Este es el juicio

Juan 3,16-21 – Este es el juicio

Este es el juicio

“Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.”

Miércoles de la 2ª semana de Pascua | 19 de Abril del 2023 | Por Miguel Damiani

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Reflexión sobre las lecturas

Este es el juicio

¡Qué importante revelación nos hace el Señor en este Evangelio! Cuándo no, ¿verdad? Pero el tema de el juicio es algo sobre el que se fantasea mucho. Ciertamente lo que está en juego es lo más importante. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que se trata de la razón de nuestra existencia.

Quien no lo entienda así, corre peligro de perderse, por no saber para qué está en este mundo. Esta es una pregunta que se nos hace con mucha frecuencia y seguramente también nos la hacemos nosotros mismos y muchos estaremos tentados a decir que depende de cada quien.

Incluso se nos pueden ocurrir una variedad de motivos para vivir y sin embargo, lo cierto es que solo hay uno. ¡Sí! Cierto, solo hay una razón y de algún modo, aquí, el Señor nos lo está revelando, para quien lo quiera oír.

el juicio

¿Qué es el juicio, sino un balance?

Y podríamos agregar ¿para qué se hace un balance, sino para cuantificar los resultados? ¿Y qué resultados le gustaría alcanzar a cualquiera, tan solo por aplicación del sentido común? Positivos ¿no es verdad? Algo que nos permita estar felices y satisfechos.

Eso es lo que queremos todos y eso mismo quiere Dios, nuestro Padre. Como el mejor Padre que es, no podría querer otra cosa. Pero depende de nosotros, porque nos ha creado libres. Y por defender nuestra vida y libertad Jesucristo murió en la cruz. Si, para que tuviéramos vida en abundancia.

Si esto es así, y depende de nosotros, atendamos lo que nos viene a decir el Señor. Jesucristo es la luz del mundo, que ha venido a iluminarnos para que alcancemos la Vida Eterna. Esta es la razón de nuestra existencia: alcanzar la Vida Eterna.

La Vida Eterna

El Señor nos explicó de distintas formas cuál es aquel tesoro, aquella riqueza incomparable por la cual vale la pena dejarlo todo. Es la Vida Eterna o si queremos, el Reino de los Cielos. Es vivir por siempre y para siempre con Dios en aquel Ágape sin fin.

Para alcanzar este propósito, el único que realmente vale la pena, hay que vivir de tal modo que nos lo ganemos. Es imposible para nosotros, pero con la guía y el impulso del Espíritu Santo de Dios es tan sencillo, como comerse un pan con mantequilla, como solía decir un buen amigo.

Hay que estar atento a la Palabra del Señor y ponerla en obra cada día, para lo que contamos con Su asistencia. Hay que vivir en la Verdad, es decir, con completa transparencia. Dispuesto a exponer a la luz del día todo cuanto hacemos y pensamos.

Llevar una vida coherente

El juicio lo hacemos cada día llevando una vida coherente, diáfana, pura. El Camino que el Señor nos propone es el Camino de la Virtud y el Amor. Para llegar a ser virtuoso hay que cultivar buenos hábitos, aun en la intimidad. Eso, si nadie nos lo explica llegamos a comprenderlo en la vejez.

La persona virtuosa no engaña a nadie, ni miente nunca. Su comportamiento es el mismo cuando está solo y cuando está en público. No mantiene secretos. No oculta nada. Es igualmente sincero, modesto, sencillo y generoso con todos y en toda ocasión.

No conoce el orgullo, ni la soberbia, ni la gula. Está siempre dispuesto a colaborar, sin importar la hora. Nunca te hará sentir que incomodas. Es leal, firme, íntegro, paciente y confiable. Una persona así, es un verdadero tesoro, un cristiano a carta cabal.

Un amigo así, quien lo tuviera

Todos los cristianos estamos llamados a dar este testimonio. Mientras antes lo descubramos, mejor. Lamentablemente muchos no razonamos de este modo hasta bien entrados en años. Desperdiciamos nuestra juventud tratando de adaptarnos al mundo y este solo nos trae perdición.

Ojalá nos diéramos cuenta desde niños. No perderíamos tanto tiempo. Nos desperdiciaríamos parte de nuestras vidas en sandeces. Es obra del demonio desenfocarnos. De niños, por lo general, estamos naturalmente bien dispuestos a cumplir nuestra tarea.

Es el mundo el que nos va sacando de la luz con cuentos tales como que todo el mundo lo hace o no hay nada de malo. Transgredimos principios inamovibles y a sabiendas pecamos. Este es el juicio y nosotros lo sabemos bien, por eso, avergonzados nos escondemos y empezamos a andar por la oscuridad.

Todos caemos alguna vez

Lo importante es no quedarnos caídos, no empezar a arrastrarnos, procurando adaptarnos a la oscuridad, a la mentira y el error. Hemos sido creados para ser libres, no esclavos de nada, ni nade. No nos quedemos caídos.

El Señor ha cargado con todas nuestras culpas precisamente para que levantemos cabeza. Él, que es infinitamente misericordioso, concede el perdón a quien humildemente lo pide y se hace el firme propósito de no volver a caer más. Él está dispuesto a perdonarnos hasta setenta veces siete.

El juicio es hoy, ahora. Tú decides donde quieres ir. No hay nada que el Señor no esté dispuesto a perdonarte si tú se lo pides de corazón. Busca un confesor ahora mismo y cambia tu historia, Tú has nacido para volar alto, como el águila, no para arrastrarte como gusano. Hoy es el día.

Oración:

Padre Santo, Tú has querido hoy que me encuentre con mi realidad de pecador y hacerme ver que no hay nada que Tú no puedas perdonar si te lo pido sinceramente y desde lo más profundo de mi ser. Tú me darás las fuerzas para enmendarme y perseverar en el Camino de la Virtud, hasta alcanzar la Vida Eterna para la cual fui creado. Eso es lo que quiero. Perdóname por no haberlo entendido antes. Te lo pido por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

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