Comportamiento ejemplar
Comportamiento ejemplar: “Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar.”
Lunes de la 32da semana del T. Ordinario | 07 de noviembre del 2022 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Carta de San Pablo a Tito 1,1-9
- Salmo 23,1-2.3-4ab.5-6
- Lucas 17,1-6
Reflexión sobre las lecturas
Comportamiento ejemplar
En la primera lectura, en la carta de San Pablo a Tito, este nos describe cual debe ser el comportamiento ejemplar de un cristiano en general y con mayor razón de un obispo. Así, desde los primeros años de la Iglesia queda establecida la ética y moral que debe regir nuestro comportamiento.
No se trata de aparentar, sino de llevar una vida coherente con la ley natural, la tradición, el Evangelio y las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo. Las exigencias son totalmente lógicas y concordantes con el buen criterio y el sentido común.
A nadie se le exige más que lo que corresponde a las buenas costumbres. Entonces, como ahora, la convivencia pacífica y sana entre los miembros de la sociedad y más aun de una comunidad, suponen el respeto a la familia, al cónyuge, a los hijos, a los padres, a los indefensos, a la propiedad…finalmente a la verdad y a la vida.
Cualidades de un obispo
San Pablo resume las cualidades que debe tener un obispo, en una palabra: intachable. El comportamiento ejemplar de una persona con los atributos que señala San Pablo tiene su fundamento en los 10 mandamientos entregados a Moisés por Dios, hace casi 3,400 años.
Los filósofos griegos como Aristóteles o Platón también establecieron una serie de atributos deseables en todo buen ciudadano, que de algún modo también destacan las cualidades y el comportamiento ejemplar esperado en cualquier ser humano civilizado.
Dos mil años después las recomendaciones de San Pablo a Tito son totalmente válidas y vigentes. Y es que este comportamiento ejemplar tiene su fundamento en la ley de Dios, que, siendo el Camino, la Verdad y a Vida, son inamovibles.
El relativismo no puede conducir a un comportamiento ejemplar
No hay manera de flexibilizarlas o relativizarlas como erradamente pretenden los defensores de las ideologías actuales tan de moda. No seguir estas leyes es ir contra nuestra propia naturaleza y ello solo puede llevarnos a la destrucción y la muerte.
Es un error garrafal difundido por el progresismo, exigir a los ciudadanos adaptarse a la aplicación de todo avance tecnológico y sus consecuencias por el simple hecho de ser nuevo.
Modernismo y progresismo son dos ideologías que pretenden santificar todo lo nuevo y moderno tan solo por el hecho de serlo, condenando a su vez a quienes no se adaptan como conservadores y retrógrados. Desdeñando la tradición por anacrónica.
Ni el modernismo, ni el progresismo
La exigencia de adaptarse acríticamente lleva a muchos a asumir modelos de comportamiento reñidos con las cualidades que señala San Pablo y que hasta no hace mucho eran exigidos a cualquier padre de familia, sacerdote, obispo y ciudadano en la sociedad para ejercer cualquier cargo de modo responsable.
Podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que por lo menos en el mundo conocido como occidente, hasta fines del siglo XIX y comienzos del XX, existía un consenso en los atributos y virtudes que debía reunir un ciudadano para ser considerado como de un comportamiento ejemplar.
El resquebrajamiento de la cultura, las buenas costumbres, la religiosidad y la moral que han sufrido las sociedades cristianas occidentales en sus estilos de vida, en las últimas décadas ha sido de tal magnitud que algunos no dudan en calificarla como la mayor crisis de la historia.
Tiempo de perniciosas ideologías
Como las invasiones bárbaras acabaron con el ya decadente Imperio Romano, la debacle de occidente y sus cerca de 4 milenios de civilización está siendo impulsada por las ideologías: el progresismo, el modernismo, el socialismo, el comunismo, el ecologismo y el liberalismo entre otras.
Las ideologías y su imposición totalitaria por minorías corruptas y perversas que ostentan el poder político y económico, atacan con inusitada furia los cimientos de la civilización que les dio origen, impulsadas por una ciega vocación suicida.
¿Por qué son suicidas las propuestas que enarbolan? Porque en realidad, no tienen otro plan que enriquecerse a cualquier precio mientras se sostienen en el poder. En el fondo adoran al dios mammon, dándole valor absoluto el dinero. No tiene ley, ni ética, ni moral. Solo importa sostenerse y robar lo más posible.
La obsesión por el dinero nos aleja de Dios
No tienen ningún otro plan que no sea enriquecerse, y no les importa destruir, mientras sea provechoso para ellos. Están en las antípodas de lo que considera San Pablo indispensable como requisito para hacerse cargo de una comunidad como obispo.
Es que, lo que pocas veces se dice en los artículos y conversaciones cotidianas, incluso en los análisis más sesudos de esta coyuntura es que es demoniaca. Son las fuerzas malignas del infierno las que nos están conduciendo a la destrucción.
Al sacarse a Dios de la vida cotidiana, con Él se sacó toda consideración a Su Voluntad y a los Planes Divinos que tiene Dios Padre para sus hijos y creaturas, que somos nosotros. La soberbia nos ha llevado a pretender prescindir de Dios. Y al hacerlo, conducidos por el Demonio, qué duda cabe, vamos directamente a nuestra destrucción.
Solo Cristo es capaz de inspirar un verdadero comportamiento ejemplar
Habrá quienes nos tilden de fundamentalista por lo que estamos diciendo. Lo que ocurre es que estamos tan lejos de la Luz y la Verdad, que ya no la tomamos en cuenta, cuando en realidad estos son los únicos criterios decisivos que debían guiarnos.
Tal como nos enseña Jesucristo, solo hay un Camino y este es Él. Mientras pretendiendo ignorarlo escojamos el Dinero en vez de Dios, seguiremos encaminándonos al abismo, la oscuridad y la muerte.
Oración:
Padre Santo, ayúdanos a discernir en nuestra vida y escoger siempre el Camino que nos conduce a la Vida Eterna para la cual fuimos creados. Solo entonces nos esforzaremos por tener el comportamiento ejemplar al que San Pablo nos invita…Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
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