La obra de Dios

Juan 6,22-29 – La obra de Dios

La obra de Dios

«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».
Respondió Jesús: «La obra de Dios es esta: que crean en el que Él ha enviado».

Lunes de la 3ª semana de Pascua | 24 de Abril del 2023 | Por Miguel Damiani

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Reflexión sobre las lecturas

La obra de Dios

Más sencillo no puede ser. Todo lo que quiere Dios es que creamos en Él. Es más, como nos dice el Señor: esta es la obra de Dios. Esto quiere decir que debemos dejarle hacer Su Voluntad. Si eso es lo que quiere; pues, adelante.

Parece lo más lógico allanarnos a Su Voluntad. Pero somos demasiado testarudos, orgullosos y soberbios. ¿Si todo lo ha hecho bien, por qué en este caso sería distinto? ¡Dejémoslo obrar! No insistamos en nuestros caprichos, que solo buscan notoriedad y nos apartan del Camino.

Pongámonos en sus manos. Confiemos en Él. Todo el tiempo nos lo está pidiendo, de mil formas. No nos hagamos rogar. Está claro que Él lo ha hecho todo bien. Que en Sus manos no hay pierde. Que jamás desentona. Entonces, no seamos necios. Hagamos lo que nos dice.

La obra de Dios

Ver el mundo con Sus ojos

Debemos dejar de ver el mundo con nuestros ojos, con nuestros criterios limitados. Es el mismo Jesucristo que nos está pidiendo que lo dejemos actuar. Somos parte de Su obra creadora. Meditemos un momento: a lo mejor somos nosotros el obstáculo que nos impide que nos vaya mejor.

No antepongamos a Su Voluntad nuestros prejuicios, nuestros caprichos. Para hacer la obra de Dios hace falta discernimiento. Tenemos que aprender a distinguir Su Voluntad de la nuestra. Es obra del demonio esta confusión.

¿Cómo reconocerlo? Cuando experimentamos ansiedad, inquietud, dudas y temores lo más probable es que aquello venga del Demonio. Él tiene la costumbre de sembrar dudas y desánimo. Si logra inmovilizarnos, habrá ganado, aun cuando aparentemente no pequemos.

La obra de Dios es que creamos

El creer se manifiesta en la contundencia y decisión de nuestros actos. Si empezamos a dudar, a posponer o incluso renunciamos a hacer algo que ya habíamos decidido, lo más probable es que esto venga del Demonio.
Él gana no solamente cuando pecamos, sino muchas veces cuando logra inmovilizarnos. Tenemos que aprender a reconocer estas mociones del espíritu. Para eso se requiere vida de oración; vida sacramental. Guardar silencio y oír a Dios.

Repasemos cada uno de los actos de nuestro día, si estamos de noche o nuestros planes, por la mañana. Seamos sinceros. ¿Hicimos lo que debíamos? ¿Nos esforzamos por hacer las cosas bien? ¿A alguien hicimos daño? ¿Alguien tiene algo que reprocharnos?

Un propósito y un camino

El propósito de nuestra vida es alcanzar la vida eterna. No hay nada en el universo que se aproxime si quiera a este fin. Por lo tanto, no tendríamos que tener ninguna duda. Por si fuera poco, eso mismo es lo que quiere Dios. Esa es Su Voluntad.

Obviamente si algo nos impide hacer la obra de Dios, si algo nos retiene es este propósito, es obra del maligno. Si ya sabemos de donde provienen estas dudas, estos temores y desánimos, cortemos inmediatamente con ellos, haciendo lo que debemos.

¿Cómo combatir estas ideas perniciosas la próxima vez? Primero, manteniéndonos siempre alertas. No podemos estar cayendo una y otra vez en la misma trampa, aunque conociendo nuestra debilidad él intentará tentarnos una y otra vez.

Aprendamos a reconocer sus tretas y sus trampas. Y, segundo, pero no por eso menos importante, orando y frecuentando los Sacramentos, especialmente la Eucaristía. Pidamos la fortaleza para resistirlo y la decisión para obrar oportunamente.

Oración:

Padre nuestro, no permitas que el Demonio nos confunda y desanime. Condúcenos por el Camino de la luz y la verdad, aun cuando ello nos demande la vida. Que estemos dispuestos a darla con tal de salvar nuestras almas. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos…Amén.

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