lo que es de Dios
“«¿De quién son esta cara y esta inscripción?» Le respondieron: «Del César.» Entonces les replicó: «Pues páguenle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.»”
Domingo 29 del T. Ordinario | 18 de Octubre del 2020 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Isaías 45,1.4-6
- Salmo 95,1.3.4-5.7-8.9-10a.10e
- 1ra Tesalonicenses 1,1-5b
- Mateo 22,15-21
Reflexión sobre las lecturas
lo que es de Dios
Con mucho alarde tendemos a interpretar este pasaje del Evangelio como la separación de las cosas que corresponden a Dios de las que no. Y sin embargo puedo poner en tela de juicio que eso no fue lo que quiso decirnos el Señor.
Y es que no siempre lo más evidente es aquello a lo que el Señor se refiere. Creo que esta es la razón por la que debemos volver una y otra vez a Su Palabra. Casa da vez encontraremos que nos dice algo nuevo y muchas veces distinto a lo que entendimos la primera vez.
Tendemos a quedarnos con aquello que por alguna u otra razón nos conviene. Aquello que nos parece lógico. Sin embargo ¿quién ha dicho que nuestra lógica es la de Dios? No es necesariamente así. Por eso es preciso pedir la Gracia de escudriñar Su Palabra, dejando al Espíritu que se manifieste.
El Espíritu nos invita a meditar
Será el Espíritu Santo el que nos ayude a discernir. Y si estamos atentos y somos capaces de esforzarnos y adentrarnos en Él, tal vez tengamos la dicha de atisbar un destello. Si lo podemos atrapar, no tengamos temor en transmitirlo.
Así, no importa en realidad qué cosa es del Cesar. Si damos por hecho que sea aquello que tiene su rostro impreso, como es el caso de las monedas, puede estar bien. Pero aquello que en el fondo nos invita a meditar el Espíritu es en lo que es de Dios.
¿Qué cosa es de Dios? ¿Qué le corresponde a Él para dárselo? ¿No será todo, incluyendo lo del Cesar? ¿Es que hay algo que pueda existir que no haya sido creado por Dios? ¿Hay algo en el Universo que no esté sostenido por Su aliento?
Dios es primero
Hemos de responder que nada. Todo, absolutamente todo depende de Él. Y así como un día le dio existencia, otro día no la tendrá más. Por lo tanto, ¿qué es lo más importante? ¿qué es esencial? ¿A qué nos lleva reflexionar en esta diferencia?
Sin duda a poner las cosas en su verdadero lugar. En el sitio que les corresponde. Dios es primero y está sobre todo. Luego podemos ponernos a pensar en lo que sigue, si queda tiempo y espacio. ¿Vale la pena detenernos en aquello que no tiene importancia?
Pues, si somos razonables tendremos que responder que no. Por lo tanto una discusión en torno al pago de los impuestos es bizantina. Tal vez en algún momento tengamos que hacerlo, como un modo de servir a Dios.
¿Para quién y por quién vivimos?
No por obrar de este modo estaremos sujetos a quienes nos imponen estos cupos. Porque sobre nosotros solo tiene poder Dios. Solo a Él servimos. Solo por Él y para Él vivimos. Porque todo cuanto somos y poseemos es suyo.
No le quito nada a Dios para dárselo al Cesar, sino que a través del Cesar se lo daré a Dios, cuando así el disponga que lo haga. Solo a Él la debemos fidelidad y lealtad. Solo nos interesa amarle y servirle a Él. Aquello del Cesar, como tantas otras cosas, eventualmente habrá que atenderlas, pero nunca en desmedro de lo que debemos a Dios.
Es más, diremos que un verdadero cristiano habrá de ingeniarse para servir a Dios incluso atendiendo los asuntos temporales. Nuestra meta es el cielo. No permitiremos que nada ni nadie nos distraiga y saque del Camino.
Debemos ordenar nuestras vidas
El Señor no Bendice la separación entre lo que es Suyo y lo que le corresponde al Cesar. Solo nos hace distinguirlo, para que sepamos lo que tenemos que hacer y nos dispongamos a hacerlo siempre. Meditemos este evangelio. Pongamos en orden nuestras vidas.
No ha de ser difícil discernir cada día lo que debemos hacer, si tenemos en cuenta que sea lo que sea Él debe ser primero. Si Él es lo primero y más importante ¿qué importancia tiene lo demás, incluyendo lo que es del Cesar?
Oración:
Padre Santo, te pedimos que nos permitas entender el lugar que te corresponde en nuestras vidas y dártelo siempre en toda ocasión. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
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