signos en el sol
Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Jueves de la 34ta semana del T. Ordinario | 24 de noviembre de 2022 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Apocalipsis 18,1-2.21-23;19,1-3.9a
 - Salmo 99,2.3.4.5
 - Lucas 21,20-28
 
Reflexión sobre las lecturas
signos en el sol
Debo confesar que siempre he tratado de evadir los textos que estamos leyendo estos días. Aquello de signos en el sol, en la luna o las estrellas me resultaba indigerible. Siempre pensaba que había algo que no podía entender. Ahora me doy cuenta que no quería entender. Hoy, tal vez más que nunca, somos educados para evadir antes que enfrentar.
Abrigamos la esperanza que no mirando de frente al monstruo que se nos viene encima, tal vez pase de largo o resulte un mal sueño. Nos resistimos a pensar en la muerte. A ver los signos en el sol…Y no queremos que nadie nos hable del fin, aun cuando sea razonable que todo lo que empieza alguna vez tiene que llegar a su fin.
La finitud de cuanto existe o la contingencia del ser humano es algo inherente a nuestra propia naturaleza. Lo sabemos, pero negándolo o evadiéndolo parece que lo vencemos. Se trata de una argucia infantil, seguramente, pero así nos sentimos “felices y seguros”.

Queremos tapar el sol con un dedo
Estamos viviendo en el tiempo de la corrección política, así que, si alguien te dice que es blanco siendo negro, tu asientes, para no herir ninguna susceptibilidad. Si te dicen que hace frío cuando sientes calor, igual lo aceptas para no hacer una controversia. Y si a nadie le gusta hablar sobre los signos en el sol, pues lo evitas.
De este modo, ahora último nadie parece culpable de nada, aun cuando sea pillado con las manos en la masa. Todos dirán que presuntamente fue así, pero nadie se atreverá a confirmar lo que evidentemente vio u oyó, para no tener que enfrascarse en una discusión. Para no decir algo que tal vez pueda molestar o incomodar a otro.
Hemos llegado a concebir que la libertad consiste en poder hacer lo que a uno le viene en gana, en tanto no afecte, ni se meta con nadie. Esto por supuesto es un error, porque antepone al deseo o la percepción a la razón, que no puede aceptar como libertad nada que atente contra nosotros mismos.
La libertad exige imperativamente aspirar al Bien
Es decir que la libertad no puede desligarse de un propósito. Según si este fuera positivo o constructivo, conduciéndonos a un bien mayor, será un acto propio de la libertad, caso contrario será de libertinaje, lo que para todo ser racional constituye un liberticidio.
El hombre es un ser inteligente y como tal debe ceñirse a la sabiduría. Debe actuar con rectitud procurando libremente el Bien superior. Cuando no procede de este modo, se sujeta a su capricho, a sus debilidades, a sus vicios o a sus defectos o limitaciones. Pero nadie está dispuesto a señalar que “el rey está desnudo”
Es propio de la naturaleza humana tener limitaciones. Éstas son propias de su ser contingente. Sin embargo, también es propio de su naturaleza su inteligencia y voluntad, lo que le permite discernir entre el Bien y el Mal. O, entre lo bueno y lo mejor, aspirando razonablemente a lo más elevado.
Relativismo y pos verdad
El hombre es libre cuando actúa así, positivamente. Y será libertino cuando a sabiendas, actúa en sentido contrario o en menoscabo de su capacidad. Aquí es donde entra la tentación del maligno, del Demonio, que busca su perdición haciéndole consentir que no tiene por qué exigirse lo mejor.
Que su felicidad ha de estar en hacer lo que le viene en gana. Es más, que nadie tiene por qué meterse en su vida para decirle cómo debe actuar. Él tiene derecho a hacer lo que le parezca bien, lo que le guste o lo que le venga en gana, sin tener que reparar en los signos en el sol, si no le da la gana.
Por ese camino van los enemigos del hombre y de Dios. Con engaños nos tratan de conducir por la senda equivocada, pretendiendo ignorar al Bien, al que estamos todos llamados. Así, una vez establecido el relativismo como dogma, tendrá razón el que tenga más poder o el más votado, constituyéndose en la verdad.
Las profecías
En la historia hay varios santos y varias apariciones de la Santísima Virgen María en la que de uno u otro modo se nos comenta proféticamente todo esto que nos revela Jesucristo. Es curioso notar que Él no nos ha ocultado nada, sino que nosotros no queremos ni verlo ni oírlo.
Claro que a a luz de sus palabras podemos especular que el fin está cerca. Más aún si tenemos en cuenta las revelaciones de la Virgen de Garabandal. Primero dice que “la copa se está llenando” luego. En su último mensaje a las videntes nos dice que “la copa ya ha rebalsado”.
Si unimos este mensaje con el que el Señor nos entrega en este Evangelio, es muy difícil no estar de acuerdo en que el tiempo se ha acercado. Entre los signos en el sol, que no dudamos que un día cualquiera se presenten, figurativamente también podemos ver que “Jerusalén será pisoteada por gentiles”, hasta que alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles. “
La plenitud de los gentiles
¡Qué difícil resulta no ver que los tiempos de los gentiles están alcanzando su plenitud! Nunca como ahora se entronizó a la farsa, la mentira, la perversión, la corrupción, el crimen organizado. Nunca como ahora se ha rendido culto a la oscuridad, la violencia y la muerte.
Nunca como ahora el género humano en su casi totalidad se había puesto al servicio dinero, el poder, la frivolidad, el egoísmo y la maldad, Por los signos en el sol, resulta difícil negar que estamos en la plenitud del tiempo de los gentiles.
Oración:
Padre Santo, Padre de Bondad y Padre de Misericordia, te damos gracias, te bendecimos y adoramos, por habernos enviado a Tú Amado Hijo Jesucristo, para que muriendo en la cruz y resucitando al tercer día, nos sacara de las tinieblas, el dolor, la enfermedad y la muerte. Danos valor y perseverancia para resistir al maligno, hasta que vuelvas. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos…Amén.
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