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Mateo 5,27-32 – No cometerás adulterio

No cometerás adulterio

“Han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo les digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.”

Viernes de la 10ma semana del T. Ordinario | 10 de Junio del 2022 | Por Miguel Damiani

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Reflexión sobre las lecturas

No cometerás adulterio

Los mandatos del Señor son firmes, sólidos. Él no anda con ambigüedades. Relativizar las cosas es lo propio del demonio. Para el Señor las cosas son blancas o negras. Vida o muerte, Verdad o mentira. Día o noche. Es preciso decidir; tomar partido.

Su lenguaje sea si, si o no, no. El Señor no tolera a los tibios, a los indecisos, que quieren estar con Dios y con el diablo. Es propio de los hombres postergar una decisión con el deseo de no afrontarla. Pero ello no siempre es posible y puede acarrear consecuencias indeseadas.

Veamos el caso específico que aquí nos propone el Señor para la reflexión. Se nos ha dicho que debemos respetar a las mujeres, más aun, cuando sabemos que están comprometidas o casadas. Sin embargo, cuando se nos mete una entre ceja y ceja, difícilmente renunciamos a ella.

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Mateo 5,27-32 – cometió adulterio

Cometió adulterio

Han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo les digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.

mateo-05-27
Mateo 5,27-32 cometió adulterio

Mateo – Capítulo 05

Reflexión: Mateo 5,27-32

A propósito del adulterio el Señor nos da a conocer la radicalidad de sus exigencias. El Señor no se queda en las formas superficiales, en las apariencias, sino que va al fondo. Son las actitudes, desde las intenciones las que debemos cuidar.

Y es que no podemos partir de lo que nos agrada, de lo que nos acomoda, de lo que nos da placer. No somos nosotros el centro de nuestro actuar. ¡No debemos serlo! ¡No vivimos para nosotros! Vivimos por Dios y para Dios, por lo tanto, para el prójimo.

Cierto, porque a Dios llegamos por el prójimo. Pero ¿Quién es el prójimo? Ya nos lo dice el Señor, en la Parábola del Buen Samaritano: cualquiera que necesite de nosotros, sin importar más. Reflexionábamos ayer en que todos somos Hijos de Dios y por lo tanto hermanos.

Antes que padre, madre, esposa, esposo o hijo, antes que cualquier otra relación, todos somos hermanos, porque pertenecemos a una misma familia, la familia de Dios, puesto que Él es nuestro Padre. Nuestros hermanos son nuestro prójimo. Debemos empezar por los que tenemos más cercanos, pero sin excluir a nadie.

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