lloren por ustedes
“Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, lloren por ustedes y por sus hijos, porque miren que vienen días en los que dirán: «Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado.”
Domingo de ramos – Lectura de la Pasión | 10 de Abril del 2022 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Isaías 50,4-17
- Salmo 21,2a.8-9.17-18a.19-20.23-24
- Filipenses 2,6-11
- Lucas 22,14–23,56
Reflexión sobre las lecturas
lloren por ustedes
La sentencia del Señor es realmente dura. Más que sufrir por Él, más que condolernos por su sufrimiento, debíamos recapacitar en lo que estamos haciendo, porque estamos labrando nuestra propia condena. Y esta, será peor que los padecimientos de Jesús.
Aquí tenemos un claro anticipo de lo que será la suerte que hemos de correr todos por habernos desentendido de Jesús. Lo que le estamos haciendo no es ni la sombra de lo que nos estamos haciendo a nosotros mismos en realidad.
Lloren por ustedes mismos nos dice el Señor. Es nuestro propio fracaso el que estamos viendo. Peor que lo que estamos observando será lo que sobrevendrá sobre la humanidad, por no haber creído, por no haber oído al Señor.
Quedarnos de observadores también nos condena
Todo el juicio a Jesús, todo su calvario, nos retrata. Lo que vemos es realmente violento y repulsivo. Plagado de mentiras, conveniencias, mezquindades, soberbia y engaño. Ni la menor compasión por aquel con el que todos se han ensañado, por el que sufre, por el débil.
No queremos ser contados entre los derrotados. Preferimos reprimir nuestra solidaridad, nuestra indignación, por estar bien vistos por los poderosos. No solo somos cobardes, sino también cínicos. Si ya está perdido, a qué exponernos defendiéndolo.
¡Qué peligrosa actitud! ¿No es la misma que hemos vivido durante esta pandemia? Hemos dejado pasar disposiciones que atentaban contra el sentido común y en consecuencia contra la salud de los más débiles e indefensos y hemos callado por quedar bien con los poderosos.
No nos hagamos cómplices del mal
Preferimos llevarnos bien con quienes tiene el poder para destruirnos o por lo menos hacernos pasar un mal rato, antes que defender a los inocentes. Tal como nos dice el Señor, las consecuencias serán peores para nosotros. Lloren por ustedes que sufrirán tremendas consecuencias por sus omisiones.
¿Cuántos de nosotros, no somos los que condenamos, pero podríamos hacer algo por evitar la injusticia? Sin embargo, preferimos mantenernos como observadores pasivos. En el momento que debemos actuar, levantar la voz, detener al perverso, callamos.
Somos cómplices. Eso mismo está pasando en la política, afectando a toda la nación, pero especialmente a los más pobres. Unos trúhanes se han hecho del poder y están llevando el país al descalabro, ante la vista y paciencia nuestra. Lloren por ustedes, que las consecuencias que habremos de sufrir, serán peores.
Lloren por ustedes, que será peor
El mal nunca está justificado. Nunca el mal podrá ser el camino para el bien. Ahora es el momento para actuar. No será mejor mañana; todo lo contrario: será peor. No le demos espacio al mal. Por ningún motivo debemos darle tregua. Tiempo es lo que necesita para vencernos.
Con el Demonio no se juega. Tranzar no está permitido. Recordemos que el Señor nos dice: el que no recoge conmigo, desparrama. El que no está conmigo, está contra mí. No debemos dejar que se vuelva a repetir esta historia en nuestras vidas.
Hoy día tenemos la ocasión de meditar en torno a la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, no para que la analicemos como un hecho histórico sucedido hace 2mil años con Jesús, sino para que veamos las incongruencias, temores e inacciones que pueblan nuestras vidas y como estas no solo traen dolor y sufrimiento a los más débiles, sino que también serán causa de sufrimiento para nosotros mismos, si no tenemos el coraje de enmendar ahora.
Oración:
Padre Santo, te pedimos que nos des el valor y a perseverancia para resistir de manera efectiva al mal. No permitas que por ningún motivo entremos en componendas con el mal, pues al final terminaremos siendo cómplices. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
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