Donde yo voy
“Hijitos, me queda poco de estar con ustedes. Me buscarán, pero lo que dije a los judíos se lo digo ahora a ustedes:
«Donde yo voy, ustedes no pueden ir»
Martes Santo | 12 de Marzo del 2022 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Isaías 49,1-6
- Salmo 70,1-2.3-4a.5-6ab.15.17
- Juan 13,21-33.36-38
Reflexión sobre las lecturas
Donde yo voy
Parece evidente que aquella debió ser una noche tensa. Se extendía un manto de incertidumbre, de temor, de turbación. Hasta el mismo Señor lo sentía y debió transmitirlo a los apóstoles. Había silencios prolongados y se cruzaban miradas seguramente.
El Señor corta aquel ambiente con una noticia que debió dar un vuelco en los corazones de todos ellos incluso de Judas, al saberse descubierto. Se diría: Claro. ¿Cómo no iba a saberlo? Pero entonces, ¡es realmente el Hijo de Dios!
Estas ideas debieron ir carcomiendo el corazón y la mente de Judas. Llevándolo a flaquear y hasta a pensar en desistir de su propósito seguramente. Pero, ¿cómo lo haría? Había adquirido un compromiso y si no cumplía seguramente lo matarían.
Dudar y maquinar contra Jesús
No sabemos lo que pasó por la cabeza de Judas, pero podemos adivinar que fue tremendamente inaguantable, al punto de llevarlo hasta el suicidio. Se había quedado solo. Ya nada importaba. Había traicionado a su Maestro y ya ahora tenía la certeza que era el Hijo de Dios.
Judas sentiría que no tendría perdón. Que no habría ninguna explicación razonable para su proceder. Se arrepentiría seguramente, pero ya era demasiado tarde. No había forma de volver atrás. Y, sentía que no podía esperar ser perdonado por el Señor.
La vida ya no tenía sentido. Ni si quiera el dinero alcanzaba para borrar la enorme pesadumbre que lo había invadido. Pronto pensó que no había otra salida que su propia muerte. Ya no quería saber nada con la historia que seguía. podemos saber No había espacio para él en ningún lugar.
¿Cómo es que no podemos ir?
Luego el Señor lanza una nueva revelación a sus discípulos. Donde yo voy, ustedes no pueden ir. ¿Cómo es posible? Te hemos seguido a todo lado. Hemos estado contigo en las buenas y en las malas. Ahora resulta que no podemos ir contigo. ¿Qué está pasando?
El transcurrir de los acontecimientos irán refrenando sus ansias. ¿Qué va a pasar? Donde yo voy, ustedes no pueden ir. ¿De qué se trata? Si hay que pelear y dar batalla, yo estoy dispuesto a hacerlo, dirá Pedro. Y seguramente los demás también lo acompañarían.
Llenos de temores, angustias, presentimientos, intuiciones, asombro y ansiedad. Así debieron transcurrir estas horas. Por eso se duermen, cuando tenían que orar. Podemos interpretarlo como el deseo de no creer que esto pueda estar sucediendo.
Experimentaron una desolación infinita
Su subconsciente les diría, mejor dormir. Seguro que cuando despertemos nos daremos cuenta que esto fue tan solo una pesadilla, un mal sueño. Es lo que todos deseamos cuando enfrentamos el albur, lo inimaginable. Ya acabará. Pasará, nos decimos. Pero cada segundo se hace interminable.
¿Quién vendrá a nuestro rescate? Pensamos que sería Él. Habíamos depositado toda nuestra confianza en Él. Pero ahora parece frágil y extremadamente vulnerable. ¿Qué hemos hecho? ¿Qué nos pasó? Empezamos a dudar de Él olvidando todo lo que hemos vivido.
¿Es que no era tan contundente y definitivo todo aquello que vimos? Curó a enfermos. Devolvió la vida a muertos. Dio de comer a miles. Tenía una sabiduría asombrosa. Puso en su sitio a fariseos y escribas. No tenía miedo a nadie. Ahora resulta que donde Él va, no podemos ir.
Donde yo voy no pueden ir
¿Qué es lo que va a pasar? ¿Con qué nos va a sorprender? ¿Si hasta aquí llega, si se deja matar, qué habremos sacado? La promesa que resucitaría no le habían dado la importancia central que tendría. Pensaron que se impondría y no que “fracasaría” como cierta poetiza chilena afirma.
Y es que para el que no tiene fe, para el que se queda con su muerte, Cristo ha fracasado. También para aquel que aspiraba a la liberación política y el triunfo de los pobres. Jesucristo no es un revolucionario socialista. ¡Su Reino no es de este mundo!
Por lo tanto no podemos seguir analizando y juzgando su proceder, sujetos a nuestras opiniones, pensamientos y aspiraciones. El Señor ha venido a salvar a la humanidad entera. No solo a pobres o a ricos. Él ha venido a liberarnos de todas las condiciones que nos atan al mundo.
Jesucristo es el salvador de la humanidad
Donde yo voy, ustedes no pueden ir, hemos de esforzarnos por entender que se trata del Reino de los Cielos, al que solo podremos ir terminado nuestro paso por este mundo. Solo una vez que Él haya Resucitado y ascendido al Cielo podremos seguirlo.
Él nos preparará allí una morada y nos enviará el Espíritu Santo para que nos guie, nos conduzca y proteja. Él nos dará la perseverancia, la sabiduría y santidad para llegar al cielo, donde finalmente alcanzaremos la plenitud para la cual fuimos creados.
Oración:
Padre Santo, queremos ir donde va nuestro Señor Jesucristo. Danos la fe y perseverancia, para amarnos como Tú nos has amado. Que sirviéndote y amándote seamos capaces de alcanzar la Vida Eterna. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
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