La luz de la fe

Juan 9,1.6-9.13-17.34-38 – La luz de la fe

La luz de la fe

“Padre Santo, danos la Gracia y el valor de perseverar en la luz de la fe, aun a costa de nuestra integridad física, de modo que seamos ejemplo que ilumine las conciencias y los corazones de nuestros hermanos”

Domingo de la 4º semana de Cuaresma | 19 de Marzo del 2023 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

Reflexión sobre las lecturas

La luz de la fe

Las lecturas de hoy nos invitan a confiar en Dios, sabiendo que estamos en sus manos y que nada sucede sin que Él lo permita. Auscultar su Voluntad, atendiendo a Su Palabra cada día para saber lo que quiere y espera de nosotros, es nuestro primer deber cotidiano.

Del mismo modo en que no podemos empezar el día sin meditar la Palabra del día, ella servirá de poco si no la ponemos inmediatamente en práctica transmitiendo la luz de la fe en cada uno de nuestros actos.

Hemos de alimentar cada día la conciencia y la profunda convicción interna, que no somos nada sin Dios. Que no podríamos sostenernos ni un segundo en este mundo y en esta vida, si no fuera porque El así lo quiere.

La luz de la fe

Testimonio de fe

Todo está concebido para que nos desarrollemos y lleguemos a la plenitud de la Vida Eterna. Nuestros ojos no pueden mantenerse fijos en nada de este mundo, sino tan solo en la Mansión Celeste, en la que nuestro Padre nos tiene reservado un lugar.

Esta conciencia debe transformarnos, debe condicionar todo nuestro comportamiento, nuestras actitudes y nuestras acciones, de tal modo que llamen la atención de nuestros hermanos y los mueva tanto a seguirnos como a imitarnos.

No es que obremos para jactarnos de nuestra fe o del conocimiento o confianza que nos inspira la Palaba de Dios. No se trata de ningún modo de aparentar o presumir, sino de irradiar con mucha naturalidad la luz de la fe.

Ceguera espiritual

Es nuestro testimonio el que debe hacer que brillemos como un faro o un potente reflector en medio de la oscuridad de la noche. Los enemigos de Cristo, los seguidores de la mentira y el engaño, sabiendo que hay maldad en sus obras preferirán mantenerse en la oscuridad.

Inventarán historias con la pretensión de descalificarnos y condenarnos ante los ojos de los demás, tildándonos de fanáticos, de retrógrados, de oscurantistas. Ello, azuzados por el Demonio han hecho del progreso una virtud.

Es decir que, según todos estos muertos vivientes, el progreso marca una dirección positiva en la historia de la humanidad que, pasando por diversas etapas en su desarrollo cultural e intelectual, de modo predeterminado, avanzamos cuando acogemos el progreso o la modernidad y nos detenemos y retrocedemos si no nos adaptamos al cambio.

La cancelación

Así, la norma positiva es el cambio y debemos estar dispuestos a adaptarnos, de otro modo seremos descalificados o como se dice hoy en día, seremos cancelados. Es decir, condenados al ostracismo, a la persecución, al insulto al silencio, al despojo y hasta a la muerte.

Esto ha ocurrido de uno u otro modo muchas veces en la historia. Los que ostentan el poder político y económico, pretenden imponer su cultura, su religión, en una palabra, sus convicciones, su visión de la vida y sus valores.

Hasta que finalmente, la vida y el mundo, centrados en Cristo, en Su Palabra y Su Voluntad, fueron conquistando a la humanidad entera, por obra y gracia del Espíritu Santo. A lo largo de la Edad Media se fue consolidando y extendiendo el cristianismo en el mundo.

La luz de Cristo

Hasta que llegó la Ilustración y con ella un giro hacia el antropocentrismo, que en el fondo constituye una blasfemia, una tentación del Demonio, que con mayor énfasis a partir de la herejía de Lutero pretenderá construir una sociedad, una civilización centrada en el hombre.

Esto, concebido como progreso, nos ha arrastrado a una serie de ideas tan atractivas como engañosas e insensatas, en torno a las cuales giran todas las ideologías, siendo las más perniciosas el progresismo, el comunismo y la nefasta Ideología de Género.

Todas buscan condenar la fe religiosa y más concretamente la fe cristiana. Es decir que pretenden apagar la luz de la fe, acusándola de oscurantista y retrógrada, con la pretensión de emanciparnos de Dios y, de este modo, liberarnos del yugo de la ignorancia.

Cultura de muerte

Es decir, que la luz de la fe debe ser descartada porque el Dios a cuyos dictados nos sujetábamos no existe, sino tan solo en la imaginación de los pueblos ignorantes o de algunas élites que han encontrado en el sostenimiento de esta idea, una forma de imponerse y dominar a la humanidad en su beneficio.

Negar a Dios y pretender edificar una sociedad, una cultura y una civilización sobre los cimientos de la razón, emancipada de Su Creador, ha llevado al surgimiento de una serie de ideologías de lo más arbitrarias, conflictivas y destructivas, porque estas, lo único que buscan en el fondo es la imposición de las ideas y “valores” de quienes formulan estas ideologías para someter al resto de la humanidad en función a su provecho, intereses, conceptos e ideas.

Es así que grandes corruptelas y mafias organizadas se han apoderado de los estados, ordenándolos totalitariamente en su beneficio. A estos estamos asistiendo hoy en forma generalizada en el mundo. Y el origen está en haber virado de Dios al hombre como centro, lo que en la práctica viene llevando a la humanidad a tener que someterse a los caprichos, gustos, intereses e ideas de quienes ostentan el poder.

Jesucristo nuestro salvador

Y es que el hombre sin Dios está condenado a la perdición. No es que lo diga una persona iluminada por la luz de la fe, es lo que nos revela la historia de todas las civilizaciones y culturas a las que la humanidad ha sido capaz de dar a luz.

Esto es precisamente de lo que viene a salvarnos Jesucristo. Es preciso que el pase por el calvario y la cruz para redimirnos del pecado original, haciendo posible que resucitemos y lleguemos a la plenitud de la vida eterna para la cual fuimos creados por Dios.

Sin Su sacrificio ello no hubiera sido posible. Pero muriendo y resucitando lo puso al alcance de toda la humanidad, dejándonos todos los auxilios necesarios para lograrlo. Todo lo que debemos hacer es Su Voluntad. ¡Esta es la noticia más grande en la historia de la humanidad!

La misión de todo cristiano

Es preciso que todo el mundo la conozca y se convierta. Es decir, que acepte esta realidad, con humildad. Reconociendo la omnipotencia de Dios Padre, quien nos ha creado por amor y para el amor, destinándonos a vivir eternamente en plenitud.

Confesarlo así y vivir de conformidad a la Verdad revelada por Jesucristo es lo que se espera de todo cristiano. Ello nos debe llevar a difundir por todo el mundo la luz de la fe, tal como nos lo manda el mismo Jesucristo antes de ascender al cielo.

De eso se trata la vida cristiana: de iluminar, de llevar la luz de Cristo para iluminar al mundo, que se encuentra sumido en la oscuridad. Iluminamos para que todos puedan ver el Camino que conduce a la plenitud y la Vida Eterna. Esta es la Misión de todo cristiano.

Por la soberbia entro la muerte al mundo

No podemos dejar de tomar conciencia que nos encontramos en medio de un combate espiritual. Las fuerzas oscuras y perversas del homicida, del mentiroso, del enemigo de Dios, y por lo tanto del hombre, harán todo lo que esté a su alcance por perdernos, por extraviarnos.

¿Por qué? Debido a la antigua contienda establecida entre Dios y Lucifer que al grito de “Non Serviam” (No te serviré) se apartó de Dios y para asestarle un duro golpe, tentó a la mujer y luego al hombre haciéndoles caer en desobediencia de la única prohibición que Dios les había impuesto.

Por la misma soberbia en la que hoy, tentados por el Demonio, hemos vuelto a caer al entronizar al hombre y con él a la razón en el centro de nuestras vidas, con la pretensión de prescindir de Dios, entró la destrucción, el dolor, la mentira y la muerte en el mundo.

La diferencia está en que hoy contamos con Jesucristo que ha vencido al mundo, y con él, al Demonio, a la mentira, la destrucción y la muerte. Además, tenemos al Paráclito, al Espíritu Santo, que nos guiará y ayudará a librarnos del enemigo malo.

Mantengámonos firmes en la fe; no nos dejemos engañar y sigamos iluminando con la luz de la fe a nuestros hermanos, sin claudicar ni contemporizar con el Demonio, que el Reino de Dios está aquí y por lo tanto la victoria definitiva está garantizada.

Oración:

Padre Santo, danos la Gracia y el valor de perseverar en la luz de la fe, aun a costa de nuestra integridad física, de modo que seamos ejemplo que ilumine las conciencias y los corazones de nuestros hermanos evitando que caigan en la seducción del pecado, el engaño, la oscuridad y la muerte. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

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