anunciará lo que ha de venir

Juan 16, 12-15 – anunciará lo que ha de venir

anunciará lo que ha de venir

“Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y les anunciará lo que ha de venir.»

Domingo Solemnidad de la Santísima Trinidad | 12 de Junio del 2022 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

  • Isaías 49,1-6
  • Salmo 8, 4-5. 6-7a. 7b-9
  • Romanos 5, 1-5
  • Juan 16, 12-15

Reflexión sobre las lecturas

anunciará lo que ha de venir

Padre, Hijo y Espíritu Santo, son las tres personas de la Santísima Trinidad: un solo Dios verdadero. Dios es Infinito e inabarcable, así que está demás que tratemos de comprender con nuestra pobre razón esto que es una realidad sobre natural y atributo de Dios.

Nosotros lo sabemos porque Jesucristo nos lo ha revelado. Nunca como lo acabamos de enunciar o como lo describe el Catecismo, pero quien se aproxima a los Evangelios va comprendiendo esta realidad, familiarizándose con Dios Uno y Trino.

El Padre Creador del Universo y cuanto existe, que nos amó primero, es decir aun antes que nos trajera a la vida. Que nos hizo hombre y mujer, a su imagen y semejanza. Que nos dotó de inteligencia, voluntad y libertad.

anunciará lo que ha de venir

Padre, Hijo y Espíritu Santo

Jesucristo es el Hijo amado, como el mismo Padre lo llama en su Bautismo y en la Transfiguración. El Hijo que haciendo la Voluntad del Padre, dio su vida en la cruz para salvarnos de la oscuridad y la muerte, prometiendo que Dios Padre nos resucitaría como el mismo.

Y el Espíritu Santo de Dios, cuya llegada celebrábamos el domingo pasado de Pentecostés. No es otro que el Espíritu de Dios mismo, que está presente en el mundo, para llevarnos a la Verdad completa. Que tiene el encargo de irnos revelando la verdad en forma progresiva con el propósito que alcancemos la plenitud para la cual fuimos creados.

Padre, Hijo y Espíritu Santo son al mismo tiempo tres personas distintas que, por razones didácticas, podemos entenderlas con tres funciones distintas, como ya hemos descrito someramente. Y, sin embargo, son parte de una misma Divinidad y Voluntad.

El Espíritu Santo nos guía a la Verdad completa

Por Gracia de Dios y por el infinito amor de Jesucristo es que podemos más o menos entenderlo y explicarlo. Pero lo más importante es, que podemos dirigirnos a ellos juntos o separados, con la certeza que seremos escuchados.

Jesucristo es en verdad el único mediador entre nosotros y el Padre. Él es el Puente, el Camino, la Puerta. Es por Él que podemos dirigirnos al Padre. Jesucristo nos alienta a pedir todo lo que queramos a nuestro Padre, pero al mismo tiempo nos dice que Él y el Padre están el uno con el otro, de tal modo que podemos decir que son uno.

Como uno también somos nosotros con Él. Esta es una realidad sobrenatural, como ya dijimos antes, que solo es posible entender por la fe, el alma (el espíritu) y el corazón. Esta es una revelación que hace Dios a sus hijos, que comprendemos y vivimos por Gracia de Dios.

Es el Espíritu Santo el que nos anunciará lo que va a venir

Es decir, que la Gracia de Dios es como una fuente inagotable de agua, que derrama amor, pureza, felicidad, Gracia, alegría, sabiduría, esperanza, templanza, valor, diligencia, castidad, a todo aquel que sediento y con fe se aproxima a beber de ella.

El Señor jamás defrauda. Es cuestión de ahondar y profundizar en este Camino, que Jesucristo nos muestra y enseña a caminar. Este Camino, que es Él mismo, nos conduce a la Vida Eterna, que es la Verdad completa. Por eso Jesucristo se nos presenta como el Camino, la Verdad y la Vida.

No podemos ir a Padre, que es la razón de nuestra existencia; el origen y el fin de nuestra vida, si no es por Jesucristo. Qué importante es comprender esto. De allí que debamos leer cada día Su Palabra, reflexionarla y hacerla parte de nuestra vida.

Hemos de aproximarnos a Dios por Su Palabra

Dicho de otro modo, es preciso que hagamos vida e Evangelio. ¿Cómo lo haremos si no lo conocemos? ¿Y, cómo lo harán otros, nuestros hermanos, si no lo conocen? Por eso es preciso predicar la Buena Nueva, pero con la propia vida, es decir, haciéndonos uno con Cristo.

Y cuando halamos de Cristo, no podemos dejar de mencionar y reconocer a Su Santísima Madre, la Virgen María, escogida desde toda la eternidad para ser nada menos que la Madre de Dios. Puesto que Jesucristo es Dios.

¿Cómo es esto posible? Pues es otro misterio que no es preciso que comprendamos con nuestra pobre inteligencia. Pero que es claramente revelado por Jesucristo y los Evangelios. A María le cupo tan honroso designio, por Voluntad de Dios.

María, Madre de la Iglesia y Madre nuestra

A nosotros nos toca aceptar que así fue. Y que como María aceptó a nombre de la humanidad tal designio con la humildad de una esclava, nosotros debemos agradecer que esta fuera la Voluntad de Dios y que ella supiera mantener el Sí, hasta la crucifixión, muerte y resurrección de su hijo amado.

María también estuvo en Pentecostés con los apóstoles y nos ha acompañado a lo largo de la historia, porque Dios ha querido depararle a ella, en Cristo, el papel de Madre de la Iglesia y por lo tanto Madre de cada uno de nosotros, los bautizados.

María, Madre de Cristo, estando en las Bodas de Caná, le cupo la Gracia Divina de provocar el primer milagro en la vida pública de su hijo, Jesucristo, convirtiendo el agua en vino. Pasaje del nuevo testamento en el cual podemos interpretar y entender el amor que Cristo le tenía a María, no solo como prójimo, sino como Su Madre.

Ese mismo lugar tan especial en la mente y el corazón de Cristo lo podemos apreciar cuando estando en la cruz la entrega a Juan como a su madre, para que la honre. Y a María le entrega a Juan, el discípulo amado, para que María sea su madre.

Oración:

Padre Santo, ayúdanos a sentir y gustar estas realidades sobrenaturales que en el fondo no quieren transmitirnos otra cosa que Tu infinito amor. Todo lo hiciste bien. Y Todo está previsto y encaminado para que alcancemos el propósito para el cual fuimos creados, por amor. No permitas que nos desviemos del Camino. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

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