ve a mis hermanos

Juan 20,11-18 – ve a mis hermanos

ve a mis hermanos

“Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre de ustedes, al Dios mío y Dios de ustedes”

Martes de la Octava de Pascua| 06 de Abril del 2021 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

  • Hechos de los apóstoles 2,36-41
  • Salmo 32,4-5.18-19.20.22
  • Juan 20,11-18

Reflexión sobre las lecturas

ve a mis hermanos

¿Con alguna frecuencia nos pasa que no vemos lo más evidente? ¿Cuántas veces estamos deseando encontrar al Señor, que Él se manifieste de algún modo en nuestras vidas? Son nuestros deseos o tal vez nuestras ideas tan fuertes, tan segadas a lo que queremos ver, que no lo vemos.

No lo vemos, porque lo buscamos donde no debemos o simplemente porque nuestras ideas preconcebidas son como un manto, como un velo que nos impide ver. Nuestro razonamiento lógico, a partir de lo que queremos ver o encontrar nos impide ver lo que tenemos delante de nuestros ojos y es allí que está lo que buscamos.

Así le pasa a María Magdalena. Busca un cuerpo vejado, maltratado, frío, muerto. Ha ido a encontrar un cadáver porque su razón se resiste a si quiera considerar la posibilidad que tal vez ha resucitado, como Él mismo se los había anticipado.

ve a mis hermanos

Dónde estás Dios mío para verte

Prestemos atención a este episodio, porque el Señor se nos revela allí donde nuestra razón, nuestra lógica o nuestros prejuicios nos bloquean, de tal modo que no le podemos ver. ¿Dónde es que debemos encontrarte hoy? ¿En qué momento, buscándote, te hemos pasado de largo?

¿Será tal vez en mi esposa o en mi esposo? ¿O, en mis padres? ¿Quizás en mis vecinos? ¿Puede ser en aquel que por algún motivo evité saludar? ¿O tal vez en aquél por quien no indagué? ¿Y si fuera en el muchacho que quiso limpiar mi parabrisas? ¿O tal vez en el pan que encontré bajo el cual estaba mi celular que había dado por perdido?

¿Cuántas veces te pasamos de largo precisamente por buscarte donde no estás? Danos la suficiente confianza en ti para saber que donde Tú nos llevas cada día es a Tú encuentro, a través de los acontecimientos cotidianos y sobre todo de nuestros hermanos que creen y esperan en ti.

La gran noticia

Hemos de ir a nuestros hermanos y decirles que has resucitado. ¡Esta es una noticia extraordinaria, que pondría en sobresalto a cualquiera! Por si no bastara con ello, hemos de revelarles también que has subido a Tú Padre, que es también nuestro Padre y a Tú Dios, que también es nuestro.

¡Este es el Kerigma! El anuncio gozoso de la Buena Nueva. Por él, nuestra vida no es un deambular sin rumbo. Este anuncio da sentido a la vida. Ésta trasciende las barreras de nuestra razón, de nuestra carne. Tenemos un destino superior que nos invita a erguirnos y mirar hacia arriba, sin importar donde estemos, qué pensemos o qué estamos haciendo.

Lo que el Señor nos invita a ver a través de este diálogo con María Magdalena, una de nuestras hermanas y hermana de Cristo, es que somos ciudadanos del Cielo. Que Él es la primicia, de cuanto habrá de acontecernos. ¡Estemos alegres! ¡No tengamos miedo! ¡Cristo ha vencido al demonio, la mentira, la oscuridad y la muerte! ¡Viva Cristo Rey!

Oración:

Padre Santo, te pedimos que nos des la sabiduría y serenidad para contemplar este momento, único en la historia de la humanidad, en el que por el Infinito amor y sacrificio del Señor Jesucristo, Tu Hijo y nuestro Hermano, la puerta del Cielo se ha abierto para nosotros. Danos la perseverancia para Caminar día tras día con la mirada puesta en aquel destino que has puesto a nuestro alcance, a condición de mantenemos firmes en la fe, dando testimonio con nuestra propia vida. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

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