los últimos siglos, pero especialmente las últimas décadas, se han empeñado en derribar tradiciones y creencias cristianas a nombre de lo que se ha dado en llamar secularización y posteriormente laicismo. El laicismo, que no es otra cosa que la ausencia de Dios, debe gobernar.

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Juan 17,11b-19 – tu palabra es verdad

Texto del evangelio Jn 17,11b-19 – tu palabra es verdad

11b. Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros
12. Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura.
13. Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.
14. Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
15. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno.
16. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
17. Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.
18. Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo.
19. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.

Reflexión: Jn 17,11b-19

El seguimiento de Jesús nos va llevando poco a poco a distanciarnos del mundo, al punto que ya no lo comprenderemos, ni nos comprenderá. Por eso Jesucristo ora por nosotros y lo hace de forma realmente conmovedora pidiendo dos cosas que son fundamentales y que debemos tener en cuenta siempre en nuestras oraciones: la unidad entre nosotros y con Él y la consagración en la verdad. Solo del respeto y esta profunda relación de amor puede surgir la unidad. Ciertamente en principio el amor es solamente de Dios, porque Él nos ha amado primero; porque Él nos ha escogido y querido aun antes que hubiéramos nacido. Este amor solo busca ser correspondido y lo hacemos cuando amamos al prójimo como a nosotros mismos. Si bien es cierto que es algo que brota naturalmente de nuestros corazones, también lo es que debemos aprender a cultivar, porque el mundo, del que se esfuerza por preservarnos el Señor, promueve exactamente lo contrario como lo más apetecible y natural para el ser humano: el egoísmo. Es así que hemos desarrollado las sociedades en las que vivimos, en las que el hombre no solo está de espaldas a Dios, sino que vive de espaldas a los demás, induciendo a los hombres y mujeres a creer y pensar que solo les será posible encontrar la felicidad si se enfocan en sí mismos y la procuran a cualquier precio, incluso a costa de los demás. Ello constituye un disparate a todas luces, porque jamás hubiéramos podido construir nada y ni si quiera subsistir un solo día si no hubiéramos aprendido a compartir, viviendo en comunidad, empezando por la célula básica de la sociedad: la familia. Quien pretende ignorarla o destruirla no puede estar nada más que desquiciado. Lamentablemente existen corrientes muy poderosas en nuestro mundo que han enfilado su artillería más pesada contra ella. No podrán destruirla ni acabarla porque más fuerte es la unidad, el amor y el Señor que ha vencido al mundo, pero si harán mucho daño a sus miembros, como lo estamos viendo. Por eso, hoy como entonces, debemos unir nuestras plegarias a las de Jesús. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.

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