enséñanos a orar

Lucas 11,1-4 – enséñanos a orar

enséñanos a orar

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»

Miércoles de la 27ma semana del T. Ordinario| 06 de Octubre del 2021 | Por Miguel Damiani

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Reflexión sobre las lecturas

enséñanos a orar

Muy pronto los discípulos de Jesús se dan cuenta de la importancia de la oración, al verle orando con mucha frecuencia. Jesús se apartaba para orar. Lo hacía a solas. A veces subía a una montaña. Podemos imaginar su postura a partir de imágenes, sin embargo, no conocemos una descripción exacta de cómo lo hacía.

Lo que está claro es que ello llamaba la atención de ellos, al punto que le pidieron: enséñanos a orar. Y el Señor, a través de ellos, nos dio la fórmula perfecta que debe contener nuestra oración. Siendo esta tan corta en realidad, más de uno debemos preguntarnos y entonces por qué se apartaba tanto y permanecía tanto rato en oración.

Constatado lo anterior, lo que debemos deducir es que el Señor nos da las 5 peticiones (según San Lucas) o las 7 (según San Mateo) sobre las cuales debe girar nuestra oración. Incluso en el orden adecuado. Nos enseña, pues, la fórmula perfecta, lo que incluye su actitud y distanciamiento.

enséñanos a orar

La oración que nos enseñó Jesús

Para decirlo tal como nos lo enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, el Padre nuestro es el Resumen de todo el Evangelio, en el que reconociendo a Dios como nuestro Padre, nos acercamos para hacerle siete peticiones recomendadas por nuestro Señor.

1. Santificado sea tu nombre:

Con esto decimos que Dios sea alabado, santificado por los hombres de todas las naciones, de lo que damos testimonio con nuestras vidas. Santificado por nosotros que estamos en Él, pero también por los otros a los que todavía no han recibido la gracia de Dios. Que todos los hombres lo conozcan y le estén agradecidos por su amor y pronuncien con reverencia Su nombe. Nos comprometemos a bendecir el nombre de Dios con nuestra propia vida.

2. Venga a nosotros tu reino:

Hacer presente en nuestras vidas, todos los días, el Reino de Dios. Tener a Cristo en nosotros para darlo a los demás y hacerlo crecer. También pedimos que Cristo regrese y sea la venida final del Reino de Dios.
Cristo vino a la Tierra por primera vez como hombre y nació humildemente en un establo. En el fin del mundo, cuando llegue la Resurrección de los muertos y el juicio final, Cristo volverá a venir a la Tierra, pero esta vez como Rey y desde ese momento reinará para siempre sobre todos los hombres.

3. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo:

La voluntad de Dios, lo que quiere Dios para nosotros es nuestra salvación, es que lleguemos a estar con Él. Nosotros, haciendo nuestra Su Voluntad tratemos de salvar a los hombres. Que el error sea desterrado, que reine la verdad, que el vicio sea destruido y que florezcan las virtudes.

4. Danos hoy nuestro pan de cada día:

Al decir “danos” nos dirigimos a nuestro Padre con toda la confianza con la que se dirige un hijo a un padre. Al decir “nuestro pan” nos referimos tanto al pan de comida para satisfacer nuestras necesidades materiales como al pan del alma para satisfacer nuestras necesidades espirituales.

5. Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden:

Los hombres pecamos y nos alejamos de Dios, por eso necesitamos pedirle perdón cuando lo ofendemos. Para poder recibir el amor de Dios necesitamos un corazón limpio y puro, no un corazón duro que no perdone los demás. Este perdón debe nacer del fondo del corazón; para ello necesitamos de la ayuda del Espíritu Santo.

6. No nos dejes caer en tentación:

El pecado es el fruto de consentir la tentación, de decir sí a las invitaciones que nos hace el demonio para obrar mal. Le pedimos que no nos deje tomar el camino que conduce hacia el pecado, hacia el mal. El Espíritu Santo nos ayuda a decir no a la tentación. Hay que orar mucho para no caer en tentación.

7. Y líbranos del mal:

El mal es Satanás, el ángel rebelde. La pedimos a Dios que nos guarde de las astucias del demonio. Pedimos por los males presentes, pasados y futuros. Pedimos estar en paz y en gracia para la venida de Cristo.

AMÉN: Así sea.

Dios ha de ocupar el centro de nuestras vidas

Esta es la oración perfecta que Jesús nos dio cuando los discípulos le pidieron enséñanos a orar. Como vemos, es un resumen de toda nuestra fe, contenida en los Evangelios. Hemos de tomar conciencia de ello cada vez que lo rezamos.

El “Padre nuestro”, así reflexionado debía acompañarnos en cada uno de nuestros tiempos de oración, sin importar cuanto duren. Es una oración para tener en cuenta y repetir constantemente en nuestra vida, que nos recuerda que Dios ha de ser el centro sobre el cual gire toda nuestra vida.

Sin Él nada somos. Por eso, lo que debemos pedir constantemente es que se haga Su Voluntad, que sin duda es lo más conveniente, aun cuando a veces no lo comprendamos. Él quiere nuestra salvación y la de todos nuestros hermanos. Sumemos nuestros esfuerzos a esta misma dirección, que es la Única correcta.

Oración:

Padre Santo, te pedimos que nos ilumines para entender la importancia de la oración que nos enseñó tu amado hijo Jesucristo. Que meditando en ella frecuentemente nos aproximemos a las profundidades del Evangelio. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

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