que nada se pierda

Juan 6,1-15 que nada se pierda

que nada se pierda

«Recojan los pedazos que han sobrado; que nada se pierda».
Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.

Viernes de la 2ª semana de Pascua | 21 de Abril de 2023 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

Reflexión sobre las lecturas

que nada se pierda

Mas lo pensamos, más nos llama la atención el mensaje que nos envía en esta oportunidad el Señor. Cuando había terminado de repartir los 5 panes y 2 peces entre más de 15 mil personas, pide que se guarde todo lo que había sobrado, para que nada se pierda.

¿Quién se preocupa de tal modo por lo que había sobrado? Por otro lado, si miles de personas habían podido comer a partir de lo poco que tenían, ¿por qué la preocupación especial en que nada se pierda? Si alcanzó con holgura, ¿qué más da lo que ocurra con lo que quedó?

Sin duda estamos frente a una señal de gran importancia, en la que debemos reparar porque el Señor quiere comunicarnos algo más. El proceder de Cristo, refleja un pensamiento siempre distinto al mundano. No es que quiera ahorra, ni atesorar, ni prever.

que nada se pierda

Lo recibido viene de la Providencia

Al convertir los 5 panes y 2 peces en comida suficiente para saciar a más de 15 mil personas el Señor está procediendo como Cristo Rey del Universo, como Dios Providente. Eso no escapó de la mente y el corazón de quienes estuvieron allí. Por eso querían hacerlo rey. Era lo menos que se le hubiera ocurrido a cualquiera.

Pongámonos en lugar de estas personas y de los mismos discípulos. Lo que estaban presenciando no podía provenir de otro lado que de Dios. Y, el Señor al ordenar que nada se pierda, así lo estaba confirmando. De algún modo todos estaban comiendo “pan del cielo”.

Era Dios mismo que se estaba prodigando en este milagro de forma especial. Se trata de una prefiguración de la Eucaristía. Alimento sagrado venido del cielo. Por ello había que cuidar que nada se pierda, como hace el sacerdote en Misa con las migajas de pan que caen sobre el altar.

Verdadera comida y verdadera bebida

Tendemos a pensar en este evento como algo mágico. Como cuando un mago hace aparecer cosas. Sabemos que estos son trucos. Otros escépticos dirán que se trató de un evento de hipnosis colectiva. Que de algún modo creyeron o sintieron que eso ocurrió.

Y los más escépticos, entre los que lamentablemente tenemos muchos en nuestra Iglesia, incluso con títulos de teólogos, negarán el hecho alegando que se trata de una “narrativa” (palabreja de moda) simbólica para transmitir algo, pero que no ocurrió, porque desafiaría a la razón.

Apegados al cientificismo lo negarán, como niegan al demonio, la confesión, los evangelios y pronto hasta la Eucaristía. No lo estamos inventando, hay muchos de estos en la jerarquía de nuestra Iglesia. Ya lo decía San Pablo VI, que el humo de Satanás se había colado por una rendija a la Iglesia.

Un anticipo de la Eucaristía

Sin embargo, lo que el Señor estaba haciendo en aquel momento era un anticipo de la institución de la Eucaristía. Del mismo modo que con solo 5 panes y 2 peces dio de comer a toda esta multitud hasta quedar saciados, nos da de comer su cuerpo y beber su sangre en cada Eucaristía que se celebra en el planeta, desde entonces y hasta el final de los tiempos.

No es un detalle menor que se consigne que Jesucristo dijo la acción de gracias antes de empezar a repartir. Lo que estaba haciendo era ejercer su potestad Divina, con la Bendición de Dios Padre. No hay nada que le estuviera prohibido; pero tampoco haría cualquier cosa. Y había que tomar precauciones para que nada se pierda.

Inspirados en este acontecimiento milagroso podemos aproximarnos a tratar de comprender el milagro de la Eucaristía. Cuando lo hagamos, no perderemos ocasión de comulgar, pensando en que no por nada el Señor nos dice que Él es verdadera comida y bebida.

Y agrega:

“Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes.”

El Señor no está hablando en forma figurativa o simbólica, sino real. Y termina:

“El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.”

Oración:

Padre amado, concédenos Tu Gracia y Tu luz para entender el inconmensurable Don de la Eucaristía. Que la frecuentemos diariamente, si es posible, y la enseñemos a valorar a nuestros hermanos, como el misterio de la fe, que en cada Eucaristía proclamamos. Danos humildad y sencillez para encontrarte cada día donde realmente estás, y no donde nosotros quisiéramos encontrarte. Abre nuestros ojos, oídos y corazón. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

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