lavar los pies

Juan 13,1-15 – lavar los pies

lavar los pies

Jesús tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavar los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.

Jueves de la Semana Santa| 06 de Abril del 2022 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

  • Éxodo 12.1-8.11-14
  • Salmo 115,12-13.15-16bc.17-18
  • Corintios 11,23-26
  • Juan 13,1-15

Reflexión sobre las lecturas

lavar los pies

Las lecturas de hoy nos permiten revivir la presencia constante de Dios en nuestra historia, la de nuestros padres y familias. Como salvó a Su pueblo con Moisés 13 siglos antes de Cristo, lo hizo con toda la humanidad por medio de Jesucristo hace 20 siglos.

En aquél entonces Moisés libró al pueblo escogido de la esclavitud de los egipcios. Jesucristo nos salvó del demonio y la muerte, que nos ataban a este mundo, para abrirnos las puertas del cielo. Las Escrituras, la tradición y la fe nos permiten unirnos hoy celebrando estos mismos misterios.

Dios ha querido mantenerse siempre cercano a quien lo invoca. Jesucristo, el Hijo de Dios nos ha mostrado el Camino, humillándose como el más pequeño y enseñándonos a lavar los pies unos a otros, sin distingos de ninguna clase.

lavar los pies

Jesús nos manda lavar los pies unos a otros

Es precisamente a este gesto tan grande de Jesús al queremos aproximarnos. Cada Jueves Santo nos interpela el Señor cuando se dispone a lavar los pies de cada uno de sus discípulos, obligándonos a reflexionar para tratar de elaborar una lectura coherente de este hecho.

Siempre viene a nuestra mente servicio y humildad. Y es cierto. Resulta imposible para nuestras pobres mentes mortales rasgar si quiera las fronteras de la humildad y el servicio de aquello que el Señor nos enseña con este ejemplo.

Es cierto que el Señor se hizo hombre, como cualquiera de nosotros y así pasó por el extremo sacrificio de la cruz, pero lo es tanto como que jamás dejó de ser el Hijo de Dios mismo encarnado, y por lo tanto el mismo Dios el que se despojó voluntariamente de su condición divina para pasar por este único sacrificio, para salvarnos.

No hay amor más grande

Y es que tanto nos amó Dios, que entregó a Su propio Hijo para Salvarnos. Todas las palabras que utilizamos para aproximarnos a este misterio, son vagas reminiscencias de lo que constituye esta realidad concreta, que solo llegaremos a comprender cuando alcancemos la Vida Eterna.

Bueno, pues este mismo Dios, al que tratamos de aproximarnos, no vio nada más oportuno que en aquella misma Última Cena remangarse para ponerse a lavar los pies de cada uno de sus discípulos, incluyendo los de Judas Iscariote, que después lo entregaría.

La cátedra que nos da Jesús con su ejemplo a lo largo de toda Su vida, pero especialmente en Su pasión, muerte y resurrección no tiene parangón en la historia. Por ello la Semana Santa es reconocida por los católicos como la Semana Grande. En núcleo de nuestra fe la encontramos en las celebraciones de esta semana.

Lavar los pies a todos por igual

Cuando Jesús se ciñe para lavar los pies a cada uno de los discípulos, Él está asumiendo dejarlos limpios sin tener en cuenta ni preguntar por dónde han conducido estos pies a cada uno de ellos. Está limpiándolos incondicionalmente a todos por igual.

Es notable que incluso a Judas que más tarde lo traicionaría o a Pedro que lo negaría tres veces también los incluyo. Es verdad que aquello todavía no había ocurrido, por lo que no podía haber rastro, huella, ni polvo de aquello.

Por eso el Señor les dice que les ha enseñado para que ellos mismos se laven los pies unos a otros. Es imposible no asociar este acto con una purificación que procura no dejar rastro de aquellos lugares por los que pasaron y de aquellas actividades en las que participaron.

Jesús instituye el Sacramento de salvación

Todos han de estar limpios para ser admitidos en la intimida de esta comunión. Se entiende que Pedro no se sienta digno, ni merecedor de tan gran distinción. Ello no es posible por sus méritos, ni por los méritos de ninguno de nosotros, sino por la acción sacramental de Cristo.

Es Jesucristo quien está instituyendo en este momento este sacramento. Es Su poder el que lo hace posible. Y así será por Su Voluntad y tal como lo dispone mientras manteniendo la fe hagamos lo que nos dice. Esta semana está llena de estas situaciones.

Esta Semana Santa es pues central. Diríamos que en ella el Señor “ata todos los cavos sueltos” (si alguien pudiera encontrar que hubiera alguno) dejando claramente instituido el Sacramento de la Eucaristía que es el misterio central de nuestra fe.

El Señor nos da el ejemplo

El Señor nos enseña de forma práctica que el más grande entre todos es el que sirve a los demás y que este servicio debe ser prestado con humildad, entrega y amor, es decir no esperando nada a cambio. Tal como lo hace Jesús mismo con nosotros.

Resulta muy difícil no encontrar una relación directa entre lavar los pies, y cargar con todas nuestras culpas, que es lo que hace al entregar Su vida por nosotros en la cruz. Esa es la misión para la que Jesucristo se hizo hombre y vivió entre nosotros.

Jesucristo nos mostró el amor verdadero hasta el extremo de morir por todos nosotros, por la humanidad entera. Vivos y muertos fuimos librados por Él de la muerte eterna. Entiéndase que nos referimos a los muertos que no tuvieron, como nosotros, la ocasión de conocer a Jesús.

Jesucristo entregó su vida por nosotros

Principalmente, todos los que le precedieron, entre los que encontramos a muchos santos y profetas. Pero también los que habiendo vivido después no fueron evangelizados, de los que en parte somos responsables nosotros.

No quiere decir que todos alcanzaremos automáticamente la vida eterna, no. Quiere decir que ahora tenemos la libertad de elegir y el Camino expedito para ir al cielo. Debemos mantenernos siempre en vela, orando y hacer lo que Él nos manda; es decir, Su Voluntad.

Creemos que es importante enfatizar que no será por nuestros propios méritos o fundados en nuestro propio esfuerzo que alcanzaremos la Vida Eterna. Sino por la comunión con Cristo Jesús, nuestro Salvador. Esta es Gracia que debemos pedir constantemente. Por eso el Señor nos pide permanecer en vela y oración.

La Comunión es aquella que recibimos en cada Eucaristía, preferentemente diaria, porque es verdadera comida y bebida. Ella nos permite vivir en Gracia. Y, esta nos ayuda a permanecer con Cristo, por Él y en Él, discerniendo y procurando Su Voluntad en cada paso.

Oración:

Padre Santo, danos la sabiduría para comprender la fortaleza que Jesucristo nos legó con los santos sacramentos. Habiendo dando Su propia vida para Salvarnos, quiso quedarse con nosotros de este modo misterioso, para que no nos extraviáramos a causa de nuestra debilidad y concupiscencia. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

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