así será al fin del tiempo
“Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes.”
Martes de la 17ma Semana de T. Ordinario | 30 de Julio del 2018 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Éxodo 33,7-11;34,5b-9.28
- Salmo 102,6-7.8-9.10-11.12-13
- Mateo 13,36-43
Reflexión sobre las lecturas
así será al fin del tiempo
El Señor nos habla muy claramente de todo lo que necesitamos para ser contados entre los escogidos y cómo y cuándo será el Juicio Final. Pero, nosotros no prestamos atención o nos resistimos a creer, dando oídos a quienes sin fundamento válido alguno pretende negar esta revelación.
Lo que ocurre es que no queremos escuchar sus advertencias, que no son amenazas, sino la anticipación bondadosa de quién nos ama, para que tomemos nuestras precauciones. Como Él mismo nos dice, se supiéramos a qué hora vendrá el ladrón, lo esperaríamos listos y no permitiríamos que nos sorprenda para robarnos.
Por lo tanto el comportamiento lógico nuestro debía ser el de tomar precauciones, puesto que ya sabemos cómo y cuándo será. Seríamos necios si contando con esta información nos dejáramos sorprender. Tal vez se pueda entender esta actitud en un niño, pero no en un adulto.
Tengamos siempre presente la meta
Como todo deportista, preparémonos anticipada y adecuadamente para participar en la prueba que nos corresponde, para que cuando nos toque competir tengamos todo lo necesario, teniendo la completa seguridad que hicimos cuanto estuvo de nuestra parte.
La fecha está señalada y la tenemos marcada en nuestro calendario. Mientras más días pasan, más se acerca el evento final para el cual nos estamos preparando. Tomemos todas las precauciones de modo tal que no quede nada sin anticipar.
Si esta prueba es tan importante, si obtener la victoria es lo que más anhelamos, si le hemos dedicado tanto tiempo y hemos disciplinado nuestra vida entera con el propósito de coronar todo nuestro esfuerzo con aquel trofeo, no dejemos que nada ni nadie se interponga entre él y nosotros.
El Bien superior
Si hablando con tus mayores, si hablando con tus padres y con toda persona sensata, equilibrada y reposada tienes la Bendición de oír de sus labios que aquello que te dispones alcanzar es lo mejor, por qué no habrías de proponértelo.
¿Qué duda tienes? ¿Es que crees que tal vez no sea lo mejor o es que crees que tal vez no valga la pena tanto esfuerzo? ¿Es que no consideras el fin tan preciado o es que tal vez no estás dispuesto a esforzarte y sacrificarte si es preciso para alcanzarlo?
Aplica tu inteligencia para discernir y asegurarte que aquello que anhelas es el Bien superior, el más alto al cual puedes aspirar. Todo el tiempo, mientras disciernas ponte en oración y pide al Espíritu Santo que te ilumine y guíe a la verdad completa.
Una tarea de toda la vida
Una vez que hayas tomado tu decisión, recuerda que alcanzar la meta más Alta, el Bien superior, es tarea de toda la vida. Esto quiere decir que debes permanecer siempre alineado y orientado al mismo, evitando toda distracción y disipación, porque esta podría desviarte del Camino o atrasarte.
Si ya sabemos dónde tenemos que llegar y cómo tenemos que ir, siempre orando y pidiendo al Espíritu Santo que nos ilumine y guíe, qué importa cuando habrá de llegar el día en el que aun haciendo todo nuestros mejor esfuerzo no podamos incorporarnos y ponernos en Camino.
Entonces sabremos que nuestra meta está más cerca y que ya no podremos hacer nada más que orar para que la Gracia de Dios nos permita alcanzarla, ya que habrá muy poco, si algo, que podamos hacer para cambiar nuestra situación.
Así será al fin del tiempo
Si este fin nos llega a todos juntos o solo a algunos de nosotros en distintas fechas y momentos, no tendrá mayor importancia si nos encuentra siempre caminando o esforzándonos por caminar en la misma dirección, en pos del Premio Mayor.
Los Ángeles sabrán reconocer el trigo de la cizaña. Si nosotros supimos ser dóciles a la Voluntad del Señor y superando los engaños y mentiras nos empeñamos en amar como Dios nos ha amado, con la asistencia de Su Gracia, seremos contados entre los escogidos y pasaremos a vivir eternamente en el Reino de los Cielos.
De otro modo, por lo que hicimos en nuestras vidas, por no escuchar ni ver lo evidente, por hacer caso omiso a quienes nos aman, por no hacer aquello que sabíamos que teníamos que hacer, pero nos rehusamos por mezquindad y egoísmo, seremos arrancados con la cizaña y echados al fuego donde nos consumiremos eternamente.
Nuestro destino depende de nosotros mismos
Nuestra salvación o condenación eterna está en nuestras manos. Dios no se solaza en perdernos. Si así fuera, no sería un Dios de amor, que nos creó para que alcancemos la plenitud y viviéramos eternamente. Entendamos: Dios nos ha creado por amor, para que seamos felices. La vida es el mejor regalo que solo Dios podía imaginar y crear.
Dios nos dio la vida para que vivamos eternamente. Sin embargo nos dio la libertad de elegir si la queremos o no. Depende de nosotros. Si no la queremos y así lo manifestamos por nuestro obrar en este mundo, no la obtendremos. Iremos al infierno, a la muerte, al vacío, a la oscuridad, al sufrimiento, al dolor, a la nada.
Pero si por el contrario hacemos lo que debemos, lo que nos señala el Universo entero como nuestra meta, aquello por lo que incluso Jesús – Hijo de Dios- dio su vida por enseñarnos, alcanzaremos el fin para el cual fuimos creados, viviendo eternamente en plenitud con nuestro Padre.
Oración:
Padre Santo, danos la Gracia de encaminar nuestras vidas conforme a la Verdad y el amor, para que el final del tiempo nos encuentre subiendo a aquella meta superior que solo se alcanza mediante el servicio y el amor a nuestros hermanos. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
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