nacer de nuevo
«No te extrañes que te haya dicho: “Tienes que nacer de nuevo”; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabemos de dónde viene ni adónde va.»
Lunes de la 2ª semana de Pascua | 17 Abril del 2023 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Hechos 4,23-31
- Salmo 2,1-3.4-6.7-9
- Juan 3,1-8
Reflexión sobre las lecturas
nacer de nuevo
Para ser verdaderamente cristianos, hay que nacer de nuevo. No podemos pretender seguir a Cristo sin cambiar radicalmente nuestra forma de ver el mundo y de vivir en él. Para empezar, basta con recordar que estamos llamados a vivir en el mundo sin ser del mundo.
Adoptar esta forma de vida es todo un reto, que puede tomarnos toda la vida lograrlo. Incluso puede ser que no alcancemos plenamente este propósito hasta el fin de nuestros días. Se trata de conquistar una cima para caer en cuenta que tras ella hay otra y otra…
Este es el magis que observan muchas órdenes religiosas, que sus fundadores ha tratado de transmitir. Siempre más alto, más profundo, más liviano, más comprometido o menos yo y más Él. Eso lo expresamos en Cursillos de Cristiandad con el vocablo: Ultreya.
Hay que nacer de nuevo
Quiere decir que, con tu vida, la vida que llevas no basta. Tienes que estar dispuesto a cambiarla desde los cimientos. Y esto, a más de uno nos parece imposible. Y es cierto: es imposible. ¿Y, entonces porque perder el tiempo hablando de ello? Porque sí se puede, con la ayuda de Dios.
Es nuestro Señor el que lo hace posible. Él nos hace nacer a esta vida nueva mediante el Bautismo. Este es el primer Sacramento que muchos, gracias a nuestros padres, recibimos cuando éramos niños, o incluso bebes. Ellos consintieron iniciarnos en su fe, mediante este Sacramento.
Algunos, en la edad de la rebeldía, cuestionamos torpemente esta decisión y otros, llevando absurdamente más allá su necedad, deciden no bautizar a sus hijos, con el argumento falaz de dejarlos libres para que ellos decidan hacerlo cuando sean mayores, si así les parece.
Privados de la Gracia sin ningún derecho
Así, algunos niños nacidos en el seno de familias tradicionalmente católicas, son privados, por la ignorancia y soberbia de sus padres, de la Gracia del Espíritu Santo durante la primera y más difícil etapa de sus vidas: la niñez, adolescencia y juventud.
¿Qué lleva a estos padres jóvenes a privar a sus hijos de la mayor herencia recibida de sus padres? ¿Qué les lleva a abominar de la tradición heredada de sus mayores? La soberbia, la ignorancia y el engaño.
La soberbia, porque se arrogan infundadamente una inteligencia y capacidad superior a la de sus progenitores, tan solo por el hecho de sentirse o percibirse más adaptados a la modernidad que ellos. O por el prejuicio de considerar arcaica u obsoleta esta creencia en un mundo moderno.
Nacer de nuevo en el mundo actual
A pesar de la inteligencia de la que presumen, posiblemente nunca ha sido más fácil para el demonio engatusar a la humanidad que en esta época. No ha encontrado a juventud más extraviada y desorientada que la actual, esclavizada por ideologías perniciosas y estilos de vida.
Los jóvenes han abdicado de su libertad por la corrección política. Sumergidos en este mundo mediático se han dejado arrastrar por las corrientes antropocentristas que dominan a la humanidad, promovidas por una mentalidad masónica, claramente atea y fundamentalmente anticatólica.
Menos preciando sus raíces, prefieren poner su fe en el azar y acatar los dogmas del relativismo, el progresismo y la pos verdad, antes que en el Dios verdadero revelado por Jesucristo y las Escrituras cuya creencia heredaron de sus padres.
Nueva evangelización
Esta nueva realidad exige con mayor énfasis volver a nacer de lo alto. Pues hace falta salirse de esta corriente y marcar suficiente distancia para observar con sentido crítico la vorágine que nos engulle. Esta mirada solo la puede dar el Señor.
Tal vez nunca como ahora haya sido preciso orar profundamente para que este milagro se produzca. Es necesaria la intervención Divina para que ello suceda. Los padres, los abuelos, los mayores, debemos orar intensamente para que esto suceda.
Muchos seres humanos están siendo condenados a la muerte física, por el aborto, cuando son pequeñitos e indefensos o a la muerte espiritual, cuando se les da la oportunidad de nacer, pero se les usurpa la posibilidad de alcanzar la Vida Eterna.
Por qué no dejar nacer de nuevo a su hijo
No es maldad. Aunque no por eso podemos exonerarlo de responsabilidad. Es simple ignorancia, ingenuidad o soberbia. O tal vez alienación total al pensamiento dominante que le impide medir las graves consecuencias de su acción, que no solo dificulta a sus hijos acceder a la Vida Eterna, sino también a su prole.
¿Quién sabe cuántos mártires de la fe hubo entre nuestros antepasados? ¿Quién sabe a cuántos les costó la vida legarnos la fe y con ella la posibilidad de llegar a ser santos o cuando menos alcanzar la Vida Eterna?
Es necesario nacer de nuevo. No solo ellos. También nosotros para arremeter con mayor fervor y decisión contra esta incauta decisión, más propia de un nene, que de un adulto.
Oración:
Padre Santo, concédenos superar toda censura impuesta por la ignorancia o el deseo de ser políticamente correctos, a fin de aplicarnos con mayor vehemencia y astucia al propósito de legar nuestra fe no solo a nuestros hijos, sino también a nuestros nietos y a toda nuestra prole. Ayúdanos Padre Santo en este cometido. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
(175) vistas