el que amasa riquezas
«Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?» Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.»
Lunes de la 29na semana del T. Ordinario | 19 de Octubre del 2020 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Efesios 2,1-10
- Salmo 99,2.3.4.5
- Lucas 12,13-21
Reflexión sobre las lecturas
el que amasa riquezas
Lo primero que nos llama la atención es que el Señor no condena las riquezas. Es algo medular, en lo que debemos reflexionar. Esto quiere decir que la riqueza es posible. Que no está en contra de los Planes de Dios.
Este es un primer punto que debemos aclarar y deslindar. El Señor ha sido muy generoso con nosotros. Nos da de todo a manos llenas y desde luego en una medida que desborda de lejos las necesidades de todos. Por eso a muchos nos alcanza y sobra.
Entonces, basta ya de hacernos eco de quienes nos inducen a pensarnos como parásitos del planeta, porque no lo somos. Dios nos ha creado y nos ha puesto aquí, con todo lo que pudiéramos necesitar, en abundancia, para alcanzar la Vida Eterna.
Estamos aquí de paso al Cielo o al Infierno
Ese es nuestro propósito en esta vida. Alcanzar la plenitud. Ella no la obtendremos aquí, sino en el Cielo. Esta vida es un paso –muy importante-, para aquella. Por eso es fundamental darlo bien, en la dirección correcta. Este ha de ser nuestra ocupación.
Tengamos siempre puesta nuestra atención en aquello que debemos y da sentido a nuestras vidas. Asidos de Su mano, oremos incansablemente para que nos conduzca por la senda del Bien. No será por nuestro esfuerzo, ni por nuestra capacidad, ni merecimiento que alcancemos el Cielo.
Nosotros, todo lo que nos rodea y Él, unidos en una amalgama inseparable, lograremos este propósito. Siendo los tres necesarios, solo Dios es imprescindible para alcanzar el fin para el cual fuimos creados.
El que amasa riquezas termina dejando a Dios
Eh ahí el motivo por el cual el mundo moderno se encuentra perdido. Hemos descartado a Dios. De allí las sombras y el abismo en el que parecemos encontrarnos. Prescindiendo de Dios en nuestras vidas, somos incapaces de encontrar el rumbo correcto. Sin Él, nos condenamos a la mentira, la oscuridad, la destrucción y la muerte.
En eso estamos. ¡Debemos recuperar la cordura! No soy yo, ni todo lo que me rodea lo que me dará la felicidad. Si prescindo de Dios, ello será imposible. Este es precisamente el mayor pecado, el Pecado Original, del cual el Señor vino a redimirnos con Su muerte y Resurrección.
Hemos sido salvados por Jesucristo. Él ha pagado con Su preciosísima sangre nuestras faltas. No para que sigamos en nuestro error, sino para reconciliarnos con Dios. Volvamos pues a Él y hagamos lo que Él nos dice en los Santos Evangelios.
Nuestra riqueza ha de estar en el Cielo
Seamos ricos a los ojos de Dios. Ello no depende de la acumulación de dinero, posesiones o poder. No depende de cuanto tengamos, si todo nos lo ha dado Él. Depende de cómo y para qué lo usemos. Debemos pedir la Gracia de utilizar bien todo lo que tenemos, sea esto mucho o poco.
No se trata de atesorar riquezas aquí en la tierra, sino allí en el Cielo, donde no entra los ladrones ni la polilla. ¿Cómo podemos hacer esto? Haciendo siempre el Bien a los demás. Siendo sensible a las necesidades y padecimientos de nuestros hermanos. Nos debemos los unos a los otros. ¡Seamos solidarios!
Antes de acumular, veamos a nuestro alrededor y procuremos HOY aliviar las necesidades de los que podemos, con lo que tenemos. Asumamos que mañana tal vez nos sea imposible, porque podríamos no estar ya en este mundo.
Compartamos hoy lo que tenemos
¡Nuestra actitud debe llevarnos a compartir hoy! Porque de mañana no sabemos nada, salvo que saldremos de este mundo como vinimos: sin llevar nada. Y, si el Señor nos ha dado mucho es precisamente para que compartamos. Cada día tiene su afán.
Si somos de los que tenemos mucho, ayudemos hoy a los que padecen por escases. Tanto el que tiene mucho, como aquél al que no le alcanza han sido puestos en este mundo para dar testimonio de Dios. Amando y sirviendo los unos a los otros es como confirmamos y atestiguamos nuestro amor a Dios.
Oración:
Padre Santo, danos la Gracia de ser agradecidos y desprendidos. Que nuestros familiares, vecinos y amigos encuentren en nosotros la razón, la verdad, la fe y el buen consejo. Que no defraudemos a quienes tiene puesta su esperanza en nosotros. Que seamos capaces de dar gratis todo aquello que hemos recibido gratis. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
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