Cuando oramos, todos queremos de algún modo salir justificados. Aquí el Señor nos enseña la primera condición no solo para tratar de obtener el perdón, sino para empezar a orar. Si de veras quiere obtener algún fruto de la oración has de presentarte con humildad.
No podemos presentarnos ante nuestro Padre exigiendo el derecho de ser escuchado y mucho menos perdonado. Eh ahí la gran dificultad de esta generación. Se no ha metido hasta el tuétano que somos sujetos de derecho, pero muy poco se habla de nuestros deberes.
Difícilmente puede concentrarse en la oración, este diálogo piadoso entre Dios Padre y el hombre, aquél que se está fijando en lo que hacen los demás. Tampoco lo hará el que se dedica a “posar” para impresionar a los que lo ven. Ni uno, ni otro.
Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.
Texto del evangelio Lc 7,1.7-14 – invita a los pobres
01. Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. 07. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: 08. «Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, 09. y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: “Déjale el sitio”, y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. 10. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: “Amigo, acércate más”, y así quedarás bien delante de todos los invitados. 11. Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado». 12. Después dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. 13. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. 14. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!».
Reflexión: Lc 7,1.7-14
Lucas 7,1.7-14 invita a los pobres
Aquel que no reflexiona con frecuencia los evangelios, le deben llamar la atención los consejos que da Jesús. No corresponden al comportamiento habitual de las personas. No concuerdan con el mundo en que vivimos.
En el mundo entero una invitación es señal de distinción y lo que todo invitado espera es sentarse en los primeros lugares. Además, dependiendo de la importancia de nuestro anfitrión, buscaremos mostrarnos con Él y le enrostraremos a los más humildes la clase de personas que nos invitan.
Por ello, el invitado difícilmente se dejará relegar, ni asumirá una posición modesta o reservada, menos aun si el anfitrión es importante. Por el contrario, buscaremos que todo el mundo note y sienta la distinción de la que somos objeto. Así somos.
Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.