el Padre mismo los quiere
«Aquel día pedirán en mi nombre y no les digo que yo rogaré al Padre por ustedes, pues el Padre mismo los quiere, porque me quieren a mí y creen que salí de Dios.»
Sábado de la 6ta semana de Pascua | 28 de Mayo de 2022 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
Reflexión sobre la lectura
el Padre mismo los quiere
¿Qué más podemos pedir? El Señor nos aclara, por si todavía teníamos dudas, que es el mismo Padre el que lo ha enviado. Que salió de Él y vuelve a Él. Que por lo tanto Él mismo nos quiere, porque nosotros queremos a Su Hijo. ¡Tal como ocurre entre nosotros!
Así, Jesucristo nos anima a pedirle a nuestro Padre. Abre y allana este Camino. Podemos pedirle al Padre por intercesión suya, es cierto. Está bien que así lo hagamos. Pero es sumamente importante dar por hecho que Él nos ama y atenderá nuestras peticiones, porque amamos a Jesús.
El canal de Gracia que nos abre Jesucristo es todo cuanto podemos pedir. Estamos en la cabeza y corazón de nuestro Padre, porque tenemos en nuestra cabezas y corazones a nuestro Señor Jesucristo. Hay coherencia y correspondencia en el amor.
Confiemos en la amorosa voluntad de nuestro Padre
No se trata del resultado del esfuerzo y dedicación nuestra, sino de la Voluntad amorosa de nuestro Padre. Prestemos oído a la Palabra del Señor y pongamos en práctica sus mandatos. No nos compliquemos especulando al respecto, que el Señor ha sido muy claro.
Esto es lo que leemos en el capítulo 16 del Evangelio de San Marcos:
15. Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación. 16. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.
Pues de esto se trata: de proclamar el Evangelio. ¿Cómo? Con la vida misma. Nuestra propia vida, todo lo que hacemos debe dar testimonio de aquello en lo que creemos. De aquello por lo cual y para lo cual vivimos. Debemos dar un testimonio coherente de nuestra fe.
Amemos a nuestros hermanos
Será viéndonos cómo nos amamos, que nuestros hermanos se convencerán del Camino. No se trata de aprender de memoria ciertos versículos Bíblicos, sino de vivir el Evangelio. ¡Esto es lo más importante!
Por supuesto, para eso debemos conocerlo, leerlo, reflexionarlo, meditarlo, rezarlo. Y es que la Palabra del Señor debe iluminar nuestras vidas. Solo lo hará, en la medida en que efectivamente ella sea el centro de nuestra vida, de nuestro día a día.
¿Cómo lograremos este propósito? Ordenando nuestras vidas. Poniendo en el centro a Jesucristo, como corresponde. No empecemos nuestros días nunca sin saludarlo, en primer lugar. Agradeciendo el nuevo día que comienza y la noche segura que pasamos en sus brazos.
El amor de Dios Padre ha de ser el centro
Luego de nuestras oraciones de la mañana, hagamos las lecturas correspondientes a la fecha. Su Palabra debe iluminar nuestro día y solo lo hará, si dedicamos n tiempo a la lectura, reflexión y meditación. ¿Qué leeremos? Las lecturas correspondientes a la fecha.
¿De dónde obtenemos estas lecturas? Del Calendario litúrgico. Nosotros somos parte de la Iglesia y esta, como nuestra Madre, ha previsto para todo el mundo las mismas lecturas, de modo tal que todos estemos en la misma sintonía espiritual.
Leamos, compartamos, hagamos vida esta Palabra. Que ella sea la que nos guie en todas nuestras actividades. Así, poco a poco aprenderemos a distinguir la Voluntad de Dios en nuestras vidas. Haremos de ella el Centro. Lo demás se nos dará por añadidura.
El Señor sabe lo que necesitamos y lo que es bueno para nosotros aun antes que nosotros, por lo que no tenemos nada más que confiar en su Providencia. Sintonicemos cada día con Dios y Él proveerá aquello necesario para hacer Su Voluntad en nuestras vidas.
Oración:
Padre amado, danos la Gracia de perseverar cada día en la lectura, reflexión y meditación de la Palabra de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Que sea ella la que alumbre y guie nuestros. Danos la fe necesaria para confiar en Tu Divina Providencia, alejándonos de todo peligro y pecado. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
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