al tercer día resucitará
“Miren, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará.”
Miércoles de la 2da Semana de Cuaresma | 16 de marzo del 2022 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Jeremías 18,18-20
- Salmo 30,5-6.14.15-16
- Mateo 20,17-28
Reflexión sobre las lecturas
al tercer día resucitará
Posiblemente no haya misterio más grande que el que Jesús anuncia aquí: resucitará. Refiriéndose a este San Pablo dirá: …y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también vuestra fe. ( 1 Corintios 15,14)
Jesús, como a sus discípulos entonces, nos llama a concentrarnos en el centro del misterio de nuestra fe. En los versículos que encabezan esta reflexión describe sintéticamente lo que ocurrirá. El epílogo tendría que ser suficiente para atraer y llamar la atención de cualquiera: resucitará.
En vez de ello, tal vez como nosotros mismos, que pasamos por alto este suceso histórico, único en la historia de la humanidad, los discípulos salen con impertinencias. Es cierto, es la madre de dos de ellos la que surge con la pregunta, pero revela en qué estaban ocupados ellos.
Resucitará es la promesa cumplida
Mientras el Señor les anticipa lo que ocurrirá, ellos, sin prestar mucha atención, como nos ocurre tantas veces a nosotros, hacen sus planes, sin tener en cuenta el misterio que el Señor, proféticamente les está revelando.
Para llegar por el que siempre será adorado y bendecido, habrá de pasar primero por una pasión injusta que lo llevará a la muerte en la cruz. Sin embargo, resucitará, venciendo a la oscuridad, el pecado, la maldad, a demonio y la muerte.
Él es la primicia. Eso es lo mismo que nos espera a todos los cristianos, es decir, a quienes nos entregamos a Su Voluntad y lo seguimos, sirviendo a Dios y a nuestros hermanos. ¿Cómo servimos a Dios? Reconociendo, agradeciendo y alabando Su Santo Nombre.
Resucitaremos porque Él resucitó
Y ¿cómo servimos a nuestros hermanos? Cumpliendo la Misión encomendada por Jesús, de anunciar el Evangelio, es decir, la Buena Nueva y la alegría de este misterio: ¡Ha resucitado! ¡Dios es nuestro Padre y Jesucristo, Su Hijo, nuestro Salvador!
Toda otra palabra, ante lo que Jesús nos pone al frente, para meditar y reflexionar, debía sobrar. Sin embargo, no podemos pasar por alto la evidente impertinencia de esta madre, que lamentablemente nos pinta de cuerpo entero. Siempre buscando nuestro provecho.
¿Cómo puede ser que, frente a un discurso tan trascendente y revelador, nos quedemos revolviendo nuestras mezquindades? Esforcémonos siempre por atender primero lo que se nos está diciendo. Salgamos de nuestro ensimismamiento, de nuestra auto referencia.
Prestemos atención a la Palabra del Señor
Oír lo que nos dicen no solo es una señal de educación, sino también una obra de caridad. ¡Cuánto más si es el Señor el que nos habla! No lo interrumpamos con nuestras peticiones, con nuestras angustias, temores o deseos.
Que a lo mejor lo que te dice el Señor es contrario a lo que tú quieres. No te cierres en tus propósitos, en tus planes. No quiere decir que no los tengas y hagas. Pero, por encima de ellos siempre ha de estar la Voluntad de Dios, lo que Él nos pide y propone.
La razón de nuestra existencia es amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Esta es la ley y los profetas. E que verdaderamente ama, sirve. Se hace esclavo por amor. El que se hace esclavo de Dios, en realidad se hace libre, porque responde al propósito para el cual fuimos creados: amar y servir a Dios.
María ejemplo de fe, amor y servicio
La Santísima Virgen María es el mayor ejemplo de fe, amor y servicio, porque ella se hizo completamente disponible y dócil a la Voluntad de Dios: “He aquí la Esclava del Señor. Hágase en mí según Tú palabra”
Oración:
Padre Santo, pidamos a Dios que nos dé la fe, el amor, la disposición a servir de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, para hacernos esclavos de Dios, haciendo Su Voluntad cada segundo de nuestras vidas. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
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